INICIO


INTRODUCCIÓN

Años 60
Basura
Calles
Campanas
Cantinas
Capital
Carnicero
Colmillo
Comunidad
Consejos
Contaminación
Danzantes
Dioses
Garibaldi
Hotel México
Metro
Parques
Peseros
Policía
Postes
Resaca
Sentimiento
Tepito
Terremoto
Volcanes
Xochimilco
Madres



Monólogo delirante de un resacoso



Este es un monólogo, algo delirante en mi opinión, de alguien afectado por la resaca, ese estado de fatiga general que sobreviene a la borrachera.
Cuentan que los borrachos dicen verdades pero los crudos, ¿qué dicen los crudos?





    "Cada quien va cargando su cadáver. A este cuerpo que traigo a rastras lo sostiene, quizá, creo, me late, una vocecita que promete cosas, sugiere paraísos, mujeres postula. Siempre tiene hambre. Es un cabrón. ¿Sabes qué me hizo el otro día? Pues amaneció ganoso. De mujer, desde luego. ¿Qué hago? ¿qué hago? ¿Qué pedo? ¿De qué? ¿Cómo nos vamos a arreglar? Pues le puse un disco, muy suavecito: jazzecito al puto. Una musiquilla de bar ricacho, con rubias y psicoanalistas explicando la consulta a las pacientes. ¿Sabes qué pienso? Que me gustaría ser doctor, andar de psicoanalista, husmeándole la vida a las personas, a ver si de alguna saco una chispita, una clave que me diga qué hacer con mi vida. Yo he sido pobre, también fui rico. Pero lo peor es que ese día andaba crudo. La cruda es un estado muy filoso, se siente el físico como si pendiera de un gancho del rastro, a punto de pasar con el filetero para que nos saque las lonchitas ganosas. Hace sed, pero ruda, con hielo: salsa inglesa y doble dosis de ginebra, un ¿quihúboles? de salsa tabasco. Casi casi lo que llaman un bul, pero sin los dos ¿quihúboles? de cerveza.
    O también entra hambre. De una cosa parecida a lo que aquí la plebe llama la birria. Es un caldo picoso, harto espeso, con cebolla, mucho chile y carne de chivo que desborda la cazuela. A veces la hacen de res o borrego, y los muy perros hasta de puerco. Caldo picoso chingón. Te hace sudar. Eructas y pasas chela. El gaznate invencible a fuerza de cruda que se prolonga enrrollada en nueva putipeda...
    Pero aquí el pedo es este: si tienes lana o un buen cuate, pues te la curas de pechito, como ya dije: tragos, tacos, calditos y hasta un buen toque ¡nomás para ecualizar!, que es lo chido de la grifa. Y aún a pesar de todo y no le hace que te pongas hasta el choyo: pueden venirte ganas de estar con una reina, aunque sea guacha o ande briaga. Y ya fíjate pacheco en el rollo que me meto. Sí... pienso en una reina... que sea bien perra... calzoncitos chicos, pezón rosa y si no pues se lo chupo.
    ¿Y sabes? ¿qué pedo? Cuando he andado crudo me vienen estas perezas, nostalgias de cosas que ni conozco. Una vez mi hermano me dijo que se quería casar con mi madre. No es mala idea, pero a mi jefa le gustan otros güeyes, de barbita o pelos en el pecho. Eso me hizo pensar en esa fijación de mi hermano que tenía de casarse. Yo recordé a Martha, una novia que tenía de la prepa. Estaba muy buena: chichitas gordas, paraditas. Yo me imaginaba que te casabas con una reina y pues ya tenías el cielo y las cobijas. Te la picas diario, no importa que trabajes o llegues tarde o te pongas pedo... No... no es tan fácil, mi pacheco... Porque tu cuerpo va aparte: puros apetitos... A ese fiambre se le puede ocurrir que tú tienes alma, que eres bueno, que te late explorar tu espíritu, que vas a misa, que consultas doctores, tarotistas... y todo para ser bueno, porque te imaginas que si acaso hay una recompensa por vivir, que lo más chido es el más allá. Y por eso mismo puedes convertirte en un adorno: pieza fea. Te haces viejo y te recriminas no haber gozado de tus cosas, tu billete, buenas nalgas o tu voz.
    O puede ser que te pongas trucha: que te guste la milonga, la trista bien cantada... Y está chido: vamos a ponerle. ¿Cómo es eso? Los egipcios hacían momias sólo de cuerpos que habían gozado mucho, que habían sido felices, que con sus ansias mojaditas habían ensuciado a los dioses. Y eran güeyes bien cabrones: dioses pelucas que nada de andar en cruces ni creando el mundo... Ni dioses puñeteros de pinches negros o adventistas... No, mi pacheco: ¡dioses bien pelucas!, sabedores de lo bueno... Yiri-yiri-bón... Que allá su pensamiento de ellos un día se cayó... Pensamiento que era ganas se hizo carne... Se hicieron gentes... Ellos eran pocos y nosotros somos muchos: por eso en nosotros hay puros cachos de esas altitudes. ¿Cómo te cumplo, mi dios? ¿Me hago polvo?, ¿me hago luz?, ¿me hago entraña? ¿Qué, vamos a ponernos momias?"
Mario González Suárez