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Un carnicero de la calle TacubaAunque este relato pertenece a los años 50, la ciudad de México nos ofrece en pleno siglo XXI personajes igual de curiosos o más que el simpático carnicero de la calle Tacuba. Basta con recorrer sus calles y tener bien despiertos nuestros sentidos. "Siempre me divirtió un carnicero de la calle Tacuba. Su almacén es poco más o menos de las dimensiones de un estanquillo, con todo el frente abierto a la calle y un lindo gallo de pelea amarrado de una pata al umbral. Suspendido del techo y a dos o tres pasos no más de la puerta, cuelga un buey entero despellejado; a pocos pasos detrás se halla el mostrador, y más allá pende una hilera de cabritos y manjares delicados, entre guirnaldas de papel dorado y yardas de salchichas, formando lindas líneas y curvas. En el centro de esta exhibición carnal aparece una imagen de la "Santa Virgen de Guadalupe", bajo cuyo amparo ha puesto nuestro amigo el carnicero sus tocinos y su "clientela" Pero la figura más interesante del cuadro es el carnicero mismo. Es este un personaje de aspecto sentimental, de ojos negros, guedejas encrespadas, en suma, una persona de lo más atrayente, quitándole la especie de brillo aceitoso que le hace relucir la piel. Invariablemente lo hallaba en postura romántica entre su sierra y su hacha, tocándole la guitarra a media docena de criadas, que sin duda acudían a comprarle los "bisteces" atraídas por el reclamo de sus canciones de amor. No es cosa vulgar el ver semejante mezcla de carne y música"
Brantz Mayer
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