En cierta medida la planificación estratégica está
incluida en la información cuantitativa que acompaña al
presupuesto. Como el esbozo de la actividad de una empresa es,
básicamente, una declaración de propósitos que se basa en
ciertos datos sobre el ambiente futuro en que se desenvolverá
la misma, todo plan de este tipo depende de la previsión.
En cierta medida la planificación estratégica está
incluida en la información cuantitativa que acompaña al
presupuesto. Como el esbozo de la actividad de una empresa es,
básicamente, una declaración de propósitos que se basa en
ciertos datos sobre el ambiente futuro en que se desenvolverá
la misma, todo plan de este tipo depende de la previsión.
Las previsiones son más o menos importantes porque las
direcciones de las empresas se encuentran en la necesidad de
hacer mayores inversiones de capital para períodos más largos.
Para asegurar el éxito, los directores necesitan cantidades
crecientes de información que alumbren el futuro. Los
directores tienen que descubrir cuál es el mejor método o modo
de actuar en un futuro incierto, sobre el que no tienen más
que un control limitado. Además, a medida que las empresas
crecen en ámbito y tamaño, diversificándose cada vez más por
líneas de productos, no sólo se enfrentan con problemas de
carácter interno, sino también con otros globales.
Sobre todo, las previsiones son necesarias para dar a
la Dirección una imagen de guía. Las empresas son a menudo, lo
que desean ser. Una visión amplia y optimista del futuro puede
conducir al desarrollo y al beneficio: una visión estrecha y
pesimista puede llevar al estancamiento o a algo peor. Pero...
una previsión debe tener un objetivo. Una previsión hecha
simplemente para satisfacer la curiosidad, carece de valor.
Algunas reglas básicas para un buen procedimiento analítico de
previsión son:
1. El analista debe conocer el campo en
el que trabaja. Debe tener un conocimiento adecuado de la
realidad de su sector, tanto de los aspectos técnicos como de
todos los demás. El autor de la previsión no puede incluir
todos los factores en sus hipótesis, pero debe estar preparado
para juzgar las consecuencias y sus posibles efectos sobre las
previsiones. 2. Todas las previsiones están basadas en
hipótesis. Estas hipótesis deben abarcar tantos factores
externos como internos. Son factores externos: la competencia,
la situación económica... Los factores internos son el
resultado de las políticas adoptadas por la empresa sobre las
existencias, la gama de productos y la calidad. 3. El
objetivo de la previsión se debe establecer claramente. La
mera recogida de datos estadísticos y su análisis no tienen
ninguna utilidad, a no ser que se hagan con un propósito en la
mente. 4. Una vez que se dispone de los datos hay que
desarrollar una hipótesis o posibles soluciones. Esa hipótesis
debe surgir de la preparación teórica y práctica del analista,
de la investigación y de todos los demás hechos que pueda
reunir. 5. Hay que depurar y contrastar cuidadosamente los
datos pertinentes a esa hipótesis. La hipótesis ha de ser
completa y bien definida. 6. Ninguna previsión debe
aceptarse como definitiva. Todas se deben revisar
constantemente, según los últimos datos de que se disponga.
Evidentemente, no se puede considerar a la hipótesis como una
ciencia exacta.
Al seleccionar el método en qué basar
la previsión, el analista debe considerar los siguientes
criterios:
A) El método debe ser científico, es decir,
estar basado en el uso de conocimientos. B) Debe ser capaz
de determinar y medir relaciones de causalidad, aunque sea
aproximadamente. C) Debe prestarse fácilmente a los fines
de previsión. D) Debe basarse en el uso de los datos
disponibles. E) Ha de ser poco costoso en términos de
tiempo y trabajo, y no tendrá que ser difícil contratar o
adiestrar al personal necesario. F) Debe dar previsiones
útiles.
Una previsión no es por sí misma una base para
la acción. Es una base sobre la que la Dirección puede
construir un plan, una guía para una acción eficaz. La
previsión se puede delegar; las decisiones de la Dirección no.
