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B2B | JULIO 2000 (ABRIL
1999) |
Antes de ser popularizado por la red de redes,
muchas empresas ya disfrutaban de sus beneficios
El comercio electrónico
no es sólo Internet
ALFONSO SÁNCHEZ
CARREÑO Consultor Senior de Comercio Electrónico Origin Spain,
S.A.
Existen muchas acepciones y formas de definir el comercio
electrónico. Particularmente la que creo más acertada es una de las
primeras que escuché, allá por 1992, pero que no por antigua ha perdido
vigencia, sino más bien lo contrario:
"El comercio electrónico
consiste en la utilización de la Informática y las telecomunicaciones para
canalizar los flujos de información y transacciones de negocio existentes
entre una empresa y sus interlocutores de negocio habituales (clientes,
proveedores, entidades financieras, transportistas, etc)".
Ante
este tipo de definiciones uno suele quedarse frío y sin saber muy bien qué
se quiere decir. Trataré de ayudar con un ejemplo simple y generalista,
pero que se puede ajustar a la mayoría de las situaciones. Pensemos en
todo lo que ocurre desde que una empresa compradora detecta la necesidad
de reaprovisionar cierto producto o material hasta que dicho producto se
halla físicamente ubicado en sus almacenes o depósitos. Le ruego al lector
una atenta lectura del ejemplo:
El comercio electrónico consiste en la utilización de
la Informática y las telecomunicaciones para canalizar los flujos de
información y transacciones de negocio existentes entre una empresa
y sus interlocutores de negocio habituales
|
1. El comprador detecta la necesidad
de reaprovisionar un producto, bien sea a través de un sistema informático
que gestiona su almacén, o bien sea simplemente a
ojo.
2. En función del producto a reaprovisionar,
se pueden solicitar ofertas a un panel de proveedores o, simplemente
lanzar el pedido al proveedor asociado a dicho producto. Casi con toda
seguridad, en ambos casos, se cumplimentarán manualmente formularios de
petición de oferta o de pedido en firme.
3. Una
vez superado el proceso interno de autorizaciones y de realización de
copias para los diferentes departamentos de la empresa, el formulario de
pedido (ciñámonos a éste) se enviará al proveedor muy probablemente por
fax o, incluso, por correo ordinario. Previamente a éste proceso, y en la
mayoría de los casos, en la empresa compradora se habrá registrado
manualmente en alguna aplicación informática (normalmente la de compras)
el pedido enviado.
4. A la recepción del pedido en
la empresa proveedora, éste habrá de ser recogido, leído e interpretado.
El envío por fax, probablemente, habrá dificultado la lectura de algunos
datos importantes del pedido; la clarificación de los mismos suele llevar
asociadas unas cuantas llamadas telefónicas entre proveedor y comprador
para que ambos "estén en sintonía".
5. Una vez
interpretado correctamente el pedido en la empresa proveedora, habrá que
introducir sus datos (manualmente, por supuesto), en el sistema
informático de tratamiento de pedidos y, casi seguro, en los procesos de
facturación y contabilidad. En la introducción manual del pedido, cabe la
posibilidad de que se hayan registrado erróneamente 2.000.000 de tornillos
en lugar de 200.000, lo cual causaría incidencias posteriores en toda la
cadena de suministro o en los procesos contables. Sin embargo, y por no
ser demasiado pesimista, supongamos que en ese paso no ha habido ningún
error y los datos se han introducido
correctamente.
6. Es necesario retirar la
mercancía del almacén del proveedor, para lo cual es posible que alguna
que otra llamada telefónica o fax se produzca para notificar esta
circunstancia al responsable de dicha instalación. Es probable también que
el sistema informático para la gestión del almacén se vea sometido a
alguna nueva introducción manual de datos para registrar dicha retirada de
producto, de nuevo susceptible a errores.
7.
Finalmente, y en muchos casos, la empresa proveedora ha de notificar a su
transportista, o al operador logístico con el que trabaja, toda la
información necesaria para que éste transporte la mercancía de origen a
destino. Sí, ha acertado: de nuevo fax, teléfono, entradas manuales de
datos, etc, notificando órdenes de carga, avisos de expedición,
…
8. Por último, y para terminar con el ejemplo,
no podemos olvidar los procesos paralelos de facturación y pagos que se
desencadenan entre proveedor, comprador, transportistas y entidades
financieras, que se ven sometidos a las mismas eventualidades
anteriores.
El panorama no parece demasiado alentador. Todo el
ejemplo rezuma ineficiencias, uso de papel, teléfono y fax en grandes
cantidades, propensión a errores, pérdidas de tiempo que implican stocks
mas grandes, etc. Sin embargo la inmensa mayoría de las transacciones de
negocio actuales responden a este patrón (aunque, por supuesto, ya existen
bastantes excepciones).
El ejemplo anterior, utilizando las técnicas de
comercio electrónico en su máxima extensión, se reduciría
a:
1. El sistema informático de gestión de almacén
del comprador detectaría la necesidad de reaprovisionar
material.
