Ambivalencia
Un joven conscripto estadounidense describe cómo perseguía
a soldados alemanes en Francia durante la Segunda Guerra Mundial:
"Nos
topamos con tres alemanes en un corral; uno de ellos trató
de esconderse en un barril que estaba medio lleno de agua. ¡Nunca
olvidaré el triángulo de agujeros que la pistola de
Joe dejó en ese barril!".
Su
victoria rápidamente deja paso a emociones más complejas:
"Estaba
casi hipnotizado mientras miraba cómo el agua cambiaba gradualmente
de color, a rosa y luego a rojo, a medida que salía por los
agujeros que las balas perforaron en la madera. Mientras nos alejábamos
yo miraba hacia atrás al barril de agua... Un gallo grande
que había desaparecido bajo una ráfaga de plumas hacía
muy poco tiempo, ahora cantaba desafiando al mundo".
Esta
carta capta la ambivalencia que sienten muchos soldados, asegura
Carroll. "Estos hombres no son militaristas. Segar una vida
es algo extraordinario".
¿Censura?
Vivir tan cerca de la muerte significa que a la hora de enviar mensajes
a la familia muchos soldados experimentan una lucha interna con
necesidades encontradas.
"Existe
una autocensura, no quieren preocuparlos, no quieren expresar el
horror, pero también necesitan una experiencia catártica".
Mientras
en muchas cartas hay palabras tranquilizadoras y de amor, pocas
describen los horrores de la guerra.
"¿Mueren
como tú los ves en las películas? No lo creo. Hombres
jóvenes temblando por agotamiento nervioso y llorando como
bebés. Son hombres fuertes, o lo eran, que no tuvieron o
no tendrán nunca la posibilidad de vivir una vida normal",
escribió el mayor estadounidense Oscar Mitchell, el 15 de
abril de 1944.
lo
largo de la historia los soldados también han tenido que
enfrentar la censura oficial. Durante la Primera Guerra Mundial
los estadounidenses distribuyeron tarjetas navideñas en masa,
con mensajes impresos previamente que decían "estoy
bien" o "estoy en el hospital", para evitar dar información
útil al enemigo.
Durante
esa misma guerra, un soldado británico redactó una
irónica carta de amor pre-escrita, que le tomaba el pelo
a los censores y revelaba el cinismo que muchos sentían sobre
el conflicto:
"Mi
querida/queridísima/cariño, no puedo escribir mucho
hoy porque estoy con mucho trabajo/ocupado/cansado/flojo. Nosotros/los
alemanes, dimos una exhibición anoche/ayer, con/sin total/parcial
éxito. He tenido una pequeña/severa caída/herida.
Cómo se están arreglando las vacas/papas/niños?
____________________ (Escriba aquí demostraciones de afecto
- QUE NO EXCEDAN LAS 10 PALABRAS). xxxxxxxxxxx".
Mensajes
en clave
Muchas cartas muestran cómo los soldados se las arreglan
para enviar noticias delicadas a sus familias.
El
comentario supuestamente casual de un soldado de la Guerra del Golfo
"¡las moscas son enormes!" es un mensaje codificado
para su hermano de que un ataque era inminente. Su carta, aparentemente
alegre, pasó la censura y mantuvo a sus padres despreocupados
mientras informaba a su hermano de que muy pronto se enfrentaría
a un grave peligro.
En
medio del horror y del temor, más de un soldado invocó
la censura para esconder su propia flojera.
"Queridos
papá y Carmilita. Estoy bien, los días pasan volando
aquí en ________. Quizás dentro de poco tiempo podamos
estar todos juntos otra vez. Rezo por ello. Escriban pronto. No
hay nada como recibir una carta de casa. Desde _______. Con mucho
amor, Bill. P.D. Podrían censurar esta carta".
Esta
carta, escrita por el granjero de Arkansas William Kyzer durante
la Segunda Guerra Mundial, llegó con un enorme agujero en
la mitad, hecho por él mismo porque odiaba escribir.
Cartas
como ésta ameritan el siguiente comentario de parte de Carroll,
el autor del libro: "Cada vez que pienso que agoté un
tema alguien me da una carta extraordinaria. Es un trabajo de amor
y algo que se continuará realizando por un largo tiempo".
Archivo
importante
Uno de los que está contento con esta afirmación es
Rod Suddaby. El archivador del departamento de documentos del Imperial
War Museum de Londres dice que el descubrimiento de cada nueva carta
mejora la comprensión que los historiadores poseen de la
guerra.
"Cuando
pasa algo importante todos recuerdan diferentes cosas. Siempre va
a ser interesante conocer todos los testimonios nuevos que aparezcan
sobre los conflictos", asegura.
"Espero
que (estas colecciones) hagan que la gente tome conciencia de que
las cartas del tío abuelo que guardan en su ático
son interesantes para más personas, además de para
su familia inmediata".
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