CAPÍTULO
XV. LA EVOLUCIÓN AGRARIA
15.1. Cambios sucedidos en el siglo XVIII
15.1.1. La ganadería
intensiva: potreros. 15.1.2. La diversificación
y su escasa importancia agraria. Los cafetales. 15.1.3. Los caracteres
perdurables de la explotación agraria: extensividad; nomadísmo; empirísmo.
15.2. Predominio cañero
15.2.1. La necesidad de un
cambio a fines del XVIII. Las leyes de 1815-20. 15.2.2. La penetración
profunda de la agricultura cañera. La demolición de haciendas en la zona
central. 15.2.3. Efectos de la
transformación de la industria azucarera.
Al inicio
15.1. Cambios sucedidos en el siglo XVIII
En el capítulo X, apreciamos los cambios ocurridos en la estructura agraria
hasta 1659. Pueden reducirse a una sola frase: inicio del proceso de disolución
de las grandes haciendas primitivas por causa del lento crecimiento de la
agricultura comercial. Este hecho es característico de la región occidental, o
sea, la que está dominada e influida por los impulsos comerciales de La Habana,
único puerto que comunica más o menos regularmente a Cuba con la economía
europea. El centro y el oriente de la isla se mantienen estacionarios, con
predominio de los latifundios ganaderos originarios. Recordemos que en esta
zona el latifundio ganadero cristaliza en forma de hacienda comunera que
constituye un freno para el desarrollo agrícola.
Al inicio
15.1.1. En la región occidental comienzan a demolerse algunas
haciendas primitivas desde el primer cuarto del siglo XVIII. Entonces,
solamente se solicita la demolición de algunas, por cierto, las más cercanas a
La Habana, donde la agricultura comercial ha desplazado a la ganadería, a causa
de la proximidad al puerto de embarque.
En consecuencia, la ganadería pierde gran parte de la tierra que controlaba
porque no produce una renta tan alta como la agricultura comercial. Por eso,
hacia 1740, se están difundiendo los potreros de ceba de ganado, que son fincas
de extensión media o de gran extensión, aunque incomparablemente menores que el
latifundio ganadero del XVI y del XVIII en los cuales el ganado criado en las
fincas tradicionales que hay en zonas alejadas de La Habana se engorda para el
expendio de carne al público. Tienen pasto natural y representan una
explotación intensiva comparada con las viejas haciendas.
La transformación agraria hasta entonces es lenta. Sin embargo, hacia 1740,
el ritmo decrecimiento de la agricultura comienza a acelerarse. Y, por
consecuencia de ello, la ganadería pierde tierras, se multiplican los potreros
y los cañaverales. Las vegas de tabaco tienden a disminuir por causa de los
efectos depresivos del monopolio establecido en 1717. Desde 1740 en adelante,
en parte por la rehabilitación capitalista de España, en parte por la mayor
participación del comercio europeo en las exportaciones cubanas, aumenta la
producción de azúcar. En España, el impulso capitalista promueve un cambio
lento de la política económica. Ahora se pretenderá explotar mejor las riquezas
americanas como punto de apoyo de la industrialización metropolitana. Sobre
todo, respondiendo al mercantilismo (colbertismo) retrasado, que introducen en
España los Borbones, se intentará progresivamente eliminar el monopolio de
Sevilla y de Cádiz, en el comercio de América para que, en lo sucesivo, todas
las regiones de España puedan participar y aprovecharse de las riquezas
coloniales (capítulo XIX).
Hay un súbito interés en conocer las tierras americanas y sus productos; en
saber si pueden producir fibras, los tintes y cuantas materias primas requieren
las industrias españolas. Las intendencias que se crean a partir de 1760 son el
instrumento de esta nueva actitud colonialista.
15.1.2. A consecuencia de estos cambios, cuya profundidad es favorecida por
la toma de La Habana por los ingleses (1762), se inicia una etapa de
diversificación agrícola. Diversificación a través de cultivos comerciales.
