CAPÍTULO XIV. EL CAPITALISMO
INDUSTRIAL EN EUROPA
14.1. El sistema de la manufactura y la revolución
industrial
14.1.1. Esbozo y proceso de
difusión. Sus efectos. 14.1.2. Los medios de
transportes: ferroviarios y barcos de vapor
14.2. Las revoluciones políticas.
14.2.1. La "gloriosa"
revolución inglesa de 1688. 14.2.2. La independencia de los
Estado Unidos. 14.2.3. La revolución francesa. 14.2.4. La lucha de las
nacionalidades: Grecia, Polonia, Bélgica. 14.2.5. La clase obrera;
luddistas, cartistas y socialismo utópico. 14.2.6. La revolución de 1848.
El marxismo. La lucha en Europa.
14.3 La América.
14.3.1. Las guerras de
independencia. 14.3.2. Perduración de la
estructura colonial: el nuevo colonialismo. La realidad anglo norteamericana 14.3.3. Los movimientos
reformistas.
Al
inicio
14.1. El sistema de la manufactura y la revolución industrial
14.1.1. La transformación económica que sucede en Europa desde el siglo
XV alcanza su máxima expresión en el proceso de acumulación capitalista, que se
consuma totalmente en Inglaterra. La desposesión de millares de campesinos y la
proletarización de los artesanos crean las condiciones para el desarrollo
capitalista del país. Primero, aparece la manufactura, o sea la
planta o establecimiento donde se reúnen decenas y cientos de trabajadores que
manipulan las materias primas con sus manos o con instrumentos tradicionales.
Esto quiere decir que el sistema de manufactura representa más bien una
concentración de ex- artesanos o de varios talleres de artesanía. Dentro de
este sistema se va operando rápidamente una división del trabajo,
o sea, que los obreros van especializándose en alguna operación productiva, lo
que significa que se produce una intensificación del trabajo sin que haya
cambios en la técnica de producción; recordemos que en la artesanía tradicional
casi no había especialización. Esta división o especialización permitió
analizar en detalle cada una de las fases del proceso productivo (1)
Mientras el sistema de la manufactura crecía en importancia (durante la
segunda mitad del siglo XVII y la primera mitad del XVIII, Inglaterra adquiría
y consolidaba su gran imperio colonial. Su comercio se extendía progresivamente
por todo el mundo conocido. Holanda y Portugal quedaban detenidos como estados
colonialistas; los territorios sometidos comenzaban a producir materias primas
y artículos básicos (algodón, azúcar, etc.) y, además, comenzaban a consumir de
un modo creciente los artículos industriales europeos. El comercio constituye
entonces no solamente la forma principal del desarrollo capitalista, sino
también el incentivo para transformar el sistema de la manufactura. Lo que se
plantea entonces es evidente la conveniencia de producir más con costos más
bajos. Dentro del sistema de la manufactura no podía alcanzarse este objetivo.
Era necesario sustituir al hombre por la máquina.
Desde principios del XVIII se están acumulando los esfuerzos por dotar a
la industria de aparatos mecánicos que sustituyan al hombre en una serie de
operaciones productivas. Ello se manifiesta, sobre todo en la industria textil
que era la más importante de Inglaterra. Sin embargo, el primer paso decisivo
se da en 1726 al aplicarse el coke en la metalúrgica sustituyen la madera o el
carbón de baja calidad; a partir de entonces fue posible el uso de hornos de
gran capacidad de fundición.
De este modo Inglaterra adquiere una industria metalúrgica básica,
capaz de impulsar el desarrollo en las demás ramas de la producción.
A partir de 1760 se desata el proceso de ampliación de maquinaria.
Esto es lo que se llama por los historiadores, la Revolución industrial que, en verdad,
no cambió las bases económicas sociales del país, aunque significa un grado más
alto de organización del capitalismo que hasta entonces había girado en torno
al comercio y ahora giraría en torno al progresivo crecimiento de la industria.
Como es lógico, fue en la industria textil donde se aplicaron los primeros
inventos mecánicos. Hacia 1771 Hargraves inventa u telar que permitía, a un
tiempo, producir vario hilos, a diferencia del telar tradicional que sólo
disponía de un huso. Se le llamó spining Jenny y era movido por
el obrero. Inmediatamente, Arkweight mejora el sistema utilizando la fuerza
hidráulica para mover la máquina. Finalmente, Crompton en 1779 aprovecha todos los
dispositivos anteriores y crea la máquina llamada mul Jenny con
la cual podía llegarse a operar hasta miles de husos con la atención de un solo
obrero. En 1785, Cartwright dio un paso más, creando el primer telar mecánico,
de modo que no solamente la fabricación de hilos se mecanizaba, sino también la
de las telas.
