Como saben los suscriptores de FARO, el 15 de octubre de 2006 el diario madrileño El Mundo publicó el artículo blasfemo de Fernando Arrabal «La estrepitosa risa el último día de la Virgen María». Tras protestar ante el citado periódico por las blasfemias que encerraba el artículo, y para probar la falsedad de su contenido, Carlos Álvarez de Blas le hizo llegar este otro sobre el sobrecogedor prodigio de lacrimaciones, tanto de lágrimas humanas como de sangre, observadas en numerosos cuadros e imágenes de la Santísima Virgen en estos últimos tiempos. No habiendo obtenido respuesta alguna del citado medio, salvo el acuse de recibo de la oficina de atención al cliente, entendemos que el artículo ha sido censurado y no se publicará en sus páginas. Helo aquí, pues.

 

 

 

Rosa Mística llorando

 

 

 

La Santísima Virgen llora

 

 

Carlos Álvarez de Blas

 

 

El pasado 5 de diciembre diversos medios se hacían eco de una conmovedora noticia: En una iglesia de la ciudad de Sacramento, en California, una imagen de la Virgen ha comenzado a derramar lágrimas de sangre. Aquella, que en la persona de San Juan nos fue dada como madre nuestra al pié de la Cruz por el Divino Redentor, llora.

 

No se trata de un hecho nuevo, ni aislado, sobre el que sea posible ser exhaustivo. El fenómeno se ha repetido de modo similar innumerables veces en los últimos tiempos. Así, las lacrimaciones, tanto de lágrimas como de sangre, de varias imágenes de la Virgen de Fátima en el domicilio de la mística napolitana Teresa Musco, en Caserta, durante los pasados años setenta.

 

Sólo entre enero y marzo de 1995 los informes al respecto se multiplican: lloran y sangran aproximadamente 30 imágenes en todo el mundo, según los datos compilados por el Dr. Ricardo Castañón Gómez en su obra ¿Llora Cristo en el Valle? Lacrimaciones registradas desde Damasco (Mirna Nazour, desde 1982), hasta Corea (Julia Kim, desde 1985), pasando por Ecuador (desde 1988), Bolivia (Cristo del Valle, desde 1995) y Argentina (1997).

 

Aquí, en España, la revista María Mensajera de la Editorial Círculo lleva como emblema en su portada una imagen de la misma Virgen Madre; imagen sobre la que se puede observar el rastro dejado por las lágrimas de sangre que derramara. Esta imagen se encuentra sobre la mesa de trabajo del director de la citada revista, Francisco Sánchez-Ventura, en Zaragoza.

 

En la década de mil novecientos noventa, miles de personas pudieron contemplar en una iglesia granadina cómo lloraba otra imagen de la Santísima Virgen. La imagen fue retirada para su estudio y análisis, a partir de lo cual desaparecieron las noticias sobre ella, pasando a ser desconocido para el gran público su paradero. Pero el dolor de una madre amante, la más amante de todas las madres, no es fácil de acallar.

 

 

Sicilia

 

«Reunidos los Obispos de Sicilia, y va­lorados atentamente los testimonios, han concluido unánimemente que no se puede poner en duda la realidad del llanto de la imagen del Corazón Inmaculado de Ma­ría, que ha tenido lugar del 29 de agosto al 1 de septiembre». Firma Ernesto Carde­nal Ruffini, arzobispo de Palermo (12 de diciembre de 1953). Así escribía en su informe el prelado italiano responsable de autorizar el culto a la llamada Madonna de las Lágrimas de Siracusa, después del extraordinario fenómeno por el que un bajorrelieve de escayola representando a la Santísima Virgen hubiese vertido copiosas lágrimas durante tres días y medio, maravillando a miles de personas que, en incesante procesión, pudieron contemplar el prodigio. Estas lágrimas, enjugadas con algodones y aplicadas a diversos enfermos, fueron la causa de innumerables curaciones imposibles para la ciencia médica, que sólo pueden ser calificadas de milagrosas, así como de innumerables conversiones.

