La
Comunidad Europea exige mayores controles a la inmigración
Huérfanos de Madre Patria: la expulsión de argentinos de
España creció un 30 por ciento en lo que va del año
Se
acabó la "inmunidad". Cerca de 50.000 ciudadanos de nuestro
país viven en condición irregular en territorio español.
Historias dramáticas a uno y otro lado del océano. Más
información en la Edición Impresa.
La
expulsión de ciudadanos argentinos de España creció
casi un 30 por ciento más en lo que va de este año, con
respecto a todo 2006. Según esas cifras, la supuesta “inmunidad”
que parecían darnos los estrechos vínculos con la Madre
Patria ya no es la misma.
Hasta
hace unos años existía un pacto tácito de buena voluntad
de España para con la Argentina que implicaba que los controles
eran más laxos que con respecto a otros países.
“Pero
ahora es la Comunidad Europea la que presiona a España a que sea
más rigurosa con respecto al ingreso de argentinos. Es que luego
estos inmigrantes que ingresan como turistas pueden trasladarse por el
resto del espacio Schengen”, explican desde la Cancillería
argentina.
Según
las últimas cifras, de fines de 2006, cerca de 50.000 argentinos
aún siguen viviendo en una situación irregular. Si son detenidos,
las sanciones pueden ser económicas, con multas de entre 300 y
6.000 euros, o la expulsión del territorio nacional, con prohibición
de entrada en España (y en el resto de países del espacio
Schengen) durante un período mínimo de tres años
y un máximo de diez.
En
la práctica, la norma general es la expulsión, previa la
tramitación del correspondiente procedimiento administrativo. Mientras
se espera el trámite de expulsión, las autoridades tienen
la posibilidad de tomar algunas medidas para garantizar su efectividad.
Una de ellas, tal vez la más cuestionada, es el internamiento en
los centros de inmigrantes.
Lois
Perez Leira, presidente del movimiento Argentinos en el Exterior, explica
que “los argentinos no son el principal ‘target’ de
los agentes de control de la inmigración. Muchos compatriotas que
logran pasar desapercibidos los primeros tres años de estadía
en España, estabilizados en un lugar y sin trasladarse demasiado,
tienen la posibilidad de obtener un permiso de residencia apelando a la
figura de ‘arraigo social’”.
“En
general. los conciudadanos son descubiertos sin papeles en operativos
puntuales. Por ejemplo, cuando hay controles por ETA, o si te pescan en
una inspección laboral o un control de tránsito. En esos
casos sí no hay demasiada alternativa, generalmente te llevan detenido
y te inician el trámite de expulsión”, asegura Leira.
Perfil.com,
23.09.2007
 |
Julio
viajó a España para ser padrino de su sobrino. Pero
lo rechazaron en el aeropuerto de Barcelona. Foto: ANGEL AMAYA
|
TESTIMONIOS
Historias
dramáticas a uno y otro lado de la frontera
—¡El
argentino! Búsquenlo que tiene un llamado –grita alguien
con acento extraño.
Es
lunes 27 de agosto, son las siete de la tarde hora española y Sebastián
García (30 años, nacido en Montegrande, provincia de Buenos
Aires) se sorprende al escuchar a alguien del otro lado de la línea.
Hace más de 20 días que está detenido en el Centro
de Internación de Inmigrantes de Valencia. “Esto es bastante
parecido a una cárcel. A las 10.30 nos dan el desayuno, después
nos sacan al patio, de 14 a 16.30 debemos dormir. Yo comparto celda con
otras seis personas de Colombia, Ecuador y Bolivia. La comida no es buena,
pero se deja comer. Hay sólo tres teléfonos para comunicarnos
con el exterior, que debemos compartir entre todos, así que imaginate
lo que es eso. Qué decirte, uno se va acostumbrando a superar el
día a día. Yo sólo quiero que el tiempo pase y poder
volver a Montegrande, a comer un asado con los amigos. Ya no quiero saber
más nada de España.”
Sebastián
explica que no tiene mucho más tiempo porque debe liberar el teléfono.
Pero intenta resumir cómo llegó hasta ese lugar. Hace cuatro
años dejó Argentina para instalarse en España. A
los 10 días ya había conseguido trabajo de “fontanero”.
Todo iba bien hasta que un viernes después de cenar con unos amigos,
a la salida de un bar le pidieron documentos. “No tengo, les dije,
y no intenté contradecirlos. Me tomó de sorpresa.”