Sin embargo, había un problema; la fuerza motriz principal seguía siendo
el hombre o el agua, ambos irregulares, limitados y no siempre disponibles en el
lugar de la fábrica. Era pues, necesario, idear una fuente de energía que
pudiera manejarse de cuerdo con las condiciones de la industria. Hacia 1765,
James Watt, idea una máquina capaz de producir energía industrial, basada en la
generación de vapor de agua. De este modo se daba un paso de avance en relación
con la máquina atmosférica de Newcomen que se usaba desde tiempo
antes en el bombeo de las minas. Veinte años más tarde la máquina de
vapor de Watt se utilizaba con éxito en la industria.
A fines del siglo la industria textil inglesa había
entrado ya en una fase de concentración acelerada. Especialmente la industria de tejidos de algodón.
Para poder realizar esta transformación, la nueva clase de capitalistas
industriales había librado una lucha intensa contra la supervivencia del régimen
de producción artesanal; por eso, las nuevas fábricas se agruparon en zonas
nuevas o en ciudades muy pequeñas o cerca de ellas donde no había resistencia
por parte de los gremios artesanales tradicionales. La industria del algodón
casi no existía hasta entonces y por eso la aplicación de los inventos
mecánicos le dio un impulso extraordinario; a este resultado contribuyó la
invención de la desmotadora de algodón por Eli Whitney en los
Estados Unidos (1782). De este modo la separación de la semilla y la fibra del
algodón podía realizarse con un gran ahorro de mano de obra esclava que había
en las plantaciones algodoneras del sur de los Estados Unidos y con una
productividad más alta.
La "revolución industrial" se difundió por todas las
ramas de la producción. Además, ya a principios del siglo XIX las maquinarias se fabricaban
con metales, especialmente con acero, lo que las hacía sumamente duraderas.
Pudiera decirse que esta "revolución" se difunde con una ola por todo
el mundo. Aparece en Francia, a principios del XIX; más tarde pasa a Alemania y
a los Estados Unidos, conforme las condiciones del capitalismo maduraban en
cada país.
La transformación que se deduce de la aplicación de
máquinas a la producción es muy importante para la historia moderna. En primer término, permite un
acrecentamiento continuado de la plusvalía, con lo cual se asientan las bases
para la concentración de los capitales, pues la aplicación de un invento
aumenta el beneficio capitalista y este aumento favorece, a su vez, la
aplicación más intensa de maquinaria. A partir de entonces, el capitalismo
industrial marcharía derechamente hacia formas cada vez más complejas, al
predominio de los grandes capitales, hasta llegar al capitalismo financiero que
aparece a fines del siglo XIX. En segundo término, la proletarización de las
grandes masas, originaría la aparición de una clase obrera políticamente
activa, cuya lucha por mejores condiciones de vida transcurre durante todo el
siglo XIX. En tercer lugar, la producción masiva de tipo industrial requiere
con apremio la apertura de mercados de modo que el colonialismo tradicional
desaparece, siendo sustituido por un sistema en que los mecanismos de
dominación económica son más importantes que los de tipo político. Finalmente,
la revolución industrial situó a Inglaterra como potencia mundial indiscutible
y ahondó las diferencias de desarrollo entre los países, de modo que los de
mayor capacidad industrial se transformaron en verdaderos dueños del mundo y a
quienes solamente turbaban sus propias contradicciones de intereses. (2)
Al
inicio
14.1.2. Precisamente, la diferencia de desarrollo, unida al hecho
que los países más industrializados importan cantidades crecientes de materia prima y
asimismo exportan más artículos terminados, plantea la necesidad de medios de
transporte cada vez más eficientes. El barco de vela y la carreta tirada por
animales eran desde la aurora de la historia los medios de transporte
utilizados; algunas mejoras realizadas e ellos, no resolvían el problema de la
fuerza motriz y de la capacidad de carga, que seguía siendo muy limitada.
En Inglaterra se trata de resolver el problema construyendo
canales y desde 1759 en adelante un serie de zonas del país quedan conectadas por canales.
