Frómista Una historia entre trigales, cielo y agua Jesús María Aínsua |
No hay noticias
sobre la fundación de Frómista; solo han aparecido algunos fragmentos de hierro,
cerámicas, teselas, inscripciones funerarias, etc. de la época romana, en el
pago llamado las Calderas, junto con restos de una antigua villa romana tardía,
no excavada aún. Es
probable que el nombre de Frómista se deba algún repoblador venido del norte,
ya que se corresponde con el nombre de un abad en Asturias (año 791). A finales del siglo
IX, se comienza a repoblar la llamada tierra de Campos palentina, con la
llegada de cántabros, vascos, francos...; todo, gracias a la magnificencia de
Alfonso III. A finales del siglo X, y hasta mediados del XI, estas tierras
vivieron momentos conflictivos: por un lado, el reino de León, que era el gran
espacio político de la época y, por otro, el
nacimiento del condado de Castilla, apoyado por el reino de Navarra en
su lucha por la independencia del reino leonés. Frómista ya aparece citada en un documento del rey Fernando I el Magno, en el
año 1049; éste era un acuerdo para delimitar las diócesis de León, Burgos y
Palencia. Algunos años más tarde se comienza a construir el monasterio de San
Martín, por orden de su madre Doña
Mayor, que era hija del conde Sancho
García de Castilla (995-1017), y reina viuda de Sancho el Mayor de Navarra
(†1035), ésta deja en su testamento (13,06,1066), a
favor del nuevo monasterio, entre otros bienes, la población que allí se estaba
levantando. Frómista terminó dividida en
tres barrios: el de San Martín, el de San Pedro y el de Santa María (éste,
cercado por los Tovar, como veremos más tarde), todos perfectamente delimitados
y cerrados. A Doña Mayor se la bautizó como Muniadomna
Sánchez, nombre que cambió para
reconocimiento de su primogenitura jerárquico-filial.
En enero de 1118, la reina Doña Urraca
heredera de Alfonso VI, entregó San Martín, su monasterio, población,
heredades, etc., al monasterio cluniacense
de San Zoilo de Carrión de los Condes; esta donación se hizo como
agradecimiento a la fidelidad mostrada por el priorato de San Zoilo a la reina,
ante los difíciles momentos que atravesaron los reinos de León, Galicia y
Castilla, sumidos en un conflicto civil desde Entre los años 1180
y 1190, nace en el barrio de San Martín, Pedro González, más conocido como San
Telmo (patrón de los marinos) y seguramente bautizado en este monasterio. El
rey D. Alfonso XI dona la villa su hijo el conde D. Tello; pero no terminan
aquí los cambios, pues, años más tarde, Enrique estaba en guerra con el rey
Pedro I, su hermanastro, al que vence con ayuda de algunos señores feudales,
coronándose como Enrique II. En pago a la ayuda prestada, la villa de
Frómista fue entregada sucesivamente a los Tovar, Gómez Manrique y, más tarde, a los Benavides. Los Tovar gobernaron la villa con mano de hierro,
extorsionando a sus habitantes y robando
parte del tesoro de San Martín, dinero con el que construyó una muralla
en torno a la iglesia de Santa María, razón por la que fue excomulgado. La
familia de Pedro Gómez Manrique, en común acuerdo con los vecinos de San
Martín, unifica definitivamente el barrio de San Martín con el pueblo, a costa
de un pleito con los monjes de San Zoilo, que duró 16 años. A la muerte de
Gómez Manrique, su hija Doña María Gómez, casada con un Benavides, continuó el
pleito, que llevó hasta el papa Martín V. La sentencia fue favorable a los
entonces Gómez Benavides (1427), pero a cambio de un censo perpetuo de 50.000 maravedís al año. Transcurriendo el siglo XIV, el monasterio
pasa graves dificultades; los frailes de San Zoilo no quieren trasladarse a San
Martín, y esta falta de frailes, unida a la escasez de dineros, obliga a estos
a arrendar los derechos sobre el barrio de San Martín, pese a que esta
decisión no contaba con el beneplácito
de la casa madre en Borgoña. Esta
situación hace que la iglesia de San Martín
termine encastillándose por miedo a los vecinos. No les vino mal esta nueva estructura a los frailes, pues en el año 1418,
el señor de la villa Gómez Benavides asaltó el monasterio y la nueva obra
sirvió de refugio a los frailes. En 1484, Frómista tenía
unos 3.500 habitantes; sólo en el barrio de San Martín vivían una cuarta parte
de ellos. El pueblo pagaba al señor, la suma de 150.000 maravedís,
en impuestos (por yantar, martiniega, portazgo y alcabala), junto con otras 300
cargas de pan y 2000 cántaras
de vino en concepto de diezmos. Cuando
los Reyes Católicos, en 1492, ordenan la expulsión de los judíos del reino, de
Frómista se van en torno a unas 200 familias (cerca de 1000 personas), las más
emprendedoras, con lo que comienza la decadencia de Frómista. A estas
desgracias se une que el obispo de Zamora, Antonio de Acuña, cabecilla de los comuneros, expolió
todas las riquezas de la villa: cálices, patenas, crucifijos…; todo era poco.
