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VISIÓN GENERAL |
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En una
Comunidad Autónoma como La Rioja, dominada por el inmenso y fértil valle del Ebro, la
existencia de una zona con alturas que sobrepasan los 2.000 metros supone un cambio
significativo, no sólo del paisaje, lo que es evidente, sino de toda una serie de rasgos
que se asocian a las nuevas y muy diferentes condiciones.
La alta
montaña ibérica configura un ecosistema muy singular. La flora y la fauna allí
asentadas están especializadas para soportar las condiciones ambientales adversas como el
frío, el hielo y los fuertes vientos, a diferencia de los climas más suaves del valle.
Praderas higroturbosas, pastizales de alta montaña y asociaciones de matorrales de altura
son formaciones propias de estas cumbres y, por lo tanto, muy reducidas en el ámbito
geográfico de La Rioja.
Sólo en
las zonas más altas es posible encontrar relieves de origen glaciar. La Sierra de
Cebollera es uno de los mejores ejemplos de estas morfologías dentro del contexto del
Sistema Ibérico.
Cebollera
tiene el aspecto de montañas recubiertas por densos mantos verdes que tan sólo clarean
en las zonas más elevadas para dejar su espacio a los pastos de alta montaña; en otoño,
el mosaico de frondosas que inunda sus laderas se exhibe diferenciable y en su mayor
belleza. Toda una gama de colores cálidos, del amarillo al ocre y al rojo, revelan la
diversidad camuflada por el verdor de la primavera y el verano: abedules, robles
atlánticos, arces, serbales, mostajos, olmos de montaña, álamos temblones,
fresnos...sobre el fondo verde cerrado, intenso e invariable de las coníferas.
El bosque
acoge bajo su protección una fauna diversa, especialmente importante en el caso de las
aves, pero también relevante en cuanto a pequeños mamíferos, especies cinegéticas y
pequeños reptiles.
De lo
general a lo particular. Conocer y valorar los aspectos más interesantes del relieve
glaciar, la vegetación y la fauna es imprescindible a la hora de comprender el Parque
Natural. Y, probablemente, también para disfrutarlo plenamente.
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MORFOLOGÍA GLACIAR |
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La altitud de las montañas que forman el Parque Natural de la Sierra de
Cebollera permitió que durante los períodos fríos del Cuaternario, las glaciaciones, y
especialmente durante el periodo del Würm, quedasen parcialmente cubiertas por glaciares
de circo y glaciares de valle. La erosión producida por estos glaciares es aún patente
en esta zona, configurando los rasgos más característicos de su paisaje.
Los
glaciares son masas de hielo que se desplazan por la superficie terrestre a partir de las
zonas de acumulación. Presencia continuada, tiempo y movimiento convierten al hielo en un
agente modelador del paisaje que se refleja en la huella -la consecuencia- del glaciar que
fue.
Nieves y
hielos las cubren de forma permanente durante un invierno prolongado, madrugador y
persistente. Pero los glaciares desaparecieron hace tiempo y hoy son las formas que
modelaron en el paisaje las que acogen la nieve de temporada, abundante como para
aventurar el aspecto que tuvo el fenómeno original, pero destinada a desaparecer en la
primavera tardía y permitir la exhibición desnuda de las huellas que fueron dejadas por
los hielos permanentes.
Circos,
nichos, morrenas, valles glaciares... morfología del hielo que encuentra en Cebollera y
Urbión uno de sus máximos exponentes dentro del Sistema Ibérico, tanto por su número
como por su desarrollo.
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VEGETACIÓN
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La Sierra
de Cebollera ocupa un ámbito reducido, 236,4 Km2, en el que, sin embargo, destaca la gran
variedad de comunidades forestales existentes: encinar montano, rebollar, hayedo, robledal
atlántico, pinar silvestre... Además de la importancia que revela la gran diversidad de
especies existente, algunas de ellas, como el pino negro, encuentran en Cebollera su
único enclave en el Sistema Ibérico Septentrional.
Entre esta
variedad destacan por su implantación dominante tres tipos de comunidades vegetales:
bosques de frondosas, bosques de coníferas y alta montaña; cada una de las cuales ejerce
su hegemonía en una banda altitudinal diferente según las exigencias térmicas y de
humedad de cada especie.
