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Zuhaitz
onak, itzal ona
"Buen árbol, buena sombra" dicho vasco
Los árboles son plantas caracterizadas por
tener un tallo principal erguido leñoso; por lo general, los árboles son las plantas que
en su madurez alcanzan mayor altura. Se diferencian de los arbustos en que generalmente
emiten un único tallo principal o tronco, y de las hierbas en que el tallo está formado
casi en su totalidad por tejido leñoso. Los árboles más pequeños forman a veces varios
tallos, como los arbustos, pero casi todas las especies grandes adoptan el biotipo de
árbol. Los árboles más pequeños pueden medir en la madurez poco más de 4,5 m de
altura y sólo 15 cm de perímetro del tronco; en cambio, las especies más grandes
superan los 110 m de altura y los 6 m de diámetro en el tronco.
A los árboles se les suele agrupar de una
manera muy general en dos categorías: árboles de hoja perenne y árboles de hoja caduca,
que no se ajustan por completo a la clasificación botánica descrita más adelante. Los
de hoja perenne, o perennifolios, son los que mantienen las hojas durante todo el año;
estos árboles pierden hojas viejas y forman hojas nuevas continuamente. Hay dos tipos
básicos de hoja perenne: 1) la acicular o aguja,
tipificada por la hoja rígida, delgada o escamosa y resinosa de casi todas las coníferas
y 2) la hoja ancha de las angiospermas, común sobre todo en regiones tropicales, pero con
algunos representantes en zonas templadas. Los árboles caducifolios o de hoja caduca son
todos de hoja ancha y pierden todo el follaje una vez al año, casi siempre cuando se
acerca la estación más fría o más oscura.
Clasificación
Todos los árboles son plantas con semillas,
pero entre ellos hay gimnospermas, en su mayor parte con piñas o conos; y angiospermas,
que son plantas con flor. Las angiospermas se dividen en dos clases: Liliópsidas
(monocotiledóneas) y Magnoliópsidas (dicotiledóneas) en función de la estructura de la
semilla. La mayor parte de las 60.000 ó 70.000 especies de árboles son dicotiledóneas;
sólo hay unos centenares de monocotiledóneas y menos de un millar de gimnospermas.
Los cinco órdenes vivientes de gimnospermas
engloban sobre todo especies arbóreas. Los más importantes son Pinales y Taxales, que
constituyen las coníferas. Entre las angiospermas son pocas las especies
monocotiledóneas de porte arbóreo; la única familia de monocotiledóneas formada en
buena parte por árboles es la de las Palmáceas, cuyos géneros son originarios de las
regiones tropicales y subtropicales de todo el mundo. Las dicotiledóneas comprenden casi
todos los árboles de hoja ancha, distribuidos por todo el globo.
Evolución
Hay árboles desde el periodo devónico de la
era paleozoica. Los más antiguos conocidos para la paleobotánica son los del género Cordaites,
que surgieron a principios del devónico y se extinguieron al final del paleozoico. El
orden de plantas arbóreas con representantes supervivientes más antiguo que se conoce es
Ginkgoales, formado por gimnospermas, con una sola especie viviente: el ginkgo, Ginkgo
biloba. Hay coníferas desde mediados del periodo carbonífero. Las angiospermas
arbóreas aparecieron en el cretácico inferior de la era mesozoica; en los primeros
tiempos del plioceno, de la era cenozoica, ya crecían en abundancia casi todos los
géneros que ahora viven en la Tierra. La mayoría de las hojas fósiles de árboles
halladas en rocas del plioceno son imposibles de distinguir de las formadas por los
árboles actuales.