Desde esos años, la expansión del comercio con España y, también aunque con
alternativas, con las colonias inglesas del norte que constituirán más tarde
los Estados Unidos, constituye un gran incentivo para todas las producciones
exportables.
De esta época data el inicio del cultivo del cafeto, la producción de cera
blanca para exportar, el fomento de algunos algodonales, la introducción del
mango, los intentos de producir añil y numerosos ensayos más. De todos esos
nuevos elementos agrícolas solamente el cafeto alcanza un desarrollo
apreciable, constituyendo, a fines del siglo y a principios del siglo siguiente
(el XIX) un factor más de disolución de la vieja estructura agraria. Cierto es
que los cafetales requieren tierras altas y protegidas de los vientos que, por
lo general, no interesan a la agricultura cañera ni a la tabacalera; pero como
quiera que el café se exporta en cantidades crecientes hasta 1830, ya ocupando
tierras que sí interesan a los otros cultivos y a la ganadería, originándose en
la zona occidental desde 1790 una verdadera batalla por las tierras mejor
situadas, lo cual, además, encarece su precio. Si a esto se añade que subsisten
trabas que impiden la fácil disposición de las tierras, se comprenderá hasta
que punto es este un momento importante en el desarrollo de la economía
colonial (1)
Los demás cultivos que se introducen o impulsan entonces, no tienen
repercusión sobre la situación agraria. Ni el propio cafeto transforma la
situación en la zona central y oriental donde se desarrolla grandemente,
ocupando tierras montañosas que, dentro del lento crecimiento agrícola de esa
zona, no interesan para otras actividades.
Al inicio
15.1.3. La explotación de la tierra iniciada en el siglo XVII se caracteriza
por al ausencia de técnicas encaminadas a elevar la productividad o a conservar
la fertilidad del suelo. Tampoco en Europa se ha progresado mucho antes del
siglo XVII; pero se extiende el sistema de rotación de cosechas y se aplica el
fertilizante constituido por el estiércol. El empleo de esclavos, el atractivo
de las cosechas comerciales y las formas latifundiarias (y en general, la
abundancia de tierra virgen) favorecen el estancamiento de las prácticas
agrícolas y ganaderas. Durante tres siglos, hasta 1860, la única forma de
intensificar la producción consiste en aumentar los brazos esclavos empleados
en trabajo agrarios o industriales.
De modo que la agricultura y la ganadería adquieren sus caracteres básicos a
lo largo del período que estamos explicando. Se trata de un conjunto de
prácticas rutinarias y extensivas. No conocemos
hasta qué punto se conservaron las técnicas agrícolas indígenas en el cultivo
del tabaco y de los frutos menores (yuca, ñame); es posible que en el primero
de ellos, los campesinos procedentes de Canarias introdujeran algunas
modificaciones, entre las cuales debe tenerse en cuenta el trasplante de
semilleros. Sin embargo, todo es conjetural, mientras no se realicen
investigaciones más acuciosas.
Estas explotaciones extensivas disponen de tierras sobrantes. Posiblemente,
las prácticas mejoran en el cultivo del tabaco y de los frutos menores, porque
les es más difícil disponer de tierras libres. No así en el cultivo de la caña
y la ganadería. Cuando el "sitio" de ganado sufre las consecuencias
del esquilmo del suelo tras de cincuenta o más años de sustentar el rebaño, el
hacendado abre un nuevo "sitio" en la propia hacienda o
subdivide el rebaño colocando una parte en el nuevo emplazamiento para que
pueda sustentar mejor el que permanece en las tierras "cansadas". Lo
mismo sucede con las plantaciones azucareras, porque como la técnica no viene
en ayuda al aumento del rendimiento, los hacendados azucareros cambian de
tierra para aprovechar la fertilidad virgen del suelo que no ha sido cultivado.
Esto explica los continuos desmontes y explicará más adelante, en parte a lo
menos, la traslación de la industria azucarera hacia las tierras del este de la
región habanera. Es lo que podríamos llamar el nomadismo de las explotaciones
agrarias. Nomadismo que se transforma en cambio de uso de la tierra en la
región bien situada para los cultivos de exportación. Este cambio de uso se
produce sobre todo por la progresiva expulsión de las vegas cercanas al puerto
habanero y por la progresiva expulsión de la ganadería; los espacios
abandonados por esas explotaciones son ocupados por los cañaverales y los
cafetales (2).
