5.- Se inicia colecta en Lima
En el departamento de Piura,
las noticias sobre los hechos heroicos de Grau, llegaban
con cierta tardanza, y a veces desfigurados. Cuando al fin
se recibían noticias, la gente salía a las calles
regocijada y llena de orgullo por tratarse del paisano.
Se puso tanta vehemencia en
la transmisión de noticias, que muchas eran magnificadas y
se hablaba de hazañas increíbles, y más tarde cuando las
informaciones llegan en su exacta dimensión, había cierta
decaimiento, pero siempre aparecía Grau engrandecido.
Cosa igual paso con relación
a las primeras informaciones sobre el combate de Angamos.
Como un reguero de pólvora, corrió la noticia de que Grau
había hundido un acorazado chileno y la gente se volcó a las
calles y cuando la verdad se abrió paso, se pasó súbitamente
de la euforia a un estado de depresión colectiva.
En
el tema Nº 16, "Colecta para la reposición del Huáscar"" nos
ocuparemos de la forma como se efectuó la colecta para
reemplazar al “Huáscar”, pero por hoy, queremos hacer
hincapié en la forma como los peruanos respaldaron el plan
para reemplazar al glorioso monitor.
Para
reemplazar al
“Huáscar”, la municipalidad de Lima encabezó una suscripción
popular, y no quedó rico, ni pobre, ni de mediana fortuna,
hombre, ni mujer, anciano, niño, empleado, ni industrial,
individuo, ni corporación que no entregara su óbolo para
contribuir a la reposición del nuevo “Huáscar”, que llevara
el nombre de su inmortal jefe, el contralmirante Grau. En
breves días se reunió la enorme suma de doscientas mil
libras esterlinas y salió un comisionado a Europa para
realizar el deseo de todo el pueblo del Perú.
En vano pretendieron los
diaristas y otras gentes de Chile, hacer creer que el
“Huáscar” se rindió, ¡No, mil veces no! El “Huáscar” no
arrió su bandera, aun cuando ya no tenía jefes, y estaba sin
timón, yéndose a pique. Él, fue abordado y tomado a viva
fuerza; el valiente Pedro Gárezon, con revólver en mano se
entregó prisionero haciendo notar que hasta ese momento el
pabellón peruano se ostentaba soberbio, aunque vencido, en
su puesto de honor.
La pérdida del “Huáscar”,
cambió por completo las operaciones de guerra, dejando al
enemigo en toda libertad de trasladar su ejército al punto
de la costa del Perú, que más le conviniera.
Cartas de pésame
Doña Dolores Cabero recibió
cartas de pésame de diversos lugares del Perú y del
extranjero, entre ellas una de los jefes y oficiales de la
marina de guerra de Chile. No se conoce si la viuda de Prat
le envió alguna.
Dos cartas más recibió de
Chile. Una de su hermana Maria Luisa Cabero de Viel, esposa
del capitán de corbeta Oscar Viel, y otra carta de este
marino que era comandante de la corbeta “Chacabuco”.Viel era
compadre de Grau, por haber sido padrino de su hijo Ricardo
Grau Cabero, que más tarde moriría trágicamente en
Chanchamayo en 1899.
Fue intermediario en la
entrega de estas cartas, el empresario naval inglés Geoge
Patrie que en 1869 había entregado a Grau el comando de uno
de los mejores barcos de la Compañía Inglesa de Vapores.
Patrie que continuaba sirviendo la ruta del Pacífico, había
estado en Valparaíso, y allí los Viel le habían entregado un
sobre y unos bultos para Dolores Cabero Viuda de Grau, Lima.
El sobre contenía una carta de pésame del comandante Viel y
otra de María Luisa, la que le enviaba también un cheque de
cien libras esterlinas, que para la viuda del
contralmirante, le cayeron muy bien , por que estaba pasando
por dificultades económicas, que en forma disimulada y con
benevolente complicidad del chino Francisco, cocinero de los
Grau Cabero, solventaban las hermanas de Grau y el coronel
Manuel María Gómez casado con Dolores, la hermana mayor de
Grau. En la carta María Luisa le decía lo siguiente:
Imagino Dolores que estarás
sufriendo privaciones a consecuencia de esta guerra tan
inhumana. Olvida por favor que soy chilena desde que me casé
con Oscar y acepta lo poco que te envío con el capitán
Patrie. Antes que nada soy tu hermana y faltaría gravemente
a mi amor por ti y por mis sobrinos, si no me preocupara la
suerte que puedan correr. Oscar y yo, ponemos a tu
disposición nuestra fortuna. Aquí en Valparaíso hay casa
para Ustedes y cuanto puedan necesitar. Tu conoces la
admiración, la amistad y el cariño entrañable que Oscar
profesaba a tu difunto esposo. Sería una verdadera felicidad
y un gran honor que vinieran a vivir con nosotros. Avísame
si estas de acuerdo para arreglar pasajes y salvoconducto a
través de la Legación británica.
Pero la viuda del
contralmirante Grau, no podía aceptar ninguna hospitalidad
en territorio enemigo y prefería pasar las estrecheces y
vicisitudes del resto de los peruanos, Por eso, con mucha
delicadeza, pero también muy firmemente, no aceptó la oferta
de su hermana.