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CUBANACÁN.

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HISTORIA ECONÓMICA DE CUBA 

PARTE III FUNDAMENTOS DE LA ECONOMÍA COLONIAL (1510-1659)

 

CAPÍTULO XI. PRIMITIVA ORGANIZACIÓN INDUSTRIAL

11.1. Minería del oro. 

11.1.1. La "sed de oro" de los conquistadores. 11.1.2. Caracteres de la minería del oro: los placeres auríferos; lavado de arenas; el trabajo indígena. Problemas de esta industria. Escaso rendimiento. Las fundiciones. 11.1.3. La atracción de la minería y su repercusión sobre la economía contemporánea.

11.2 Minería del cobre.

11.2.1. Fundición y exportación. 11.2.2. Organización de las minas de Santiago del Prado a fines del XVI. Otras minas en explotación. 11.2.3. Terminación de esta actividad. La extracción y uso del cobre después de 1610.

11.3. La fabricación de navíos.

11.3.1. La Habana como estación marítima. Los primeros buques fabricados por Juan de Tejeda. 11.3.2. La fabricación de navíos y los "asentistas" en el XVIII. La reparación de barcos en el puerto de La Habana.  

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11.1. Minería del oro.  

11.1.1. Generalmente, los historiadores tradicionales vinculan la minería del oro con la "sed de oro" de los conquistadores, con la "avaricia" de los europeos. Repiten en este sentido las frases admonitorias de fray Bartlomé de Las Casas y al repetirlas dan a entender que la conquista y la colonización no fueron un sistema de saqueo sino una mera confabulación de hombres ambiciosos y de malos sentimientos. Sin embargo, la "sed de oro" puede y debe ser explicada a la luz de la organización económica europea de la época, y no como una disposición psicológica individual.  

En efecto, según vimos en el capítulo II, uno de los caracteres significativos de la economía occidental europea en los siglos XIV y XV es el crecimiento del intercambio mercantil entre el Mediterráneo y las zonas interiores y del norte del continente. Lo cual requiere un aumento súbito y sostenido de medios de pagos y, principalmente, de metales preciosos, para atender ese comercio creciente. Los yacimientos de oro europeos se han agotado y solamente con irregularidad se consigue el metal procedente de Africa. Además, el comercio con Asia presenta un balance desfavorable que debe saldarse en oro. Esto da origen en toda Europa a la búsqueda de metales preciosos; a la "sed de oro" en suma.  

De esa realidad histórica surge la primera teoría económica capitalista que podríamos denominar metalista y que se resume en lo siguiente: es más rico y poderoso el país que disponga de más reservas de oro. Posteriormente con el desarrollo industrial (siglos XVII y XVIII) esta doctrina metalista evoluciona hacia la doctrina mercantilista.  

La "sed de oro" pues no es más que la expresión individual de un hecho social de la época. Empujados por esa fuerza, reyes y comerciantes, aventureros y artesanos, todo el mundo, se lanza sobre las tierras colonizables o menos desarrolladas en busca de minas de oro. Así sucedió en la isla La Española (Santo Domingo- Haití) y sucedió en Cuba, uno de cuyos "misterios" era precisamente saber si tenía oro o no lo tenía (capitulo IV). Recordemos, por otra parte, el gran interés de Colón en su primer viaje por saber si hay oro en la Antillas (capítulo III).  

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11.1.2. Cuando Velázquez y su gente están en la conquista de Cuba se enteran de que al sur de Sabaneque (actual norte de Las Villas) hay yacimientos de oro (capítulo IV). Allí destacaron un grupo que inició la explotación aurífera en las tierras vecinas al río Arimao. Entre otros allí tuvo una concesión el padre Las Casas y fue allí donde, según él mismo explica, comprendió toda la injusticia del régimen del trabajo impuesto a los indios. El trabajo de los indios en las minas se caracterizó por su dureza. Como el oro aparecía mezclado con las arenas de los ríos o cercanas a éstos, tenían que cavar, cargar las arenas y "lavarlas" con la corriente de agua. Para hacer esto último tenían que permanecer horas y horas metidos en el agua hasta más arriba de la cintura. Como quiera que la extracción del oro dependía de la cantidad de arena "lavada", se le exigía un trabajo continuado durante largas jornadas de labor. Y como se dedicaban todos a esa labor, en ciertas zonas, les faltaban alimentos pues no había producción agrícola.  