Uno de los problemas de la Dirección es permitir la
previsión de los probables cambios de la demanda. Tiene
particular importancia prever las ventas a corto plazo, puesto
que de su acierto depende la marcha de las operaciones
inmediatas y diarias de los departamentos más importantes de
una empresa.
Podemos apuntar tres clases de
actividades, en cuanto a la previsión:
- La económica
en general: Las ventas vienen comúnmente afectadas por la
contracción o expansión de los negocios. Por ello, cierta
estimación del nivel económico general es casi un requisito
indispensable para la previsión de las ventas. El problema de
la previsión de las ventas no radica en la escasez de las
fuentes, sino en la elección de cuál o cuáles de ellas serán
útiles al fin particular que se persigue y en compaginar los
diversos datos que cada una de ellas pueda aportar, efectuando
una síntesis adecuada de todos ellos y relacionándolos luego
con las ventas del producto de que se trate. - Previsiones
a largo plazo: Estas previsiones suelen ser más generales, que
relativas a determinados productos. El sistema más sencillo, y
tal vez el más corriente para las previsiones a largo plazo,
consiste en fijar determinadas tendencias observadas en
ciertas líneas de producción a base de progresiones
aritméticas o geométricas. La elección dependerá de que la
industria esté consolidada o sólo en sus principios. Hay que
partir de la presunción de que una determinada empresa seguirá
la línea de crecimiento de su industria en general. -
Previsiones a corto plazo: Se refieren a períodos
relativamente cortos, cubriendo de tres meses a un año del
futuro.
A menudo conviene saber con cierta antelación
los posibles cambios y desplazamientos geográficos en las
posibilidades de ventas de los productos. Por ejemplo, si un
producto inicialmente destinado a los mercados urbanos se
convierte gradualmente en asequible a las zonas rurales, será
más útil saber los datos precisos en que varía la población y
las desviaciones territoriales que se produzcan en la
aceptación del producto.
Igualmente deberá observarse
el desplazamiento de la capacidad adquisitiva de los
consumidores.
Todos los departamentos de una empresa
dependen de que las previsiones sean efectuadas
eficientemente: el de Producción para organizarlo de modo que
en todos los períodos permita atender los pedidos sin
altibajos; el de Ventas, para asignar los cupos de ventas y
adelantarse a sus posibles variaciones; el de Finanzas, para
preparar los presupuestos y controlar los gastos. Es muy
difícil hallar un solo departamento que directa o
indirectamente no dependa de la labor de previsión de ventas.
Los métodos de previsión de las ventas no son
uniformes. Algunos son básicos, pero en ellos han introducido
variaciones importantes los expertos en economía y
estadística.
Dentro de los métodos de previsión, el
primero, más sencillo y corriente, se funda en el criterio del
gerente de la empresa. El resultado depende del que efectúa la
previsión, de su conocimiento de los hechos y de su capacidad
para analizarlos objetivamente. En la mayoría de las empresas
este método va dejando paso a otros más fundamentados.
Otro método, consecuencia del primero, es basar las
previsiones en las opiniones compaginadas de varios
directivos. A veces se escoge el término medio, y otras, el
que preside la reunión va modificando las demás opiniones,
resumiéndolas y encauzándolas de acuerdo con el acierto
mostrado por los mismos.
Numerosas empresas han
recurrido a los vendedores para recoger datos, por ser los
elementos que, dentro de la empresa, se hallan más
compenetrados con las condiciones imperantes en el mercado.
Hay algunas ventajas en basar las previsiones de las empresas
en los vendedores:
1. Se utiliza el conocimiento
particular de las condiciones locales que tienen los
vendedores. 2. Los vendedores tienen más fe en la equidad
de los cupos de venta que se les señala.
También
existen inconvenientes: algunos creen que los vendedores no
pueden ser objetivos en sus previsiones. Por naturaleza, el
vendedor tiende a un optimismo que se refleja en su visión de
las ventas.
Para ayudar a los vendedores en las
previsiones de ventas, éstos tienen que recibir una
información completa. En segundo lugar, los resultados de
ventas reales deben ser comparados regularmente con las
estimaciones efectuadas por cada uno de los vendedores.