 

De este modo relata el sacerdote jesuita José Luis de Urrutia en su colección «Apariciones de la Virgen» algunos testimonios de testigos presenciales:

 

«Provisto con una lente de aumento, pude observar cómo se llenaba gradual­mente de líquido la parte del globo ocular izquierdo, entre el párpado y el globo ocu­lar, y el derrame de este líquido en forma de gotas sobre el rostro. El fenómeno se repetía con la lentitud natural no de un llanto excesivo, sino como un llanto silen­cioso. Duró cerca de quince minutos». (Francesco Cotzia, médico cirujano).

 

«He visto formarse una lágrima en uno de los ojos, engrosar y correr por la cara. He visto tomar varias lágrimas hasta reu­nir un centímetro cúbico en una probeta. Secamos la imagen para ver si se trataba de un truco, pero constatamos que en la parte externa el yeso estaba revestido de color esmaltado, mientras en la parte in­terna era tosco, y estaba completamente seco». (Luigi d'Urso, ingeniero).

 

«Vi surgir de los ojos las lágrimas así como cuando llora regularmente una mu­jer o un hombre; yo mismo las enjugué la primera vez con las manos; también yo, conmovido e incrédulo al principio, me retiré llorando como un niño». (Giuseppe Iannuso, mecánico).

 

 

Akita, Japón

 

Historias semejantes se repiten a lo largo del mundo entero. En 1973, 115 millones de japone­ses tuvieron noticias por la prensa, la radio y la televisión de los fenóme­nos extraordinarios manifestados en una imagen de madera de la Santísima Virgen de un metro de altura, que, entre otros hechos milagrosos, lloró abundante y repetidamente, tanto lágrimas humanas como lágrimas de sangre. Aunque los sucesos extraordinarios comenzaron en junio de 1973, fue el 4 de enero de 1975 cuando comenzó el vertido de lágrimas por los ojos de la imagen, llanto que duró hasta el 15 de septiembre de 1981, fiesta de la Virgen Dolorosa, teniendo lugar el fenómeno en 101 ocasiones durante este periodo. Las lacrimaciones fueron presenciadas por cerca de 2.000 testigos y repetidamente fotografiadas. En enero de 1975 el laboratorio de bioquímica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Akita confirmó que se trataba de verdaderas lágrimas humanas.

 

Esta imagen, conocida popularmente por «La Virgen de Akita», se halla en un paupérrimo convento de monjas denominado «Instituto de las Siervas de la Eucaristía», situado en el ca­serío de Yu­sawadai, sobre unos montes del NE de la isla Honshu, frente al mar del Japón y la fría Siberia. En esta ocasión, además de tener lugar numerosas curaciones y conversiones, la Santísima Virgen se manifestó de un modo especial a una de las religiosas, sor Inés Katsuko Sasagawa. La hermana Inés, además de recibir sobre sus manos los sagrados estigmas, el 14 de octubre de 1974 fue curada repentinamente de su sordera, que la medicina había diagnosticado como irreversible. Además, afirmó haber recibido de la Santísima Virgen diversos mensajes, que comunicó. El primer mensaje era esencialmente a ella, tal como sucedió en su tiempo en la ca­pilla de la Medalla Milagrosa. El segundo mensaje concierne al pú­blico y al convento. El tercero es de un conte­nido tremendo y se dirige al mundo entero, teniendo una importan­cia semejante a los mensajes de La Salette, Lourdes y Fátima:

 

«El mundo ac­tual hiere el Corazón de Jesús por su ingratitud y sus ofensas» (6-VII-1973) «Dios de­rramará un gran castigo sobre toda la humanidad si ésta no se convierte. Sin duda este castigo será más tre­mendo que el Diluvio y en una dimensión jamás vista. Por este castigo perecerá una gran parte de la humanidad, murien­do tanto sacerdotes como fieles. Los hombres que se escapen tendrán que sufrir tanto que envidiarán a los muertos. La única arma que queda es el Rosario y la señal que el Hijo nos ha dejado. ¡Rezad todos los días el Rosario! Rezad el Rosario, rezad por los obis­pos y sacerdotes. El demonio se filtra hasta el interior de la Iglesia. Carde­nales se levantarán contra cardena­les y obispos contra obispos. Los sa­cerdotes todavía fieles serán relega­dos y combatidos por sus compañe­ros. El templo y el altar serán devasta­dos y se llenarán de adversarios. Por la influencia del demonio, muchos sacerdotes y religiosos abandonan su vocación… La pérdida de muchas almas es motivo de mis dolores. Yo sola puedo salvarlas de la desgra­cia anunciada. El que me presta su plena confianza será salvado.» (13-X-1973).

