BREVE HISTORIA DE
PALOS DE LA FRONTERA
2003
EMPLAZAMIENTO
Palos de la Frontera se encuentra situada en el Suroeste de la
Península Ibérica, concretamente en la llamada Tierra Llana de
Huelva, la provincia más Occidental de Andalucía (España),
fronteriza con el Sur de Portugal, en la margen izquierda del
río Tinto, a cuatro kilómetros de su desembocadura en el
Atlántico, cuyas aguas constituyen el límite meridional de las
4873 hectáreas de su término municipal. Sus coordenadas
geográficas son 37º 8´ 24"de latitud Norte y 6º
31´ 48" de longitud Oeste, y su altitud media es de
aproximadamente 25 metros sobre el nivel del mar.
AÑO DE FUNDACIÓN
Aunque existen vestigios de poblamiento en la zona desde el
Paleolítico Superior, así como numerosas leyendas que aluden a
su pasado tartésico, romano, visigótico y musulmán, Palos nace
documentalmente a la historia en 1322, cuando Alfonso XI,
después de la reconquista de Niebla, lo dona a Don Alonso Carro
y Doña Berenguela Gómez. En 1379, Juan I volvió a entregarlo a
Don Álvar Pérez de Guzmán, verdadero padre y fundador de la
villa palerma, que se ocupó de repoblarla con 50 familias y de
mejorar su producción agrícola. A partir de entonces, en parte
gracias a una excelente organización y administración concejil,
su población creció notablemente.
HISTORIA
Palos de la Frontera es el lugar colombino por excelencia. En su
Monasterio de La Rábida, Colón encontró hospitalidad,
comprensión y apoyo. Cuando su ánimo desfallecía, los
franciscanos intercedieron por él en la Corte y le pusieron en
contacto con los marinos palermos. Los frailes conocían bien la
audacia y pericia de estos navegantes, devotos de Santa María de
la Rábida, a la que ellos llamaban, reconociendo los favores
recibidos, Virgen de los Milagros. Colón halló entre estos
marinos los recursos materiales y humanos que necesitaba, hombres
hábiles, valerosos y osados que, con sus carabelas, habían
navegado muchas veces por las aguas atlánticas, surcando rutas
hasta entonces desconocidas. Eran, sin duda alguna, los hombres
que Colón buscaba. Aquellos que creen fortuita y azarosa la
elección de Palos, como punto de partida de la expedición
descubridora, desconocen la historia palerma.
Disponía Palos de una magnífica posición: sobre un cabezo de
39 metros dominaba plenamente la desembocadura del río Tinto al
Atlántico, y reunía unas condiciones inmejorables como puerto
interior, al resguardo del viento y de los ataques piráticos,
pero con un rápido acceso a los bancos de pesca y rutas
comerciales atlántico-africanas, que la coyuntura secular hacía
muy rentables y prósperas. La población siguió creciendo,
abocada definitivamente al Océano, hasta alcanzar unos 2.500
habitantes, más otros 400 0 500 transeúntes que habitualmente
recalaban en el puerto de la villa, en vísperas del
Descubrimiento de América.
La época dorada de Palos fue la década de 1470-1479, cuando la
disputa sucesoria entre Juana la Beltraneja e Isabel la Católica
desembocó en una guerra peninsular entre Castilla y Portugal.
Ello supuso para Palos el respaldo real de sus incursiones a la
Guinea y, en definitiva, para disputarle a los portugueses,
rivales en la expansión oceánica, sus recién adquiridas
colonias. Las principales expediciones navales castellanas,
contra Portugal y sus dominios, requirieron siempre la presencia
de marinos palermos, verdaderos expertos en las navegaciones
atlánticas que, gracias a su pericia y hazañas, lograron fama
internacional. Pero llegó la Paz de Alcáçovas (1479) con
Portugal. La princesa Isabel, hija de los Reyes Católicos, se
casó con el futuro rey portugués. Confiados en esta alianza, y
tal vez esperando la unidad peninsular que supondría un heredero
común, los Reyes abandonaron en este Tratado todos los derechos
sobre mares y tierras atlánticoafricanas, excepto Canarias, a
Portugal. Los marinos palermos se veían así desposeídos de
unas zonas pesqueras y comerciales esenciales para su
subsistencia y sobre las que, con tantos esfuerzos, se habían
afianzado. Los palermos hubieron, por una cuestión de
supervivencia, de desobedecer lo pactado por sus Reyes y
Portugal.
Sus incursiones a Guinea, antaño alabadas, fueron entonces
delictivas y objetos de castigo. Por una de estas incursiones
fueron los palermos condenados a servir a la Corona, durante dos
meses, con dos carabelas aparejadas a su costa. El 30 de Abril de
1492, los Reyes ordenaron que esas naves se pusieran al servicio
de Colón: era la Pragmática Sanción. La Corona reducía así
los gastos de la expedición y vinculaba a ella a los bravos y
expertos marinos de Palos, los más aptos, según creencia
general de la época, para realizar una empresa de tal
envergadura.
Además, los Reyes, para que no existiese la menor duda del
carácter real de la expedición, quisieron que las naves
partieran de un puerto realengo. Para ello adquirieron, a fines
de Junio de 1492, la mitad de la villa de Palos perteneciente al
Conde de Cifuentes por 16.400.000 maravedíes, que pagaron a
plazos. La otra mitad era, en su mayor parte (5/12), del
Conde de Miranda, por herencia desde Álvar Pérez. Y el
"dozavo" (1/12) restante pertenecía al Duque de Medina
Sidonia.
MARTÍN ALONSO PINZÓN Y EL
DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA
Entre las más destacadas familias que habitaban en Palos
encontramos a los Pinzón. Una familia de origen aragonés que
llegó a Andalucía procedente de Asturias, siendo su apellido,
según algunos, deformación del término Espinzas o Pinzas. Para
otros, en cambio, el verdadero apellido familiar sería Martín,
nombre del abuelo, marinero y buzo en Palos, al que apodaron
Pinzón cuando quedó ciego, ya que era muy aficionado a cantar y
recordaba a los palermos a los pájaros pinzones, a los cuales
cegaban para que cantaran mejor. Su hijo, también marinero e
igualmente llamado Martín, fue el padre de los tres hermanos que
participaron en el Descubrimiento de América: Martín Alonso,
Vicente Yáñez y Francisco Martín Pinzón.
Martín Alonso nació por el año de 1440 y navegó desde niño
en las carabelas palermas como grumete. Vivía en el antiguo
Camino Real a la Rábida, y contrajo matrimonio con una vecina de
la localidad llamada María Álvarez. Tuvieron cinco hijos. Dos
varones: Arias Pérez y Juan Pinzón, que participarían en
varias expediciones por tierras americanas, y tres niñas: Mayor,
Catalina y Leonor, la pequeña, que sufría frecuentes ataques de
lo que ellos llamaban "gota coral" y nosotros
epilepsia.
Su enorme experiencia náutica y audacia le proporcionaron buenos
rendimientos en sus viajes de cabotaje, llegando a tener una
holgada situación económica. Tuvo embarcaciones propias en las
cuales se afanaban por enrolarse los marinos de toda la comarca.
Su fama y prestigio crecían gracias al éxito de sus
expediciones comerciales y al valor que demostró en las armadas
de guerra durante el conflicto entre Castilla y Portugal.
Martín
Alonso Pinzón
Cuando el 23 de Mayo de 1492 se leyó a los vecinos de Palos,
convocados ante la Iglesia de San Jorge, la Real Provisión por
la cual se les ordenaba entregar dos carabelas a Colón y partir
con él en el viaje que iba a realizar por mandado de Sus
Altezas, la villa acata la decisión real pero no la cumple. Los
palermos no estaban dispuestos a embarcarse en tan gran aventura
con un desconocido sin prestigio.