El punto de partida de casi todas las previsiones de
ventas, cuando no se trata de productos nuevos, lo constituyen
los datos de la empresa acerca de las ventas realizadas en
campañas anteriores. Un método corriente consiste en añadir,
pura y simplemente, un ligero porcentaje de incremento
presumible, de año en año, basado siempre en los datos
proporcionados por los anteriores.
EL PROCESO DE
PLANIFICACIÓN
La planificación a medio y largo plazo
es la función que, desarrollándose en cada nivel de
responsabilidad (pero con más propiedad en el nivel de
Dirección General), tiene por finalidad la disposición de las
operaciones y la participación de los elementos para la
consecución de un objetivo.
Existen tantos planes a
largo y medio plazo como objetivos se puedan distinguir.
Puesto que todo objetivo debe nacer, más o menos directamente,
de una estrategia, la planificación estratégica es la
elaboración de las fases primeras de los planes principales.
Todo plan empieza siendo una idea y acaba siendo un hecho:
esta es su función. Es la expresión de un conocimiento
práctico que va modificándose conforme avanza hacia el
objetivo. Un plano no es un elemento estático, sino un
instrumento vivo que precede y alumbra continuamente a la
acción. Es necesario disponer de un método adecuado de
formulación continua de planes, es decir, de explicación y
detalle progresivo de cada plan que permita la necesaria
autonomía a las personas más próximas al desarrollo de las
operaciones; todo esto dentro de una unidad de gobierno,
formulando criterios para la revisión del plan según se
aproxime o no el desarrollo de las operaciones a la
consecución de los objetivos fijados. Es preciso hacer la
siguiente observación:
Siendo una función de Dirección
que está presente en cualquier nivel de la estructura de
responsabilidades, no conviene reducir la planificación a un
cierto nivel de la misma. Esta limitación podría tener
importantes consecuencias negativas, sin aportar ningún
aspecto positivo.
Muchos planes mueren o se abandonan
a pesar de estar en sus estados iniciales. El número de
abandonos en el proceso de planificación a medio y largo plazo
no es, por sí sólo, un signo de que el proceso sea ineficaz;
pero tampoco de que sea válido.
La medida de eficacia
del proceso es el grado de instrumentalidad real que ofrece al
proceso de Dirección. En cambio, se puede decir que un proceso
de Dirección en el que el número de planes empezados sea
escaso es, en sí mismo, un proceso pobre y de débil grado de
eficacia: lo que puede faltar en este caso es el aspecto
innovador del proceso.
Parece evidente que la forma
final de un plan ha de tener en cuenta la marcha del tiempo,
identificándolo mediante la asignación de operaciones
específicas. A esta última fase de la planificación se la
suele designar como programación.
Las características
de un plan formalmente correcto ha de ser:
a) Debe
nacer de un proceso de decisión correcto: nadie puede designar
objetivos de modo racional en una situación que desconoce.
Nadie puede intentar cambiar un comportamiento del que
desconoce las relaciones de causa y efecto. En definitiva,
nadie puede pretender elaborar un plan sin un análisis previo,
ordenado, completo y científico y sin haber llegado a un
diagnóstico. b) Existirá una completa estructura de
responsabilidades: la marcha del proceso se realiza a través
de toda la organización, siendo las líneas de su estructura y
responsabilidades una flecha ascendente. c) Debe derivar
de la contrastación de la realidad con la estrategia: la
planificación contiene inmersa una esencia a la que no siempre
se le presta la atención suficiente: el análisis de
prioridades. No sólo es preciso decir cuáles son los
objetivos, sino también cuáles son los más importantes. La
capacidad de analizar y decidir sobre prioridades es la
condición base de la planificación. d) Vinculado al
tiempo: conviene descubrir los objetivos dentro del tiempo.
Hay que hacerlo mientras hay plazo para expresarlos
adecuadamente, definir la acción conducente a ellos y aplicar
los recursos a esta acción.