De modo que antes de 1520 ya está en explotación el oro nativo. El total producido se desconoce, por falta de información continua; pero se poseen datos que reflejan grandes alternativas. Un año bueno rendía 100 000 pesos, si bien esto no vuelve a ocurrir después de 1525. Hacia los años 1530-1540 el rendimiento baja no solamente por la escasez de trabajadores sino porque los yacimientos más ricos han sido agotados. Cuando nos acercamos a 1550 la producción es muy pequeña y puede afirmarse que desde esa fecha desaparece. En total, se ha estimado que la producción se elevó a unos 3 000 000 de pesos.  

Esta minería presentaba gran importancia para los intereses del rey, que obtenía el quinto de todo el oro extraído por particulares, o explotaba directamente las minas por medio de administradores. Los colonos veían en ella la facilidad para enriquecerse; pero no invirtieron su oro en nuevas empresas de conquista como ocurrió en las expediciones para conquistar a México. Al principio había dos fundiciones de oro y, finalmente, una sola, en Bayamo, que funcionaba durante dos períodos en el año. Allí llevaban los "mineros" su oro, se fundía en barras, se le ponía el contraste y se cobraba el quinto.  

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11.1.3 La fiebre de oro provocó en algunas regiones un abandono total de la agricultura indígena, lo que produjo una gran penuria de alimentos para los propios que estaban en las minas. Como se ha dicho repetidamente, esto provocó la necesidad de ir a Jamaica a comprar ropas y alimentos o a traficar con casabe desde las zonas agrícolas hasta las zonas mineras, cosa que se realizaba por medio de embarcaciones pequeñas de cabotaje. Aún más, los colonos de Jamaica, donde no había oro fueron autorizados a traer a Cuba "sus" indios para dedicarlos a las minas. Este conflicto entre la agricultura que era la base de un importante comercio de casabe y la minería del oro se resolvió cuando el escaso rendimiento de los yacimientos de oro determinó el abandono de esta actividad. Y como ello ocurre hacia 1550 puede afirmarse que coincide con el inicio de la orientación ganadera de la primitiva economía colonial.  

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11.2 Minería del cobre.  

11.2.1 Hacia 1528-1530 comienza la minería del cobre. En esos años se habla de una minas que llaman del Cardenillo, después se llamarían de Santiago del Prado y finalmente El Cobre en la actual provincia de Oriente. Para la economía de la época constituyó un hecho importante, pues el cobre era un metal muy necesario por sus variadas aplicaciones industriales y en la fabricación de armas. España se abastecía, al igual que una gran parte de Europa, de minerales procedentes de Alemania del este, de Austria y Hungría. En general, el comercio y la técnica mineras alemanas predominaban en Europa al descubrirse América.  

De inmediato, un platero de Santiago de Cuba sacó muestras del cobre y resultó de contenido muy alto, por lo que comenzó a fundirse. Poco después, hay un fundidor alemán, Gaspar Lomanes, dedicado a estos trabajos. Finalmente, otro alemán Juan Tetzel, que procedía de Venezuela, donde había estado al servicio de los Welzer, comerciantes alemanes que emprendieron la conquista y la colonización de esa región, se dedica durante unos veinte años a fundir el metal. Al parecer, no se crearon las condiciones para una explotación sistemática, a pesar de que Tetzel hizo un viaje a Europa, quizás para interesar a los comerciantes- banqueros alemanes en este negocio. Por otra parte, los vecinos disputaban entre sí y con Tetzel derechos y oportunidades de explotar aquellas ricas minas. (1)  

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11.2.2. Durante esos años, no hubo extracción y fundición regular, si bien se exportaba parte del mineral a España. Cuando muere Tetzel, se conceden las minas a comerciantes portugueses, hasta que en la década de 1590-1600 el rey decide explotar directamente las minas nombrando un administrador, el capitán Francisco Sánchez de Moya, al que se suministraron esclavos e implementos. Se estableció una fundición en La Habana, a donde se llevaba el mineral de Oriente y también el mineral rápidamente agotado de la zona de Bacuranao (Tarará actual). Sánchez de Moya organizó una explotación en gran escala y sentó las bases de la industria azucarera al este de Cuba. Fue la época de esplendor de la primitiva minería en Cuba. Se fabricaron calderas para la industria azucarera y piezas de artillería y se exportaron cantidades de mineral a España.  

