¿Nueva
especie o un enano con el cerebro reducido? Por
Rosa M. Tristan La polémica en torno al Homo floresiensis, la supuesta nueva especie de homínido encontrada en la pequeña isla indonesia de Flores por un equipo de paleontólogos australianos, está en su punto álgido. Un conocido científico indonesio, el profesor Tuka Jacob, que dirige el Laboratorio de Bioantropología de Gadjah Mada, ha puesto en entredicho el descubrimiento y ha asegurado que se trata únicamente de un Homo sapiens de pequeño tamaño que sufría una microcefalia, es decir, que nació con el cerebro más pequeño que el de sus congéneres. Esta teoría ha desatado la indignación del equipo australiano que encontró los restos en la cueva de Liang Bua -Peter Brown, Mike Morwood y Bert Roberts-, que han acusado a Jacob de «tener secuestrados» los fósiles e impedirles acceder a ellos para terminar su estudio. Para
el experto español José María Bermúdez de
Castro, codirector de las excavaciones en Atapuerca (Burgos), el asunto
no deja de ser un problema de «celos profesionales». Desde
hace décadas, Jacob, según el paleontólogo español,
es una gran figura en el estudio de fósiles. Sin embargo, quedó
al margen de la aparición del pequeño homínido en
su terreno, aunque después la institución que dirige se
ha convertido en la depositaria de los huesos porque no podían
salir del país. El descubrimiento de este homínido indonesio en Flores, publicado a finales de octubre pasado, dió un vuelco a la historia de la evolución humana. Se trataba de una especie que había habitado la Tierra hace sólo 18.000 años, compartiendo su tiempo con nuestro genero, el Homo sapiens, con quien quizá llegó ha encontrarse. Un ’hobbit’ inteligente Los investigadores apuntaban que su antecesor sería el Homo erectus, que alcanzó la pequeña isla hace 800.000 años y allí, recluido en un espacio pequeño, sufrió un proceso de enanismo en su cuerpo y su cabeza. Y es que, para sorpresa de los paleontólogos, el único cráneo encontrado (de una mujer) junto a los restos de siete individuos, tenía capacidad para 380 cm3 de cerebro, menos que un chimpancé. Sin embargo, era capaz de fabricar y utilizar instrumentos o de hacer fuego. Todo un hobbit de leyenda que abría nuevas perspectivas evolutivas. Pero Jacob y otros antropólogos, como Maciej Henneberg o Alan Thorne -aunque estos dos últimos no han visto los fósiles en directo- han declarado al diario británico The Guardian que es el «ansia por descubrir nuevas especies» la que llevó a Brown y su equipo a señalar que el H. floresiensis es una especie diferente a la nuestra. Jacob insiste en que en esa región hay étnias de una estatura similar a la de los fósiles (poco más de un metro), que muy bien pueden ser los descendientes de la mujer floresiensis. Dado que tiene los huesos en una cámara acorazada a su disposición, asegura que los ha analizado al detalle y que en cuanto cogió el cráneo comprendió que «era de Homo sapiens; pese a que la forma puede confundir, su pequeño volumen puede deberse a una microcefalia genética o ser fruto del parto». Del resto de los huesos, argumenta que son pequeños, pero nada más les diferencia de los nuestros. «En este laboratorio tenemos un tercio de los hallazgos de H.erectus del mundo, y estos fósiles no se corresponden con ellos», insiste en The Guardian. Y a los descubridores les acusa de «científicos terroristas, que fuerzan las creencias de la gente, cuando han trabajado con indonesios poco experimentados en esta materia». Por su parte, Bert Roberts, uno de los coautores del artículo en Nature, ha acusado a Jacob de «frenar la investigacion» por no permitir el acceso a los huesos. «Tiene la mala costumbre de aferrarse a los fósiles durante mucho tiempo. Y eso es algo que no se le debe permitir porque está impidiendo un análisis que él mismo defiende. Por eso le exijo que me envíe los fósiles lo antes posible». Roberts asegura que está a la espera de realizar unos análisis de paleogenética para comprobar los genes que diferencian al H. sapiens del pequeño hobbit de Flores. Enlaces
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