Igualmente, se mejoran los caminos por el sistema McAdam; pero tales soluciones
son limitadas y, por otra parte, quedaba sin solución el transporte marítimo. Este
último vino a resolverse en 1807 cuando el norteamericano Robert Fulton aplicó
el principio de la máquina de vapor al movimiento de una paletas laterales que
impulsaban al barco. De inmediato el progreso no era decisivo; los motores eran
muy grandes y requerían una reserva de combustible (carbón) que ocupaba gran
parte de la capacidad de carga del barco. Además se perfeccionaron los barcos
de vela lográndose más velocidad y más capacidad de carga en los tipos llamados
Clippers. Durante muchos años, los barcos de travesía oceánica
usaban en parle la vela y en parte el motor y, en general, aunque el motor
marino fue perfeccionándose hasta el último cuarto del siglo XIX, la navegación
a vela fue muy importante. Solamente cuando se perfeccionó el motor de combustión
interna (Diesel) la navegación a vela desapareció casi totalmente.
También el transporte terrestre alcanzó un nuevo nivel
cuando en 1826 se inauguró el primer ferrocarril del mundo en la propia Inglaterra. Un ingeniero,
Stephenson, encargado de construir un ferrocarril tirado por animales, ideó
aplicar la máquina de vapor al movimiento de las ruedas sobre rieles. Aun
cuando la primera locomotora construida por Stephenson, llamada Rocket, no
alcanzaba más de veinte kilómetros por hora, su capacidad de tracción era mucho
más grande que la de los animales de tiro y se impuso rápidamente. En sólo
veinte años, se establecieron ferrocarriles en los principales países europeos
y en Estados Unidos. En Cuba, por razón del transporte de azúcar, lo hubo desde
1837. El ferrocarril permitió explotar grandes extensiones de tierras del
interior de los continentes, como sucedió en el centro y al oeste de los
Estados Unidos.
En la segunda mitad del siglo XIX, la telegrafía favoreció aún más la
rapidez de la comunicación, primero dentro de cada país y después entre los
continentes (cable submarino).
Con estos progresos técnico mecánicos, la economía
industrial capitalista se adueñó del mundo. Un paso más se daría en el siglo XX con la aviación, cuyo
desarrollo máximo no ha sido alcanzado todavía.
Al
inicio
14.2. Las revoluciones políticas.
14.2.1. Las transformaciones económica que marcan el desarrollo del
capitalismo comercial y su evolución hacia el capitalismo industrial, van
aparejados con grandes movimientos de tipo político, cuyo resultado es el
predominio de la burguesía capitalista. Ya sabemos que en el siglo XVI la
primera fase de la lucha contra el sistema feudal ha terminado con la
consolidación de la monarquía absoluta en Inglaterra y en Francia, pero subsisten
las clases feudales que se agrupan en torno al rey, mientras la burguesía,
sobre la cual se apoyaron los monarcas para enfrentarse a los grandes señores
territoriales, aun cuando ha logrado crear ciertas condiciones favorables para
el desarrollo comercial e industrial, no tiene, en verdad, poder alguno. En
Francia, se alía al rey, le sirve en los cargos judiciales y administrativos y
también se ennoblece, perdiendo en buena medida, su carácter antifeudal.
El acelerado proceso de crecimiento capitalista en Inglaterra
plantea en el siglo XVII la necesidad de cambios en la política. Una serie de conflictos
caracterizan la lucha entre el monarca y las clases sociales nuevas,
descontentas dlel sistema fiscal que los agrava más que a los grupos feudales y
terratenientes. De ahí la violencia que se manifiesta en el largo parlamento,
convocado por Carlos I, que termina en una sublevación contra éste, quien, una
vez vencido, es ajusticiado (1642). Se suprime la Cámara de los Lores y se
proclama la república, cuyo lord protector es Oliverio Cromwell, quien no
solamente acentúa la política colonial sino que, respondiendo a los intereses
comerciales, refuerza y cumple las leyes de navegación que tienden a formar el
monopolio del mercado propio y de las colonias, en lucha abierta contra la
potencia comercial de Holanda. A la muerte de Cromwell, es restaurada la
monarquía con Carlos II quien retorna al gobierno aliado a los terratenientes.
Su hermano Jacobo II tropieza con una violenta oposición. La burguesía
reclamaba un gobierno que garantizase sus derechos. Por otra parte, veía con
malos ojos, y en esto le acompañaban las demás clases, la política de alianza y
sometimiento a Francia, que entonces, bajo el reinado de Luis XIV, se
transformaba amenazadoramente en rival económico, militar, naval y colonial de
Inglaterra. El parlamento, que representaba a la oposición, busca el apoyo de
Guillermo de Orange, yerno de Jacobo II, que gobernaba en Holanda con el título
de Stathuder y lo obtiene, pues desembarca con 25 000 hombres.