Al perder la guerra, las gentes que ayudaron a los comuneros fueron
ajusticiadas o seriamente castigadas. El
camino de Santiago entre Boadilla del Camino y
Frómista era llamado por las gentes de Boadilla "Camino Viejo de Frómista", y por los de
Frómista "Camino de Valdeoveja", camino éste
utilizado desde siempre, hasta el año 1965, en que la concentración parcelaria
lo reemplazó por el camino de sirga a orillas del canal. El
Camino entraba en Frómista por el pago conocido como Santiago el Caído,
encontrando a continuación la calle Francesa. Ni este camino ni dicha calle se utilizan hoy
día; ahora se entra en la villa por el camino
junto al canal, como ya dije, y después de cruzar éste por la pasarela
existente en la presa de retención, se llega a
Frómista era la
segunda villa en importancia después de Carrión; en la estadística diocesana de
1345 se dice que en la villa había cinco iglesias, cuatro de ellas
parroquiales, además de San Martín, propiedad, junto con sus diezmos, del
monasterio de San Zoilo de Carrión, como ya se dijo. San Martín es la
primera iglesia documentada en 1066; pero, al parecer, no la más antigua de la
villa. Junto con estas cinco iglesias, existían otras cinco ermitas; la más
antigua era la de Frómista contó con
siete hospitales hasta 1589, en que se reducen a dos: el de Santiago y el de
los Palmeros. El hospital más antiguo es el de
El hospital de San
Telmo se une al de Santiago en 1761, lo que no significó la desaparición de
ninguno de los dos ni de sus respectivas cofradías. Anteriormente se habían
unido otros hospitales, entre ellos el hospital de los Brasas, del mayorazgo
del licenciado Sr. Brasas (todos se unen en virtud de una providencia de la que
escribiré más tarde). El hospital de
Santiago fue fundado por el matrimonio formado por Fernán Pérez e Isabel
González. Su fundación parece ser de finales del siglo XV, ya que, en 1507,
Fernán Pérez, en su testamento, se refiere a él como ya edificado. La cofradía
estaba formada por treinta varones y tres clérigos, y se dotó, para su construcción,
de 100.000 maravedís, aunque el coste final ascendió
a 300.000 maravedís; este hospital era el mejor
dotado de la villa. La situación a las
afueras de la villa sobre un pequeño montículo del hospital de Santa María del
Otero nos hace pensar que estaba dedicado
a la atención de leprosos. Estaba junto a la iglesia del mismo nombre, y después
del año 1542, no se encuentran datos de este hospital. En el siglo XV, en
un incendio, desapareció otro de los hospitales; éste, bajo la advocación de
San Martín, y dependiente del monasterio benedictino, estaba construido en las
cercanías del mismo; se piensa que su construcción fue en los siglos XI o XII.
El mayordomo del hospital en la fecha del incendio (noviembre de 1453) era D.
Pero Fernández Teresa, quien después del incendio, quiso reconstruirlo, para lo
que acudió a un prestamista judío, de nombre Matutiel
Salomón, a pedirle un dinero; dinero que no pudo devolver en la fecha de
vencimiento, por lo que Matutiel tuvo que acudir a las
autoridades eclesiásticas, que inmediatamente excomulgaron al mayordomo (es
sabido que estaba prohibido tener deudas con los judíos).
El mayordomo, para
librarse de la pena, pagó al prestamista y aquí dio por concluido el caso, pensando que no
necesitaba confesión. Transcurrido el tiempo, Pero enfermó gravemente, por lo que pidió confesión y comunión; y el cura, de nombre Fernand Pérez de
Junto a la iglesia de San Pedro, también
existió un hospital, quizá en el hoy llamado "Huerto de los Romeros";
en 1589 se incorpora también al hospital de Santiago (estas coincidencias de
fechas se deben a una providencia dictada por el obispo de Palencia D. Fernando
Miguel de Prado, en diciembre de 1589). A medio kilómetro
dirección a Población de Campos existió otro hospital llamado de San Lázaro. En el año 1753 comienzan las mediciones y
cálculos para realizar la obra del canal de Castilla. Los trabajos fueron muy lentos y, hasta el año 1783, no se termina el canal, en su
tramo norte Alar del Rey – Frómista. A la entrada de
la villa se construyó el salto más grande del canal, con cuatro esclusas. Con la bendición de esta
agua, algunas tierras, hasta este momento de secano, se convierten en regadío.
Más tarde, en el año 1849, con la terminación de la totalidad del canal, éste se convierte mediante sus
barcazas arrastradas por caballerías, en
el medio para la salida de los productos
de la zona, a otros mercados alejados de su alfoz,
sin olvidar que aprovechando la fuerza motriz de las aguas del canal, se
construyeron una fábrica de harinas, tres molinos y dos batanes, con el
objetivo de elaborar y convertir los productos básicos en otros transformados
como los tejidos. En la década de 1860 se construye la línea férrea, mejorando y abaratando la exportación de los productos de la tierra; pero esto significó un nuevo declive de la villa, ya que los tímidos intentos de elaborar sus productos en la villa terminaron en dar salida a estos para que fueran manipulados en la zona norte de España, con lo que se perdió la oportunidad de crear una industria fuerte en Frómista.
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