Se lo llevaron detenido y al día siguiente ya estaba en el Centro
de Internamiento. “Me quiero volver. Pero no son cosas que pueda
decidir yo. El abogado que me puso mi jefe dice que las cosas están
complicadas, que tengo que esperar. Como les dicen a todos. Mis dos abuelos
son gallegos y siempre me hablaban de lo bonito que era esto. Esperaban
que algún día pudiera venir. No pensé que iba a terminar
así.”
En
los últimos siete años la cantidad de argentinos que decidió
instalarse en España buscando un futuro mejor creció más
del 180%. Sólo entre 2000 y 2003 llegaron más personas desde
Argentina que las que se habían establecido a lo largo de dos últimas
décadas, según datos del informe Argentinos hacia España
(“sudacas” en tierras “gallegas”). Los que no
lograron tramitar la doble ciudadanía ingresaron al país
como turistas, esperando en algún momento poner al día su
situación. Algunos lograron “los tan ansiados papeles”
a partir de la regularización de 2005. Pero, según las últimas
cifras de fines de 2006, cerca de 50.000 argentinos aún siguen
viviendo en una situación irregular.
Y
si bien los argentinos que son rechazados en los aeropuertos tienen iniciado
un trámite de expulsión o son retornados forzosamente al
país alcanzan una proporción muchísimo menor que
la de otras comunidades, lo cierto es que historias como la de Sebastián
sirven de muestra para entender que esa supuesta “inmunidad”
que parecían darnos los estrechos vínculos con la Madre
Patria no siempre es tal.
Clandestinos. “La lucha contra la inmigración
clandestina debe encararse sin complejos. La llegada irregular de inmigrantes
es una gran lacra que tiene a los propios inmigrantes como primeras víctimas.
El refuerzo de los sistemas de control en costas y fronteras –y
la cooperación con los países de origen para evitar la salida
de sus ciudadanos– ha hecho posible que hoy en día se esté
repatriando más que nunca, y a países en los que nunca se
había hecho.” El discurso de la secretaria de Estado de Inmigración
de España, Consuelo Rumí, en las últimas Jornadas
sobre Juventud Inmigrante, Empresa y Sociedad no deja dudas.
La
vertiginosa llegada de extranjeros ha desbordado en los últimos
años a España. Según datos del Instituto Nacional
de Estadísticas, mientras que en 2000 había 924.000 residentes
extranjeros, la cifra hoy asciende a 4.145.000. Esto ha motivado un refuerzo
estricto de controles y la implementación de nuevas normativas,
muchas de ellas polémicas como el proyecto que recomienda a los
policías a utilizar chalecos de fuerza y cascos para inmovilizar
a los inmigrantes irregulares que se resistan durante su repatriación
en aviones.
Tampoco
ayuda el hecho de que el proceso de regularización de inmigrantes,
que se puso en marcha en febrero de 2005, no haya sido ciento por ciento
efectivo. “La normalización dio lugar a muchas incidencias,
en general fue considerado un ‘fracaso’ por la oposición
al gobierno socialista. Se pretendió regularizar a unos dos millones
de personas consiguiéndose que lo hicieran unas 700.000, aproximadamente”,
explica a PERFIL la doctora María Pilar Bernabéu Solano,
especialista en Extranjería y miembro del Real e Ilustre Colegio
de Abogados de Zaragoza.
Con
respecto a los “ilegales”, la ley es clara: “Encontrarse
irregularmente en territorio español por no haber obtenido la prórroga
de estancia, carecer de autorización de residencia o tener caducada
más de tres meses la mencionada autorización” es considerado
una infracción grave según la ley de extranjería.
Las sanciones pueden ser económicas, con multas de entre 300 y
6.000 euros, o la expulsión del territorio nacional, con prohibición
de entrada en España (y en el resto de países del espacio
Schengen) durante un período mínimo de tres años
y un máximo de diez. “La decisión de qué sanción
imponer lo determina la Administración, de acuerdo a cada caso.
En la práctica, la norma general es la expulsión, previa
la tramitación del correspondiente procedimiento administrativo”,
explica Bernabeú Solano.
Mientras
se espera el trámite de expulsión, las autoridades tienen
la posibilidad de tomar algunas medidas para garantizar su efectividad.
Una de ellas, tal vez la más cuestionada, es el internamiento en
los centros de inmigrantes. “Estos centros son muy criticados porque
se manejan con la ‘lógica de excepcionalidad’. No tienen
una normativa interna como una cárcel para regular las visitas
o los derechos de los detenidos”, explica el argentino Nicolás
Sguiglia, que en 2002 fue detenido cuando participaba en una protesta
frente al Centro de Internamiento de Extranjeros de Málaga. Después
de la gran repercusión pública de su caso, logró
que se levantara la orden de expulsión y que condenaran a los policías
que le habían pegado en esa oportunidad.
