CAPÍTULO
XVI. LA ECONOMÍA TABACALERA
16.1. Difusión de las vegas por el territorio
16.1.1. Importancia de este
fenómeno en la formación agraria. Las vegas naturales 16.1.2 Distribución y variaciones
de localización: primeros cambios de uso de la tierra.
16.2. Los vegueros
16.2.1. Caracteres. Tipo de explotación.
Dependencia de comerciantes y hacendados 16.2.2. La resistencia
frente al monopolio y a los hacendados.
16.3. Industria y comercio tabacaleros.
16.3.1. Las piedras y los
molinos de tabaco. 16.3.2. El Estado. Su
organización. Efectos sobre el cultivo. Los diputados de los vegueros.16.3.3. Los cambios en el
comercio internacional y las transformaciones de la industria a fines del
XVIII.
Al
inicio
16.1. Difusión de las vegas por el
territorio
16.1.1. En el capítulo X se examinó la forma en que se produce la
penetración de la agricultura en el interior fértil. Ya sabemos que a fines del
XVI y principios del XVII una gran parte del país, especialmente las tierras
mejor situadas (sobre las costas) están ocupadas por latifundios ganaderos; a
mediados del XVII este proceso de "latifundización" se ha consumado
prácticamente en la región occidental, que, como hemos dicho en otra oportunidad,
se anticipa en su desarrollo a las demás regiones del país. Por lo tanto, a
partir de 1640, más o menos, la ocupación económica del interior será realizada
fundamentalmente por la difusión agrícola que ya había comenzado a fines del
XVI. En esta difusión tiene gran importancia la vega de tabaco y para que se
difunda por el interior, actúa como fuerza impulsante la oposición de los
latifundistas ganaderos que, a golpes de acuerdo del cabildo habanero, despojan
a los vegueros de sus tierras cercanas a la ciudad. Los vegueros tienen que
"emigrar" hacia el interior.
Esta "emigración" constituye un hecho de suma importancia, pues
representa un proceso de colonización mucho más vigoroso que la penetración de
la ganadería, una intensificación del proceso pues la agricultura, como es
sabido, aumenta y concentra la población; supone sobre todo, un factor de
disolución o quebrantamiento del latifundio primitivo.
No debe olvidarse que el tabaco comienza a constituir un producto de
creciente exportación desde principios del XVII, razón por la cual un minúsculo
pedazo de tierra dedicado a su cosecha produce una renta posiblemente mucho más
alta que la ganadería. De ahí el interés de los latifundistas por: 1) desalojar
a los vegueros para dedicarse ellos directamente al tabaco y, 2) dar sus
tierras en arrendamiento o a censo a los vegueros, obteniendo de este modo una
renta apreciable.
Estos hechos no están desvinculados, sino que, por lo contrario, forman una
unidad pues los latifundistas atacan a los vegueros para desalojarlos o para
obligarlos a pagar renta o cánon de censo como ocurriría hasta mediados del
siglo XIX.
Los reiterados ataques contra los vegueros producen la emigración de éstos
hacia el interior siguiendo el curso de los ríos.
Los vegueros de la época establecían sus sembrados en las
vegas
naturales, o sea, en los terrenos llanos, fértiles y húmedos producidos
por la sedimentación de residuos que arrastran las aguas fluviales. Más tarde,
en el siglo XIX, se llamaría vega a toda finca tabacalera aún cuando no
estuviese situada a orilla de río alguno. Los primitivos agricultores preferían
estas tierras porque tenían buena provisión de agua potable, buena comunicación
(por medio del río) y gran fertilidad.
Al
inicio
16.1.2. Se observan dos ofensivas de los latifundistas: una, antes de 1620 y
otras hacia 1650. Esto explica que hacia la última fecha indicada ya se nota la
presencia de vegueros y vegas en zonas más bien alejadas, como Guane (P. del
Río) y Güines; aún más, a fines del siglo, hay vegas en el curso del río Sagua
la Grande y al norte de la actual provincia de Oriente (Mayarí y Tánamo). Las
zonas más cercanas a La Habana no son totalmente abandonadas por las vegas;
pero una parte de ellas se pueblan de cañaverales e ingenios, que también
producen una alta renta, razón por la cual muchos de los latifundios ganaderos
se subdividen en fincas azucareras.
Por otra parte, la zona de agricultura de estancias, o sea, de minifundios
productores de alimentos agrícolas para la población urbana que va creciendo a
medida que La Habana se transforma en una gran ciudad, también tiene que ir
alejándose de la zona en que se estableció primitivamente, porque muchas de
esas estancias se transforman en espacios urbanizados.