Necesidades de clima y suelo
Los árboles crecen en cualquier lugar donde
haya suficiente agua en el suelo durante la mayor parte del año. No abundan en desiertos
ni en zonas donde sólo la capa de agua superficial baste para mantener una vegetación de
pradera; en estos puntos, los árboles sólo crecen en condiciones de cultivo bien
controladas, en oasis y a lo largo de las orillas de ríos y arroyos. Además, los
árboles que bordean desiertos y praderas suelen estar deformados o son de porte enano. En
las cotas más altas de las montañas o en los linderos de los bosques boreales de
coníferas, estos árboles dispersos, enanos y retorcidos se llaman krummholzk. En
condiciones óptimas, los árboles crecen en extensas formaciones vegetales llamadas
bosques.
Las necesidades climatológicas y
edafológicas (de suelo) de los árboles varían de unas especies a otras. Casi todas
cubren grandes extensiones de las que sólo una pequeña proporción permite el
crecimiento óptimo de la planta. La especie arbórea más común en una zona determinada
se llama dominante. Así, en España, el roble tozo domina en las majadas extremeñas; el
castaño en ciertos puntos de la Galicia interior; la encina en extensas áreas de
Cataluña; el haya en los bosques pirenaicos; las choperas y fresnedas en las orillas de
numerosos cursos de agua; y en toda la península Ibérica hay extensas zonas de montaña
repobladas con pinos y eucaliptos.
Ciclo vital
Casi todos los fenómenos fisiológicos que
experimentan los árboles son comunes a todas las plantas superiores. Debido a que la
estructura de todos los árboles es similar en esencia, muchos de estos fenómenos ocurren
de la misma forma en todos ellos.
Estructura básica
Los árboles, como los arbustos, crecen por la
incorporación sucesiva de numerosas capas de tejido leñoso en el tallo que envuelven la
plántula original. El eje de esta plántula, formado por la raíz y el tallo, está
dividido en tres capas principales. La más externa, llamada epidermis, está formada por
células de paredes delgadas y protege los tejidos internos del eje. La capa central o
córtex es un aglomerado de células más grandes de pared fina que funcionan durante un
tiempo como células de almacenamiento. La capa interna o estela consta de un anillo de
células pericíclicas resistentes, un anillo pluricelular de células de floema, un
anillo pluricelular de células de xilema o leñosas y un núcleo interior de células de
paredes delgadas llamado médula.
Desarrollo embrionario
En las primeras etapas del desarrollo de la
planta se forma una capa celular embrionaria, llamada cámbium, entre el floema y el
xilema. El cámbium se encuentra siempre en periodo de división y produce
alternativamente células de floema y xilema. Cuando una célula del cámbium se divide
para formar células de xilema, la célula que ocupa una posición más interna de las dos
resultantes de la división se transforma en xilema, mientras que la exterior sigue
actuando como cámbium en la división siguiente. Cuando ésta ocurre, la célula más
externa se transforma en célula del floema, y la interna sigue actuando como cámbium. Se
producen muchas más células de xilema que de floema.
Desarrollo
Las continuas divisiones del cámbium aumentan
poco a poco la circunferencia del eje. El cámbium también aumenta su perímetro a medida
que la porción leñosa del tronco crece como consecuencia de la multiplicación de las
células de xilema. Pero los tejidos situados fuera del cámbium -floema, periciclo,
córtex- empiezan en seguida a romperse y sufrir fisuras profundas, hasta que terminan por
desprenderse de la planta. En la parte externa del floema se forma nuevo cámbium, llamado
cámbium suberoso o felógeno, que da lugar a varias capas de células de corcho que
protegen el eje. A medida que éste prosigue el crecimiento, las capas de corcho
desarrollan en la superficie fisuras características y, a medida que el cámbium suberoso
se abre forzado por la presión del leño, se forma nuevo súber que lo sustituye.
Madurez
En la madurez, el eje del árbol suele estar
formado por varias capas de células suberosas fisuradas por la parte exterior: cámbium
suberoso, algunas capas de floema aplastado, otras de floema funcional, el cámbium y
numerosas capas de xilema. Éstas constituyen, por lo general, más del 95% del diámetro
del eje; en conjunto reciben el nombre de madera o leño, mientras que las capas externas
se llaman corteza. El cámbium suberoso divide la corteza en exterior e interior.
