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Luis de la Cruz y
Ríos (1776-1853 ).
Nació en el Puerto de la Orotava y su fama se debe a haber
sido uno de los mejores miniaturistas de la época que vivió, entre dos
soles de la pintura española: Goya y los Madrazo. Fue discípulo de
Miranda.
Se dice que su carácter era algo quisquilloso y polémico,
lo que reflejaba en sus actividades de tipo público y militar.
Después de haber pintado en su Patria chica hasta los 22
años, embarca para Gran Canaria, acompañando al gran imaginero Luján,
habiéndose hospedado en casa de este gran artista durante los años
1798-1799.
Copia cuadros existentes en la Catedral y pinta también
directamente varios retratos al celebérrimo Obispo D Manuel Verdugo,
hecho que consta en un acuerdo tomado por el Cabildo-Catedral de Las
Palmas de Gran Canaria.
Al autor pertenecen el retrato de Verdugo Albiturria que se
encontraba en la Sacristía de la mencionada Catedral y el que se
encontraba en su sala Capitular, pero a este Obispo le hizo también el
retrato de la Sala de Mitrados del Seminario Diocesano de Las Palmas de
Gran Canaria. Se conoce otro retrato de este gran pintor -del mismo
personaje- que pertenecía al Cabildo de Gran Canaria.
En 1808 era alcalde real y en 1815 fue nombrado por
Fernando VII, pintor de Cámara del Rey.
Continuó su obra pletórica en Tenerife y en 1815 marchó
a la Península. Desde su llegada a Madrid, solicita su nombramiento
como pintor de Cámara y alcanza una gran fama como miniaturista. Los
regalos que el Rey hace a los embajadores extranjeros y otros personajes
-tabaqueras, cajitas, dijes- van supervalorados por las delicadas
miniaturas de Don Luis.
Sus últimos años transcurren en Málaga -murió en
Antequera- donde fue profesor del gran paisajista Carlos Haess.
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