Independientemente de la mayor o menor credibilidad de las ideas
colombinas, los hombres de Palos nunca secundarían al genovés a
no ser que le acompañara algún navegante respetado en la villa.
La aventura, arriesgada y, sobre todo, de ganancia incierta, no
presentaba grandes atractivos. La oposición y la indiferencia
por el proyecto colombino debieron ser generalizados, ya que el
mandamiento real implicaba suficientes razones para sembrar el
descontento en el puerto palermo.
Ésa era la situación cuando Martín Alonso Pinzón regresó de
Roma de uno de sus habituales viajes comerciales. Como ya hemos
apuntado, era un hombre pudiente, diestro en el arte de navegar y
de gran prestigio en la comarca. En definitiva, Pinzón poseía
los atributos de los que carecía Colón, presentándose, por
tanto, como el complemento ideal del futuro Almirante para
realizar la expedición.
Fueron los franciscanos de La Rábida los que pusieron en
contacto al genovés con el marino palermo. También Pero
Vázquez de la Frontera, viejo marino de la villa muy respetado
por su experiencia, y amigo de Martín Alonso, influyó de manera
importante para que Pinzón se decidiera a apoyar la empresa. En
los Pleitos Colombinos, el testigo onubense Alonso Gallego
recordaba haber oído decir a Colón : "Señor Martín
Alonso Pinçón, vamos a este viage que, si salimos con él y
Dios nos descubre tierras, yo os prometo por la Corona Real de
partir con vos como un hermano".
Sea cual fuere el motivo del palermo, lo cierto es que, cuando
decide incorporarse a la expedición, inicia una enérgica
campaña de apoyo al viaje, animando a enrolarse a los más
destacados marinos de la zona. Desechó los barcos embargados por
Colón, contratando navíos más adecuados, y aportó de su
hacienda medio millón de maravedíes, la tercera parte de los
gastos en metálico de la empresa.
Las Naves
Durante el siglo XV se construyeron unos tipos de barcos
redondos, cortos de eslora, robustos y, al mismo tiempo, muy
maniobrables, que permitieron pasar de la navegación de cabotaje
a la de altura.
La nao era un barco intermedio, con una capacidad de entre 200 y
300 toneladas y que podía utilizarse tanto para el comercio como
para las empresas de exploración y descubrimiento. La menor fue
la carabela, que sólo cargaba unas cien toneladas y era
particularmente útil para navegaciones rápidas.
Carraca, nao y carabela no podían moverse a remo y su
maniobrabilidad residía en la adecuada combinación de velas: de
los pesados buques nórdicos tomaron la vela cuadrada, buena para
navegar con viento de popa, y de los árabes la vela triangular,
que aprovechaba el viento de costado.
Nao
"Santa María"
Eslora
máxima: 29,60 mts.
Eslora
de quilla: 16,10 mts.
Manga
máxima: 7,96 mts.
Puntal:
3,24 mts.
Desplazamiento
máximo: 223,88 toneladas.
Superficie
vélica: 269,85 mts. cuadrados.
La nao Santa María fue construida en Santoña y era
propiedad de Juan de la Cosa. Su nombre original era "La
Gallega" y fue contratada por Colón en el Puerto de Santa
María donde recalaba, y él mismo la rebautizó. Fue confundida
durante mucho tiempo con "La Marigalante", la Santa
María del segundo viaje colombino.
Carabela
"Pinta"
Eslora
máxima: 22,75 mts.
Eslora
de quilla: 16,12 mts.
Manga
máxima: 6,60 mts.
Puntal:
2,21 mts.
Desplazamiento
máximo: 115,50 toneladas.
Superficie
vélica: 186,62 mts.cuadrados.
La carabela Pinta había sido construida en los astilleros de
Palos pocos años antes de su famoso viaje. Su nombre hizo pensar
a algunos historiadores que pertenecía a la familia Pinto, pero
en realidad era propiedad de los palermos Cristóbal Quintero y
Gómez Rascón, que fueron en ella hasta América como marinos,
por lo que muy probablemente su verdadero nombre fuera "La
Pintá". Martín Alonso la prefirió por sus buenas
cualidades, ya que la había tenido alquilada. Su fletamiento fue
costeado por el Concejo de Palos.
Carabela "Niña"
Eslora
máxima: 21,40 mts.
Eslora
de quilla: 15,55 mts.
Manga
máxima: 6,28 mts.
Puntal:
2,00 mts.
Desplazamiento
máximo: 100,30 toneladas.
Superficie
vélica: 178,85 mts.cuadrados.
La carabela Niña fue construida en los astilleros de Moguer y
pertenecía al moguereño Juan Niño, de ahí el nombre con que
se la conocía, aunque su denominación oficial fuera Santa
Clara. Fue elegida por los Pinzón por ser muy maniobrable y
costeada, como la Pinta, por el Concejo de Palos.
La vida a bordo de las naves era bastante incómoda. Los
tripulantes dormían sobre esteras que extendían en la cubierta,
generalmente los marineros se acostaban debajo del castillo y los
mandos debajo de la tolda. Sólo Colón tenía su cámara,
llamada "la chupeta", que estaba situada en la cubierta
toldilla. Esta cámara iba muy sobriamente decorada y llevaba
como mobiliario una cama, una mesa, un sillón frailero, dos
sillas de tijeras y dos arcones.
Las naves iban permanentemente lastradas de manera que el
francobordo no variara y así no alterara en absoluto sus
condiciones de estabilidad y navegabilidad. El lastre solía ser
de piedra o arena, y se colocaba más o menos lastre, dependiendo
de la carga que se metiera en la bodega. En ocasiones y
concretamente cuando el consumo de alimentos y agua había
modificado sensiblemente el francobordo, y la nave estaba lejos
de tierra, la lastraban rellenando con agua salada los toneles
vacíos.
De pino eran las arboladuras, formadas por tres palos: trinquete
a proa, mayor en el centro y mesana a popa. El trinquete
instalado en la cubierta castillo se apoyaba en la roda. El
mayor, compuesto de macho y mastelero, atraviesa la cubierta
principal a través de la "fogonadura" y su parte
inferior se sujeta en una carlinga hecha firme en la sobrequilla.
El más pequeño, el mesana, montado sobre la cubierta de tolda,
lleva una ligera caída hacia popa.
Habas, garbanzos, arroz, tocino, cecina, pescado salado, miel,
vino, vinagre y bizcocho, constituían la alimentación básica
de los marineros . "...Que para cada persona se dé de
ración cada día libra y media de pan, y tres quartillas de agua
para beber e uno para guisar, e dos quartillas de vino, que es la
ración ordinaria". La comida la preparaban el
"fogón", construido con chapas de hierro y en cuyo
fondo se colocaba arena para proteger la cubierta de la nave del
fuego. El fogón se encendía al amanecer y se mantenía viva la
llama hasta la puesta de sol. Esto obligaba a los maestres de las
naves a meter en sus bodegas una buena cantidad de leña.
Dadas las características de los materiales utilizados a bordo
de estas naves: jarcias de cáñamo, velas de tejido vegetal
generalmente de cáñamo, gruesos vergos de pino, pesados
motonos, grandes anclas de acero forjado con cepo de madera,
cabos de fondeo de esparto, etc., todas las maniobras a realizar
eran pesadas, lentas y en consecuencia exigían, además de una
gran experiencia, un notable esfuerzo de los tripulantes.
Para facilitar estas maniobras, especialmente levar anclas, subir
la verga mayor, meter cargas pesadas en la bodega y meter el
batel a bordo, utilizaban un cabrestante colocado generalmente en
la cubierta principal y muy cerca del palo mayor. Este
cabrestante lo movían cuatro hombres por medio de cuatro
pértigas de madera colocadas horizontalmente.