Reproducción
Los árboles, como casi todas las demás
plantas, se reproducen por alternancia de generaciones. Los óvulos y el polen pueden
formarse en una misma flor o en una misma inflorescencia. Pero muchos árboles, como los
acebos, fresnos, arces, tejos, enebros y ginkgos, tienen plantas con flores sólo
masculinas o sólo femeninas. La polinización suele ser anemófila o entomófila, aunque
varias especies de abedul producen semillas fértiles sin necesidad de polinización.
Nutrición
La albura del eje transporta agua y nutrientes
minerales disueltos desde el suelo hacia las hojas. En las hojas, el agua se utiliza,
junto con el dióxido de carbono que la planta absorbe de la atmósfera, en un proceso de
fabricación de alimento llamado fotosíntesis. La albura transporta también los
productos gaseosos de la respiración, que se forman en todas las células vivas de la
planta, hacia las hojas, desde las que pasan a la atmósfera. El floema transporta en
sentido descendente, hasta las raíces, los alimentos fabricados en la fotosíntesis y el
oxígeno absorbido del aire y usado en la respiración.
Anillos anuales
Dado que las células del xilema producidas en
primavera son grandes y las formadas más tarde pequeñas, y que durante el invierno el
crecimiento se interrumpe, la madera que se forma cada año adopta la forma de anillo
anual o de crecimiento. La anchura de cada anillo se ve afectada por el clima y otras
variables; por ello, la arqueología ha podido basarse en el estudio de estos anillos para
estimar las condiciones climáticas y las variaciones del medio ambiente en épocas
pasadas. Partiendo de árboles de edad conocida y comparando sus anillos con los de
ejemplares de edad desconocida, los arqueólogos han elaborado una cronología que se
remonta a unos 4.000 años atrás; esta técnica de datación, llamada dendrocronología,
se ha empleado para fechar estructuras y edificios antiguos de los que se conservaban
vigas de madera. Los anillos anuales más antiguos, de color más oscuro, casi nunca son
funcionales y reciben en conjunto el nombre de duramen; los más jóvenes, de tonalidad
más clara, transportan savia y constituyen la albura.
Longevidad
El tiempo de vida de un árbol depende de la
especie. Algunos abedules, por ejemplo, mueren al cabo de unos cuarenta años; en cambio,
el arce de Canadá puede vivir 500 años; algunos robles alcanzan los 1.500 años, ciertos
enebros llegan a 2.000 años y hay secuoyas gigantes de 4.000 años. El pino del Colorado
(Pinus aristata), nativo de Estados Unidos, es el ser vivo más longevo del
planeta: se conocen ejemplares de casi 5.000 años de edad.
Aplicaciones
Los árboles y sus productos tienen enorme
importancia para la humanidad. Véase información sobre el cultivo de los árboles para
obtener madera y sobre la utilización de ésta en Silvicultura; Industria maderera;
Madera; y los artículos dedicados a las distintas especies arbóreas. En cuanto al uso de
los árboles como fuentes de productos alimenticios, véase: Fruto; Horticultura; Huerto
de frutales; y los artículos dedicados a los árboles frutales más comunes. Sobre el uso
de los árboles para controlar la erosión, véase: Conservación; Erosión. Muchos
árboles se emplean también como ornamentales en parques, avenidas, bulevares y jardines.
Cambio Climático:
El rol de los bosques
como sumideros de carbono
Las zonas climáticas se están desplazando, los glaciares
se están descongelando, y el nivel de los océanos se eleva. "El planeta se está
calentando". Estos son algunos de los anuncios que cada vez con más frecuencia
escuchamos, ya no sólo como predicción de los climatólogos, sino como sucesos
catastróficos del presente que nos informan los medios masivos de comunicación. Estos
acontecimientos de orden meteorológico han alertado a la comunidad internacional, que ve
en ellos una amenaza futura para el desarrollo económico y la preservación de las
condiciones ambientales necesarias para mantener las distintas formas de vida sobre la
tierra, tal como hoy son concebidas. Es lo que se conoce como "El cambio climático
global".