Ahora bien, la segunda
función ejecutiva, complementaria del proceso de
planificación, es el control. A la función necesaria que se
orienta a modificar las operaciones, de acuerdo con el plan
establecido, o a modificar consecuencias no deseables de una
acción, se llama acción de control. "Controlar" significa
ordenar las acciones de los diversos elementos dentro de las
libertades que confiere el plan, de modo que se consiga con
eficacia el cambio que éste busca. La actividad de control,
así entendida, es una función plena de Dirección.
Las previsiones son más o menos importantes porque
las direcciones de las empresas se encuentran en la necesidad
de hacer mayores inversiones de capital para períodos más
largos. Para asegurar el éxito, los directores necesitan
cantidades crecientes de información que alumbren el futuro.
Los directores tienen que descubrir cuál es el mejor método o
modo de actuar en un futuro incierto, sobre el que no tienen
más que un control limitado. Además, a medida que las empresas
crecen en ámbito y tamaño, diversificándose cada vez más por
líneas de productos, no sólo se enfrentan con problemas de
carácter interno, sino también con otros globales.
Sobre todo, las previsiones son necesarias para dar a
la Dirección una imagen de guía. Las empresas son a menudo, lo
que desean ser. Una visión amplia y optimista del futuro puede
conducir al desarrollo y al beneficio: una visión estrecha y
pesimista puede llevar al estancamiento o a algo peor. Pero...
una previsión debe tener un objetivo. Una previsión hecha
simplemente para satisfacer la curiosidad, carece de valor.
Algunas reglas básicas para un buen procedimiento analítico de
previsión son:
1. El analista debe conocer el campo en
el que trabaja. Debe tener un conocimiento adecuado de la
realidad de su sector, tanto de los aspectos técnicos como de
todos los demás. El autor de la previsión no puede incluir
todos los factores en sus hipótesis, pero debe estar preparado
para juzgar las consecuencias y sus posibles efectos sobre las
previsiones. 2. Todas las previsiones están basadas en
hipótesis. Estas hipótesis deben abarcar tantos factores
externos como internos. Son factores externos: la competencia,
la situación económica... Los factores internos son el
resultado de las políticas adoptadas por la empresa sobre las
existencias, la gama de productos y la calidad. 3. El
objetivo de la previsión se debe establecer claramente. La
mera recogida de datos estadísticos y su análisis no tienen
ninguna utilidad, a no ser que se hagan con un propósito en la
mente. 4. Una vez que se dispone de los datos hay que
desarrollar una hipótesis o posibles soluciones. Esa hipótesis
debe surgir de la preparación teórica y práctica del analista,
de la investigación y de todos los demás hechos que pueda
reunir. 5. Hay que depurar y contrastar cuidadosamente los
datos pertinentes a esa hipótesis. La hipótesis ha de ser
completa y bien definida. 6. Ninguna previsión debe
aceptarse como definitiva. Todas se deben revisar
constantemente, según los últimos datos de que se disponga.
Evidentemente, no se puede considerar a la hipótesis como una
ciencia exacta.
Al seleccionar el método en qué basar
la previsión, el analista debe considerar los siguientes
criterios:
A) El método debe ser científico, es decir,
estar basado en el uso de conocimientos. B) Debe ser capaz
de determinar y medir relaciones de causalidad, aunque sea
aproximadamente. C) Debe prestarse fácilmente a los fines
de previsión. D) Debe basarse en el uso de los datos
disponibles. E) Ha de ser poco costoso en términos de
tiempo y trabajo, y no tendrá que ser difícil contratar o
adiestrar al personal necesario. F) Debe dar previsiones
útiles.
Una previsión no es por sí misma una base para
la acción. Es una base sobre la que la Dirección puede
construir un plan, una guía para una acción eficaz. La
previsión se puede delegar; las decisiones de la Dirección no.
Uno de los problemas de la Dirección es permitir la
previsión de los probables cambios de la demanda. Tiene
particular importancia prever las ventas a corto plazo, puesto
que de su acierto depende la marcha de las operaciones
inmediatas y diarias de los departamentos más importantes de
una empresa.
