La música que se oye en la emisora local (en esas raras ocasiones en que suena) es una mezcla sorprendente, algo que no puede escucharse en ninguna emisora caleña: Darío Gómez junto a Ace of Base y el Grupo Niche junto a Leo Dan. Se pasa todo lo que la gente pida y que la emisora pueda conseguir. Los discos se renuevan cada dos años; sólo los "hits" llegan en casetes, como pasó con la "tierra del olvido". Lo único que tiene de música indígena son uno o dos discos de música andina, uno de ellos del festival Mono Nuñez.
La música Guainieña sigue siendo estrictamente oral. El director de la casa de la cultura me dijo "este departamento no tiene identidad cultural". Me dejó ver un tipo de exclusión que desconocía por completo, cuando me explicó que "en todos los festivales folklóricos no aceptan al departamento porque no tiene un ritmo que lo caracterice, como Tolima o Meta". El estaba impulsando el festival folklórico de Barrancominas y consistía todo en música llanera, con artistas venezolanos, del Vichada y el Meta. Sólo una líder indígena, Josefina, me cantó a petición arrullos y otros temas dedicados a la gente de los ríos, pero ella es del Vaupés. El Yuruparí Gigante sigue dormido...
En un festival que hubo en Venezuela, varios yerales, tucanos y otros provenientes del Vaupés, representaron al departamento. Pero ¿cantan los puinave? ¿los curripaco? Decir que no sería tanto como decir que no son humanos, y a ratos me parece que lo son más que nosotros. Su gente parece estar cubierta por un manto de silencio cultural. No escuché ni siquiera un canto evangélico en su lengua. Tal vez fue por falta de interés o de tiempo de mi parte, pero sí escuché sin mucho esfuerzo joropo, vallenato y salsa a granel, bailados por los mismos indígenas. Estuve en Guainía y me sentí en el Meta. Busqué la selva y estuve en el llano.
Inírida se parece más a Puerto Carreño o a Villavicencio que a Mitú, pues los colonos están más cerca de las dos primeras y mandan. Los indígenas están más cerca del Vaupés y del Brasil, pero callan. ¿Qué decir de Garza Morichal, lejos de todo, a medio camino entre Barrancominas y San José del Guaviare, a 15 días por agua de Inírida? Allí se puede contar a los nukak makú entre sus pobladores. Los puinave son de su familia lingüística (la makú-puinave), pero la distancia entre sus lenguas es tanta como la que hay entre el español y el rumano.
¿Se transformará la cultura de los nukak como la de los puinave? Es posible que lo que se obtenga al final sea algo como la versión puinave de la colombianidad, pero hemos perdido parte de una herencia que desconocemos casi por completo, como pasa con todos los grupos indígenas. En Cauca, Tolima y Nariño hay indígenas que ya no hablan su lengua porque se les olvidó y hoy se lamentan, pero reconocen su herencia y piensan permanecer en ella. En la vereda de Ambaló, en el municipio de Silvia, sólo quedan dos ancianos que hablan el ambalué, un dialecto del paéz. ¿Pasará lo mismo con los pobladores de los alrededores de Inírida?
Hay esperanzas. La comunidad de Coco Viejo queda a escasos minutos, no tiene televisor y tiene radio, pero como eso y nada da lo mismo... En sus conversaciones en las que no entendía casi ninguna palabra, a veces captaba un "gobierno" o "alcalde". Una que otra palabrita que se les ha colado, como a nosotros con el "¿okey?" importado del inglés, o como cuando llamamos Ci Di a un disco compacto. Hacen sus artesanías para vender, más que para usar, pero para estar tan cerca del Chernobyl cultural que es Inírida, los cambios han sido muy pocos. Los más terribles están en su relación con la tierra, pero es mucho lo que les queda de su lengua y su tradición.