Bartolomé Ferrando
Esto no es
una anécdota
* ESTO NO ES UNA
ANECDOTA
* Por lo general, toda anécdota tiene algo que
ver con el territorio del adorno, del aderezo, de la voluta o del rizo
superfluo. Anecdótico sería tal vez algo que fuera innecesario, muy
innecesario. Anecdóticas serían todas aquellas cosas cuya gratuidad y carácter
neutro, las hiciera merecedoras de la inadvertencia y de la desconsideración de
nuestra percepción y de nuestros sentidos. Y, si en algunas manifestaciones de
la vanguardia histórico-artística se defendió y apoyó el valor de lo superfluo,
opondremos y enfrentaremos a sus tesis estas palabras, con las cuales
intentaremos entresacar, de nuevo, algunos mecanismos y tramoyas hábiles para
la construcción artística en el momento actual.
* ESTO NO ES UNA
ANECDOTA
* Anecdóttico podría ser el hecho de pasar un
dedo por encima de una pared rugosa, repleta de sinuosidades y prominencias;
pero no lo sería si el contacto móvil del dedo con la pared tuviera tanta
duración, que la sangre del performer escribiera o pintara palabras sobre la
superficie blanca. Escritura con el cuerpo; desde el cuerpo, hacia la
transformación de la carne en huella alfabética; hacia la conversión de la
materia viva en rastro lingüístico; desde la herida; desde la realidad de la herida;
mostrando la fragilidad de las cosas; insistiendo en el mismo ejercicio una y
otra vez, provisto de energía. Desde la acción. Desde el pensamiento de la
acción. Desde la idea de la acción.
* ESTO NO
ES UNA ANECDOTA
* Anecdóttico podría ser el hecho de hacer
cualquier cosa del modo y manera en que habitualmente sucede, sobreviene o nos
ocurre. No lo sería en cambio, si del hecho a realizar alteráramos su cadencia
o su ritmo, como por ejemplo, si intentáramos desarrollar nuestros actos lo más
lentamente posible, lo más despacio que pudiéramos, de manera que aquello que
se habia convertido en norma, dejara de serlo y nos mostrara su descubrimiento,
su sorpresa.
* ESTO
NO ES UNA ANECDOTA
* Anecdóttico podría ser el hecho de destruir o
deshacer un objeto común. No lo sería en cambio si la destrucción o ruina del
útil mencionado nos evidenciara y demostrara la capacidad compositiva y
creativa inherente al residuo, al escombro, al despojo, al desperdicio.
Si cada
objeto tiene su ritmo propio, su propia cadencia, el deshecho del mismo adopta
en cualquier caso un latido distinto. Se organiza además según sus leyes
privadas, siguiendo una normativa particular que no tiene nada que ver con la
del objeto del que procedía. El residuo se desencaja así de la lógica que
determinaba su función parcial en el conjunto ordenado.
Vestido de
desorden, el escombro se dirige sobretodo hacia la cara oculta de nuestra
razón. La creatividad del escombro se demuestra por su voz, o mejor, por su
grito intuitivo. Su código se ha abierto de tal modo, que sus variantes de
interpretación han desbaratado la multiplicación de sentidos que teníamos
preparada. El despojo se ha provisto de múltiples lenguas ante el ejercicio de
una razón que se ha quedado descalza.
* ESTO NO
ES UNA ANECDOTA
* Podría ser
anecdótico un gesto, una actitud o una mueca. Pero cuando dicho gesto, actitud
o mueca se repite y reproduce sin descanso, el territorio del sentido cambia.
De este
modo, un movimiento de pierna, de brazo o de cabeza es capaz de convertirse, al
multiplicarse por sí mismo, en una cierta narración, en un ejercicio ritual o
en un concierto de gestos. Y cada uno de ellos estaría provisto de un
significado distinto, cuando la aparente identidad del gesto se anulara a sí
mismo en cada una de las repeticiones, o tal vez cuando el vaivén de lo mínimo
acumulara intensidades diferentes y variadas, o cuando el duplicado de lo
insignificante se produjera tantas veces, cuantas de forma paralela la
repetición sucediera.
* ESTO NO
ES UNA ANECDOTA
* Una
fotografía podría ser una anécdota. Un hecho real podría pertenecer también al
mundo de lo anecdótico. Pero cuando la realidad y su representación se
aproximan, acortan el espacio que les separa, se acarician o se rozan, se
produce un sobresalto que nos abre las puertas de nuestro propio desconcierto.
A veces la
representación del hecho se multiplica hasta tal punto, que el acontecimiento
verídico o real es ahogado por la avalancha fotográfica. Otras veces se produce
un vuelco, una inversión: lo que se nos muestra como realidad es representación
y viceversa, es decir, que todo aquello que nos parecía en principio ser una
copia, vivía y respiraba en el interior del cuerpo que le era propio.
En otros
casos, el acontecimiento real se muestra intrínsecamente unido a su simulacro,
a su ficción, formando una única unidad, allí donde la diferencia se nos
manifiesta únicamente mediante el guiño o la insinuación de uno de los dos
componentes entrelazados. El contagio, a veces, es instantáneo; otras,
procesual. La realidad y la ficción son capaces de darse la mano de modos muy
distintos.
* ESTO
NO ES UNA ANECDOTA
* Los sonidos
conviven con los ruidos de sol a sol, y así llegan diariamente a nuestros
oídos. Los actos y las intervenciones que solemos ejecutar u observar, cabalgan
y se amontonan unas sobre otras, interviniendo de ese modo en nuestra personal
manera de operar y hacer. Aprender a escuchar dos o más sonidos-ruidos
simultáneos o cultivar el hecho de llevar a cabo diversas acciones coincidentes
en el mismo período de tiempo, motiva nuestra disposición a la creación.
A partir de
ese momento, los gestos que realizamos entran en combinación con las
observaciones y las miradas de otros; vemos que nuestra voz cabalga y atraviesa
una maraña de sonidos, apenas articulados, que merodean a nuestro alrededor;
los colores se cruzan entre sí a cada respiración, creando un abanico de
matices apenas conocido; los pensamientos saltan por encima de las palabras,
haciendo caso omiso a nuestras llamadas y gritos. La simultaneidad de las cosas
ha construído, en su propio territorio, un ambicioso edificio de maternidad. La
realidad ha abandonado la autopista y se ha situado en el centro de un
complicado cruce de caminos en plena selva. Esto no es una anécdota.