Los timones eran grandes, de madera de roble generalmente,
tenían la misma anchura que el codaste y se sujetaban a él
mediante herrajes de hierro forjado. Con un mínimo de mar,
manejar la caña obligaba a que los hombres encargados de llevar
el rumbo fueran sustituidos continuamente. Para facilitar su
manejo instalaban, o bien un aparejo con unos motones hecho
firmes a la caña y a ambos costados de la cubierta, o un pinzote
vertical que salía por la cubierta de la tolda.
Lombardas y falconetes componían la artillería que portaban esta
naves, además de armas de infantería -espadas, picas,
ballestas, rodelas, cascos, petos, cuchillos y arcabuces-. Los
proyectiles eran bolaños de piedra y en algunas ocasiones de
hierro forjado.
Los Tripulantes
Tripulación
de la Santa María:
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·
Cristóbal Colón. (Capitán general).
·
Juan de la Cosa. (Propietario y Maestre. De Santoña).
·
Diego de Arana. (Contramaestre, alguacil; murió en La
Española).
·
Pedro Gutiérrez. (Administrador real. Repostero; murió en La
Española).
·
Rodrigo de Escobedo. (Escribano. De Segovia. Murió en La
Española).
·
Rodrigo Sánchez. (Veedor. De Segovia).
·
Pedro de Salcedo. (Paje. Sirviente de Colón).
·
Luis de Torres. (Intérprete. Judío converso. De Moguer, murió
en La Espa-ñola).
·
Rodrigo de Jerez. (Natural de Ayamonte).
·
Alonso.
·
Alonso Clavijo. (Homiciano. De Vejer).
·
Andrés de Yébene. (Grumete.
·
Antonio de Cuéllar. (Carpintero. Murió en La Española).
·
Bartolomé Bives. (Marinero. De Palos).
·
Bartolomé de Torres. (Homiciano)
·
Rui García. (Marinero. De Santoña).
·
Chachu. (Juan de Lequeitio, contramaestre).
·
Cristóbal Caro. (Orfebre. Plarero. Grumete).
·
Diego Bermúdez. (De Palos).
·
Diego Leal (Grumete).
·
Diego Pérez. (Pintor; murió en La Española. De Murcia).
·
Domingo de Lequeitio. (Tonelero; murió en La Española).
También llamado Domingo Vizcaíno. (Tonelero).
·
Francisco (Marinero. De Huelva. Murió en La Española).
·
Gonzalo Franco. (Murió en La Española).
·
Jacymel Rico. Puede ser Jácome del Río. (Genovés; murió en La
Española).
·
Juan. (Sirviente. Grumete).
·
Juan de Jerez. (Maestre. De Moguer).
·
Juan de la Plaça. (Marinero. De Palos).
·
Juan Martín de Açoque. (Marinero. De Denia).
·
Juan de Medina. (Sastre. De Palos).
·
Juan de Moguer. (Homiciano. Marinero).
·
Juan Ruiz de la Peña. (Vizcaíno).
·
Lope. (Carpintero calafate; murió en La Española. Vizcaíno).
·
Maestre Juan. (Maestre y cirujano; murió en La Española).
·
Martín de Uturbía. (Murió en La Española.
·
Pedro de Terreros. (Grumete. Maestre-sala).
·
Pedro Alonso Niño. (Piloto. De Moguer).
·
Pedro Izquierdo. (Homiciano. De Lepe. Tal vez sea el mismo Pedro
de Lepe).
·
Pedro de Lepe. (De La Redondela. Murió en La Española).
·
Pedro de Soria.
·
Pedro de Villa. (Marinero. De Santoña).
·
Rodrigo Gallego. (Sirviente. Grumete).
Tripulación
de la Pinta:
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·
Martín Alonso Pinzón.. (Capitán. De Palos).
·
Francisco Martín Pinzón. (Maestre. De Palos).
·
Cristóbal García Xarmiento. (Piloto).
·
Cristóbal Quintero. (Copropietario. Marinero. De Palos).
·
Francisco García Vallejo. (Marinero. De Moguer).
·
García Hernández. (Despensero. De Palos).
·
Gómez Rascón. (Copropietario. De Palos).
·
Diego Bermúdez. (De Palos).
·
Juan Quintero. (Contramaestre. De Moguer).
·
Juan Rodríguez Bermejo. (Rodrigo de Triana. Marinero).
·
Pedro de Arcos. (Marinero. De Palos).
·
Alonso de Palos. (Grumete. De Palos).
·
Álvaro Pérez. (Marinero. ¿Álvar Pérez Osorio, de
Castrojeriz?).
·
Antón Calabrés. (Marinero).
·
Bernal. (Sirviente. Grumete).
·
Diego Martín Pinzón. (De Palos).
·
Fernando Medel. (Grumete. De Huelva).
·
Francisco Medel. (o Méndez de Huelva).
·
Gil Pérez. (Marinero).
·
Juan Quadrado. (Grumete).
·
Juan Reynal. (Marinero. De Huelva).
·
Juan Verde de Triana. (Marinero. ¿De Sevilla o de Moguer?).
·
Juan Veçano. (Marinero. De Moguer).
·
Maestre Diego.
·
Pedro Tejero. (Grumete).
·
Sancho de Rama. (Marinero. De Palos).
Tripulación
de la Niña:
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·
Vicente Yáñez Pinzón. (Capitán. De Palos).
·
Juan Niño.(Propietario y maestre. De Moguer).
·
Francisco Niño. (De Moguer).
·
Bartolomé Roldán. (Aprendiz de piloto. Marinero. De Palos).
·
Alonso Morales. (Carpintero. Murió en La Española. De Huelva).
·
Andrés de Huelva. (Grumete).
·
Diego Lorenzo. (Alguacil; murió en La Española).
·
Fernando de Triana. (Grumete. ¿Sevillano o de Moguer?).
·
García Alonso. (De Palos).
·
Juan Arias. (Grumete. De Tavira, Portugal).
·
Juan Arráez. (Marinero. De Moguer).
·
Juan Romero. (Marinero).
·
Maestre Alonso. (Físico; murió en La Española. De Huelva).
·
Miguel de Soria. (Sirviente. Grumete).
·
Pedro Arráez. (Marinero. Llamado Padre de Juan).
·
Pedro Sánchez de Montilla. (Paje de Colón).
·
Rodrigo Monge.
·
Sancho Ruiz de Gama. (Piloto).
El viaje.
Ultimados los preparativos, el 3 de Agosto, después de celebrar
la víspera la Romería de Ntra. Sra. de los Milagros, la Santa
María, la Pinta y la Niña partieron del Puerto de Palos,
concretamente desde el muelle situado junto a la
Fontanilla. Colón en su Diario sólo tiene palabras de elogio
para Pinzón, que se muestra muy eficaz en la resolución de los
problemas que van surgiendo, como el desajuste del timón de la
Pinta que, junto a la necesidad de cambiar aparejos latinos por
redondos, les llevaron a recalar en las Canarias.
El 6 de septiembre, las tres naves zarparon de La Gomera (I.
Canarias) rumbo al Oeste. El 7 de octubre alteraron el rumbo al
Oeste - Sudoeste.
En los primeros días de Octubre, cuando el malestar, el
cansancio y los deseos de regresar, que el cauto ligur preveía,
comenzaron a cundir entre los tripulantes de la Santa María, las
dotes de mando y la capacidad resolutiva de Martín Alonso
quedaron expuestas al abordar esta situación, que Colón no supo
atajar, restableciendo la disciplina en la armada y propiciando
decisivamente la continuación del viaje, cuando estaban a
escasas jornadas de tierra americana.