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11.2.3. Sin embargo, tanto las dificultades del transporte como los costos impidieron que el cobre de Cuba compitiera con el de la propia Europa, de tal modo que hacia 1610 se ordena suspender la fundición y terminan prácticamente los embarques a España. Pero no cesaría totalmente la extracción del mineral. El propio Sánchez de Moya había rrecorrido todo el país en busca de minas y había descubierto las de Malezas (Las Villas actual) que se aprovecharían, como las de Oriente, durante el siglo XVII. (2)  

Después de 1610, el cobre se extrajo para fabricar implementos azucareros y para exportar ocasionalmente. En más de una oportunidad el rey autoriza a los primitivos hacendados azucareros a disponer de cobre para las necesidades de su industria. Sin embargo, a mediados del siglo, la minería del cobre ha terminado y no se volvería a intentar hasta principios del XVIII. Debe señalarse que los esclavos propiedad del rey en las minas del Cobre vivieron prácticamente en libertad, aumentaron en número y en el siglo XVIII se resistieron a volver al régimen de trabajo intenso que se les quería imponer nuevamente.  

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11.3. La fabricación de navíos.  

11.3.1. Cuba fue por su posición en el Golfo una base para la navegación y el comercio. En consecuencia, sus ciudades portuarias fueron desde los primeros tiempos una estación de reparación de los barcos que traficaban por el Caribe y con España. Tanto en La Habana, como en Bayamo y Santiago de Cuba hubo calafates y carpinteros de ribera. Las maderas duras del país eran muy apropiadas para los barcos y había pez o chapapote para reparar los cascos. El tráfico de cabotaje provocaba la fabricación de barcos de poco porte para navegar entre puntos de la isla o con La Española, Jamaica, Campeche y quizás Cartagena de Indias.  

Pero esta industria naval recibía un impulso especial por razones políticas, cuando hacia 1560 se intensifica la penetración en el sur de los Estados Unidos (Florida) bajo el mando de Pedro Menéndez de Avilés que fue nombrado, asimismo gobernador de Cuba, se organizan astilleros y se construyeron buques del porte propio de la época (400-600 toneladas). Más tarde, en la década de los 80, bajo el mando del gobernador Juan de Tejeda, se intensificó la fabricación de navíos, algunos de los cuales cobraron fama en la armada oceánica española y duraron gran número de años. Pero esta etapa cesó antes de finalizar el siglo. (3)  

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11.3.2. En la primera mitad del XVII se reanudó esta industria otorgándose contrata a varios fabricantes; pero no hubo continuidad. Por un lado, la propia decadencia económica y, por consiguiente, el debilitamiento político de España, y, por otro, el costo de los buques mayores, pues había que importar de Europa los aparejos, jarcias, piezas metálicas y otras partes que se usaban en los navíos, contribuyeron a que la industria desapareciera, quedando limitada a la reparación de buques y a la construcción de pequeñas embarcaciones. Solamente vuelve a haber una gran industria naval a mediados del XVIII.  

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BIBLIOGRAFÍA

1. HENRÍQUEZ UREÑA, MAX- 2Noticia Histórica sobre Santiago de Cuba. (Siglos XVI y XVII)"; Archipiélago, Santiago de Cuba, III, Número 18, Diciembre de 1930.

2. WRIGHT, IRENE A.- Historia documentada de San Cristóbal de La Habana en el siglo XVII. La Habana, 1930.

3. WRIGHT, IRENE A.- Historia documentada de San Cristóbal de La Habana en el siglo XVI, 2 ts. La Habana, 1927

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