Paleontólogos
encontraron en China un nido con 34 crías y un adulto. Cómo
los dinosaurios cuidaban de sus crías
En muchas especies de estos extintos reptiles, los adultos permanecían
junto a su prole durante los primeros años de vida
Los
dinosaurios alimentaban a sus hijos, les buscaban refugio y les brindaban
calor
Incluso hay evidencias de que algunas especies empollaban los huevos
Cuesta
imaginar siquiera una pizca de ternura en un dinosaurio, animal cuya sola
mención nos hace pensar en filosas dentaduras o pesadas garras.
Sin embargo, un hallazgo reciente aporta nuevas pruebas de que muchos
de estos gigantescos reptiles eran padres y madres cariñosos o
por lo menos, dedicados, que cuidaban a sus hijos de forma similar a como
lo hacen hoy muchos cocodrilos y aves.
Investigadores
chinos y norteamericanos publicaron esta semana en la revista Nature un
hallazgo singular: 34 pequeñas crías de una especie llamada
Psittacosaurus sp. -reptil loro, por el parecido de su pico con el de
esa ave-, de no más de 20 centímetros de largo cada una,
que fueron enterradas vivas hace 125 millones de años atrás
probablemente por un alud.
Pero
lo sorprendente es que del conjunto de huesos fósiles apretados
en no más de medio metro cuadrado en la provincia china de Lianing
se destacan el cráneo y buena parte de la osamenta de un ejemplar
adulto: el padre o la madre de la camada, que pereció mientras
velaba por la seguridad de su prole.
"El
agrupamiento de ejemplares juveniles de psittacosaurus con un adulto indica
que éste cuidaba de los pequeños", dijo a LA NACION
el paleontólogo David Varricchio, del Departamento de Ciencias
de la Tierra de la Universidad Estatal de Montana, Estados Unidos. Para
el investigador, uno de los autores del hallazgo, la atención que
estos dinosaurios prestaban a sus crías consistía en cuidar
a los jóvenes, llevarlos adonde hubiera comida o refugio, y quizá
proveerlos de calor.
¿Por
qué Varricchio y sus colegas del Museo Dalian de Historia Natural
de China creen que la presencia de un dinosaurio adulto en esa suerte
de jardín de infantes prehistórico responde a una actitud
de cuidado paternal? Son muchos los indicios que apuntan a esa dirección.
En primer lugar, explicó Varricchio, "la excepcional preservación
de los esqueletos sugiere un enterramiento repentino".
Así
las cosas -y contrariamente a lo que sucede en la mayor parte de los yacimientos
paleontológicos en los que un río o una pendiente ha acumulado
ejemplares de distinta procedencia en un mismo sitio-, la presencia de
un psittacosaurus adulto y 34 juveniles en medio metro cuadrado no es
azarosa: al momento de su muerte estaban juntos.
Además,
todas las crías tienen el mismo tamaño, lo que sugiere que
pertenecían a una misma camada; en otras palabras, eran todos hermanos.
"Las
crías de psittacosaurus y el ejemplar adulto aparecen dispuestas
en un espacio que aparenta ser un nido. Las condiciones de fosilización
han sido tan excepcionales que aportan una instantánea de la vida
de estos dinosaurios", comentó Rodolfo Coria, paleontólogo
de la Subsecretaría de Cultura de Neuquén.
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Un
nido de 125 millones de años. Los huesos de un adulto (cuyo
cráneo se observa a la izquierda) y 34 crías de Psittacosaurus
apretados en medio metro cuadrado confirman que cuidaban de sus
crías. Foto: Gentileza David Varricchio
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La
garra que mece la cuna
Lejos de la estereotipada imagen de los dinosaurios como animales despiadados
y solitarios, que sólo aceptaban verse hermanados en sangrientas
escenas de cacería, los paleontólogos llevan casi treinta
años reuniendo evidencias que demuestran que muchas especies de
estos extintos reptiles cuidaban de cerca a sus crías durante sus
primeros años de vida.
"Aunque
realmente no contamos con mucha información sobre cómo los
dinosaurios cuidaban de su prole -reconoció con excesiva modestia
Varricchio-, se ha sugerido que los ejemplares adultos de maiasaura (que
significa ?buena madre reptil´) alimentaban a los juveniles que
permanecían dentro del nido durante algún tiempo y que los
allosaurus buscaban comida para sus crías."
"En
la mayoría de los casos -agregó Coria- lo que sabemos sobre
cómo los dinosaurios cuidaban de su prole procede de inferencias
que los paleontólogos realizamos a partir la forma en que fueron
enterrados los huesos. Encontrar [como en este caso] una asociación
de dinosaurios adultos y juveniles nos habla de que murieron juntos, por
lo que seguramente también vivían juntos. De ser así,
debía haber habido alguna forma de dependencia de los juveniles
hacia los adultos, lo que tiene que ver en definitiva con un vínculo
de protección."
Quizá
la evidencia más concreta del cuidado que los dinosaurios prodigaban
a su prole procede del oviraptor. "En 1996 se encontraron restos
de este dinosaurio terópodo, que vivía en lo que es hoy
Mongolia, empollando", recordó Coria. En todo caso, "lo
importante de haber hallado evidencias de cuidado parental en el psittacosaurus
es que permite sumar especies que encajan dentro de estos patrones de
conducta que, hasta ahora, han sido confirmados en especies de dinosaurios
[filogenéticamente] distantes entre sí".
Incluso
también hay evidencias de que no todos los dinosaurios cuidaban
de sus hijos con el mismo esmero del psittacosaurus o el maiasaura. En
Auca Mahuida, provincia de Neuquén, Coria participó del
descubrimiento de cientos de nidos de dinosaurios terópodos, en
los que la ausencia de huellas de ejemplares adultos en esa suerte de
maternidad sugiere una falta de interés por la suerte de la prole.
Padres
indiferentes, padres afectuosos: 65 millones de años después
de la extinción de los dinosaurios, ese mismo abismo perdura sobre
la Tierra.
Por Sebastián A. Ríos, La Nacion,
12 de septiembre de 2004 |