No nos basta con volver de vacaciones, con volver al curro, o
con que ya no tengamos que poner tan a menudo el aire acondicionado…
Viene la Novena de nuestra Virgen de Gracia, y ese, si que es el
síntoma evidente del final del verano. Es la fecha que muchos
eligen para irse de vacaciones, si no ha podido en Julio o Agosto,
y cuando acaban los días de Novena, parece que de la noche
a la mañana todo ha cambiado…
La luz de los días es distinta, es mas ténue, menos
radiante. La luz de estos días es, si me lo permiten, menos
luz. Empieza a atardecer mas temprano, y por las noches, empieza
a refrescar. Cambiamos la ropa de verano, por algunas prendas que
sin ser de invierno, nos abriguen un poco. En fin, que casi sin
darnos cuenta y como quien no quiere la cosa, se nos cuela el Otoño.
¿Se han fijado? Es curioso pero en cualquier otra ciudad,
dirían que el verano acaba el treinta y uno de agosto. En
cambio a nosotros la providencia divina nos ha regalado quince días
más: nuestra romería y nuestra novena, que algunos
apuran hasta las tantas, entre misas, actuaciones y copas en la
zona del parador, como si sus vacaciones no hubieran acabado todavía
y quisieran aprovechar los últimos días, aun sabiendo
en su subconsciente que tiene que levantarse para ir a trabajar
en pocas horas…
En fin que parece ser que sí, que nuestra Novena sirve de
ficticia frontera entre el Verano y el romántico Otoño.
Así que si aún nos quedan algunos días de Verano,
¡que demonios! Vamos a disfrutarlos, que están para
eso…