Invisible “sudaca”. “Los
argentinos sin papeles, en general, no tienen problemas con los controles
policiales. Por un lado, porque son ‘invisibles’, no suele
haber rasgos físicos que los diferencien de la población
autóctona. Por otro, porque hasta ahora los argentinos no hemos
tenido la imagen ante la opinión pública española
de ‘inmigrantes’, con lo que esa imagen implica de carga negativa.
Aunque esto empieza a cambiar últimamente”, explica Walter
Actis, miembro del equipo de investigación Colectivo Ioé
de Madrid.
Lois
Perez Leira, presidente del movimiento Argentinos en el Exterior, explica
que, “a diferencia de otras colectividades de extranjeros, los argentinos
no son el principal ‘target’ de los agentes de control de
la inmigración. Muchos compatriotas que logran pasar desapercibidos
los primeros tres años de estadía en España, estabilizados
en un lugar y sin trasladarse demasiado, tienen la posibilidad de obtener
un permiso de residencia apelando a la figura de ‘arraigo social’”.
“En general. los conciudadanos que son descubiertos sin papeles
en operativos puntuales. Por ejemplo, cuando hay controles por ETA, o
si te pescan en una inspección laboral o un control de tránsito.
En esos casos sí no hay demasiada alternativa, generalmente te
llevan detenido y te inician el trámite de expulsión”,
asegura Leira.
Las
distintas asociaciones de inmigrantes reconocen que, además, la
situación cambia entre una y otra región de España.
No existe un acoso policial generalizado. Hay zonas más “calientes
como islas Canarias, Barcelona, Valencia, Cataluña, o Andalucía.
Allí es más probable encontrar policías de civil
o uniformados haciendo controles de documentación en estaciones
de trenes, micros y otros espacios públicos. Los argentinos son
una de las comunidades más importantes de la Costa del Sol, hay
cerca de 16.000 sólo en Málaga. En los últimos dos
años, las organizaciones en derecho de los inmigrantes hemos constatado
un aumento de las detenciones y órdenes de expulsión a conciudadanos.
Las deportaciones, si bien se pueden parar, gracias a la labor de los
abogados y militantes, ya son cosa frecuente”, explica Sguiglia.
Hasta
hace unos años existía un pacto tácito de buena voluntad
de España para con la Argentina que implicaba que los controles
eran más laxos que con respecto a otros países. “Pero
ahora es la Comunidad Europea la que presiona a España a que sea
más rigurosa con respecto al ingreso de argentinos. Es que luego
estos inmigrantes que ingresan como turistas pueden trasladarse por el
resto del espacio Schengen”, explican desde la Cancillería
argentina.
Según
el Cuerpo Nacional de Policía, unos 200 extranjeros son rechazados
cada mes en el aeropuerto de El Prat, de Barcelona. Los sudamericanos
figuran entre los más inadmitidos, seguidos de los asiáticos
y africanos. “Se han endurecido mucho las normas. No sabés
la cantidad de gente que están devolviendo en las fronteras. Antes
se armaba mucho escándalo cuando rechazaban a un argentino, ahora
se ha vuelto habitual”, comenta Diego Arcos, presidente del Casa
Argentina en Barcelona.
“El
Gobierno piensa que ya está todo resuelto y no es cierto. Si bien
la gran oleada de argentinos que llegó a partir de 2001 se frenó
y se logró regularizar a una parte importante de ellos, quedan
cosas por resolver. Desde acá las asociaciones trabajamos en silencio,
y muchos deconocen que anualmente está creciendo la cantidad de
argentinos a los que ni siquiera se les permite que pisen suelo español”,
asegura Leira. Arcos se suma en el reclamo. “La última vez
que vino Cristina a Madrid ni nos recibió. Logramos entrar a una
cena que organizaban en el Ritz y tuvimos que hacer una gestión
para que viniera a saludar a la mesa de entidades argentinas.”
Laura
Bris es marplatense, tiene 28 años y hace casi tres que vive en
Valencia. A pesar de que está de novia con un uruguayo, quiere
casarse con un español. Aunque parezca incomprensible, para ella
no lo es. Hace un mes, el gobierno español le inició un
trámite de expulsión. Confiesa que ya empezó a perder
el miedo de salir a la calle, pero siente que si ella no encuentra una
manera de quedarse, nadie más podrá ayudarla. “Me
dijeron que casarse es una de las maneras más seguras para poder
quedarme. Voy a esperar qué pasa y si no tendré que intentarlo.”
|