Las fuerzas extrañas

Leopoldo Lugones

Cátedra Letras Hispánicas

 

Contra la comodidad de los lectores y la merecida eternidad de Leopoldo Lugones las ediciones de este libro insisten vanamente en perpetuar la inclusión de cinco cuentos sin los que sería la obra maestra absoluta de la literatura fantástica en castellano y una de las obras maestras de la literatura universal. Esos cuentos quieren fundir lo científico y lo fantástico pero fracasan espléndidamente y apenas son esas ásperas acumulaciones científicas y esotéricas que ni siquiera la curiosidad consiente. Alguna edición los ha suprimido sabiamente y los ha substituído por otros cuentos sin duda memorables como Abuela Julieta o Francesca. Esta edición no. Prefiere restaurar el libro original de 1906. Basta con ignorar de raíz los cuentos que siguen: La fuerza Omega, El Psychon, La metamúsica, Viola Acherontia y Ensayo de una cosmogonía en diez lecciones. Excluídas esas faltas circunstanciales que Leopoldo Lugones perpetró a la manera del tiempo que le tocó vivir (confusiones del modernismo) queda la felicidad entera de leer los cuentos fantásticos más perfectos de la literatura castellana y aún del mundo. Perfectos por la prosa excepcional que los narra, por los argumentos asombrosos que abordan y por los hallazgos narrativos que Leopoldo Lugones ensayó para dar verosimilitud a esas fantasías. No extraña lo primero. Leopoldo Lugones fue el poeta más excepcional de Argentina y uno de los más excepcionales de Sudamérica. Es cierto que algunos párrafos no ignoran la ornamentación, pero nunca olvidan su tarea narrativa, al contrario de los cuentos de Rubén Darío, que por la misma época también ensayó el género fantástico en algunas piezas que vale la pena recordar como La larva. En cuanto a los argumentos sería suficiente la enumeración para confirmar su pluralidad y su imaginación audaz. La minuciosa narración del habitante final de Gomorra, el desdoblamiento prodigioso de un remoto estanciero, el milagro de un caballero cruzado en las noches palestinas, la súbita humanidad de las naciones animales, la magia espantosa de un sapo, las evocaciones antehumanas de un descarnado y la revelación de un secreto milenario que apenas Dios soporta integran el catálogo de maravillas que este libro expone. Pero acaso los hallazgos narrativos que Leopoldo Lugones discurrió para hacer verosímiles esas maravillas sea su mayor acierto. Cabe destacar que trabajó cerca de la nada y que las posibilidades que descubrió son las mismas que después retomaron y ensancharon escritores contemporáneos. Me refiero a la supresión de una parte decisiva de la narración que enriquece la duda y hasta la promociona a angustia. Me refiero a la selección de rasgos circunstanciales que derivan directa y verosímilmente de un hecho fantástico que de esa manera asimila las maneras de la misma realidad. Me refiero a la velada alusión de horrores oblicuos. Me refiero a la narración estricta de llanos espantos. Ensayos posteriores de Borges y Cortázar han definido esos descubrimientos. La vasta sombra de Edgar Allan Poe puede ejercer su influencia sobre estos cuentos, pero ese dato baladí no resulta decisivo puesto que esa sombra cubrió y sigue cubriendo el mundo y no hay cuento fantástico que no le deba algo. El prólogo cita el nombre de Villier de L´Isle Adam. Yo prefiero citar el de Marcel Schwob y aquellas fantasías históricas que escribió cuya naturaleza correspondía menos a la verdad que a un gozoso juego ilusionista. Si hubiera que elegir un cuento yo elegiría la patética historia del mono Yzur, cuyo nombre parece combinar gratamente las magias que suponen las palabras azul y azar y cuyo destino es conmovedor o atroz, según se entienda las alucinantes páginas finales que lo narran. Pero no hay ninguna razón para esa avaridad imperdonable. Apenas la esperanza de antología.

 

Marcos González Mut


[ cine ]