 

Tras detenido examen, el 22 de abril de 1984 el obis­po de Niigata, Juan Shojiro Itô, da fe con estas palabras de la veracidad de los extraordinarios fenómenos y autoriza el culto público a la Virgen de las Lágrimas de Akita:

 

«El contenido del mensaje no está en contradicción con la fe católica. Como obispo de la diócesis doy fe: 1º. No se puede afirmar que los su­cesos de la imagen de la Virgen no tengan origen sobrenatural, ni se en­cuentra nada contra la fe y la moral. 2º. Hasta que llegue el dictamen definitivo de la Santa Sede permito, en la diócesis de Niigata, la venera­ción de la imagen de la Virgen de Akita.»

 

 

Maasmechelen, Bélgica

 

La Revista ale­mana Der Fels de febrero de 1984, recoge los extraordinarios hechos de otro llanto, observado esta vez en una imagen de la Rosa Mística, advocación bajo la que la Iglesia venera la imagen de la Santísima Virgen aparecida en los años sesenta en «Fontanelle», Montichiari (provincia de Brescia), a Pie­rina Gilli, y que debe su nombre a las tres rosas, blanca, roja y dora­da, que, en recuerdo de los misterios del rosario, gozosos, dolorosos y gloriosos, lleva sobre su pecho.

 

En Maasmechelen, una pequeña ciudad flamenca de 32.000 habitantes, provincia de Limburg, en un bungalow situado en la avenida König-Albert-Laan número 115, perteneciente a la familia Linden, esta imagen, realizada en resina arti­ficial, ha llorado desde el 15 de septiembre de 1982.

 

Aunque en un principio el matrimonio Linden quiso guar­dar silencio, los vecinos difundieron muy pronto los hechos, y las visitas a la prodigiosa imagen se multiplicaron. ¿No se esconde en esto un negocio oculto o algo parecido? — ¡Abso­lutamente no! La familia Linden no gana nada en esto, antes da. Los señores Linden hubieron de sacrificar una salita de cuatro por cuatro metros, donde se encuentra actualmente la imagen ro­deada de flores y cirios, visitada por miles de peregrinos. El horario de visitas es los lunes y jueves de 14 a 18 horas. Lo único que allí se ven­de son grandes fotos del santo Padre Pío, de quien la familia es muy devota, pero al mismo precio que son compradas. Diariamente llegan cartas en gran número, «tanto que a veces no alcanzo a abrirlas yo sola. Si contienen dinero se devuelven a su remitente. Nosotros tenemos suficiente para vivir, no necesitamos más» — dice la señora Linden.

 

El doctor Ballaux (Steenweg 65 B, 3280 Ziechem), médico, revisó toda la casa de los Linden, observó minuciosamente y exa­minó todo hasta donde es posible: Tomó radiografías de la estatua, so­metió las lágrimas a examen biológico en el Instituto, etc. Afirma: «No es posible dar aquí una explicación de fenómenos naturales. Más, no les puedo de­cir como científico, Pero yo, como cristiano creyente digo con plena convicción: Aquí se ha manifestado Dios, de esto estoy seguro ciento por ciento. Otros problemas no exis­ten aquí».