La principal causa del cambio climático global es la
emisión de gases provenientes de la combustión de fuentes de energía fósil, que
provocan el denominado "efecto invernáculo o invernadero". Los gases que
participan en este proceso se denominan, en consecuencia, gases de efecto invernadero
(GEI). En la atmósfera existen concentraciones naturales de distintos GEI. Dichos gases,
del cual el más importante es el dióxido de carbono (CO2), dejan pasar la
radiación de onda corta proveniente del sol, que al llegar a la superficie de la tierra
se convierte en calor. Parte de este calor es tranferido al suelo y parte es reflejado
como radiación de onda larga. Luego, esta radiación de onda larga que emite la tierra
choca en las capas bajas de la atmósfera con los GEI, siendo devueltas hacia el suelo en
forma de radiación (calórica) de onda larga. Este fenómeno físico es responsable de
calentar a la atmósfera, llevando la temperatura media anual de -18 ºC a alrededor de 15
ºC, lo que hace posible la vida en nuestro planeta.
Desde el inicio de la era industrial, como producto del uso de
energías derivadas de fuentes fósiles (petróleo, carbón, gas, etc), las emisiones
antropogénicas han aumentado considerablemente la concentración de CO2 en el
aire. En los últimos 50 años este aumento de la concetración ha sido mayor al 25 %.
Considerando las absorciones por los sumideros naturales (bosques, otra vegetación y
mares) y las emisiones por las fuentes de CO2 , el balance anual neto de
emisiones a la atmósfera llega a 3.000 millones de toneladas/año. Como producto de este
exceso de concentración de CO2 se ha incrementado el efecto invernadero,
provocando un aumento en la temperatura media de la atmósfera desde el inicio de la era
industrial del orden de 0,6 ºC. Esto ha provocado cambios en los procesos
físico-meteorológicos y medioambientales, responsables de que en algunas regiones
ocurran inundaciones y en otras sequías profundas, así como una mayor ocurrencia de
tornados, huracanes, etc. Todos con sus consecuencias negativas, tanto biológicas como
económicas y sociales.
¿Cómo se puede enfrentar el problema?
Lo primero a realizar para enfrentar este grave problema es
disminuir las emisiones industriales y domésticas de CO2 a través de la
incorporación de tecnologías menos contaminantes o cambios hacia fuentes de energías
limpias (eólica, solar, etc). Para ello se requieren transformaciones profundas, las
cuales los países industriales (mayores responsables de las emisiones presentes y
pasadas) están dispuestos y obligados a realizar por su responsabilidad histórica. Pero,
lógicamente, estos cambios no deben poner en peligro el desarollo económico y social
alcanzado. El Protocolo de Kioto - que es el marco legal más avanzado que han logrado las
negociaciones internacionales en este tema - establece que, luego de su ratificación, las
naciones desarrolladas deberán en promedio reducir sus emisiones (para un primer período
entre los años 2008-2012) en una cantidad equivalente al 5,2 % de la emisiones
verificadas en el año 1990.
Por otro lado, los países en vías de desarrollo también
tienen su responsabilidad en las emisiones de GEI (aunque en menor medida), sobre todo por
la quema y cambios de uso de la tierra en los bosques tropicales, donde se envían al aire
grandes cantidades de CO2, así como por el cada vez mayor uso de energía
fósil como producto del aumento de la población y del crecimiento económico. En las
discusiones internacionales se plantea que el desarrollo económico de estos países no
debería seguir el modelo aplicado por los países industrializados, a costa de los
recursos naturales y el clima, sino bajo formas que contemplen un uso más eficiente de la
energía y menos contaminante, lo que se denomina el desarrollo sustentable.
