En el mundo organizacional lo normal es el
cambio que seguirá teniendo una gran influencia en las
estructuras sociales, trayendo como consecuencia una redefinición de
los estilos actitudinales por parte de todos los miembros de la
estructura informal, y en los niveles: estratégicos,
operativos y tácticos también debe proceder un cambio de
estilo con la finalidad de implantar un proceso de sensibilización
permanente para estimular una conciencia de flexibilidad de
los trabajadores, orientado a reducir el efecto de los cambios que
en algunos casos son traumatizantes. Bajo estas perspectivas
los líderes deben aprender a administrar la técnica novedosa de la
inteligencia emocional, la cual en su esencia es la fuente primaria
de la energía humana, la autenticidad, aspiración y empuje que
activan los valores y propósitos en la vida y los transforman de
cosas en que se piensan en cosas en que se viven. Al darle uso a
esta innovadora herramienta, los trabajadores actúan basados en sus
auténticas emociones y de racionalidad, para tratar de optimizar la
productividad, evitando de esta forma el rechazo y por supuesto
mejorando substancialmente el clima laboral de la
organización.
Los líderes
organizacionales exitosos deben también aprender a utilizar el campo
de fuerza de Kurt Lewing, tratando de minimizar el rechazo al
cambio y tratar de establecer un equilibrio entre las fuerzas
vigorizantes y restrictivas del mismo. Debido a que no existe
ninguna receta acerca de la curva del aprendizaje organizacional de
este fenómeno, es necesario que no se pierda de vista que la
ocurrencia de cualquiera de ellos, siempre debe producir beneficios.
Sin lugar a dudas que cada proceso de cambio cierra e inicia un
nuevo espacio de oportunidad.
Existen diferentes
tipos y formas de cambio: cambios completos e incompletos; cambios
totales y parciales; cambios planeados u obligados; cambios rápidos
o lentos y por supuesto cambio en las personas y en las
estructuras.
La estructura
organizacional puede concebirse como una descripción de deberes y
responsabilidades dentro de una empresa, por medio de unidades
organizacionales que se planifican y coordinan entre ellas, para que
se cumplan los objetivos organizacionales definidos y la
estrategia para lograrlos. Es decir, esta última señala el camino a
recorrer para garantizar la consecución de los objetivos para
reafirmar el camino más expedito que debe seguir la
empresa.
Los niveles
estratégicos deben ser orientados hacia cuatro tipos de cambio
dentro de las organizaciones, para garantizar el establecimiento de
las ventajas estratégicas. Dichos tipos de cambio pueden
agruparse de la siguiente manera: a) productos y servicios; b)
estrategias y estructura; c) gente y cultura y d) tecnología. Estos
cuatro tipos de cambio pueden servir de apoyo competitivo tendente a
alcanzar una ventaja competitiva en el proceso de globalización.
Cada una de las empresas ha desarrollado una
arquitectura muy particular en cada uno de los tipos
mencionados anteriormente, los cuales pueden enfocarse para
lograr un impacto máximo en los mercados seleccionados por la
respectiva empresa. Como se ha manifestado, hoy se hace hincapié en
la necesidad del cambio radical, a causa del entorno turbulento e
impredecible de la actualidad.