Después de muchas peripecias, donde los marinos palermos, y
especialmente los hermanos Pinzón, demostraron sobradamente su
valor y pericia como navegantes, el 12 de Octubre desembarcaron
en la isla de Guanahaní, a la que llamaron San Salvador.
Sucesivamente, las naves visitaron Santa María de la Concepción
(Rum Cay), Fernandina (Long Island), Isabela (Crooked Island) y
la isla de Arena (Little Ragged Island), antes de fondear en un
puerto de Cuba llamado posteriormente San Salvador (Bahía
Blanca). Colón se creía en Cipango, pero llamó al país Juana.
Navegaron al Oeste hasta el Río de Mares (Puerto Gibara), y
encontraron vientos de proa cerca del actual Puerto Padre. La
convicción de que aquella costa pertenecía al continente
asiático comenzó a prosperar. Regresaron al Río de Mares y
navegaron hacia el Este rumbo a las islas Doradas de Babeque
(Gran Inagua).
Hasta ese momento, las relaciones entre ambos líderes eran
buenas. Circunstancia que acabará cuando, tras el
Descubrimiento, el ya Almirante Colón se muestra excesivamente
celoso de su gloria y privilegios. Así, al adelantarse el 21 de
Noviembre Pinzón con la Pinta, separándose de las otras naves y
llegando antes a la isla que buscaban, Colón no duda en hacer
contra él las más graves e infundadas acusaciones. La Santa
María y la Niña fondearon en el puerto de Santa Catalina
(Puerto Cayo Moa), Puerto Santo (Baracoa), Puerto de San Nicolás
(Haití), Puerto de la Concepción (Baie des Moustiques) y Mar de
Santo Tomás (Baie de l´ Ácul). El 24 de diciembre, la Santa
María encalló y se hundió a la altura del actual cabo Haitien.
Dos días después se fundó la fortaleza de La Navidad, primer
asentamiento colonial en América. El 6 de enero de 1.493, la
Pinta se reunió con la Niña a la altura de Monte Christi
(República Dominicana). Cinco días más tarde, los españoles
lucharon por primera vez contra los taínos en Puerto de las
Flechas (Bahía de Samaná). El 16 de enero, la dos naves
iniciaron el viaje de regreso. Un temporal las separó, y tras
una breve escalada en Santa María (Azores), la Niña fondeó en
Rastelo, el puerto exterior de Lisboa. El 9 de marzo, Colón
visitó a Juan II en Val do Paraíso, y el 15 la Niña arribó a
Palos, en cuyo puerto se le unió pocas horas después, a
mediodía, la Pinta, procedente de Baiona la Real, en Galicia,
donde había llegado el 1 de Marzo, por lo que fue este puerto
amigo la primera ciudad en conocer la noticia del Descubrimiento
de América, y, también por eso, es actualmente la Primera
Ciudad Hermana de Palos de la Frontera.
Martín Alonso Pinzón llegó a su villa natal gravemente
enfermo. El cansancio por el terrible viaje de regreso, durante
el cual sufrió una crisis de su mal de fiebres recurrentes, así
como su disgusto por la enemistad que traía con el Almirante
Colón, que le había decepcionado profundamente, le habían
agotado. Murió a los 15 o 20 días de su regreso,
enterrándosele en la Iglesia del Monasterio de La Rábida, a los
pies de la Virgen de los Milagros y con un hábito franciscano
por sudario, según su voluntad.
VICENTE YÁÑEZ PINZÓN Y EL
DESCUBRIMIENTO DEL BRASIL
Le sucedió en el liderazgo de la familia, y de la marinería
palerma, su hermano Vicente Yáñez Pinzón. El Capitán de la
Niña, que no se había separado de Colón en todo el viaje, y
que oportunamente le salvó tras el naufragio de la Santa María,
cuando la nao capitana, mandada por Colón, encalló en un banco
de arena de La Española durante la noche de Navidad. En aquellos
difíciles momentos obligó a los tripulantes de la nao, que la
abandonaron con excesivas prisas, a volver e intentar salvarla,
pero ya fue demasiado tarde. Entonces envió el batel de la Niña
y recogió a los náufragos, entre ellos al Almirante, al que ya
transportaría en su nave hasta llegar a Palos.
A pesar de todo, Colón, que le debía gran parte del éxito de
su expedición y quizás también la vida, expuesta en el
naufragio de Navidad y en la terrible tormenta que soportaron en
las Azores durante el viaje de regreso, le hizo partícipe del
rencor que sentía hacia su hermano Martín Alonso, por lo que el
capitán de la Niña, aunque nunca le recriminó nada y habló
siempre de Colón con la discreción y objetividad que le
caracterizaban, se apartó prudentemente del Almirante,
desligando su destino de un hombre que, sin duda, le había
tratado, no sólo a él sino también a su familia y a su pueblo,
con evidente desagradecimiento e injusticia.
De Vicente Yáñez se ha dicho que fue un "excelente
organizador, marino técnico y práctico, descubridor audaz,
hombre de cultura, de sentimientos generosos".
Vicente
Yáñez Pinzón
Debió nacer alrededor de 1462, por lo que era el más joven, con
diferencia, de los hermanos, siendo muy probable que tomase el
apellido de Rodrigo Yáñez, un alguacil de Palos que sería su
padrino. La tradición señala su solar en la calle de la
Ribera. Desde muy niño aprendió el arte de navegar de su
hermano mayor, sin duda uno de los mejores navegantes de la
época, y participó desde su adolescencia, que fue tiempo de
guerra, en combates y asaltos. Se casó dos veces, la primera con
Teresa Rodríguez, que le dio dos hijas: Ana Rodríguez y Juana
González. Al regreso de su último viaje a Yucatán, en 1509,
contrajo matrimonio con Ana Núñez de Trujillo, con la que
convivió en Triana hasta su muerte.
Las primeras noticias documentadas sobre Vicente Yáñez son
varias denuncias sobre asaltos a naves catalanas y aragonesas que
realizó, solo o en compañía de su hermano Martín Alonso,
entre 1477 y 1479. Una época de guerra con Portugal en la que
Palos participó activamente y que agravó su habitual escasez de
trigo. Sus vecinos se quejaban de pasar hambre y las órdenes
reales a varios lugares de que permitieran el abastecimiento de
cereales a Palos fueron desobedecidas. Los Pinzón, asumiendo sus
responsabilidades como líderes naturales de la comarca, atacaron
carabelas que transportaban fundamentalmente trigo. ¿Hay que
explicar las razones?
Vicente Yáñez fue el primero en aceptar la invitación de
enrolamiento de su hermano cuando Martín Alonso decide apoyar la
expedición de Cristóbal Colón. Juntos fueron visitando,
casa por casa, a sus parientes, amigos y conocidos, animando a
embarcarse a los más destacados marinos de la zona. Rechazaron
los barcos embargados por Colón, contratando navíos más
adecuados, y aportaron de su hacienda medio millón de
maravedíes, la tercera parte de los gastos en metálico de la
empresa.
Como capitán de la Niña sus intervenciones fueron fundamentales
durante el viaje, animando a proseguir la expedición cuando
hasta el propio Colón quería volverse, sofocando las protestas
de los marinos de la Santa María, acudiendo al salvamento de
éstos cuando la nao naufragó la noche de Navidad y trayendo al
Almirante de regreso a España.
En 1495 lo encontramos preparando dos carabelas, la Vicente
Yáñez y la Fraila, para participar en la Armada que Alonso de
Aguilar, hermano mayor del Gran Capitán, iba a dirigir contra el
Norte de África, pero sobrevienen las guerras de Nápoles y se
dirigen a Italia, desde donde no retornan hasta 1498, recorriendo
de paso las costas de Argel y Túnez.
