Gestionar equipos virtuales
 
En la red tendrán éxito aquellos equipos que consigan que sus miembros se sientan motivados, reconocidos y como parte de un grupo, algo que debe considerarse desde un principio para evitar problemas.
 
Javier Ruiz
Gerente del área de innovación de Socintec
 
La aparición de la Nueva Economía y el desarrollo de las tecnologías de la información han tenido una doble influencia en la gestión de los equipos y de los proyectos de innovación. Por un lado, factores tan conocidos y repetidos como la globalización, el aumento de la competitividad, la tendencia actual de fusiones y adquisiciones, la necesidad creciente de colaboración entre organizaciones o la externalización de los servicios de I+D en busca de recursos de excelencia, suponen que cada vez sea más complicado el contar con todos los participantes del equipo en el mismo lugar físico. Sobre todo, si tenemos en cuenta que, además, los requisitos de multifuncionalidad y multidisciplinariedad que se pide al equipo son cada vez más exigentes.

Y, ¿qué es un equipo virtual? Aunque no existe una definición consensuada, sí parece que diversos autores entienden siempre una serie de rasgos comunes. Se trata de grupos multifuncionales de profesionales, geográficamente dispersos, que trabajan en la consecución de un objetivo común, afectados por algún tipo de limitación de espacio, tiempo o de organización, y se relacionan principalmente mediante el uso de tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

Los equipos virtuales no son la panacea sino, más bien, al contrario. La mayoría de los expertos coinciden en que, en cuanto sea posible, la localización en el mismo lugar de los miembros del equipo es más ventajosa desde el punto de vista de la eficiencia que los equipos virtuales.

Sin embargo, a medida que las organizaciones se hacen más horizontales es cada vez menos factible contar con que todas las personas adecuadas se encuentren en el mismo sitio. Si a esto añadimos que cada vez es más necesaria la colaboración, no es de extrañar que cada vez más empresas recurran a virtualizar su proceso de innovación.

Así lo demuestra el hecho de que alrededor de la mitad de los premios de diseño de la revista Businessweek del año 2001 hayan sido concedidos a productos desarrollados por equipos virtuales.

Posibilidades
Estos equipos ofrecen nuevas posibilidades que no podían ser planteadas antes:
• Es posible una comunicación frecuente, tanto formal como informal. Aunque es necesario mantener reuniones regulares para no descoordinarse.

• La mayoría del software de soporte a la colaboración permite grabar y acceder de forma mucho más fácil a la información y el conocimiento generados durante las reuniones.

• El uso de TIC permite que el proyecto pueda seguir mediante discusiones asíncronas -no en tiempo real-, que facilitan intercambiar información entre localidades situadas en distintas franjas horarias.

El desarrollo de producto puede llegar a ser un proceso de veinticuatro horas en el que siempre haya alguien trabajando en alguna parte del planeta. Además, el sencillo acceso a fuentes muy variadas de conocimiento, permite a cada participante centrarse en aquella porción del proyecto en la que pueden aportar un mayor valor añadido. Si se gestiona de manera apropiada, este método de colaboración puede suponer una reducción del ciclo de desarrollo del producto.

Aunque las tecnologías disponibles para la comunicación son muy variadas, se recomienda especialmente que al menos se disponga de dos. Por un lado, algún tipo de tecnología que permita al equipo llevar a cabo videoconferencias, enviar mensajes electrónicos, mantener sesiones de chats, etcétera. Por el otro, también es aconsejable disponer de un espacio virtual donde los equipos pueden guardar los documentos que vayan a ser compartidos de manera constante.

El factor humano
Ahora bien, no hay que olvidar nunca que aunque la tecnología es la que permite llevar a cabo esta técnica, el principal impedimento que puede surgir es el factor humano. Y es que finalmente tendrán éxito aquellos equipos que consigan que sus miembros se sientan motivados, reconocidos y como parte de un grupo, algo que si no se considera desde un principio, puede suponer el principal problema en la dirección de un equipo virtual.

El éxito en la gestión de los equipos virtuales proviene, pues, no sólo de la tecnología sino, primero y fundamentalmente, de la aplicación de unas reglas y modos de funcionamiento diferentes a la gestión de los equipos tradicionales localizados en el mismo lugar. Una de esas reglas, por ejemplo, es contar con un plan específico de comunicación orientado al desarrollo de altos niveles de confianza entre los miembros del equipo, que generalmente exige un cierto nivel de interacción y conocimiento cara a cara antes de las fases de trabajo intenso. Otra, es la introducción y aceptación de un régimen específico de disciplina y control diferente al tradicional.

Por otro lado, los sistemas tradicionales de gestión de proyectos están adaptándose a la nueva realidad y llegan a ofrecer herramientas o módulos para facilitar la colaboración y la gestión del conocimiento.