La gala de Córdoba y la flor de Brazatortas

 

 

Don Cleofás

 

 

En los verdes campos del Edén, Antonio Gala, el del bastón florido, deshojaba la margarita y como no tenía de qué escribir, pues no le inspiraba la galanura de ningún garzón de Ida, el de la mirada almibarada tronó en su tronera. Y el manuscrito pudo ponérsele carmesí, pero no el rostro más duro que la blanda voz.

 

Así fue como la figura de las letras cordobesas hizo el figurón en el paisaje sin figuras. Tronó Gala contra Francisco José Alcaraz y escribió del presidente de la AVT: «Hay un personaje en el cuadro de las lanzas actual que reclama mi atención. No sé qué pinta, ni en nombre de qué pinta lo que pinta. Se trata de un señor llamado Alcaraz, de extraño rostro y aún más extraño comportamiento, que preside al parecer la AVT».

 

Y si en el cuadro de las lanzas no sabe Antonio Gala lo que Alcaraz pinta, bien haría el crítico de arte en informarse antes de juzgar, pues si Alcaraz tiene que pintar en la AVT es por ser hermano y tío de tres víctimas de ETA. Y para ello nadie le concedió como a Séneca el beneficio de la duda.

 

Pero a quien, como a Gala, tan solo se le ha muerto un perro, ¿qué se le puede pedir? A Francisco José Alcaraz le mataron un hermano y dos sobrinas bajo los escombros de la casa cuartel de Zaragoza. Así que si Gala no es ni de la familia ni amigo ni deudo ni allegado, ¿quién le ha dado a Gala vela en el entierro del hermano y las sobrinas de Alcaraz? Pues, que Gala haga mutis por el foro y se vaya a ponerle flores a la tumba de su perro Troylo.

 

Y si tanto le extraña el rostro de Alcaraz, sintiéndolo mucho tendré que decirle que no todos podemos ser los adonis que él soñará; pero ya se sabe, el hombre cuanto más feo más hombre (que testosterona nos sobra a los feos en nuestra cojonera lo que a la de otros puede faltar). Y españolazos somos, a mucha honra y sin complejo de ser descendientes de los que echaron de Córdoba a sus morabitos.

 

Y en el entierro del Conde de Orgaz no sé qué pinta ni en nombre de qué pinta este Gala sin golilla, que se equivocó de funeral como la paloma de Alberti. Y por la vereda del medio de los verdes campos del Edén, avanza, Gala, en pos del fantasma de tu chucho que podrás seguir el reguero de cagadas, y no pares hasta llegar a Samarkanda, que ya hallarás la lápida de tu perro Troylo, perro andaluz, no de Buñuel, sino del 28 de febrero... ¡Oh Antoñito, la gala de Córdoba y la flor de Brazatortas! Y allí, donde las cítaras colgadas de los árboles, en umbría, casi bruna hallarás la lápida de tu chucho en la que podrás leer, oh Gala, el del bastón olisbo, este epitafio que reza:

 

«Viandante que pasas,

arredra y cósete el ojo

que aquí yace Troylo

muerto no por rojo

sino por tonto del culo».

 

 

 

 

 

 

Artículo reproducido con permiso de su autor.

2007 Agencia FARO

Servicio de Prensa y Documentación de la Comunión Tradicionalista

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