Jacobo II huye del país (noviembre de 1686) y en febrero de 1687, el parlamento
le favorece el trono a Guillermo y a María su esposa, quienes lo aceptan
jurando cumplir el bill of rights o ley de derechos individuales,
en la cual se dispone el respeto a la libertad civil y a la voluntad del
parlamento Con estos principios, en verdad se iniciaba en Inglaterra el régimen
democrático burgués. Desde entonces, comienza una alianza firme entre
terratenientes capitalistas y gobierno monárquico; pero esta alianza política
no cierra el camino del desarrollo industrial y comercial, sino lo favorece.
Hasta las reformas del siglo XIX no advendría un régimen democrático capaz de
garantizar a la burguesía industrial el poder político disfrutado por los
terratenientes.
Al
inicio
14.2.2. Durante el siglo XVIII se afirma el poderío económico
y militar de Inglaterra. Su imperio colonial crece, produciendo a la metrópoli grandes
beneficios, que son, en buena medida, la base de su definitivo triunfo
industrial sobre los demás países avanzados (España, Portugal, Holanda y
Francia). Pero Inglaterra mantiene y acentúa el régimen de monopolio comercial
y de dominio político sobre sus colonias. Y por eso choca con los intereses
comerciales y marítimos de las trece colonias que fundado en la América del
Norte. Ya desde 1730 se está tratando de impedir que esas colonias comercien
fuera del imperio y se toman medidas para limitar su producción de artículos
que la metrópoli exporta.
En 1765 so pretexto de repartir las cargas fiscales que
se requieren para saldar los gastos de la guerra de los siete años, se pretende imponer por
voluntad del gobierno de Londres, gravosos impuestos al comercio
norteamericano. Los colonos se resisten y logran que se desista del proyecto,
pero los impuestos se mantiene sobre la importación del té. La abierta
resistencia contra estas medidas que se inicia en Boston, cunde por las demás
colonias. Se convoca a un Congreso, el cual, tras del fracaso de varias
negociaciones, proclama en 1776, la independencia. El apoyo de España desde
Cuba, y de Francia, que envía a un ejército y una escuadra a secundar a los
independentistas, decide la victoria militar, quedando constituida la
federación de los Estados Unidos independientes (4)
Esta revolución no tuvo caracteres definidos sino solamente elementos
democrático burgueses, especialmente en cuanto a los estados (antiguas
colonias) de la zona norte tenían un acentuado carácter comercial y marítimo.
Está claro que no podía ser democrático burguesa una revolución que mantenía la
esclavitud de los africanos, base esencial de la estructura económico social de
los estados (antiguas colonias) del sur, desde Maryland hasta la Florida. Sin
embargo tuvo una resonancia, aunque no fue, como pretenden algunos
historiadores apologéticos, la causa de hechos ulteriores de suma importancia,
como la revolución francesa, las revoluciones latinoamericanas y la
transformación del sistema colonial inglés.
Al
inicio
14.2.3. La revolución francesa que se inicia en 1789
constituyó el caso típico de movimiento democrático burgués. La monarquía no solamente había
perdido prestigio, sino que había llevado al país a la bancarrota tras de más
de sesenta años de guerra. Francia en 1763 perdía Canadá y la India, que eran
parte de su imperio colonial. Su comercio decaía progresivamente. Sin embargo,
la industria crecía y se transformaba en industria capitalista, como ocurría en
la fundición de Creusot (1787), la fábrica de papel pintado de París y las
minas de carbón, una de cuyas compañías empleaba 4 000 obreros. Mientras se
debilitaba el poder de las clases dominantes tradicionales, aumentaba el poder
de la burguesía.
Las protestas contra la crisis se desatan en 1788, año en que se estima
habían 200 000 desocupados. Como única salvación para que el Estado haga frente
a la bancarrota, se proyecta un impuesto único sobre la propiedad, a lo cual se
oponen la nobleza y el alto clero, clases privilegiadas. Esta oposición obliga
al rey Luis XVI a convocar los estados generales, que no se reunían desde 1614.