2. Mediante el uso de las redes de
telecomunicación (pudiendo ser la red Internet una de ellas, ¿por qué
no?), el sistema informático anterior enviaría un pedido electrónico, sin
papel, a la aplicación de gestión de pedidos de la empresa
proveedora. 3. En dicha empresa proveedora, el pedido
electrónico se integraría directamente en el sistema informático para la
recepción de pedidos, sin necesidad de intervención humana. Desde dicho
sistema, también de forma automática, podrían lanzarse notificaciones
electrónicas a los procesos contables, de facturación y de almacén, además
de comunicar telemáticamente también al operador logístico la información
necesaria para el transporte de la mercancía desde origen a
destino.
Como se puede apreciar, hemos reducido tiempos
drásticamente en todo el proceso; también hemos reducido la posibilidad de
errores, ineficiencias, etc. En definitiva, hemos aumentado la
competitividad de la empresa.
Una vez visto este pequeño ejemplo,
le pediría releer la definición anterior de comercio electrónico,
confiando en que ahora cobre más sentido a sus ojos.
Comercio Electrónico e Internet
Tomando como base la
anterior definición de comercio electrónico, ¿cómo entra en juego la
palabra Internet? Trataré de explicarlo.
El comercio electrónico es
un concepto de negocio, de cambios de procesos en las organizaciones, de
nuevas formas de abordar las relaciones comerciales entre las empresas, y
que, evidentemente, se sustenta sobre una base tecnológica para llevar a
cabo su cometido; pues bien, Internet no es ni más ni menos que eso: una
nueva plataforma técnica sobre la que asentar los conceptos, los
fundamentos y la filosofía del comercio electrónico.
Evidentemente
las características de la red Internet y de sus tecnologías asociadas ha
causado un boom del comercio electrónico, especialmente el asociado al
consumidor final (Business-to-Consumer, o B-C); la ubicuidad de la Red,
las capacidades multimedia de las tecnologías asociadas a Internet y la
facilidad de uso de las mismas, permiten a muchos negocios poder hacer
llegar su oferta a millones de potenciales consumidores, quienes pueden
navegar por la Red, buscando y seleccionando los productos o artículos que
deseen adquirir de entre los cada vez más frecuentes centros virtuales de
compra.
Todos los pronósticos apuntan a que el comercio
electrónico será la estrategia clave para que las empresas mantengan
o aumenten su competitividad en los mercados
globales |
Quizá éste sea el gran valor que Internet ha aportado
al comercio electrónico: ser el verdadero motor para su popularización y
aceptación global; aunque, como se dijo anteriormente, Internet ha
desarrollado el concepto de comercio electrónico B-C, sería injusto
olvidarnos de la otra gran vertiente: la de empresa a empresa
(Business-to-Business, o B-B), la de las transacciones comerciales entre
organizaciones. Y mas que injusticia, estaríamos cometiendo un error
estratégico, puesto que todas las predicciones y vaticinios de fuentes tan
solventes como Gartner Group, Nielsen o Forrester Research, pronostican
que el verdadero boom del comercio electrónico será el asociado al B-B, y
tendrá lugar con la llegada del nuevo milenio. Todos los pronósticos
apuntan, asimismo, a que el comercio electrónico será la estrategia clave
para que las empresas mantengan o aumenten su competitividad en los
mercados globales. Se podría incluso afirmar que, en muchos casos, el
comercio electrónico será la forma mediante la cual las empresas se
relacionen comercialmente entre sí y con los consumidores finales. En este
contexto, Internet juega y jugará un papel clave y fundamental, puesto que
se erigirá en la plataforma técnica por excelencia para el comercio
electrónico; pero esto es una cosa y otra muy distinta y equivocada es
reducir un concepto tan amplio como el de comercio electrónico a algo tan
específico como una compra de productos en un web de Internet con
posibilidad de pago en tiempo real. Personalmente me parece poco
afortunada dicha
simplificación.
Comercio
electrónico sin Internet
Ya antes de la irrupción masiva de
Internet en nuestras vidas, el comercio electrónico era una realidad para
muchas empresas. Como en otros muchos aspectos tecnológicos, en Europa
estas ideas cuajan algo más tarde que en Estados Unidos, pero aun así, son
abundantes los ejemplos en nuestro propio país. Quizá la tecnología
abanderada y más habitual asociada al comercio electrónico antes de
Internet era el Intercambio Electrónico de Datos (EDI, en sus siglas
inglesas), que ha alcanzado gran penetración e importancia en España en
sectores de actividad como Automoción, Distribución Comercial, Líneas
Blanca y Marrón, Transporte y en las Administraciones
Públicas.