De modo que, por razón de la estructura latifundista del agro, se produce a
lo largo del siglo XVII y en la primera mitad del XVIII una como onda de
emigración de la agricultura. Esto provoca en las zonas más antiguas el
fenómeno del cambio de uso de las tierras. Tierras de agricultura de
subsistencia cercana a la ciudad se transforman en urbanizaciones, como ocurre
hacia 1730 en lo que es hoy la calle Zanja y la calle Monte; tierras de
agricultura tabacalera se transforman en tierras cañeras en el seno de las
grandes haciendas cercanas a la ciudad.
Hay pues , durante los años que corren entre 1659 y 1780 una auténtica lucha
por el control de las tierras más cercanas a la ciudad y más fértiles, las
cuales desde fines del XVI están en poder de los latifundistas ganaderos, de la
primitiva oligarquía colonial. Esto origina un entrecruzamiento de formas de
explotación de la tierra que se reflejará sobre el latifundio ganadero
primitivo, el cual comienza a disolverse, a subdividirse (1).
Al
inicio
16.2. Los vegueros
16.2.1. ¿Qué son, quiénes son los vegueros?. Debemos aclarar que la gran
masa de los vegueros son inmigrantes procedentes de las Islas Canarias, las
cuales durante los siglos XVI, XVII y XVIII tienen el privilegio de comerciar
con América y particularmente con las Antillas, sin necesidad de pasar por el
puerto de Sevilla, centro del monopolio mercantil español. Estos
"isleños" son agricultores en su patria de origen y continúan
siéndolo en Cuba, donde ya la oligarquía se ha apoderado prácticamente de toda
la tierra a fines del XVI. Llegan a Cuba y se internan hacia el interior,
buscan tierras fértiles y allí se instalan, sea en realengas, como sucedió en
Santiago de las Vegas, o sea en latifundios, en cuyo caso tienen que pagar
renta. Son buenos agricultores; trabajadores, sobrios, rutinarios,
perseverantes, cuyas virtudes dan el carácter a la gran masa campesina de Cuba.
Aprenden rápidamente a cultivar el tabaco. Al parecer, la tradición
agronómica de los indios predomina en el cultivo.
A diferencia de los que sucede en las trece colonias inglesas de la América
del Norte (o sea, en Virginia, actual Estado de los EE.UU) donde el cultivo del
tabaco se realiza sobre bases latifundiarias y con gran empleo de esclavos, el
cultivo en Cuba se realiza en pequeñas fincas y casi sin empleo de esclavos. La
razón de estas diferencias puede radicar en el hecho que el comercio del tabaco
de Virginia se organiza desde el principio sobre bases masivas de tipo
capitalista muy definido, mientras que en Cuba la producción primero se destina
al consumo interno y va creciendo lentamente, a medida que aumenta el mercado
exterior. En los actuales Estados Unidos, los que se dedican al cultivo del tabaco
son auténticos terratenientes capitalistas, mientras que en Cuba, donde los
grandes terratenientes prefieren la ganadería y la producción de azúcar, los
que se dedican al tabaco son pequeños agricultores. No pueden por consiguiente
emplear gran número de esclavos.
Por otra parte, los vegueros caen bien pronto bajo la dominación de los
comerciantes y de los hacendados. De los comerciantes, porque los vegueros,
especialmente los de La Habana, dependen de ellos al objeto de exportar su
cosecha; de los hacendados latifundistas porque a ellos tienen que pagarle
renta por las tierras. A veces ese hacendado es la iglesia. Los comerciantes
compran la cosecha para exportarla; de este modo manejan los precios según
conveniencia. Prestan anticipadamente a los vegueros sobre el valor del
producto y, por consiguiente desde una época tan remota, los vegueros están
ligados a determinado comerciante refaccionista, como ocurriría hasta el
triunfo de la revolución (2).
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inicio
16.2.2. Estos vegueros se caracterizan por su espíritu combativo. Desde
fines del XVI están librando batalla contra los latifundistas. Por eso cuando
hacia el 1680, el fisco se interesa en monopolizar toda la cosecha de tabaco
cubano y se producen las primeras compras globales, los vegueros manifiestan su
descontento y, en algunos casos, dejan de sembrar tabaco. En verdad, el
monopolio del tabaco por parte de la hacienda del rey se basa en el pago de
precios más bajos que los que pagaban los comerciantes.
Más tarde cuando se promulga la real cédula de 1717 que establece
formalmente el monopolio del tabaco, los vegueros se lanzan en contra de las
autoridades, toman La Habana y obligan a los altos funcionarios coloniales a
huir a España. En 1721 y en 1723 se producen dos nuevos movimientos de los
vegueros, terminando el último de ellos por una feroz represión.
Al
inicio
16.3. Industria y comercio tabacaleros.
16.3.1. Aún cuando la exportación de tabaco cubano durante el XVII se
realiza especialmente en rama, hay desde entonces, una industria tabacalera
sencilla que depende de las orientaciones del consumo de los mercados europeos.