Sin embargo, el extraordinario crecimiento azucarero de fines del XVIII provoca
el interés de los hacendados por producir más eficientemente. La Sociedad
Económica de Amigos del País se interesa por las ciencias y se trata de imitar
las prácticas azucareras de las colonias inglesas y francesas; se intenta
estudiar que tipo de tierra es mejor para la caña e incluso, se introduce la
caña de Otahití, más rica en guarapo que la criolla. Pero nada de so influye
decisivamente, porque las condiciones básicas de la organización económica, se
opone al progreso.
Tan empírico y rutinario es el cultivo que la gran reforma propuesta a
mediados del siglo XIX por el genial agrónomo Alvaro Reynoso no
se aplica a la caña en Cuba.
Al inicio
15.2. Predominio cañero
15.2.1. La expansión simultánea de los cultivos cañeros, cafetalero y otros
a fines del XVIII plantea con urgencia un cambio radical en la legislación
agraria. La tierra arable se necesita libre de toda traba, libre de
supervivencias del régimen iniciado en el siglo XVI. Es preciso poder cambiar,
vender, comprar libremente la tierra. Los hacendados azucareros son los que más
enfáticamente piden esa libertad. Cierto es que todas las trabas son poca cosa
ante el poder que ellos han adquirido y eso constata en la forma violenta con
que quitan tierras a los vegueros de Güines y de Matanzas para poner en ellas sus
cañaverales a despecho de la legislación que protege el asentamiento de los
vegueros; sin embargo, desean que se eliminen todos esos obstáculos que
subsisten por virtud de leyes, disposiciones o doctrinas jurídicas de los
siglos precedentes.
En suma, lo que quieren es que la tierra se transforme en un puro y simple
artículo de comercio; en una auténtica mercancía, libre de limitaciones. No
eran pocas las leyes y disposiciones que impedían el libre uso y la libre
transmisión de la tierra. En primer lugar, subsistían las obligaciones de los
viejos hatos y corrales en cuanto a contribuir a la "pesa",
o sea, el abastecimiento de carne a la ciudad. Ya el hato o el corral no
existía con la unidad que tuvo en el XVI, pues estaba subdividido, pero había
que mantener tierras ganaderas para hacer frente a la pesa.
Había, pues, tierras que no podían usarse para la agricultura comercial aunque
esta produjera rentas más altas. Para que el hato dejara de existir
jurídicamente era preciso que se pidiera su demolición al cabildo y que éste la
concediera, lo cual no siempre se obtenía.
En segundo lugar, la hacienda comunera, predominante en la zona central,
impedía la utilización agrícola de las tierras porque no se podían establecer
dentro ella, linderos para separar las explotaciones; todo se sacrificaba al
libre pacer del ganado, que tenía el privilegio de usar el pasto de toda la
hacienda.
Además, desde el propio XVI y reforzadas durante el XVII y el XVIII, había
limitaciones en el corte de maderas, que el Estado quería reservarse para la
construcción de buques. La industria azucarera utilizaba las maderas como
combustible en las calderas de concentración del guarapo y deseaba que se le
permitiera talar bosques libremente, como en efecto ya había sucedido en torno
a la Habana y sucedería en toda la Isla a partir de 1820.
No era poca limitación el hecho que, desde el XVI, la tierra había sido
concedida en mercedes irregulares, pues a casi todas les faltaba la confirmación
real. La doctrina jurídica que establecía la propiedad del rey sobre
las tierras aún se manifestaba en la legislación del XVIII, lo cual implicaba
que los terratenientes no eran propietarios sino poseedores sujetos a que un
azar de la política propiciara la revisión o la revocación de su derecho. Esta
supervivencia del derecho antiguo era, en el fondo, lo que sustentaba a todas
las demás limitaciones, era lo que impedía que la tierra fuera objeto de
propiedad individual plena, capitalista.
