Málaga - Almería (Guerra Civil)
Película biográfica del Dr. Bethune.1990
Refugiados de Málaga, camino de Almería
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La Caravana de la Muerte
Dr. Norman Bethune (Gravenhurst, Canadá, 1890-1939)
Esta carretera, limítrofe por un lado, con las altas montañas de Sierra Nevada, y por el otro, con el mar está construida sobre la ladera de unos acantilados y sube y baja a más de 500 pies por encima del nivel del mar. La ciudad que deben alcanzar es Almería, y está a más de doscientos kilómetros más allá. Un joven fuerte y sano puede caminar a pie unos 40 o 50 kilómetros diarios. El viaje a que estas mujeres, ancianos y niños debían enfrentarse les llevará a 5 días y 5 noches de camino, al menos. No encontrarán alimentos en los pueblos, ni trenes, ni autobuses para transportarlos. Ellos debían caminar y a medida que iban andando se tambaleaban y tropezaban con los pies llenos de rajas y de heridas de ir por el pedernal y el ardiente asfalto de la carretera, los fascistas los bombardeaban desde el aire y les disparaban desde los barcos de guerra. Ortoimagen satelital Málaga-Almeria
Pensamos que era importante continuar y descubrir corno se desarrollaba la evacuación de los heridos. Salimos por la tarde a las seis por la carretera de Málaga y a unas cuantas millas más allá nos encontramos con la cabeza de la lamentable procesión. Aquí estaban los más fuertes con todas sus pertenencias sobre los burros, las mulas y los caballos. Los pasamos, y cuanto más lejos íbamos, aún más penosa a la vista, se hacían los espectáculos.
Miles de niños, contamos unos cinco mil de menos de diez años, y al menos, mil de ellos iban descalzos y, muchos de ellos cubiertos con una sola prenda. Estos iban recolgados de los hombros de sus madres o agarradas a sus manos. Aquí habla un padre que iba tambaleándose con dos niños, uno de un año y otro de dos años, sobre sus espaldas, además de estar cargando cazos y sartenes, junto con alguna valorada pertenencia. El incesante torrente de gente llegó a ser tan denso, que apenas podían os forzar el coche entre medio. A ochenta y ocho kilómetros de Almería nos suplicaron que no fuésemos más lejos, ya que los fascistas estaban justo detrás.
¿Cómo podíamos elegir entre llevarnos a un niño muriéndose de disentería o entre una madre que nos contemplaba silenciosamente con los ojos hundidos llevando contra su pecho a un niño nacido en la carretera hacía dos días?. Ella había parado de caminar durante diez horas solamente. Aquí había una mujer de sesenta años incapaz de seguir arrastrándose para dar un paso más, sus gigantescas piernas hinchadas con úlceras y varices sangrando dentro de sus rotas sandalias de trapo. Muchas ancianas abandonaban simplemente esta lucha, se tendían a los lados de la carretera y esperaban la muerte.
El Dr. Norman Bethune, en primer plano, durante una operación en la Guerra Civil Española
La inagotable devoción de Hazen Sise y de Thomas Worsley, conductor
del camión, salvó muchas vidas. Se alternaban para conducir
día y noche, ida y vuelta, durmiendo en medio de la carretera entre
viaje y viaje, sin comida, excepto pan seco y naranjas. La sirena dio la alarma 30 segundos antes de que cayera la primera bomba. Estos aviones no hacían esfuerzo alguno por alcanzar los barcos de guerra del Gobierno que estaban en el puerto, ni por bombardear las barricadas. Estos lanzaron deliberadamente diez grandes bombas en el centro mismo de la ciudad, donde en la calle principal, dormían apiñados sobre la calzada, de tal forma que apenas si podía pasar algún coche, los exhaustos refugiados. Después de que hubiesen pasado los aviones recogí en mis brazos a tres niños muertos de la calzada, justo enfrente del Comité Provincial para la Evacuación de refugiados donde hablan estado esperando en una larga cola a que les dieran una taza de leche y un puñado de flan seco, era el único alimento que algunos tornaban durante días. La calle parecía una verdadera carnicería, llena de muertos y de moribundos, alumbrada solamente por el resplandor anaranjado de los edificios en llamas. En la obscuridad, los lamentos de los niños heridos, los chillidos de las madres agonizantes, las maldiciones de los hombres, iban elevándose en un solo grito masivo, alcanzando un tono de intolerable intensidad. Uno mismo sentía su cuerpo tan pesado como el de los muertos, pero, vacío y hueco, y uno sentía su cerebro arder con una intensa luz de odio. Aquella noche fueron asesinadas cincuenta personas de entre la población civil y, unas 50 personas mas fueron heridas. Hubo dos soldados muertos.
La cuestión había sido ya abordada, ¿por qué no se habían quedado en Málaga esperando la entrada de los fascistas? Sabían lo que les pasaría. Sabían lo que iba a ocurrirles a sus hombres y mujeres, lo mismo que les había pasado a tantos otros en las demás ciudades apresadas. Todo varón entre 15 y 60 años que no pudiera demostrar que no había sido forzado a ayudar al Gobierno, sería inmediatamente fusilado. Y es el conocimiento de todos estos hechos lo que concentró a dos tercios de toda la población española en una cuarta del país y lo que aún sostuvo la República. *Dr. Norman Bethune (Canadá) en sus Memorias de la Guerra Civil Española.
El Dr. Norman Bethune, descubridor de varias técnicas innovadors de cirugía -entre ellas la del transporte de sangre para suposterior tansfusión- murió de septicemia en China, durante la guerra ruso-japonesa- a consecuencia de un corte que sufrió durante una operación de urgencia bajo circunstancias extremas, ante el avance del ejército imperial japonés, el 12 de Noviembre de 1939. En China se venera al Dr. Norman Bethune como uno de los grandes héroes nacionales. NOTA: Al dia de hoy, en Julio de 2002, no hay un solo monumento o acto institucional, en el trayecto Málaga-Almería dedicado a aquellos miles de refugiados que murieron en aquella tragedia ni a las personas, como el Dr. Norman Bethune, Parshina, Hazen Sise o Thomas Worsley, que arriesgaron sus vidas para intentar salvarlos. |
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