Podemos apuntar tres clases de
actividades, en cuanto a la previsión:
- La económica
en general: Las ventas vienen comúnmente afectadas por la
contracción o expansión de los negocios. Por ello, cierta
estimación del nivel económico general es casi un requisito
indispensable para la previsión de las ventas. El problema de
la previsión de las ventas no radica en la escasez de las
fuentes, sino en la elección de cuál o cuáles de ellas serán
útiles al fin particular que se persigue y en compaginar los
diversos datos que cada una de ellas pueda aportar, efectuando
una síntesis adecuada de todos ellos y relacionándolos luego
con las ventas del producto de que se trate. - Previsiones
a largo plazo: Estas previsiones suelen ser más generales, que
relativas a determinados productos. El sistema más sencillo, y
tal vez el más corriente para las previsiones a largo plazo,
consiste en fijar determinadas tendencias observadas en
ciertas líneas de producción a base de progresiones
aritméticas o geométricas. La elección dependerá de que la
industria esté consolidada o sólo en sus principios. Hay que
partir de la presunción de que una determinada empresa seguirá
la línea de crecimiento de su industria en general. -
Previsiones a corto plazo: Se refieren a períodos
relativamente cortos, cubriendo de tres meses a un año del
futuro.
A menudo conviene saber con cierta antelación
los posibles cambios y desplazamientos geográficos en las
posibilidades de ventas de los productos. Por ejemplo, si un
producto inicialmente destinado a los mercados urbanos se
convierte gradualmente en asequible a las zonas rurales, será
más útil saber los datos precisos en que varía la población y
las desviaciones territoriales que se produzcan en la
aceptación del producto.
Igualmente deberá observarse
el desplazamiento de la capacidad adquisitiva de los
consumidores.
Todos los departamentos de una empresa
dependen de que las previsiones sean efectuadas
eficientemente: el de Producción para organizarlo de modo que
en todos los períodos permita atender los pedidos sin
altibajos; el de Ventas, para asignar los cupos de ventas y
adelantarse a sus posibles variaciones; el de Finanzas, para
preparar los presupuestos y controlar los gastos. Es muy
difícil hallar un solo departamento que directa o
indirectamente no dependa de la labor de previsión de ventas.
Los métodos de previsión de las ventas no son
uniformes. Algunos son básicos, pero en ellos han introducido
variaciones importantes los expertos en economía y
estadística.
Dentro de los métodos de previsión, el
primero, más sencillo y corriente, se funda en el criterio del
gerente de la empresa. El resultado depende del que efectúa la
previsión, de su conocimiento de los hechos y de su capacidad
para analizarlos objetivamente. En la mayoría de las empresas
este método va dejando paso a otros más fundamentados.
Otro método, consecuencia del primero, es basar las
previsiones en las opiniones compaginadas de varios
directivos. A veces se escoge el término medio, y otras, el
que preside la reunión va modificando las demás opiniones,
resumiéndolas y encauzándolas de acuerdo con el acierto
mostrado por los mismos.
Numerosas empresas han
recurrido a los vendedores para recoger datos, por ser los
elementos que, dentro de la empresa, se hallan más
compenetrados con las condiciones imperantes en el mercado.
Hay algunas ventajas en basar las previsiones de las empresas
en los vendedores:
1. Se utiliza el conocimiento
particular de las condiciones locales que tienen los
vendedores. 2. Los vendedores tienen más fe en la equidad
de los cupos de venta que se les señala.
También
existen inconvenientes: algunos creen que los vendedores no
pueden ser objetivos en sus previsiones. Por naturaleza, el
vendedor tiende a un optimismo que se refleja en su visión de
las ventas.
Para ayudar a los vendedores en las
previsiones de ventas, éstos tienen que recibir una
información completa. En segundo lugar, los resultados de
ventas reales deben ser comparados regularmente con las
estimaciones efectuadas por cada uno de los vendedores.
El punto de partida de casi todas las previsiones de
ventas, cuando no se trata de productos nuevos, lo constituyen
los datos de la empresa acerca de las ventas realizadas en
campañas anteriores. Un método corriente consiste en añadir,
pura y simplemente, un ligero porcentaje de incremento
presumible, de año en año, basado siempre en los datos
proporcionados por los anteriores.
