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España 14-18

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     La Batalla de Lutsk fue el preludio de la Ofensiva Brusilov, lanzada sobre la provincia de Galitzia a mediados de 1916 (ver mapa) con el fin de alcanzar las llanuras húngaras y de paso aliviar la presión a la que se estaba viendo sometida Italia en Isonzo, donde los austro-húngaros habían lanzado una exitosa ofensiva poco antes. La localidad de Lutsk había sido punto de atención fundamental de la abortada Ofensiva Negro-Amarillo ideada por los austro-húngaros en 1915. Por tanto, conscientes de su importancia estratégica, la villa había sido sólidamente fortificada y reforzada con las tropas del IVº Ejército dirigidas por el Archiduque José Fernando, quien se mostraba muy seguro de su posición defensiva.

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Artillería pesada austriaca en acción

     La calma del frente se rompió brutalmente el 4/VI cuando una incesante barrera de fuego procedente de los cañones rusos del general Kadelin consiguió destrozar las líneas de alambradas que rodeaban las posiciones defensivas austriacas. El martilleo artillero fue tan intenso que los defensores cayeron presa del pánico, intentando huir antes de la llegad de la infantería rusa. Sin embargo, la densidad de las alambradas era tan grande que los austriacos no pudieron abandonar sus líneas y fueron hechos prisioneros en masa.

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Soldados húngaros en el frente

     Las bajas austriacas alcanzaron las 130.000 en sólo dos días. A consecuencia del derrumbe del IVº Ejército, las unidades del VIIº Ejército se vieron también desbordadas por el irrefrenable avance de las tropas rusas del laureado Brusilov. La fulgurante victoria rusa hizo tambalear las frágiles estructuras militares del Imperio Austro-Húngaro, que se vio obligado a renunciar a su ofensiva en el frente italiano y a pedir ayuda a su aliado alemán, el cual ordenó marchar a su VIIIº Ejército para taponar la brecha y rechazar, o al menos retardar, el avance ruso. La medida fue un éxito puesto que la feroz defensa consiguió desgastar a los rusos, cuya falta de logística, circunstancia que venía arrastrando desde el principio de la guerra y que le había impedido cosechar mayores éxitos militares, acabaría dando al traste con la ofensiva.

     Austria perdió durante toda la guerra cerca de un millón y medio de hombres, incluyendo 400.000 prisioneros, y cedió algo así como 25.000 kilómetros cuadrados de territorio. El lanzamiento de la Ofensiva Brusilov y sus desastrosas consecuencias para el Imperio Austro-Húngaro supuso para éste la pérdida de cualquier tipo de esperanza de alcanzar la victoria en el Este. Los ataques en el Frente Italiano se redujeron al mínimo, y Rumania acabó entrando en la guerra del lado de la Entente.

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