Mala hierba nunca muere


I

Camino de Piedras

 

Quisiera robar cada uno de tus besos

en este empedrado camino de mis sueños

y gritar al viento tu nombre,

cuando ya nadie me escuche

para así poder resucitar en cada amanecer lejano,

donde mi voz apenas sea eco de viento austero.

 

Después coseré sábanas con cenefas de mis pesares,

y en jirones de mi alma colgaré tus miradas en mis versos

y llenaré mi vacío campo con te quieros perdidos en la memoria

dejando así un reguero de sangre enamorada,

con tu nombre escrito en mi piel muerta de poeta.

 

 

 

II

Hundido en el Olvido

 

A lo lejos veo pasar, galopante, el recuerdo que, desbocado,

se aleja entre montes de la memoria marchita

y se pierde, lejano,

tras mis versos.

 

Es un caballo sin jinete,

un sueño sin destino,

un beso,

un gesto,

que se hunde en el olvido.

 

III

Tu Nombre

 

No tientes a la razón cuando acierto a pronunciar tu nombre

si apenas lo repito cuando te veo

en el sueño colgado de la menguante luna

y me duermo, sosegado, por tu leve suspiro en el aire

como flor que transporta el viento,

como barca que mece la mar

cuando ya no queda persona alguna que le cuente sus secretos

cuando ya no quedan lágrimas por quién llorar.

 

IV

S.O.S

 

Escuchad!

No oís el canto profundo de la Tierra?

Ese canto que transporta el viento en su seno

y trae lejanas voces de los muertos

pidiendo clemencia,

preguntándole a Dios por sus hijos,

por sus nietos,

por su final trágico en esta tierra hoy devastada

por el dinero y la avaricia

de los que, a diferencia de ellos, verán la luz del mañana?

 

Estad tranquilos los que mañana os levantéis sin problemas,

los que mañana compréis el periódico,

los que comáis diferente cada día,

los que no sintáis la ligereza de un pequeño cuerpo en vuestros brazos.

 

+ Muerto +

 

 

V

El Cielo

 

Ayer dejé de soñar, tras las sábanas de tu pelo,

que era jirones de negro carbón pintados

y bailaban, al viento, ayudados por tu movimiento

sin reparo a ser tocados por mis dedos.

 

Y escudriñé el cielo con tus ojos,

y, mi alma, se convirtió en verso:

Tierra que pisas sin miedo,

sagrado rostro de mi cama,

~ El Cielo ~

 

 

VI

Todo Paraíso Tiene Su Serpiente

 

 

 No pienses que hierras en tus pasos,

cuando buscas en el interior de mi alma

y  hallas abandonados campos de espino

donde te arrastras como serpiente edénica

buscando algún individuo que, como yo,

 

[Sueña Contigo]

Alberto Fernández Mariño