Los estados generales consistían en la reunión de los tres
"estados" o grandes clases del país: la nobleza, el clero
y el estado llano o tercer estado. Los dos primeros eran
privilegiados, como residuo del sistema feudal, y la última estaba constituida
por la burguesía, no sólo carente de privilegios sino impedida de crecer porque
sobre ella pesaban todos los impuestos. Estos particularmente agobiaban al
campesinado.
Los estados generales se reunieron en mayo de 1789. El
estado llano
mantuvo la tesis de que debían hacerlo conjuntamente y no por separado cada
grupo. Las clases privilegiadas y el rey maniobraban; pero el estado llano se
declara en asamblea nacional, porque se le unen algunos elementos del clero y
de la nobleza y poco después se proclama asamblea constituyente. El pueblo de
París se lanza a luchar a las calles; destruye la Bastilla y obliga al rey a
entrar en la capital. La nobleza comienza a tramar una represión sangrienta que
obliga a las masas a organizar un poder revolucionario constituido por la
municipalidad revolucionaria y por una milicia que se transformará en la
Guardia Nacional . Comienza entonces el período de la revolución burguesa. La
constitución que se elabora y no se promulga hasta 1791 reduce el sufragio a
los que pueden pagar determinada cantidad de impuesto y solamente pueden ser
elegidos en cargos los propietarios medianos. Los grupos más pobres protestan,
mientras los nobles y privilegiados emigran para preparar la contrarrevolución
en el extranjero. El rey negocia secretamente con ellos para que los ejércitos
intervencionistas ataquen a Francia. Sin embargo, la asamblea constituyente se
ha vuelto conservadora, quiere conservarla monarquía y reprime las
manifestaciones populares republicanas (5)
El ataque desde el exterior fue vencido por el ejército revolucionario
(batalla de Valmy, 20 de septiembre de 1792). Días antes - el 10 de agosto -,
el pueblo de París había establecido una comuna revolucionaria y la asamblea
tuvo que convocar a una convención que fue elegida por sufragio universal,
dando a la revolución un sesgo más radical. La monarquía fue abolida y el rey
ajusticiado. Mientras dura el peligro de intervención extranjera se organiza un
gobierno revolucionario en el que desempeña el papel principal Robespierre. La
lucha contra losenemigos de la revolución se acentúa, pues a los restos de las
clases feudales se unen ahora, los grupos de la alta burguesía comercial e
industrial que especulaba con los artículos de primera necesidad y se quiere
enriquecer más y más. Transcurre entonces el período que la historiografía
tradicional llama el terror; contra este momento en que la revolución alcanza
su máxima altura y se muestra más radical e igualitaria, se forma una
confabulación encabezada por Tallien, Barras, Fouché y otros, representantes de
la burguesía enriquecida que no quiere medidas de control de precios, conspiran
contra Robespierre, deciden atacarlo el 27 de julio de 1794 (9 Thermidor) se
ordena su arresto, ejecutándosele con un grupo de sus partidarios al día
siguiente. Desde este momento Francia cae en manos de la burguesía reaccionaria
y la revolución es liquidada progresivamente. La constitución de 1795 vuelve
hacia atrás todo lo actuado desde 1791. El terror se desata implacable sobre
los liberales y radicales. Primero a través del gobierno del directorio,
después a través del consulado y, finalmente con el imperio de Napoleón I, la
burguesía francesa temerosa de las masas, se vuelve reaccionaria (6)
Al
inicio
14.2.4. La revolución francesa repercute en toda Europa. En los países
cercanos hay también burguesía descontenta que protesta contra las clases y
privilegios feudales. Pero, además, hay problemas nacionales muy graves. Varias
naciones están sometidas a la dominación extranjera y plantean entonces
movimientos por su liberación nacional. A los primeros destellos de la revolución,
el pueblo belga -1789- y el pueblo polaco -1794- inician grandes batallas por
la independencia y la democracia burguesa. Cuando, en 1815 es vencido Napoleón,
se organiza la Santa Alianza que pretende ahogar todos los movimientos
liberales que se desencadenan en Europa y, aún más quiere restablecer la
dominación española en América. En 1829 se declara la independencia de Grecia,
que luchaba contra la dominación turca desde 1820.