En 1498, la Corona, impaciente por potenciar la colonización de
las Indias, decide permitir a particulares que realicen viajes de
descubrimiento. Después de capitular en Sevilla el 6 de Junio
con el todopoderoso obispo Fonseca, en nombre de los Reyes, el 19
de Noviembre de 1499, con cuatro pequeñas carabelas, por propia
iniciativa y a sus expensas, salió Vicente Yáñez del Puerto de
Palos. Le acompañaban gran cantidad de parientes y amigos, entre
ellos, como escribano, Garcí Fernández, el famoso físico de
Palos que apoyó a Colón cuando nadie lo hacía, sus sobrinos y
capitanes Arias Pérez y Diego Fernández Colmenero, hijo
primogénito y yerno, respectivamente, de Martín Alonso, su tío
Diego Martín Pinzón con su primos Juan, Francisco y Bartolomé,
los prestigiosos pilotos Juan Quintero Príncipe, Juan de
Umbría, Alonso Núñez y Juan de Jerez, así como los marinos
Cristóbal de Vega, García Alonso, Diego de Alfaro, Rodrigo
Álvarez, Diego Prieto, Antón Fernández Colmenero, Juan Calvo,
Juan de Palencia, Manuel Valdobinos, Pedro Ramírez, García
Hernández y, por supuesto, su hermano Francisco Martín
Pinzón, cuya participación fue muy importante, pues había
acompañado a Colón en su tercer viaje y estaba al tanto de sus
hallazgos.
El relato de este viaje aparece en varias crónicas. De ellas,
las Décadas del Nuevo Mundo, escritas en 1501 por el
milanés Pedro Mártir de Anglería, son las más cercanas en el
tiempo y basadas en informes de testigos presenciales, entre
ellos el propio Vicente Yáñez, pero, sobre todo, Diego de Lepe,
el capitán palermo que hizo un viaje "gemelo" de
Pinzón, salió de Palos un mes y medio o dos meses después y
siguió su rumbo hasta adelantarle en el río Amazonas.
Según Pedro Mártir de Anglería, las carabelas de Vicente
Yáñez se dirigieron "primeramente hacia las Afortunadas
por la ruta de las Hespérides, o sea por las islas llamadas de
Cabo Verde. Tomaron rumbo directo al Mediodía. Saliéndose de la
isla que sus poseedores los portugueses llaman de Santiago el
1 de enero, recibieron de proa el viento ábrego, que dicen
Sudoeste y es intermedio entre el Austro y el Céfiro. Cuando les
parecía que habían navegado 300 leguas siguiendo dicho viento,
perdieron de vista, según dicen, el polo Ártico, cuya puesta
fue acompañada de una terrible tempestad de vientos,
torbellinos y oleajes. Avanzaron, sin embargo, aunque con gran
peligro, 240 leguas, siguiendo siempre el mismo viento por el ya
perdido polo".
En su peculiar y florido lenguaje, el milanés nos informa de
que, pasadas las Canarias y las islas de Cabo Verde, las naves de
Vicente Yáñez tomaron rumbo Sudoeste hasta perder de vista la
Estrella Polar. Por primera vez, los marinos españoles pasaban
el Ecuador y se adentraban en el Hemisferio Sur. Contingencia
grave, porque lógicamente no sabían guiarse por las estrellas
del cielo austral.
En cuanto a Las Casas sigue sustancialmente a Anglería, aunque
con más austeras expresiones, afirmando que "tomado el
camino de las Canarias y de allí a las de Cabo Verde, y salido
de la de Santiago, que es una dellas, a 13 días de enero de 1500
años, tomaron la vía del Austro y después al Levante, y
andadas, según dijeron, 700 leguas, perdieron el Norte y pasaron
la línea equinoccial. Pasados della, tuvieron una terribilísima
tormenta que pensaron perecer; anduvieron por aquella vía del
Oriente o Levante otras 240 leguas".
Por fin, nos dice Anglería, "el 26 de enero vieron tierra
desde lejos, y observando la turbiedad del agua del mar, echaron
la sonda y hallaron una profundidad de 16 codos, que vulgarmente
llaman brazadas. Acercáronse y desembarcaron y, habiendo
permanecido allí dos días, pues no encontraron en ese tiempo
hombre alguno por más que vieron huellas suyas en la playa,
grabaron en los árboles y rocas próximas al litoral los nombres
de los Reyes y los propios, con noticia de su llegada, y se
marcharon".
Las Casas afirma que el "26 de enero vieron tierra bien
lejos; [ésta fue el cabo que agora se llama de Sant Agustín, y
los portugueses la Tierra del Brasil: púsole Vicente Yáñez
entonces por nombre Cabo de Consolación]".
También fue el descubridor y primer explorador del río
Amazonas. Asombrados comprueban que el agua dulce se introduce 40
leguas en la mar, y renuevan toda el agua de sus vasijas.
Decididos a investigar el secreto de un río tan poderoso se
dirigen hacia él y, según Anglería, "descubrieron que
desde unos grandes montes se precipitaban con gran ímpetu
ríos de rápidas corrientes. Dicen que dentro de aquel piélago
hay numerosas islas feraces por la riqueza de su suelo y llenas
de pueblos". Entretenidos en esta exploración del Amazonas,
fueron sobrepasados por la expedición de Diego de Lepe, que les
venía siguiendo desde Palos.
Anglería sigue informando sobre el viaje de Pinzón, su llegada
al Marañón, (el Orinoco, aunque Las Casas llame así al
Amazonas). Desde allí continuaron hasta Paria, donde
precisamente cargaron tres mil libras de palo brasil,
uno de los pocos productos que reportaron beneficios en este
viaje. Con viento noroeste navegan entre varias islas, muy
fértiles pero poco pobladas por la crueldad de los
caníbales. Desembarcan en varias de ellas, descubriendo la isla
de Mayo, pero los indígenas huyen. Encuentran enormes árboles
y, entre ellos, un asombroso animal marsupial.
Habían recorrido ya 600 leguas, y pasado ya por La Española,
cuando en el mes de julio sufrieron una terrible tempestad, que
hizo naufragar dos de las cuatro carabelas que llevaban en los
bajos de Babueca, y se llevó a otra, arrancándola con violencia
de sus anclas y haciéndola perderse de vista. Estaban
desesperados cuando, afortunadamente, al cesar la tempestad
volvió la carabela que creían perdida, tripulada por 18
hombres. "Con estas dos naves hicieron rumbo a España.
Maltratados por las olas y habiendo perdido no pocos compañeros
regresaron al suelo natal de Palos, junto a sus mujeres y a sus
hijos, el 30 de septiembre".
Este viaje, que fue el más largo e importante realizado en la
época por sus resultados geográficos, de los cuales se
aprovecharán especialmente Américo Vespucio y Juan de la Cosa,
fue en cambio un desastre económico. Sólo trajeron un regular
cargamento de palo de tinte, falsas piedras de topacio, canela, y
animales raros, de modo que fueron embargados por sus acreedores
y tuvieron que pedir ayuda a la Corona, que efectivamente le
apoyó contra la desmedida avaricia de los usureros.
Pese a todo, los Reyes se mostraron muy interesados por la
posesión de la inmensa costa descubierta por Pinzón, así que
trataron de estimularle para que volviera a ella, por lo que el 5
de Septiembre de 1501 firmaron con él una capitulación en la
que, entre otras cosas, le nombraron Capitán y Gobernador de las
tierras que había descubierto, "desde la dicha punta de Santa
María de la Consolación y seguyendo la costa fasta Rostro
Fermoso, e de allí toda la costa que se corre al
Norueste hasta el dicho río que vos possisteis nonbre Santa
María de la Mar Dulce, con las yslas questán a
la boca del dicho río, que se nonbra Mariatanbalo".
