Poco antes de irme, el ejército comenzaba a desplegar sus "efectivos" (¿personas o cosas? ¿O para ellos es lo mismo?). El gobierno venezolano lo exigía como una necesidad, en vista del ataque de la guerrilla a la Guardia en la frontera del Vichada. Cuando se dió ese ataque, en Inírida se dejó de recibir la señal de t.v. colombiana. Sólo se recibía la peruana, y en ese tiempo no hacía sino lanzar loas a sus "héroes caídos" al enfrentar al "malvado enemigo" ecuatoriano. Mientras, los iniridenses decían de los militares venezolanos "¡sí, que los maten, que los maten a todos!" Parecía haber un consenso entre todos, colonos e indígenas, de que la guardia jode mucho. Según ellos maltrata a todo el que puede.
Se da el caso de un río, que atraviesa la línea imaginaria y luego regresa a territorio colombiano. La línea sigue los caprichos de quienes la trazaron y no las necesidades de los habitantes de la zona: hace un ángulo y corta las aguas como si fueran un pastel. Para quienes tienen que atravesarlo el río es uno sólo, no dos países. La Guardia se para en su lado y encarcela y maltrata a los que se atreven a cruzarla.
Los dos países no comparten los mismos criterios para administrar y a cada grupo le cuesta entender las locuras del otro. La televisión venezolana no entra en el Guainía. ¿Por qué sí lo hace la peruana? Un medio de comunicación tal ayudaría a entender por qué los venezolanos toman las decisiones que toman, a comparar las dos versiones y tomar una posición más serena. No se puede disculpar con que la peruana llega por satélite y la venezolana no, porque el departamento toma la señal por antena y la relanza a unos cuantos kilómetros alrededor de Inírida. Es una cuestión de voluntad política. Los dos pueblos están pegados y no se conocen. Toman las decisiones como si estuvieran en Bogotá o en Caracas y sienten como una injusticia personal lo que para el otro es obligatorio.
A la Guardia y el gobierno venezolano no los comprende ni su propio pueblo y sus homónimos colombianos no se quedan atrás. Sentí que la situación entre Perú y Ecuador estaba empujando a sus vecinos a seguir el mal ejemplo. Conversar con el arma al hombro es como no querer conversar del todo y eso hacen nuestros gobiernos. Se trata de decirte que soy tu amigo, tu buen vecino, pero llevo mi arma, por si las pulgas...