Ya en 1830 junto con la nueva revolución desencadenada en Francia contra la
monarquía de la familia Borbón, se desatan nuevos movimientos. Bélgica se
declara independiente, pero en Polonia y en Italia los movimientos liberales y
nacionales son vencidos por el autocratismo de los zares rusos y del emperador
de Austria respectivamente (7)
Al
inicio
14.2.5. Entre 1830 y 1848 la situación política en Europa, particularmente
en Francia e Inglaterra, cambia profundamente. La revolución industrial ha
avanzado y con ella ha crecido la clase obrera, cuyas condiciones de vida son
extremadamente miserables. Mientras en Inglaterra los obreros habían
manifestado su oposición a las máquinas, deteriorándolas (movimiento luddista),
uniéndose más tarde en la Gran Unión Nacional del Trabajo fundada por Robert
Owen, que fue sometida a brutal represión, en Francia se constituye un
movimiento obrero de tipo socialista precientífico que participa activamente en
la crisis que conduce a la revolución de 1848. Estos hechos marcan la aparición
de la clase obrera como fuerza política que obliga a la burguesía a introducir
reformas políticas y sociales. La lucha contra el régimen de trabajo de las
mujeres y de los niños, por el acortamiento de la jornada de trabajo - que
duraba entonces de 12 a 14 horas - y contra la desocupación, constituyen el
motivo central de esos movimientos.
Al
inicio
14.2.6. En Alemania, donde se agitan también los elementos
de la burguesía liberal y la pequeña burguesa radical, se debaten las ideas intensamente. El
pensamiento del filósofo Hegel enrola a numerosos universitario liberales. Un
grupo de ellos constituye la llamada izquierda hegeliana, dentro
del cual se destacan Carlos Marx y Federico Engels. Marx se ve obligado a
emigrar, poniéndose en contacto con el socialismo utópico francés, en París, y
después con la economía política inglesa en Londres. Forma parte de la
"Liga de los Justos", la cual, en la víspera de la revolución de 1848
se divide, quedando la mayoría con la "Liga de los Comunistas",. Marx
y Engels han ido elaborando una teoría socialista durante esos años. A fines de
1847, Marx ha logrado formular en sus líneas fundamentales, el socialismo
científico en sus obras: Crítica a la economía política y Miseria de la
filosofía, que marcan su separación del socialismo pequeño burgués del francés
Proudhon. En 1848 redacta el Manifiesto Comunista, que es el documento central
del marxismo (8)
Esta evolución explica el papel importante que juega la clase obrera
francesa en el movimiento que surge en febrero de 1848 contra la monarquía de
Luis Felipe I. Este rey, que había ocupado el trono cuando se produjo la
revolución liberal de 1830 encarnaba la plena alianza entre la monarquía y la
alta burguesía reaccionaria. La crisis económica general de 1845-47, repercute
profundamente en Francia, donde el pueblo muestra un agresivo descontento por
la miseria y la desocupación. Los elementos de la burguesía y la pequeña
burguesía liberal se separan del gobierno. Luis Felipe abdica en favor de su
nieto, después de la jornada popular del 24 de febrero de 1848. El congreso
radicado en París proclama la república.
Como había ocurrido en 1789 y en 1830, Europa
también fu sacudida por una ola revolucionaria en 1848. En Italia se lucha contra la dominación austríaca y
por la unidad nacional; pero la reacción se repone y abate sangrientamente al
movimiento liberal nacional, si bien el reino de Cerdeña, que comprendía la
isla de Cerdeña, el Piamonte y la Saboya, o sea el territorio al noroeste de
Italia actual, se consolidó y ganó prestigio por haber librado una guerra
contra la dominación austríaca. En el seno del imperio austríaco se agitan
entonces otras nacionalidades. Tanto en la propia capital, Viena, como en
Budapest y en Praga, los pueblos se lanzaron a la lucha. Fue preciso conceder
reformas políticas al pueblo húngaro, encabezado por el líder liberal Kossuth;
a su vez, otros pueblos que habitaban Hungría - serbios, croatas y rumanos- se
agitaban por su liberación, hecho que aprovechaba el gobierno austríaco para
dominar por igual a todas esas nacionalidades. Aunque el gobierno Kossuth trató
de hacer frente a la intervención extranjera, los ejércitos austríacos y rusos
aplastaron la revolución.
La revolución de los checos, cuyo centro era Praga, fue
rápidamente sofocada por las tropas extranjeras estableciéndose en Bohemia- núcleo geográfico d la
nacionalidad checa- un gobierno dictatorial extranjero (9)
La revolución de 1848 fu superada rápidamente en toda
Europa; pero tuvo el efecto de liquidar en los principales estados los restos del feudalismo. En
este sentido puede afirmarse que cierra el ciclo de revoluciones democrático
burguesas iniciado por la revolución francesa de 1789. A partir de 1848 la
burguesía tiene el poder en los principales países europeos, los más poderosos
y económicamente desarrollados. Al par que se volverá más y más conservadora,
impulsará más y más el crecimiento industrial y comercial capitalista, hasta
que aparecerá a fines del siglo el capitalismo financiero, y su peculiar
expresión: el imperialismo. De este desarrollo saldrán las nuevas condiciones
que favorecen una mayor conciencia obrera.