 

 

Siracusa, Sicilia

 

En Siracusa, una de las poblaciones más hermosas de la isla de Sicilia, en el hogar del humilde matrimonio formado por Antonia Giusto y Ángel Ianusso, en la calle de los Huertos número 11, el 29 de agosto de 1953, una imagen de de arcilla del Corazón Inmaculado de María comienza a llorar sobre el lecho en el que se halla postrada Antonia, que, aquejada de una grave y dolorosa dolencia, se halla acompañada de su cuñada, que la cuida. Cuatro doctores, Michele Cassasola, Director de la Sección Micrográfica del Laboratorio Pro­vincial; Francisco Gotzia, asistente de la Sección Micrográfica del Laboratorio Provincial de Siracusa; Leopol­do la Rosa, químico higienista; y el cirujano Mario Marletta, atestiguan al mes siguiente en un informe oficial extenso que, «en definitiva, el aspecto, la alcalinidad y la composición indican que el líquido examinado es de análoga composición a la secreción lacrimal humana». Posteriormente, el portento tuvo repercusiones maravillosas en curaciones inexplicables obtenidas al contacto con algodones empapados en aquellas benditas lágrimas. Cuatro días duró la lacrimación de la imagen de Nuestra Señora, atestiguada por centenares de testigos y por las declaraciones juradas de los peritos.

 

El diario Ya, de Madrid, del 15 de diciembre de 1953 recogía así la noticia:

 

«Los Obispos de Sicilia, reunidos para la acostumbrada conferencia en Bagheria, han escuchado una amplia relación de Monseñor Héctor Bannancini, Arzobispo de Siracusa, sobre la lacrimación de la imagen del Inmaculado Corazón de María, ocurrida repetidamente los día 29, 30 y 31 de agosto y 1 de septiembre de este año en Siracusa, en la vía de los Huertos. Examinadas atentamente las oportunas pruebas y los documentos originales han concluido unánimemente este juicio:

 

«NO PUEDE PONERSE EN DUDA LA REALIDAD DE LA LACRI­MACIÓN.» Hacen votos para que tal manifestación de la Madre Ce­lestial excite a todos con saludable tendencia a una mayor devoción al Inmaculado Corazón de María y desea que pronto un San­tuario perpetúe la memoria del prodigio.» El Cardenal Ruffini, Arzobispo de Palermo, ha comunicado por radio la declaración, añadiendo: «No se pueden cerrar los ojos a la verdad de los hechos, y por tanto, desde hoy, Si­racusa será considerada en la Iglesia: ciudad del milagro de la Virgen de las Lágrimas.»

 

«¿Entenderán los hombres el misterioso mensaje de estas lágrimas?» Así se expresaba el Papa Pío XII en su mensaje radiofónico del 14 de octubre de 1954 a Sicilia, en referencia a estos hechos. «¡Oh lágrimas de Ma­ría!» continuó el Papa. «En el Gólgota lloró de compasión por su Hijo Jesús y de tristeza por los pecados del mundo. ¿Llorará ahora por las nuevas llagas con que se ve herido el Místico Cuerpo de Cristo? ¿O por sus mu­chísimos hijos que en el error y el pecado han perdido la vida de la gracia, ofendiendo gravemente la Divina Majestad....?»

 

Puede considerarse un hecho probado que la Santísima Virgen María, a quien los cristianos veneramos como Madre Nuestra, llora sobre el mundo. Pero ¿qué otra cosa si no hace una madre cuando contempla que su hijo, habiendo despreciando sus desvelos y consejos, se encamina hacia la propia ruina? ¿No es este acaso el último recurso de una madre amante? Llorar, sí, llorar. ¡Hasta lágrimas de sangre! Sangre, que es imagen del inmenso sufrimiento de su corazón amante.

 

Porque la medida del amor es el dolor, quien más ama más sufre, viendo el daño del amado. Esta sangre de sus lágrimas ha de ser el símbolo del amor infinito que su Inmaculado Corazón alberga por cada uno de nosotros, sus hijos.

 

 

Inmaculado Corazón de María llorando sangre en el domicilio de la mística Teresa Musco

 

 

 

© 2006 Agencia FARO

Servicio de Prensa y Documentación de la Comunión Tradicionalista

Se permite la reproducción, citando la procedencia.

 


Agencia FARO