Y además le concedían la sexta parte de todos los productos que
se obtuvieran de aquella tierra, siempre que volviera a ella
antes de un año.
Indudablemente, los Reyes demuestran que conceden mucha
importancia a los descubrimientos de Pinzón y que confían en su
valía para seguir prestándoles servicios, por eso, para
premiarle por lo que había conseguido, al mismo tiempo que lo
animaban y ayudaban para seguir sirviéndoles, el viernes 8 de
Octubre de 1501 fue nombrado caballero por el Rey Fernando el
Católico en la torre de Comares de la Alhambra, el Palacio Real
de Granada.
Pero Vicente Yáñez Pinzón no pudo o no quiso realizar este
viaje. Generalmente se suele decir que la falta de recursos del
capitán palermo le impidió realizarlo. Seguramente fue así.
Sin embargo, ya vimos como Yáñez podía conseguir crédito
cuando era necesario, aunque fuera a muy altos intereses. Por
tanto, no conviene desechar la posibilidad que ya en fecha tan
temprana dudara, a raíz de los viajes portugueses a esas costas,
de la soberanía de los reyes españoles sobre ella en razón del
Tratado de Tordesillas y, por consiguiente, de su facultad para
otorgarle a él su gobernación. La verdad es que las andanzas de
Vicente Yáñez entre 1502 y 1504 aún no están aclaradas.
En cambio, desde la primavera de 1505 lo volvemos a encontrar en
España, concretamente en la Junta de Navegantes de Toro, en la
que, por una capitulación fechada el 24 de Abril se le nombró
capitán y corregidor de la isla de San Juan o Puerto Rico, con
la misión de poblarla con gentes y ganados. Empresa a la que no
se pudo dedicar inmediatamente, porque en la misma Junta le
encargaron a él y a Américo Vespucio que buscaran el paso hacia
la Especiería, objetivo en el que acababa de fracasar el
Almirante. Pero esta expedición tuvo que ser suspendida por la
muerte de Felipe el Hermoso en Octubre de 1506, después de casi
dos años de cuidadosos preparativos, las naves fueron destinadas
por voluntad de Cisneros a resolver algunos conflictos en
África.
Es probable que en el primer semestre del siguiente año viajara
a Puerto Rico, para hacerse cargo de ella, pasando antes por la
Española, donde el gobernador Nicolás de Ovando se le opondría
y le impediría lograr su objetivo. De vuelta a Castilla, en el
segundo semestre de 1507 participó, por encargo de la Casa de la
Contratación de Sevilla en preparar un par de carabelas que,
capitaneadas por su amigo Juan de la Cosa, mantuvo a raya a
algunos corsarios para proteger la llegada de los navíos que
vinieron de las Indias en el mes de Septiembre, y seguidamente
fue a Sanlúcar de Barrameda para preparar y enviar algunas
carabelas a La Española.
A comienzos de 1508 vuelve a Sevilla, desde donde se dirige,
junto a otros importantes pilotos como Vespucio, Juan de la Cosa
o Díaz de Solís hacia Burgos. Fernando el Católico les había
convocado a esta Junta de Navegantes para retomar de nuevo el
tema de la búsqueda de un paso hacia las islas de las Especias.
Decidieron que Vespucio se ocuparía del proyecto como Piloto
Mayor y realizarían en la práctica el viaje, Solís, que
tendría el mando mientras navegaran, y Vicente Yáñez Pinzón,
que fue nombrado Piloto Real, que tendría el mando supremo en
tierra. Una extraña bicefalia que originó bastantes problemas.
La expedición, que sería la última del capitán palermo,
partió el 29 de Junio de 1508 desde Sanlúcar de Barrameda con
dos carabelas. Recorrieron las costas de Darién, Veragua y
Paria, actuales de Venezuela, Colombia, Panamá, Costa Rica,
Nicaragua, Honduras y Guatemala. Al no encontrar el paso buscado,
rodean la Península de Yucatán y se adentran en el Golfo de
México hasta los 23,5º de latitud Norte, protagonizando uno de
los primeros contactos con la civilización azteca. Pero por
motivos que se ignoran, probablemente un conflicto de
competencias debido a la doble capitanía, decidieron dar por
terminada la expedición y vuelven a Cádiz en Octubre de 1509.
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Por esta
época, Vicente Yáñez se casa por segunda vez y se establece en
Triana, testificando en 1513 en los Pleitos Colombinos contra el
Almirante con su acostumbrada moderación. En 1514 se le ordena
acompañar a Pedrarias Dávila al Darién, pero Vicente Yáñez
se encuentra enfermo y pide que se le excuse. Era el 14 de Marzo
de 1514, y éste es el último documento en que se le menciona.
Según su amigo, el cronista Fernández de Oviedo, Vicente
Yáñez murió este mismo año, probablemente a fines de
septiembre, con la misma discreción que vivió, sin que se sepa
el lugar donde fue enterrado, seguramente en el cementerio de
Triana. Un triste y oscuro final para el más grande de los
grandes navegantes de su época.
OTROS MARINOS DE PALOS
Los hombres de Palos quedaron subyugados por el Nuevo Mundo. Del
puerto de la villa partieron algunos de los llamados viajes
andaluces, que contribuyeron en gran medida al mejor conocimiento
de aquellas nuevas tierras y mares. Más de 200 marinos de Palos
pilotaron o capitanearon las naves españolas en los más
destacados viajes de descubrimiento y conquista hasta mediados
del XVI. Palermos había entre los hombres de Cortés en México,
y también fueron con Pizarro al Perú. Los hombres de Palos
siempre estuvieron en los lugares precisos en los momentos
claves, cuando eran necesarios por su valor y experiencia
náutica.
EVANGELIZADORES PALERMOS.
Entre los evangelizadores palermos de las Indias,
comenzaremos por los dos frailes que tanto tuvieron que ver con
la empresa del genovés; es decir, Fr Antonio de Marchena y Fr
Juan Pérez, ambos guardianes de La Rábida, e igualmente
párrocos accidentales de la iglesia de San Jorge de Palos,
cuando las circunstancias por ausencia del titular así lo
requería. Los lazos fraternales entre ambas comunidades los
frailes de La Rábida y el pueblo de Palos fue la tónica
general a lo largo de siglos.
Algunos autores sugieren que Fr. Juan Pérez fue al segundo viaje
colombino y dijo la primera misa en las nuevas tierras
descubiertas. Aunque parte de la tradición historiográfica
defiende el hecho, no podemos corroborarlo por carecer de base
científica ante la falta de documentación que avale esa
posibilidad. De todas formas, fuera o no, La Rábida influyó en
muchos aspectos, y muy en especial en la proyección evangélica
que luego tomó cuerpo en las misiones de América.
Fr Juan de Palos, franciscano lego, natural
de esta villa, fue el último que se alistó en la expedición
que lideraba Fr. Martín de Valencia, en 1524, con destino a
México, pocos años más tarde a la conquista del reino azteca
por Hernán Cortés. El palermo había sido portero en la Casa
Grande de Sevilla, y donde casi seguro había profesado. Los
"Doce Apóstoles de México" pertenecían a la orden de
Frailes Menores de la Observancia, y fueron ellos quienes
comenzaron la evangelización metódica de la Nueva
España.
De Sevilla marchó con sus compañeros a
Sanlúcar de Barrameda, y el 25 de enero, día de la conversión
de San Pablo, se embarcaron. El viernes 4 de febrero se
encontraban en la isla de la Gomera, parada obligada de todas las
expediciones de la Carrera de Indias. El 3 de marzo llegaban a
Puerto Rico, desde donde partieron para Santo Domingo el día 13.