La lucha contra las trabas limitantes se extiende por más de cuarenta años,
desde 1780 a 1820. Es favorecida no solamente por el poderío de los hacendados
azucareros cubanos, muy influyentes en la corte y gobierno de Madrid, sino
también porque en la propia España están penetrando las formas avanzadas del
capitalismo que requieren cambios coloniales. El liberalismo burgués español
que crece, y se fortifica, en la crisis de 1808, coincide momentáneamente con
los interese de la colonia. Por otra parte, algunos de los gobernadores y altos
funcionarios enviados por el gobierno metropolitano favorecen los intereses de
los hacendados azucareros con medidas que en ocasiones no eran consultadas ni
aprobadas por las autoridades de Madrid. Entre los funcionarios que más se
destacan en este sentido debe mencionarse a Alejandro Ramírez, partidario de
una estructura agraria basada en propiedades medianas, lo que quiere decir, en
suma, que rechaza el tradicional latifundio ganadero para sustituirlo por
fincas cañeras y cafetaleras, entonces pequeñas o medianas, ya que el
latifundio azucarero no se constituye hasta fines del XIX.
Estas circunstancias conducen a la promulgación de leyes y disposiciones que
borran casi totalmente la legislación tradicional. Por reales decretos de 30 de
agosto de 1815 y 16 de julio de 1819 se declara la libertad de montes y
plantíos y se establece que las tierras poseídas a partir de las antiguas
mercedes, por composición o por un tiempo de más de cuarenta años son de libre
propiedad de sus poseedores. De este modo, la tierra quedaba liberada de trabas
jurídicas; se transforma en objeto de comercio y de propiedad individual de
tipo capitalista. Mientras por la legislación precedente se conservaban algunos
derechos comunales (recolección de guano, de bejucos, de frutos silvestres),
ahora nada subsistirá frente al derecho del terrateniente, a tal punto que, en
ciertas zonas como Sancti Spíritus, hay pleitos y conflictos entre la población
desposeída de esos derechos comunales y los propietarios de tierras.
No solamente se aborda el problema por estos aspectos básicos sino también
se inicia el procedimiento judicial para la demolición de las
haciendas tradicionales, especialmente las comuneras, fijándose las primeras
normas por la Audiencia de Puerto Príncipe.
Al inicio
15.2.2. Hemos explicado reiteradamente que en el occidente de Cuba el
proceso de crecimiento de la agricultura comercial produjo una subdivisión o
disolución del latifundio originario, pero en la zona central (capítulo X), se
mantuvieron las formas de explotación más atrasadas bajo el aspecto de haciendas
comuneras y otras formas de latifundio. El voto consultivo de la
Audiencia de Puerto Príncipe sobre demolición de haciendas comuneras tendía a
facilitar en aquellas zonas del país la transformación que, por imperio del
crecimiento de la agricultura comercial, se había realizado en la porción
occidental.
Sin embargo, mientras la gran industria azucarera quedó confinada a la
región occidental y no penetró profundamente en las zonas centrales, aquella
legislación prácticamente no fue aplicada. nunca antes de 1830-40 se inició en
Las Villas, Camagüey y Oriente, el proceso de demolición de haciendas
tradicionales. Y se inicia en las zonas cercanas a los nuevos puertos (Sagua la
Grande, Caibarién, Remedios, Nuevitas) porque es allí donde se va concentrando
la industria azucarera. Sin embargo, como quiera que hacia 1960 se detiene el
crecimiento de la industria azucarera, una gran parte de las viejas haciendas
subsiste especialmente en Camagüey y Oriente. Hombres como "El
Lugareño" (Gaspar Betancourt Cisneros) se dedicaron durante años a
criticar el sistema "barbárico" de explotación de las haciendas
ganaderas o comuneras, sin obtener grandes resultados, por causa del lento
desarrollo azucarero de la región. Tampoco el ferrocarril de Nuevitas a Puerto
Príncipe llegó a tiempo para favorecer la aparición de una nueva estructura
agraria.
