UN AMIGO...
No será preciso que sea hombre, le bastará con ser humano; que tenga sentimientos, y que tenga corazón.
Será preciso que sepa hablar y callar, pero sobre todo oír.
Habrán de gustarle la poesía, las madrugadas, los pájaros, el sol, la luna, los silbidos del viento y los rumores de la brisa.
Deberá sentir un gran amor por alguien, o añorarlo.
Deberá amar al prójimo y respetar el dolor que los caminantes llevan consigo.
Deberá guardar un secreto sin que le suponga un sacrificio.
No es preciso que sea de primera mano, ni imprescindible que sea de segunda.
Puede haber sido ya engañado, pues todo amigo es alguna vez engañado.
No es preciso que sea puro, ni tampoco que sea del todo impuro, pero no debe ser vulgar.
Deberá tener un ideal, y miedo a perderlo y, en el caso de no tenerlo, deberá sentir el gran vacío que ello supone.
Tendrá que tener resonancias humanas, su principal objetivo debe ser el de ser un amigo.
Deberá sentir pena de las personas tristes y comprender el inmenso vacío de los vagabundos.
Deberán gustarle los niños y sentirá lástima de los que no pudieron nacer.
Hay que buscarse un amigo para tener los mismos gustos, que se conmueva cuando se le llame amigo.
Que sepa conversar de cosas simples, de lloviznas o de aguaceros y de recuerdos de la infancia.
Se precisa de un amigo para no enloquecer, para contar lo que se vio de bello y triste durante el día, de lo ansiado y de lo realizado, de los sueños y de las realidades.
Le deberán gustar las calles desiertas, los charcos y los caminos mojados, las cunetas, el olor del campo después de la lluvia y tumbarse sobre la hierba.
Se precisa de un amigo para que diga que vale la pena vivir; no porque la vida sea bella, si no porque ya se tiene un amigo.
Se precisa de un amigo para dejar de llorar. Para no tener que vivir en el pasado buscando recuerdos perdidos. Que nos abrace sonriendo o llorando, pero que nos llame amigo, para ser conscientes que...
...Todavía se vive
Vinicius de Moráis
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