Alta Montaña
Pinares de pino silvestre
Hayedos
Rebollares
Pero estas
comunidades, con ser dominantes, no son las únicas. Formando manchas de extensión
variable, desde pequeños bosquetes a bosques de cierta consideracion, existe una gran
variedad de formaciones singulares: abedulares, robledales atlánticos, encinares
montanos, acebedas, y otras especies de interés como son los tilos, arces, serbales,
mostajos, olmos de montaña, telos, fresnos...
Junto a la
vegetación arbórea existen formaciones de matorrales y pastizales de alta montaña, en
los que se diferencian enebrales rastreros, biercolares, brezales de montaña ibérica,
cervunales...y comunidades de carácter rupícola asentadas en cortados y canchales.
La
conservación de tal variedad de vegetación ha sido posible, en parte, gracias al
carácter aislado de la mayor parte del territorio. Y supone el mantenimiento de una
biodiversidad única en todo el ámbito de la Comunidad Autónoma de La Rioja.
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FAUNA |
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De igual forma que la morfología del paisaje condiciona el tipo de vegetación,
relieve y vegetación son factores fundamentales que determinan el tipo de fauna que
habita un territorio concreto. La fauna depende de ambos para encontrar refugio, alimento,
sus lugares de reproducción...todo cuanto necesita para sobrevivir.
Por esta
regla básica de supervivencia y selección natural, las especies más características de
la Sierra de Cebollera son las ligadas al bosque y a la alta montaña ibérica, unidades
paisajísticas que dominan ampliamente el territorio del Parque Natural.
La
catalogación de la Sierra como ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves) se debe
fundamentalmente a la existencia de rapaces forestales ligadas al bosque y de poblaciones
significativas de perdiz pardilla. Pero, más allá, la excepcionalidad del paisaje se
corresponde directamente, y es causa de la singularidad de la fauna de Sierra de Cebollera
en el ámbito de La Rioja. La existencia de la alta montaña implica la presencia de
especies que no aparecen en el resto de la Comunidad. Es el caso de numerosas aves
norteñas que encuentran aquí el límite meridional de su distribución debido a las
condiciones derivadas del factor altitudinal.
Esto sucede
porque zonas de montaña como la Sierra de Cebollera adquieren un valor ecológico
especial al convertirse en islas húmedas en un entorno mediterráneo y seco (el Valle del
Ebro y la Meseta pertenecen a este tipo). Y no es un hecho que sólo incumba a las aves,
junto a la perdiz pardilla y el halcón abejero se encuentran en Cebollera el tritón
palmeado, la víbora áspid, el lagarto verde, la musaraña común y el murciélago
bigotudo.
Otra de las
características especiales para la fauna de la Sierra de Cebollera es su
"estratégica posición geográfica" en las corrientes migratorias de las aves
europeas, en paso hacia el sur durante el otoño y hacia el norte en primavera. Por sus
collados pasan numerosas especies, entre las que destaca por ser quizá la más conocida,
la paloma torcaz.
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LOS ECOSISTEMAS |
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ALTA MONTAÑA |
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Alta montaña es sinónimo de rigor, de dureza. Los vientos son habituales y
soplan con fuerza; la diferencia de temperaturas entre el día y la noche se extrema, al
igual que los cambios de estación que pueden pasar, con cortos intervalos, del sol
abundante y fuerte del verano a la presencia constante de hielos y nieve en el invierno. Y
la radiación ultravioleta, excesiva para la vida de muchas especies tanto vegetales como
animales.
Es
necesario un alto nivel de adaptación para sobrevivir en un medio tan extremo. Factores
tan rigurosos en el clima mediatizan la vida, obligando a vegetación y fauna a reunir
unas cualidades muy específicas, casi podríamos pensar en un diseño calculado que les
permite desarrollarse sacando provecho de las condiciones adversas.
Existen dos
niveles o cinturones de vegetación, claramente diferenciables a medida que pasamos de las
zonas más elevadas a las de menor altura, colindantes ya con los primeros bosques.
En las
zonas más altas las condiciones climáticas son tan extremas que tan sólo sobreviven
algunas especies de pastos herbáceos muy duros y resecos. No hay vestigios de plantas
leñosas; tan sólo céspedes y líquenes.
