El
mausoleo
Por
José Enrique Velázquez
LA
PLATA, 6 MAY (Especial de AIBA). La presentación de la maqueta
del mausoleo de Perón y Evita, que se construirá en
San Vicente, en la que fuera su quinta y hoy se está convirtiendo
en el museo del Justicialismo, generó fortísimas repercusiones
políticas y promovió infinidad de interpretaciones periodísticas.
Es
que el encuentro entre Eduardo Duhalde –mentor del proyecto
y anfitrión de la reunión—, el vicepresidente
Daniel Scioli y los gobernadores José De la Sota y Jorge Obeid
y otros capitostes del peronismo, como Eduardo Caamaño y José
María Díaz Bancalari, surgió como un mensaje
de unívoca lectura, dirigida al kirchnerismo y al proyecto
"transversal" que parece prevalecer en el exclusivo entorno
presidencial.
La
interpretación periodística, a veces objetiva, las más
interesada, creyó descubrir una brecha profunda en la relación
Presidente de la Nación-Embajador ante el Mercosur (es decir
Kirchner-Duhalde) que auguraría graves conflictos políticos
en la Argentina del futuro más inmediato.
Pero
no sólo el periodismo interpretó la presentación
del proyecto del mausoleo como una excusa para enviar un inequívoco
mensaje al "kirchnerismo", sino que también la dirigencia
política se encargó de dejar más en claro lo
que subyacía en las imágenes que surgieron de la reunión.
El
senador Antonio Cafiero no se valió de indirectas para decir
que "el transversalismo está enfermito" y "el
justicialismo no es socialdemocracia". Como tampoco apeló
a simbologías el transversal intendente de Córdoba,
Luis Juez, cuando le salió al cruce, con la irrespetuosidad
que lo caracteriza, afirmando que el veterano dirigente del PJ -al
cual llamó despreciativamente "el abuelo"- "se
equivocó de pastilla", para agregar que los transversales
no quieren armar nada dentro del Partido Justicialista, y cerrar con
una de las bromas de dudoso gusto a las que recurre con más
frecuencia de lo que es aconsejable.
Ambos
dirigentes –uno de larga y rica historia partidaria, el otro
con pergaminos, pero de fuerte presencia mediática- marcaron
los extremos del debate que suscitó la reunión "del
mausoleo", pero otros dirigentes hicieron sus aportes para elevar
la temperatura de la discusión. Entre ellos los verborrágicos
ministros conocidos como "los Fernández" (Alberto
y Aníbal), y el mucho menos mediático Oscar Parrilli,
Secretario General de la Presidencia de la Nación, que afirmó,
con inesperada agresividad y en inconfundible ataque al mismísimo
Duhalde, "algunos piensan que hoy ser peronistas es hacer un
mausoleo, mirar al pasado".
Desde
el duhaldismo un coro de voces salió a puntualizar la contradicción
del funcionario con la postura del Presidente que ha auspiciado con
suma energía el Museo de la Memoria, en lo que fuera la Esma.
Otros, punzantes e irónicos, se preguntaban ¿será
que Parrilli no quiere que haya miradas sobre el pasado, para que
nadie recuerde qué el fue el miembro informante en la Cámara
de Diputados en la sesión que decidió la privatización
de YPF?
Es
obvio que la construcción del mausoleo no cambiará la
vida de los argentinos ni servirá para paliar la crisis energética
o para mejorar la relación con Chile, pero la mayoría
de la población no rechaza –de ninguna manera- la edificación
de un mausoleo que conservará para siempre los restos de quien
fuera tres veces Presidente de la Nación y de su compañera,
Evita. Y es claro que son los dirigentes del Justicialismo los que
deben motorizar ese homenaje póstumo.
Pero
las críticas que se hacen sobre el mausoleo o sobre las miradas
al pasado encubrirían, en verdad, el fuerte disgusto que existe
entre los dirigentes más cercanos al presidente Kirchner, por
"la foto", esto es la imagen que ilustró las publicaciones
sobre el encuentro en San Vicente, en las que en torno de Duhalde
se veía a Scioli, Obeid, Díaz Bancalari, Caamaño
y –sobre todo- el detestado (por el kirchnerismo) De la Sota.
Fotografía
que conlleva diversos mensajes. Uno de ellos es el que, en cierto
modo, traducía Cafiero. Otros interpretaron que la reunión
fue una suerte de aviso o primer ensayo de lo que podría concretar
el Justicialismo en el próximo año, cuando se produzca
la primera pulseada electoral durante la gestión de Kirchner.
En parecida sintonía, algunos creyeron leer una advertencia
entrelíneas, algo así como "no nos busquen, porque
nos van a encontrar". En tanto que los más virulentos
leían la misma frase, pero en singular, atribuyendo el pensamiento
a Eduardo Duhalde, imaginando una fuerte pulseada cuando llegue el
momento de armar las listas de candidatos.
Duhalde,
sin embargo, continúa con su prédica pacifista impulsando
el firme respaldo del PJ al Presidente. Porque está convencido
–como la mayoría de los justicialistas- de que la suerte
del Justicialismo está atada a la suerte presidencial. Sabe
que nadie ignora que fue el factótum del triunfo del santacruceño.
Y que a pesar del evidente crecimiento de su imagen pública,
no podría esquivar su propia responsabilidad ante un fracaso
de esta gestión presidencial.
El
mausoleo es un homenaje merecido. Los mensajes que desde allí
se emitieron deben ser atendidos por todos. Pero también debe
escucharse al pueblo. La mayoría del cual reclama -en silencio-
consensos y, casi a los gritos, gestión. Que no es poca cosa.
(AIBA)