Una
vuelta más en la noria de la
tramposa descentralización justicialista
Por
Luis Bruni (*)
LA PLATA, 18 JUN (Especial de AIBA). La Ley
de creación de las Policías Comunales de Seguridad de
la Provincia de Buenos Aires es otro de los increíbles sin
sentidos a los que nos tienen acostumbrados el Gobernador provincial
y sus legisladores refrendatarios de su voluntad.
Es un parche puesto en un gigante vacío
–el de las políticas de seguridad— que no pretende
ser más que un gesto para zafar del momento, pero que trae
escondidas innumerables consecuencias dañosas para las finanzas
de los Municipios y para la seguridad de los habitantes de los mismos.
El texto aprobado por ambas Cámaras
con la oposición de los bloques de la UCR establece que las
Policías Comunales se integrarán con "Personal
de las Policías Departamentales y por las que la Autoridad
de Aplicación resuelva asignar a esos fines", es decir,
estarán ingradas por los mismos hombres de la sospechada y
poco confiable policía actual.
Por otra parte, en el intento de dotar a las
Policías Comunales de una alta eficacia y ejecutividad, se
la pone bajo las órdenes del Jefe local de la fuerza, del Intendente
Municipal, del Jefe de la Departamental a la que corresponda, de los
Foros Municipales de Seguridad y de la Comisión Bicameral de
Seguridad creada por Ley 12068.
¿Puede alguien creer honestamente que
una fuerza de prevención y represión del delito puede
ser eficaz y diligente en su cometido si es dirigida y supervisada
por cinco distintas conducciones? Esta multiplicidad de jefaturas
y supervisiones no pueden sino atentar contra la asignación
de responsabilidades y contra la necesaria unidad de criterio de mando
que requiere la fuerza, lo que redundará negativamente en las
políticas de seguridad para el interior bonaerense.
Sin embargo, no terminan allí los graves
perjuicios que esta Ley traerá para nuestras comunidades y
para nuestros Municipios que son puestos como responsables últimos
de los daños y perjuicios que pudieran ocasionar el accionar
de las Policías Comunales, no sólo en los casos de excesos
o mal desempeño de sus agentes, sino también de los
daños que pudieran devenir del uso de los rodados de la fuerza
o del normal accionar de la misma.
Tampoco queda claro qué pasará
cuando, por insuficiencia en las partidas establecidas en el Presupuesto
Provincial, no se pueda financiar razonablemente las Policías
Comunales o cuando un Intendente con el aval de su Concejo Deliberante
quiera salir del sistema.
Nuestra posición filosófica
es muy clara y conocida, y por lo tanto, previsible: Nos pronunciamos
con contundencia a favor de establecer y fortalecer las autonomías
Municipales plenas, pero no aceptamos este nuevo giro en la noria
de la tramposa descentralización a la que nos tiene acostumbrados
el Justicialismo y señalamos que esta Ley está impulsada
por el mismo espíritu que prevaleció en la década
del ’90 en nuestro país y en nuestra Provincia, sacándose
de encima las funciones y responsabilidades y tirándoselas
a las provincias y a los Municipios respectivamente.
También nos pronunciamos por la fijación
de políticas de estado en materia de seguridad en el marco
del Consejo de Seguridad Provincial, ámbito que es necesario
que se ponga en marcha perentoriamente y que ha sido ignorado por
la conducción provincial. (AIBA)
(*)
Diputado provincial por la Unión Cívica Radical