Poesías y Oraciones

 

 
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  Relatos

 

POESÍAS

 

Soneto al Santísimo Cristo de Gracia

¿Por qué me fijaría yo en tu cara?
¿Por qué, Santísimo Padre mío de Gracia
Si tus heridas están llenas de prestancia,
que tus penas mi alma desgarrará

Dejando un amargo sabor de jara
tu mirada no tiene fragancia,
ya tus ojos nos brillan en la distancia
por tu Faz noto como si ya te alejaras.

En la madrugada del Viernes Santo,
tus "Esparragueros" te harán un canto
que ha de ser para Ti un respiro.

Hecho con notas de espárragos y maltrantos,
los Serafines de flores te harán un manto
cuando estés dando el último suspiro.

Matías Reyes Obrero

Al Cristo de Gracia

El Águila caudal, Sacro Zafiro,
clavel de sol bermejo en el poniente,
rinde a la sombra su fulgor luciente
herido e venablo en raudo tiro.

Ya la cruz yergue funeral papiro:
I.N.R.I., laurel de sangre, teara ardiente,
sagrada pira del postrer suspiro.

Lívido el heliotropo de la noche,
en desmayo de lágrimas heladas,
armaduras y líctores platea.

La luna en el sudario prende un broche
y un rumor de sollozos y pisadas
incendia el monte en gigantesca tea

Pablo García Baena

Al Cristo de los Esparragueros

Levántate Pepillo
que el día se despertó
regalando vida nueva,
y tenermos que ir los dos
al monte, a buscar espárragos
para el Cristo Trinitario
que de Méjico llegó...

Lo esculpieron con pajitas
mas dentro iba el corazón
de aquellos que le formaron
y del barrio trinitario
que en su pecho lo acogió

Nunca el huerto el Alpargate
tuvo inquilino mejor.

Anda Pepillo anda
que viene el Jueves de Amor
y el Cristo de Esparragueros
le dará su bendición
a todos los que le admiran
entre claveles y luces.
Pero su adorno mejor
serán los verdes espárragos
que cortamos tú y yo
en los montes de Trasierra
entre cantos de jilgueros,
los saltos del conejillo
y los jarales en flor...

Son espárragos del Cielo
aunque nazcan en la tierra
por eso crecen tan altos
cual si besaran las nubes
haciéndole un guiño al sol...

Mira, mira Pepillo
el Cristo nos sonrió.

Paloma Martín

Divino Esparraguero

Tengo algo en mi corazón
lo siento desde hace tiempo,
es alguien que me llama
y a veces yo no contesto.

Esa llamada la hace
alguien a quien yo mucho quiero
al que rezo muchas veces
y que es el "Divino Esparraguero".

El Jueves Santo es una fiesta
que yo nunca perdono,
pues sale de su Iglesia,
el Cristo que más adoro.

Cuando lo veo ese día
por las calles caminar,
me entra un escalofrío
que me hace hasta temblar.

Durante todo su recorrido
saetas se van oyendo
son los cantos de personas
que le expresan sus sentimientos.

Vestida de nazarena
siempre le acompaño
y le pido que me perdone
si no puedo salir algún año.

Cuando se termina el Jueves Santo
yo no siento ninguna pena
pues el Cristo sigue en su Iglesia
para ir a visitarlo cuando pueda.

Cuando estoy delante suyo
le miro fijamente
y le pido que me ayude
a acordarme de Él siempre.

M.S.A.

Exaltación al Santo Cristo de Gracia

¡Con cuánto amor has querido,
Señor, venir a esta tierra,
que en tu divina dulzura
duplicaste las promesas,
de los oráculos santos
de aquellos grandes profetas,
que tu Palbara servían,
y de nuevo se hizo cierta
tu presencia redentora,
cuando en una nueva era,
se repitió el gran milagro,
por el que el Verbo se hiciera
carne, desde el sono virgen
de una mujer nazarena!