El rol de los bosques como sumideros de
carbono
La vegetación, a través de la fotosíntesis, transforma
energía solar en química absorbiendo CO2 del aire para fijarlo en forma de
biomasa, y libera a la atmosfera oxígeno (O2). Los bosques, en particular,
juegan un papel preponderante en el ciclo global del carbono (C) ya que:
- almacenan grandes cantidades de C en su biomasa (tronco,
ramas, corteza, hojas y raices) y en el suelo (mediante su aporte orgánico)
- intercambian C con la atmósfera a través de la
fotosíntensis y respiración
- son fuentes de emisión de C cuando son perturbados por
causas naturales, por ejemplo incendios, avalanchas, etc., o antópicas, como la quema
para habilitar campos a actividades agropecuarias, explotaciones forestales sin conceptos
silviculturales, etc.
- pero también son sumideros (transferencia neta de CO2
del aire a la vegetación y al suelo, donde son almacenados) cuando se abandonan las
tierras perturbadas, que se recuperan mediante la regeneración natural.
El hombre, a través del manejo silvicultural de los
bosques nativos existentes, y por la creación de nuevos bosques mediante forestaciones y
reforestaciones en áreas donde no existen árboles, es capaz de alterar las reservas y
flujos de C forestal, modificando su papel en el ciclo del C y utilizando con ello su
potencial para mitigar los cambios del clima.
Mecanismos internacionales para la
implementación de proyectos forestales de mitigación del efecto invernadero.
Una característica del efecto invernadero es que resulta
indiferente dónde se produzcan las emisiones o la captura por sumideros, ya que sus
consecuencias tienen siempre un carácter global. Por ello, la Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMCC), donde desde 1992 se agrupan más de 150
países para negociar soluciones a esta problemática, habilitó en su momento una etapa
experimental hasta el año 2000 para el desarrollo de proyectos que contribuyeran a la
mitigación del exceso de CO2 atmosférico, a llevar a cabo en forma conjunta entre dos o
más países, que se denominaron Actividades Implementadas Conjuntamente (AIJ).
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Posteriormente, ante la falta de resultados tangibles en
los compromisos voluntarios de reducción de emisiones, las naciones de la CMCC firmaron
en 1997 el Protocolo de Kioto. Este acuerdo estableció compromisos vinculantes (metas
obligatorias) de reducción de emisiones y dispuso habilitar -una vez ratificado- tres
mecanismos de flexibilización para que los países con compromisos de reducción de
emisiones puedan cumplir con ellos, bajo la premisa de que sus mayores esfuerzos deben
siempre invertirse en la reducción de emisiones domésticas (en sus respectivos países).
Estos mecanismos de flexibilización son la Implementación Conjunta (IC), el Comercio de
Emisiones (CE) y los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL). Mientras las dos primeras
opciones podrán ser utilizadas sólo entre países con compromisos de reducción de
emisiones (los países denominados "del Anexo I", de la CMCC, que son los
desarrollados), los MDL abrirán la posibilidad de realización de proyectos conjuntos
entre países industrializados con compromisos de reducción de emisiones (Anexo I) y
países en vías de desarrollo (no Anexo I). Esto significa la posibilidad de transferir
grandes cantidades de recursos financieros y de know-how tecnológico para promover
procesos de desarrollo sustentable. |
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Árboles
Árboles perennifolios
Los árboles perennifolios, o de hoja persistente, conservan todo el
follaje o parte de él durante varios períodos de vegetación, pues las hojas nuevas
crecen antes de que las viejas se caigan. Los hay perennifolios de hoja ancha y acicular.
Árboles caducifolios
Se llaman caducifolios, o de hoja caediza, a los árboles en los que
las hojas son activas durante un solo período vegetativo. Se clasifican por
características como la estructura de la semilla, la forma de la hoja, el grano de polen,
o el aspecto de la corteza.















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