EL PROCESO DE
PLANIFICACIÓN
La planificación a medio y largo plazo
es la función que, desarrollándose en cada nivel de
responsabilidad (pero con más propiedad en el nivel de
Dirección General), tiene por finalidad la disposición de las
operaciones y la participación de los elementos para la
consecución de un objetivo.
Existen tantos planes a
largo y medio plazo como objetivos se puedan distinguir.
Puesto que todo objetivo debe nacer, más o menos directamente,
de una estrategia, la planificación estratégica es la
elaboración de las fases primeras de los planes principales.
Todo plan empieza siendo una idea y acaba siendo un hecho:
esta es su función. Es la expresión de un conocimiento
práctico que va modificándose conforme avanza hacia el
objetivo. Un plano no es un elemento estático, sino un
instrumento vivo que precede y alumbra continuamente a la
acción. Es necesario disponer de un método adecuado de
formulación continua de planes, es decir, de explicación y
detalle progresivo de cada plan que permita la necesaria
autonomía a las personas más próximas al desarrollo de las
operaciones; todo esto dentro de una unidad de gobierno,
formulando criterios para la revisión del plan según se
aproxime o no el desarrollo de las operaciones a la
consecución de los objetivos fijados. Es preciso hacer la
siguiente observación:
Siendo una función de Dirección
que está presente en cualquier nivel de la estructura de
responsabilidades, no conviene reducir la planificación a un
cierto nivel de la misma. Esta limitación podría tener
importantes consecuencias negativas, sin aportar ningún
aspecto positivo.
Muchos planes mueren o se abandonan
a pesar de estar en sus estados iniciales. El número de
abandonos en el proceso de planificación a medio y largo plazo
no es, por sí sólo, un signo de que el proceso sea ineficaz;
pero tampoco de que sea válido.
La medida de eficacia
del proceso es el grado de instrumentalidad real que ofrece al
proceso de Dirección. En cambio, se puede decir que un proceso
de Dirección en el que el número de planes empezados sea
escaso es, en sí mismo, un proceso pobre y de débil grado de
eficacia: lo que puede faltar en este caso es el aspecto
innovador del proceso.
Parece evidente que la forma
final de un plan ha de tener en cuenta la marcha del tiempo,
identificándolo mediante la asignación de operaciones
específicas. A esta última fase de la planificación se la
suele designar como programación.
Las características
de un plan formalmente correcto ha de ser:
a) Debe
nacer de un proceso de decisión correcto: nadie puede designar
objetivos de modo racional en una situación que desconoce.
Nadie puede intentar cambiar un comportamiento del que
desconoce las relaciones de causa y efecto. En definitiva,
nadie puede pretender elaborar un plan sin un análisis previo,
ordenado, completo y científico y sin haber llegado a un
diagnóstico. b) Existirá una completa estructura de
responsabilidades: la marcha del proceso se realiza a través
de toda la organización, siendo las líneas de su estructura y
responsabilidades una flecha ascendente. c) Debe derivar
de la contrastación de la realidad con la estrategia: la
planificación contiene inmersa una esencia a la que no siempre
se le presta la atención suficiente: el análisis de
prioridades. No sólo es preciso decir cuáles son los
objetivos, sino también cuáles son los más importantes. La
capacidad de analizar y decidir sobre prioridades es la
condición base de la planificación. d) Vinculado al
tiempo: conviene descubrir los objetivos dentro del tiempo.
Hay que hacerlo mientras hay plazo para expresarlos
adecuadamente, definir la acción conducente a ellos y aplicar
los recursos a esta acción.
Ahora bien, la segunda
función ejecutiva, complementaria del proceso de
planificación, es el control. A la función necesaria que se
orienta a modificar las operaciones, de acuerdo con el plan
establecido, o a modificar consecuencias no deseables de una
acción, se llama acción de control. "Controlar" significa
ordenar las acciones de los diversos elementos dentro de las
libertades que confiere el plan, de modo que se consiga con
eficacia el cambio que éste busca. La actividad de control,
así entendida, es una función plena de Dirección.
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