A final de abril estaban en Cuba, y a los pocos días llegaron a
San Juan de Ulúa, primera tierra mexicana, desde donde se
dirigieron a pie hasta México.
Fray Juan de Palos poseía buenas dotes para la predicación, lo
que hacía, aunque lego, a los indios en lengua mexicana. Los
Doce se dividieron para predicar en cuatro zonas: Texcoco,
Tlaxcala, Huexotzingo y México. Los frailes juntaban a todos los
niños al objeto de conseguir una más pronta y efectiva
evangelización. El 23 de junio celebraron capítulo, presidido
por Fr. Martín de Valencia, para elegir el nuevo custodio de la
recién flamante custodia del Santo Evangelio de México.
La Florida entró muy pronto en la órbita franciscana: allí se
marchó Fr. Juan de Palos acompañando a Fr. Juan Suárez, en la
entrada que hizo Pánfilo de Narváez. La conversión de los
naturales de esta tierra no fue tarea fácil, debido al carácter
belicoso de sus habitantes; a ello sumamos los inconvenientes de
la insana y áspera geografía. Fr. Juan de Palos murió en la
Florida el 21 de marzo de 1527, según consta en el Martirologio
. La labor de este religioso fue en definitiva la labor de los
Doce.
Natural de Palos era también Fr. Juan
Cerrado. Hijo de Luís García y de Marina de Triana. Profesó en
el convento de San Francisco de México en manos de Fr. Gregorio
Mexía, y donde fue connovicio del padre Fr. Diego Mercado.
Llegó a ser guardián de la casa principal en México hacia
1562. En Jalisco «doctrinó muchos infieles y los redujo a la fe
católica» . Siendo guardián del convento de Tzapotla pidió
licencia para ayudar a la reducción de los indios chichimecas de
la provincia de Zacatecas, belicosos y hostiles a los españoles.
En Atotomilco, y a consecuencia de los flechazos ocasionados por
los indios, encontró la muerte a la edad de 28 años, en
diciembre de 1566 .
Otro franciscano nacido en Palos fue Fr.
Pedro Salvador, que profesó en el convento de Lima como
religioso lego , en la segunda mitad del siglo XVI. No sabemos
nada más de él.
Fr. Alonso Vélez de Guevara fue Otro
palermo que emigró a las Indias. Nació en 1541. Sus apellidos
no eran desconocidos en Palos. Los parientes de este fraile
ocuparon cargos públicos de responsabilidad en el Cabildo hacia
la segunda mitad del XVI; e igualmente en Moguer donde también
hemos encontrado la línea de parentesco en los protocolos de la
época. Y en Moguer, Fr. Alonso, había ido de niño a la escuela
del maestro Luis Ortiz, junto a otros amigos de la infancia que,
como Martín de Briviesca, decidieron de mayores instalarse en
las Indias. En 1590 fue requerido en Puebla de los Angeles, donde
se encontraba, para declarar en la Información de limpieza de
linaje del moguereño, antes mencionado, Martín de Briviesca,
aspirante al cargo de receptor y tesorero del Santo Oficio de
México
Fr. Juan Quintero profesó en la provincia
del Santo Evangelio de México en 1621, y con toda probabilidad
en el convento de Puebla de los Angeles. Es con la escueta
información que contamos.
El último franciscano es Fr. Thomás de
Narváez. Salió del convento de La Rábida para Cumaná en 1723.
Sus cualidades y características físicas eran las siguientes:
barbero-cirujano, entrecano y trigueño. Aunque nació en
Villanueva del Ariscal, lo incluimos en esta breve relación por
haber residido en el convento de La Rábida, y estar por tanto
avecindado en Palos, antes de su partida para las Indias. Un caso
semejante a éste fue el de Fr. Francisco Camacho, natural de
Gibraltar, que residió indistintamente en los conventos de La
Rábida y Moguer, antes de marchar para México en la expedición
misionera de 1690. Era alto, blanco y pelirrojo.
En el ámbito de la actual provincia de
Huelva los conventos franciscanos de Ayamonte y Moguer fueron los
que más religiosos aportaron a las misiones de América. En
cuanto a la naturaleza de estos religiosos Ayamonte aparecía a
la cabeza, como lo estuvo en pilotos y gente de mar en general
adscritos a la Carrera de Indias. La mayor parte de los
franciscanos onubenses profesaron a lo largo de los siglos
XVI-XVIII en conventos del antiguo Reino de Sevilla; lo contrario
ocurrió con los palermos que en proporción fueron más los que
tomaron el hábito en los conventos de Lima y México: Fr. Juan
Cerrado y Fr. Juan Quintero (México), Fr. Pedro Salvador y Fr.
Juan Izquierdo (Lima). Este último fundamento de nuestro
estudio. De los otros desconocemos el lugar exacto de la
profesión.
A raíz del descubrimiento de las Indias la
población de Palos descendió de manera alarmante debido al
movimiento migratorio a las nuevas tierras o lugares con mejores
perspectivas económicas como Sevilla, Moguer o Cádiz. Los
veinte primeros años que siguieron a 1492 fueron los años del
abandono en masa de la villa. Algunos clérigos también probaron
fortuna en las Indias, dado los escasos recursos con que contaban
por la falta de oficios donde ocuparlos. Esto mismo ocurrió en
otras villas del entorno. El ascenso social en las Indias se
producía más rápidamente. A veces podía darse el caso de la
inexistencia de presbíteros en Palos -ironías de la vida-; de
ahí que tuviera que acudir a atender los servicios de la
parroquia el guardián del convento de La Rábida o un cura de
Moguer.
No contamos con abundantes datos sobre los
tres clérigos palermos que pasaron a las Indias; sólo una
escueta reseña que nos confirma la existencia de los mismos. En
1517 marchó para la isla de Cuba el clérigo Pedro Fernández,
hijo de Juan Fernández. En 1527 lo hizo el clérigo Lope
Quintero, en esta ocasión con destino a la isla de Santo
Domingo. Sus padres se llamaban Juan Alonso Quintero e Isabel
Hernández. Por estos años las Antillas eran el punto de destino
que más interesaba a quienes emigraban. Muy pronto, y a partir
de 1540-50, Nueva España restaría protagonismo a las islas,
para convertirse en centro de atracción de los emigrantes. Por
último hacemos mención al presbítero licenciado Diego Jurado,
natural de Palos, y que como los otros se trasladó a las Indias,
exactamente a México, donde fue beneficiado y vicario de la
ciudad de Santa María de la Victoria del Puerto de Tabasco. De
él sabemos que en 1626 hizo información genealógica con el fin
de formar parte de la familia del Santo Oficio de México como
comisario. Dicha información, aunque breve, nos aporta algunos
datos sobre su familia. Era hijo de Juan Jurado Prieto y de
Teresa González Vizcaíno, ambos naturales y vecinos de Palos,
al igual que sus abuelos paternos Pedro Rodríguez Quintero y
Constanza Jurado Prieto> y maternos (Diego Gil y Elvira
Beltrán Vizcaíno). Aparte de ello, todo aquel que deseaba
acceder a un cargo público en las Indias o ingresar en el
Tribunal del Santo Oficio, debía dar noticias de otros miembros
de la familia y calidad de sus miembros. Por dicha información
sabemos que Fr. Juan Izquierdo era primo hermano de su padre, y,
como antes de ser obispo, fue por seis años comisario del Santo
Oficio en la ciudad de Panamá, junto a su padre que era alcalde
mayor de dicho tribunal en la misma ciudad americana. Diego
Jurado fue aceptado como comisario por los inquisidores según
testimonio dado en Sevilla el 27 de octubre de 1626, al haber
sido suficiente la información por él aportada, la cual había
sido hecha en la villa de Palos.