Al
inicio
14.3 La América.
14.3.1. La América, tanto española como la portuguesa, que se colonizan
desde el siglo XVI, puede considerarse como una sociedad ya definida en el
siglo XVII. Ahora bien, debe distinguirse, especialmente, en la América
colonial española, la existencia de dos zonas: 1ra. , los virreinatos o
territorios del continente con gran población indígena, la más avanzada,
concentrada en zonas montañosas de clima templado: México (Nueva España);
Colombia (Nueva Granada); Perú y Quito (Ecuador) y; 2da., Los gobiernos y
capitanías de escasa y atrasada población indígena, situados en tierras bajas,
a nivel de los mares: Centro América, Antillas, Venezuela, Argentina
(virreinato del Río de La Plata a fines del XVIII).
Los virreinatos se organizan rápidamente; afluyen
muchos pobladores y con el trabajo de los indios se desarrolla la minería de metales preciosos y algunos
cultivos e industrias extractivas de exportación (vainilla, cochinilla, etc.).
Hay latifundios cuya producción se destina en pequeña medida al comercio. La
esclavitud africana se desarrolla en las zonas bajas de esos virreinatos, donde
no abunda el indio. El indio trabaja en un estado que se aproxima a la
servidumbre feudal (el peonaje); pero también realiza trabajo compulsivo u
obligatorio en las minas (sistema del quataquil y de la mitad).
En los virreinatos se forman rápidamente las oligarquías. Los mineros
constituyen el grupo más poderoso. Hay latifundistas y, entre éstos, en algunas
regiones, la Iglesia es el más rico. Hay grupos comerciales, porque son países
de gran importación; los comerciantes están muy vinculados por sus intereses al
monopolio comercial español. Estos comerciantes controlan el comercio interior
que se desarrolla por el hecho que geográficamente se trata de países muy
extensos, en los cuales hay que recoger la producción exportable y concentrarla
para su embarque.
Todo esto se observa claramente en el siglo XVII; pro en las demás colonias
el proceso es diferente, es más lento.
Los gobiernos y capitanías se basan en el empleo de los esclavos africanos,
pero esto no se produce intensamente hasta la segunda mitad del XVIII. Los
latifundios, emplean fundamentalmente esclavos y en ellos se desarrollan
grandes cultivos de productos básicos para la exportación (azúcar, café, cacao,
añil). Hay poco desarrollo minero o ninguno. La ganadería toma importancia,
porque no requiere gran número de brazos y se afinca también en los
latifundios. Estas colonias presentan una clase poderosa compuesta por los
terratenientes latifundistas, algunos de los cuales se desdoblan en
industriales, como en el caso de la industria azucarera. Los comerciantes no
eran tan poderosos, porque son países de importación más bien reducida y sus
exportaciones son manipuladas en cierta medida directamente por los terratenientes
e industriales; pero esta clase comercial se refuerza desde 1760 y se vincula
estrechamente al poder colonial. La Iglesia es rica; pero no tiene parejo poder
económico al que adquiere en otras zonas. En general, estos países se abren al
desarrollo colonial más acelerado cuando, a partir de 1740, se inicia una
ligera rehabilitación capitalista de España y se desata la revolución
industrial en Europa.