En dos formas se consume el producto: en picadura, para pipas, propio del Norte
de Europa y de las capas más pobres de la población francesa y española; en
rapé o polvo, predominante en Francia, Italia, España y en las clases
aristocráticas especialmente. Cuba, por razón de sus vinculaciones se
especializa en polvo o rapé. El polvo o rapé se fabrica en piedras y molinos de
tabaco. Los hay desde la primera mitad del XVII; pero van aumentando con el
decursar de los años a medida que crece el comercio. En Cuba posiblemente
además de consumirse en las formas impuestas por el gusto europeo se fabricaban
con carácter doméstico o casero en tabaco o puro,
quizá el antecedente del actual veguero.
A principios del XVIII, el desarrollo súbito del comercio con Europa,
especialmente Francia, y el aumento del consumo en España, produce un alza
económica general que dura hasta el 1720, más o menos, durante la cual se
fundan cerca de veinte molinos de tabaco (además de unos cien ingenios) todos
en las cercanías de La Habana y en Matanzas. Estos molinos posiblemente
utilizaban la fuerza hidráulica porque se situaron particularmente a lo largo
del río Almendares. Pero el estanco decretado en 1717 acabó progresivamente con
esta industria, a tal punto que hacia 1760 solamente quedaban tres molinos
propiedad del fisco y uno del Marqués de Jústiz en Matanzas. Esta prohibición
se proponía fortalecer la posición monopolista de las fábricas reales que había
en España fomentadas activamente por la orientación económica
"colbertista" de la monarquía española.
Al
inicio
16.3.2. El estanco o monopolio se organizó en 1717 sobre la base de una
superintendencia de tabacos encargada no solamente de comprar la hoja sino
también de asignar cuotas a las diversas zonas, de acuerdo con el consumo que
la propia real cédula del estanco fijaba. Había además factores, o sea,
delegados del estanco en todas las ciudades para encargarse de la gestión del
monopolio. Pero la sublevación de los vegueros de ese mismo año produjo alguna
modificación aunque no sustancial. De todos modos hacia 1730 el fisco abandonó
esa política, concediendo la compra del tabaco de Cuba a comerciantes o
arrendatarios privilegiados, grandes personajes de las cortes como el marqués
de Casa Enrile o Don José Tallapiedra. Después de 1740 se le concedió a la Real
Compañía de Comercio de La Habana. Al perder ésta su privilegio en 1760 se
organizó la superintendencia estatal, restableciéndose el monopolio en forma
parecida a la de 1717.
En esta segunda etapa se organizaron factorías o delegaciones por todo el
país. Los vegueros, a su vez, habían ido creando una institución defensiva que
ahora funcionaría plenamente. Se trata de los diputados de los vegueros de cada
zona; especie de representantes o apoderados que discutían con las autoridades
de la superintendencia y de las factorías todos los problemas de precios,
regulación de las cosechas, monto de las mismas, y sobretodo, el problema de la
tierra, pues los hacendados continuaban hostilizando a los agricultores para
que dejaran sus tierras o pagaran rentas o censos.
Puede afirmarse que la factoría de tabaco contribuyó grandemente en esta
etapa a fijar las normas del cultivo en las diversas zonas del país,
precisándose entonces la diferenciación entre el producto del occidente, del
centro y del oriente.
Sin embargo, el efecto del monopolio fue contrario al desarrollo de la
producción; por otra parte, produjo una cierta concentración del cultivo, pues
las condiciones en que se encontraba con los vegueros era desfavorable a éstos,
de modo que hacia 1770 ya había vegueros o terratenientes de cierta importancia
o caudal económico. El veguero pobre no podía resistir la política de
explotación y de demora en los pagos que lo obligaba a caer en manos de los
usureros, pues las remesas de dinero para comprar las cosechas venían de México
y a veces demoraban varios meses en llegar.
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inicio
16.3.3. A fines del siglo se habla francamente de la necesidad de proteger
al veguero para que no se arruine totalmente la producción. Entonces, ocurren
los primeros cambios de orientación del consumo, pues el uso del polvo o rapé
va decayendo y lo sustituye el cigarrillo, cuya industria era, en aquellos
tiempos, doméstica, o sea, con tarea realizada a domicilio y para un mercado
restringido. También empiezan a difundirse los tabacos o puros. Esto liquida
totalmente la industria de los molinos de tabaco cuyos restos no desaparecerán
hasta 1820, más o menos, y da inicio a la industria moderna del tabaco, que
trataremos en capítulo posterior.
BIBLIOGRAFÍA
1. RIVERO MUÑIZ, JOSÉ.- Op.
ci., cap. VII
2. ORTIZ, FERNANDO.-
Op. cit.