Al inicio
15.2.3 Hacia 1840 la industria azucarera entra en una etapa de profundos
cambios técnicos, en gran parte copiados de la industria europea de azúcar de
remolacha. Por aquellos años, la industria se concentraba en una gran zona
productora- Güines- de tierras muy fértiles, como vemos en el capítulo XVIII,
estas transformaciones técnicas se operan fundamental en la región occidental y
provocan un desplazamiento de la industria en dirección al este, o sea, que el
crecimiento de la industria tiende a ocupar la llanura matancera, sobre todo la
zona de Colón.
Dichas transformaciones técnicas (molinos horizontales de tres mazas,
máquinas de vapor, tachos al vacío) dan por resultado una mayor capacidad de
producción de los ingenios y, en consecuencia, los ingenios montados con esos
adelantos requieren más cañaverales, más tierras que los antiguos trapiches.
Como la región habanera está "saturada" de explotaciones agrícolas
comerciales, la industria busca esas tierras más abundantes y vírgenes, en la
llanura de Matanzas y, aún más allá, aunque en poca medida, en las porciones
occidentales de Las Villas.
Lo importante es que los nuevos ingenios requieren más tierras y, por otro
lado, producen tanto como los dos, tres o cuatro trapiches antiguos, o sea que
las fincas cañeras de cada fábrica tienden a crecer, mientras los ingenios
antiguos tienden a desaparecer, sustituidos por las nuevas instalaciones más
eficientes, o sea, que en el seno de la estructura agraria se están echando las
bases para la formación del latifundio azucarero, que dominará en la economía
cubana, a partir de 1880.1902. Debe tenerse en cuenta que el ferrocarril
introducido en 1837-39 contribuyó grandemente a favorecer la ampliación de los
cañaverales facilitando el transporte de la caña hasta la fábrica. Todo ello
supone que en el seno de la estructura creada por el crecimiento de la
industria azucarera desde fines del XVIII, surgen las fuerzas que destruirán
esa propia estructura para formar sobre sus restos el latifundio capitalista.
Esto ocurre desde 1840 en adelante en las zonas occidentales del país y en
parte de Las Villas, donde hay ingenios con 200 caballerías antes de 1860; en
Camagüey y Oriente- donde no logra destacarse la hacienda tradicional- el
latifundio capitalista azucarero aparece y se expande después de 1880 hasta
1926.
La detención de este proceso se debe a causas profundas que analizaremos en
el capítulo XVII. Lo cierto es que en 1860 prácticamente la estructura colonial
esclavista ha entrado en crisis y se detiene el crecimiento. Esas crisis deriva
hacia la Guerra de los Diez Años, que arrasa parte de Las Villas, Camagüey y
Oriente. Sobre todo Camagüey sufrió los efectos de la destrucción agraria. Esto
quiere decir que la guerra, además de liquidar en buena medida a la clase
terrateniente, destruyó todos los vestigios materiales de las formas antiguas
de explotación de la tierra. De este modo, al acabar la Guerra, en 1878, gran
parte del territorio del país se encontraba sin utilizar y libre, en
disposición de que entraran allí los ingenios más modernos, necesitados de
grandes plantaciones. Y esto es lo que sucede sobre todo después de la
abolición de la esclavitud (1886), cuando empiezan las inversiones
norteamericanas. Puede afirmarse, pues, que Camagüey y Oriente pasan sin
solución de continuidad, del latifundio originario al latifundio capitalista
que dominó nuestras riquezas básicas hasta 1959.
BIBLIOGRAFÍA
1. PÉREZ DE LA RIVA, F.- El
café, La Habana, 1944.
2. LE RIVEREND, JULIO.-
"La economía cubana durante las guerras de la revolución y del imperio
francés (1790-1808); Revista de historia de América, Núm. 16, México, 1943.
3. GUERRA, RAMIRO.- Azúcar y
población de las Antillas, 1a. Edic. La Habana, 1927.
4. ORTIZ, FERNANDO.-
Op. cit.
Al inicio