¡Mil seiscientos dieciocho,
el dogma cambia de escena,
y una nueva encarnación
en este mundo se opera!
¡Gabriel deja a Rafael
que auncia la buena nueva,
no en casa nazaretana,
sino en la ermita pequeña,
donde la Virgen de Gracia,
que venga su Hijo espera!
"¡Dios te salve, María,
del Espíritu estás llena,
por ser la Hija del Padre
y Madre del Dios que llega,
hecho hombre por los hombres,
en caña dulce y morena!

¡En el frío de febrero
ha aparecido la estrella,
que giaba a las naciones
donde el Mesías naciera!
¡No es su destino Belén,
ni las llanuras hebreas;
se para en el Alpargate,
hecho portal y patena!
¡En la calle de los Frailes
y en las Costanillas viejas,
un revuelo de ángeles
cambia el son de panderetas,
para cantar villancicos
con redobles de saetas!
¡En esta vez no hay pastores,
custodiando en Tras la Puerta
el sueño de los rebaños,
mas trabajando las huertas,
hay sinceros hortelanos,
que al escuchar con sorpresa
el canto que aclama el cielo,
olvidando su tarea,
van corriendo hacia la ermita,
mientras cogen con presteza,
con manos endurecidas,
en signo de toda ofrenda,
los espárragos nacidos
entre las matas de hierba!

¡Y los dones del oriente,
que los magos ofrecieran,
son el oro con que brillan
los escudos de las Peñas,
prendidos como luceros
en el paño de pureza;
en pebeteros de barro,
el incienso, yerbabuena,
que en aromas de su barrio
el Cuerpo Santo venera;
y la mirra, el quejío
de una guitarra flamenca,
que María Zamorano,
en sus cantares de reina,
acompaña con bordones
y tristes exos de pena!

¡Mil siscientos dieciocho,
comienza la nueva era,
en el convento descalzo
el dogma cambia de escena,
y en la nueva encarnación,
con más poderosa fuerza,
la Palabra se hace carne
en la bendita plazuela!
¡Y ama con tanta pasión
Dios Bendito a esta tierra,
que deja de ser nazareno,
troca su naturaleza,
y se hace primer vecino
de la Puerta de Plasencia.

¡Ya no recorre caminos
de Samaria y de Judea,
por San Juan de Palomares,
por la calle Nieves Viejas,
por Montero y Buenos Vinos,
mientras su boca refresca
en Ciegos y Horno del Agua,
y llegando a la Viñuela,
por la plaza de la Mosca,
en el mercado se adentra!

¡El Padre mirando al Hijo
tan metido en esta tierra,
tan impregnado del duende
de esta Córdoba tan nuestra,
ha convocado un concilio
en la celestial Nicea,
con los Mártires gloriosos
que por Él la sangre dieran,
con los Santos Trinitarios
que rompieron las cadenas
de los esclavos cautivos
entre hierros y galeras,
y con Osio, gran obispo,
que nuestra fe defendiera!

¡Se hace silencio en el cielo,
y en la gloria descubierta,
se oye la voz del Padre,
que pronuncia la sentencia!

¡Mil seiscientos dieciocho,
comienza una nueva era,
una nueva encarnación
sobre la faz de la tierra!
¡Qué nadie se llame a engaño,
que cambie la dogma de escena,
y de ahora en adelante,
para encontrar la certeza
de la presencia del Hijo
en tan humana pobreza,
no vayáis a Palestina,
sino a esta Córdoba nuestra,
pues por decreto divino
de la Trinidad eterna,
se ha hecho Cristo esparraguero,
y la Gracia cordobesa!

Fray José Antonio Rojas Moriano

Recuerdo a María Zambrano "La Talegona"

De la Iglesia trinitaria
ya sale "El Esparraguero"
que agonía tan grande
que la llora el mundo entero.

¡Cómo contabas María
cuando tu Cristo pasaba!
tu saeta era oración.
Era un rezo, una plegaria...

En el jardín del Alpargate
María, tu lo esperabas,
para decirle unas cosas
a tu Cristo de tu alma.

El Cristo se detenía,
el Cristo a ti te miraba,
los costaleros debajo
"Talegona" te llamaban.

A tu iglesia trinitaria
ya vuelve el "Esparraguero"
sigue cantando, María,
cantándole desde el cielo.

Rafael Roldan

 

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