Por debajo
de la línea de cumbres, en el espacio comprendido entre los pastizales de alta montaña y
los primeros bosques de pino silvestre, aparece una banda de matorrales achaparrados
conformando la corona más elevada de plantas leñosas. Básicamente, brezina y enebro
rastrero se reparten esta franja del terreno. Cuando los suelos son profundos y humedos
aparecen los cervunales, pastos de talla media densos y siempre verdes, de gran
importancla para la ganadería.
En un
ambiente tan desolado, con ocho meses de fríos intensos y siempre escaso alimento habitan
pocas especies animales; pero las que hay son singulares, características y propias de la
alta montaña, de gran importancia por su escasez en La Rioja y, también en el ámbito
nacional, como es el caso de la perdiz pardilla.
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BOSQUES: Pinares |
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La Sierra de Cebollera es el único espacio que acoge en sus bosques las tres
especies de pinos que crecen de forma natural en La Rioja: el pino silvestre (Pinus
sylvestris), el pino negro (Pinus uncinata) y el pino negral (Pinus pinaster);
circunstancia que reafirma su valor como enclave botánico de singular interés.
El pino
silvestre ocupa hoy en día grandes extensiones enesta Sierra, habiendo prosperado sobre
pastizales y matorrales que en su día sustituyeron a los hayedos y robledales. Cuando el
declive de la trashumancia hizo que disminuyera la presión ganadera, a finales del siglo
XIX, empezó el proceso colonizador del pino aprovechando el estado empobrecido del suelo
y la ausencia de sombra, condiciones en las que se desarrolla con facilidad y en las que,
además, las frondosas que antiguamente ocuparon los territorios son incapaces de crecer.
En las zonas más elevadas los bosques se aclaran en pinares abiertos que coexisten con
los matorrales de alta montaña.
El pino
negro ocupa un área reducida en el Castillo de Vinuesa que es, además, la única cita
que se encuentra en todo el Sistema Ibérico Septentrional. En cuanto al negral, existen
citas de ejemplares aislados preferentemente en zonas soleadas de media montaña.
El
sotobosque de los pinares de Cebollera se acompaña e retamas o escobas de vistosas y
melíferas flores amarillas y de enebros, con cuyas bayas se elabora la ginebra. También
crecen los brezos, con los que se confeccionan las pipas de fumador, la brecina, que
ofrece sus frutos a los animales silvestres ramoneadores; y el acebo, que cumple la doble
y vital función de alimento y refugio de muchas especies animales, también protegidas.
Una riqueza
añadida de los bosques de la Sierra, pero muy especialmente de los pinares, son los
hongos que proliferan en diferente número y variedad según las condiciones climáticas
de cada otoño. Cuando los días soleados alternan con los lluviosos en un ambiente
sostenido de escaso frío es fácil encontrar gran abundancia de boletos, de gran valor
gastronómico, y de los también muy apreciados níscalos. Junto a ellos abundan también
la falsa oronja, con la que hay que tener especial cuidado puesto que es venenosa y las
vistosas rúsulas.
Las aves
que habitan el pinar son insectívoras o se han adaptado al consumo de piñones y a la
vida entre las acículas. Muchas de ellas pertenecen a especies singulares y
características: piquituerto común, carbonerillo garrapinos, herrerillo capuchino,
trepador azul, verderón serrano... Y el pito real y el pico picapinos, un coloreado
pájaro carpintero. También se encuentran pequeñas avecillas insectívoras, como el
petirrojo, el reyezuelo sencillo y listado, pinzón vulgar...junto a especies de mayor
talla, como el arrendajo y la paloma torcaz. Y las rapaces, como el águila calzada, el
águila culebrera, el azor, el gavilán y el abejero europeo.
Los
mamíferos se dan en una amplia gama de tamaños y costumbres. Desde los ungulados, ciervo
y corzo, que se aprovechan de la relativa calidad de la hierba que crece bajo las
luminosas copas o en los claros de bosque; el gato montés, como único representante de
los félidos, huidizo y siempre procurando la lejanía de los humanos. Los mustélidos
están representados por la gardoña, que se alimenta de frutos e insectos, pudiendo cazar
incluso ardillas y aves. Ya entre los pequeños mamíferos, las ardillas consumen las
semillas de las piñas.
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