Cuando España entra en crisis (1808) por consecuencia de las guerras
napoleónicas, la mayoría de las colonias españolas y el propio Brasil inician
el proceso de su independencia. Las clases terratenientes, para las cuales el
monopolio comercial es un obstáculo que les impide crecer y vender sus
productos a los mercados capitalistas más desarrollados (Inglaterra, Francia,
Estados Unidos), clases en las cuales han penetrado las ideas liberales,
organizan gobiernos provisionales destinados a sustituir el gobierno
metropolitano que ha desaparecido a consecuencia de la invasión napoleónica en
España y Portugal. Estos gobiernos que se presentan en forma de Juntas, como la
que gobierna en Sevilla a nombre del rey Fernando VII - prisionero de Napoleón
-, se transforman en gobiernos independienntes rápidamente, o sea, desde el año
1810. Como es sabido, el proceso de la independencia se manifiesta en tres
grandes focos o centros: México, Venezuela y Río de La Plata. De la lucha
iniciada en esas colonias surge la independencia de la casi totalidad de los
países latinoamericanos. La lucha contra la dominación española dura hasta
1825. España pierde la pelea y se organizan las repúblicas latinoamericanas
Al
inicio
14.3.2. Estas repúblicas, donde existen las más grandes
desigualdades de clase, donde no existe industria mecanizada, donde hay indios en servidumbre y
esclavos africanos, donde no hay buenos caminos ni medios de transporte, siguen
dominados por los grandes propietarios de tierras. No hay cambios sociales, ni
económicos, fundamentales. Las clases dominantes coloniales desplazan
simplemente a los intereses de las clases colonialistas españolas. Las formas
latifundiarias de explotación de la tierra y de los indios o de los esclavos
continúan sin alteración. La iglesia mantiene sus tierras y poderío. La masa de
la población se mantiene en servidumbre o en esclavitud. Se forma entonces un
núcleo de clase burguesa comercial que, precisamente, por depender de sus vinculaciones
con l capitalismo internacional, adopta rápidamente una actitud conservadora,
como la había tenido la clase comercial en el sistema de dominación española.
Y, como consecuencia, además de que no hay cambios importantes en el orden
interno, la América liberada cae progresivamente en un nuevo colonialismo.
Ahora serán los intereses británicos y los norteamericanos los que
predominarán. Inglaterra se apresura a conceder empréstitos a las nuevas
repúblicas; financia la construcción de ferrocarriles, firma contratos
comerciales, se interesa vivamente en la ganadería - para exportación de carne-
en Argentina. Mientras tanto, Estados Unidos expande su comercio y, cuando a
mediados del siglo inicia su marcha acelerada hacia la industrialización capitalista,
comienza a invertir en minas, en plantaciones de productos básicos y, sobre
todo, con una aplicación consistente de la doctrina Monroe, logran mantener a
las demás potencias alejadas de América Latina que ellos se reservan como
"zona de influencia"
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14.3.3. La transformación de la economía y de la sociedad latinoamericana es
muy lenta. La estructura tradicional detiene su progreso; la servidumbre
agraria y la esclavitud impiden la industrialización; el comercio liberal con
países europeos muy desarrollados frena la producción interna. Sin embargo, a
mediados de siglo se está formando una burguesía y una pequeña burguesía que se
apoyan bien en la población rural, bien en la corriente de inmigrantes europeos
para promover las primeras reformas importantes. Hacia1850 los países
latinoamericanos más ricos, de población más numerosa, poseen ferrocarriles y
han logrado desarrollar algunas vías de comunicación internas, lo cual facilita
el acceso a zonas nuevas que son objeto y propósito de colonización. Los
capitales han logrado desarrollar cierta capacidad financiera que está en manos
de los comerciantes. Las inversiones extranjeras crean un proletariado que
antes no tenía significación alguna. Por la vía de la política hay un
enriquecimiento de los personajes oficiales que tiende a crear condiciones para
el desarrollo de la burguesía, como clase opuesta, o cuando menos, de intereses
diferentes a la antigua clase terrateniente.
Surgen entonces movimientos como la reforma en México, se consuma al calor
de la lucha nacional contra la intervención francesa (1862) y contra el
emperador Maximiliano - impuesto por los ejércitos franceses-. Juárez, su gran
líder, plantea no solamente reformas políticas, sino, sobre todo, reformas
económicas - como desamortización o venta de las tierras propiedad de la
Iglesia. En Argentina, donde sobran tierras, la reforma, encabezada por
Sarmiento, plantea la necesidad de colonizar con emigrantes europeos (a la
manera que se realiza entonces en los Estados Unidos) las vastedades agrarias
de la pampa. En Chile también se promueve la inmigración europea como resorte
para la transformación capitalista.
Hacia 1880 la América Latina es el campo de batalla entre ese reformismo y
los intereses tradicionales (terratenientes, comerciantes, Iglesia) que se
oponen al progreso. No se ha liquidado la contienda cuando ya aparecen en el
mundo las reformas imperialistas de dominación, que provocarán en el siglo XX
una detención del desarrollo capitalista, apoderándose de la banca y de los
principales recursos minerales y agrarios de los países, para explotarlos
solamente en la medida que interesa a los grupos dominantes en estados Unidos e
Inglaterra
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cit.
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