EDI se complementa con Internet para poder reforzar
mucho más la esencia y las posibilidades del comercio
electrónico |
Procesos como la Logística,
Apro-visionamiento, Producción, Contabilidad y Facturación y, en general,
la gestión de la cadena de suministro están siendo ya abordados por
empresas de estos sectores de la economía nacional mediante el uso del
EDI. Las plantas de fabricación de vehículos en España utilizan desde hace
años el EDI para canalizar los pedidos de piezas a sus proveedores
principales, los fabricantes de componentes, en muchos casos en
transacciones Just In Time (JIT). Los distribuidores de electrodomésticos,
basándose en centrales de compra, efectúan sus pedidos a los principales
fabricantes mediante el uso del EDI; incluso la comunicación entre
fabricantes de pequeños aparatos electrodomésticos y los servicios
técnicos de reparación se efectúa vía EDI. El autor se brinda a explicar
mas detalladamente estos y otros ejemplos a aquel lector que pueda estar
interesado en ello, así como los beneficios de los que disfrutan las
empresas por la utilización de las técnicas de comercio electrónico en sus
transacciones de negocio. El EDI no sólo no pierde vigencia con la
aparición de Internet, sino que se complementa con su tecnología para
poder reforzar mucho más la esencia y las posibilidades del comercio
electrónico.
Así las cosas, el debate EDI vs. Internet que se
plantea en algunos foros cuando se habla de comercio electrónico es, a
modo de ver del autor, infundado y carente de sentido al no tratarse de
conceptos contrapuestos o antagonistas; por otra parte, casi siempre se
pretende establecer el debate en un plano puramente tecnológico cuando lo
que está encima de la mesa es un concepto de negocio -el comercio
electrónico- que se apoya en herramientas y soluciones tecnológicas para
su plasmación en la realidad.
Las verdaderas claves del éxito
Una vez que he intentado
exponer mi idea de lo que es el comercio electrónico, disociándolo de lo
técnico en general y de Internet en particular, trataré en este apartado
de poner de relieve una serie de puntos que darán, finalmente, toda la luz
sobre lo que abarca realmente este concepto.
Es clave
saber definir y diseñar correctamente la solución técnica que plasme
el proyecto de comercio electrónico para la
comunidad |
Poner en práctica el comercio electrónico
en una organización no es nada fácil ni trivial.
En primer lugar,
porque no es exacto decir que se implanta en una sola organización, sino
en un conjunto de ellas (Comunidad) que se relacionan comercialmente entre
sí.
En segundo lugar porque la dificultad de poner de acuerdo a
empresas que, normalmente, tienen intereses contrapuestos (unas son
clientes de otras, por ejemplo) es una labor ardua e ingrata.
En
tercer lugar porque la habilidad y capacidad para demostrar cuantitativa y
cualitativamente que la utilización del comercio electrónico es
beneficiosa para todos y cada uno de los miembros de la comunidad requiere
un profundo conocimiento del sector y de la operativa cotidiana de negocio
en el que las empresas se mueven.
En cuarto lugar, porque aun
habiendo superado todas las dificultades anteriores, es absolutamente
clave saber definir y diseñar correctamente la solución técnica (sí, ¡ha
acertado!, aquí es donde probablemente entrará en juego Internet) que
plasme el proyecto de comercio electrónico para la comunidad. Todos
estos factores pueden motivar que se perciba el comercio electrónico como
algo utópico, de difícil materialización y que "no encaja en mi negocio".
Nada más lejos de la realidad; si el lector piensa así es, o bien, porque
el autor no ha sabido exponer con claridad, o bien porque está tratando de
dilatar una situación y una operativa actual que, antes o después, tendrá
que modificar para poder competir en el mercado… y quien empiece a correr
antes del pistoletazo inicial muy probablemente llegue antes a la
meta. Para el despliegue de un proyecto de comercio electrónico en una
comunidad de empresas, se demuestra que la experiencia de una compañía
experta en estos temas es fundamental (y ¡cuidado!, no hay muchas). La
estrategia básica de estas compañías consiste en adoptar un papel
imparcial, que defienda los intereses globales de todos los participantes
del proyecto, que sea capaz de gestionar comunidades y que, en definitiva,
garantice el éxito y crecimiento del proyecto mediante la gestión y
provisión de la solución técnica adecuada a la necesidad de negocio global
de la comunidad.
Conclusión final
El comercio electrónico lleva ya
bastante tiempo entre nosotros. Internet está contribuyendo ya y lo hará
aun más a su extensión y popularización, tanto en el ámbito de las
empresas como en el de los consumidores finales. El comercio electrónico
será la clave para la competitividad de las organizaciones a partir del
año 2000, según todos los vaticinios y previsiones.
El comercio
electrónico no ha de ser entendido como un reto tecnológico sino de
negocio, por el que las empresas optimizan sus procesos y las relaciones
con sus interlocutores comerciales mediante la aplicación de las
tecnologías en las transacciones comerciales que fluyen entre
ellas.
Internet es simplemente una plataforma tecnológica más sobre
la que asentar los conceptos anteriores pero que con sus características
particulares se constituirá en el verdadero motor del comercio
electrónico.
Alfonso Sánchez
Carreño es Consultor Senior de comercio electrónico dentro de la firma
Origin Spain S.A, filial de la multinacional Origin, proveedora de
soluciones globales basadas en las Tecnologías de la Información. Alfonso
Sánchez lleva siete años desempeñando su labor dentro del área del
comercio electrónico. www.es.origin-it.com Tel:
+34.915669022
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