CON LA COMPU DETRÁS DE LA BARRA
Coctelera, hielo, alcohol: Internet te ayuda a armar los mejores tragos

El trago es el elixir que motiva al tímido y mantiene firme al seductor. Para el fumador, nada mejor que cargar la copa con tres dedos y aguantar un faso en la otra. Para el bailarín, llevarla a la pista y hacerla circular al ritmo de la música, es toda una delicia. Las claves para una mezcla explosiva son una coctelera, hielo, alcohol y una conexión a Internet para bajar las recetas más prodigiosas.

Como se anticipa en las páginas de Ciudad Futura, el origen de los tragos combinados se remonta a los Estados Unidos, allá por el año 1920. En aquellos años imperaba la ley seca, que prohibía el consumo de alcohol. Así, las pocas bebidas que se conseguían eran de tan mala calidad, que para disimular su sabor era necesario rebajarlas con jugo. De esta forma, lo que nació como una improvisación se convirtió en un placer popular.

El arte de preparar brebajes —como se apunta en Cocktail Time— requiere la mezcla equilibrada de dos o más componentes. El secreto está en disolver una base de algún destilado como vodka, tequila o whisky, con un aditivo —jugo de frutas o algún licor de crema— para alterar su sabor. La granadina, el vermouth, o los jarabes son para ajustar su color.

Como la práctica hace al monje, antes de agitar los líquidos, en BarnoneDrinks se recomienda usar ingredientes de primera calidad, dejar los experimentos en manos de los barmen, respetar las medidas exactas, vertir la gaseosa derecho en la copa, colar los jugos con pulpas o semillas y poner el hielo siempre al principio.

En algunos bares virtuales como La coctelería, se puede rastrear los tragos por componentes. Así, al que le resulte demasiado fuerte la ginebra, muy dulce el ron o empalagosos los licores, sepa cuál es la combinación apropiada para aprovechar esa botella que descansa en el aparador.

Entre las fórmulas que se ofrecen en Morinoko, está el Bloody Mary, que con tiene tres partes de vodka, seis de tomate, una cucharada de limón, un par de gotas de salsa Worcestershire, dos gotas de tabasco, una pizca de pimienta blanca y una ramita de apio. Para paladares tropicales, el daiquiri alista dos medidas de ron blanco, la pulpa de alguna fruta, azúcar impalpable y abundante hielo triturado

Para la cofradía del whisky, el Collins fusiona tres medidas de bourbon, unas gotas de limón, media cucharadita de azúcar y un disparo de soda. El Mad Sumer consta de tres chorros —generosos para los tipos duros— de whisky, uno de tequila y tres de jugo de sandia. Recomendación: abandonar en la tercera vuelta.

No hay dudas, en las noches otoñales nada seduce más que un café exótico. De las sugerencia de Cafe Imperial se destaca el Flambeado, uno que realmente echa fuego. A la taza hay que regarla con caña, ron y cogñac, luego incorporar cáscaras de limón y azúcar a gusto. El Irlandés —suerte de proyectil estomacal— requiere whisky, canela, chocolate rallado y crema.

Y para exorcizar la crisis, una copita entre comidas, es un antídoto eficaz. En Bs. As. Baileys se desliza una receta para elaborar este licor altamente adictivo. Es muy simple, hay que mezclar dos tazas de whisky con dos latas de leche condensada. Después, incorporar dos cucharadas de esencia de vainilla, dos de glicerina y una taza de café instantáneo disuelto. Listo.

En el sitio Tragoloco, se puede optar por aperitivos de distintas nacionalidades. Los porteños pueden arrancar con el Tango Argentino, que usa un toque de hesperidina, otro de bitter rojo, pulpa de ananá y clara de huevo. Y la hinchada carioca grita Caipirinha, que se sirve con piel de lima, azúcar, cacha.a y una buena dosis de hielo.

También hay recetas para fabricar aguardiente de ciruelas, lemoncello, licor de café, de kinotos, de huevo y de naranja.

Para quienes al escuchar destapar un champagne lustran la copa, el Claudine —como se desvela en Palosquemados— lleva en un mismo recipiente vodka, cura.ao azul y champagne. Los bebedores de tinto deben apuntarse con el Sabollón, que suma dos medidas de vino, una de oporto, dos yemas de huevo, batir todo a punto y adentro. Y si de ganar cultura alcohólica se trata, en el sitio se ofrece un mata burros con todas las bebidas habidas y por haber.

Como se anticipa en la Web del barman, para preparar un trago sofisticado no se necesitan conocimientos de alquimia, pero si buen gusto para combinarlo. Por ejemplo, cada mezcla debe llevar un vaso y un tipo específico de decoración, la coctelera tiene que estar a medio llenar, el orden para los componentes deber ser: hielo, azúcar, huevos, leche, alcoholes, jugos y los vasos deben estar siempre fríos.

Y si la vocación apunta a revolear la coctelera tras una barra, en Happy Night se dictan cursos presenciales, en un bar del barrio porteño de Las Cañitas. Al suscribirse al sitio se recibe por e-mail el trago de la semana. Como para ir ensayando, hay varias propuestas como el Tequila Sunrise, que acumula jugo de naranja, granadina y una porción de tequila, salud compadre. Para el que no se de maña y prefiera ser bien atendido, en el sitio A donde vamos están todos los bares en donde se puede torcer el aliento.

Diario Clarin, Miércoles 10 de abril de 2002

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