LA DECADENCIA
La atracción de las Indias fue tan importante que absorbió la
reducida población palerma. Los armadores y marinos más capaces
e intrépidos emigraron a América, o a Sevilla, que monopolizaba
el comercio indiano. Así, a mediados del XVI, la marinera villa
de Palos se encontró apenas sin naves. Los pescadores, para
seguir ejerciendo su oficio, tuvieron que emigrar y contratarse
en los barcos de las villas vecinas. La población había
descendido de forma importante y, sin embargo, la presión fiscal
se mantuvo, por lo que cada vecino hubo de pagar más,
originándose un círculo vicioso, emigración - presión fiscal
que acabó despoblando la villa casi por completo.
Durante más de tres siglos se subsistió gracias a una exigua
producción agropecuaria. Palos, el brazo ejecutor del
Descubrimiento, la Cuna de América, estuvo a punto de ser
devorada por su criatura. A mediados del siglo XVIII se quedó
tan sólo con 125 habitantes. Afortunadamente, a finales de esta
misma centuria, algunos inversores catalanes, entre los que cabe
destacar a D.Antonio Bueno, se dedicaron a la explotación
vitivinícola de sus tierras, lo cual originó un lento pero
constante crecimiento de la población, que no alcanzó las
cifras precolombinas hasta mediados del siglo actual. Desde
entonces se crece a un ritmo bastante acelerado, gracias a la
industrialización y, sobre todo, al cultivo del famoso
"Fresón de Palos", que se exporta a gran parte de la
Comunidad Económica Europea.
La conmemoración del V Centenario del Descubrimiento de
América, ha servido de acicate para una importante mejora en las
infraestructuras, con notables mejoras en urbanismo, servicios,
restauración del patrimonio histórico cultural e inauguración
de nuevos y atractivos lugares que complementan a los más
genuinos monumentos de la Hispanidad.
MONUMENTOS
Monasterio
de La Rábida
El Monasterio de La Rábida se asienta sobre un pequeño alcor
que domina la desembocadura de los ríos Tinto y Odiel. Su
edificación se remonta al tránsito entre los siglos XIV y XV,
aunque se construyó sobre las ruinas de un edificio almohade: la
pequeña Rábita, de la que perduró su nombre. Fray Francisco de
Gonzaga, célebre historiador de la Orden Franciscana (siglo
XVI), fijó el origen de la fundación de La Rábida en 1261.
Monasterio
de La Rábida
Documentalmente, la carta fundacional del convento rabideño es
una bula del Papa Benedicto XIII, fechada el 7 de Diciembre de
1412, que concede a Fray Juan Rodríguez y sus compañeros,
moradores del eremitorio de Santa María de La Rábida desde
1403, el permiso pontificio para establecerse en comunidad.
Los franciscanos de La Rábida alcanzaron una gran influencia
sobre los habitantes de estos lugares, devotos de Santa María de
La Rábida, pero muy especialmente sobre los palermos, que
adoptaron por patrona a la que ellos llamaban Virgen de los
Milagros. En Palos, el Padre Guardián de La Rábida presidía
las elecciones concejiles para garantizar su honradez y
fiabilidad, muchos palermos llevaban el nombre de Francisco, y
casi todos pedían, como última voluntad, ser enterrados con
hábito franciscano.
En 1485 llegaba a La Rábida Cristóbal Colón con su hijo Diego.
Procedente de Lisboa, venía cansado y muy desanimado, después
de su fracaso ante Juan II. En el pequeño Monasterio encontró
hospitalidad y ayuda, especialmente de dos frailes: Fray Antonio
de Marchena, custodio, astrólogo famoso y consejero de la Corte
castellana; y Fray Juan Pérez, Guardián del Convento, que
había servido en ella como contador y confesor. Ambos le
apoyaron ante la Corte y le ayudaron a conseguir las naves y
tripulaciones que necesitaba.
Hoy día, visitantes de todo el mundo acuden a La Rábida para
venerarla como símbolo primigenio de la Hispanidad. En el
Monasterio pueden admirar la Iglesia, una de sus partes
más antiguas, de fines del XIII o principios del XIV. Su estilo
es gótico mudéjar. El ábside está decorado con frescos de
estilo mudéjar que datan del siglo XV e imitan maderas,
alabastros y figuras geométricas. La azulejería de la mesa del
altar es del XV, y bajo el reducido presbiterio se halla la tumba
de Martín Alonso Pinzón "a los pies de Santa María",
como ordenó en su testamento. El artesonado fue restaurado a
fines del XIX por Ricardo Velázquez Bosco, que eliminó la burda
bóveda de cañón, construida en la reforma del XVIII, y volvió
a los primitivos cánones. Los frescos de los muros del templo
revelan la presencia de maestros florentinos del XV.
Entre sus capillas, existen dos con azulejerías y decoración al
fresco del XVII, pero sobre todas destaca por su antigüedad, ya
que formaba parte de la primitiva Rábida, la capilla donde hoy
se venera la imagen de la Virgen de los Milagros, de 54
cms. de alto sobre peana de 5, labrada en alabastro a fines del
XIII o comienzos del XIV. De pie, con el Niño en brazos, su
composición casi diagonal delata la típica torsión del
manierismo goticista. Ante ella oraron los descubridores y, hoy
día, sólo abandona esta capilla en Agosto, cuando los palermos
la llevan a su villa para venerarla hasta que, a finales de mes,
la devuelven a su Santuario rabideño en popular romería. En los
muros de este pequeño templo, de una sola nave rectangular,
cuelgan diez lienzos con escenas de San Francisco de Asís que,
junto a otros ocho colocados en las galerías cerradas del
claustro alto de la portería, completan la hermosa colección de
Juan de Dios Fernández, pintados a finales del siglo XVIII.
Pinturas bastante vivas en las que el autor sigue los trazos de
la escuela barroca murillesca.
El Claustro de la clausura se conserva como era en el XV,
de estilo mudéjar "franciscano", austero y escueto. En
la parte alta se encuentra el Mirador, que se asoma a la
geografía del Descubrimiento. Arquitectónicamente, la Portería
se conserva casi igual que en época colombina. Una de sus
dependencias fue decorada en 1930 por el insigne pintor de Nerva,
Daniel Vázquez Díaz, con temas alusivos al Descubrimiento, y
constituyen una de las más importantes y representativas
muestras de la pintura contemporánea. La estructura del claustro
de la Portería es del XVIII, ya que el primitivo edificio fue
destruido por el terremoto de 1755. En este claustro se halla un
arco almohade que, casi con toda certeza, puede afirmarse que era
la puerta de entrada a la pequeña Rábita o Morabito. En las
galerías altas de este claustro, antigua Hospedería del
Convento, puede visitarse la "Sala de las
Conferencias", llamada así porque en ella se celebraron
las entrevistas con Colón. La Sala del Capítulo, alberga
un conjunto de recuerdos del Almirante y una reproducción de las
naves descubridoras realizada por la Comisión de Arqueología
Naval del IV Centenario. Por último, la Sala de las Banderas
reúne las enseñas de todos los países americanos y
cofres con tierra de cada uno de ellos.
El Monasterio fue abandonado en 1835 a causa de las leyes de
desamortización. En 1854 fue restaurado por iniciativa de los
Duques de Montpensier, e inmediatamente después, el 23 de
Febrero de 1856, fue declarado Monumento Histórico-Artístico.
Desde entonces se ha convertido en punto de encuentro y lugar
conmemorativo de efemérides colombinas.
Rodeando el Convento, un maravilloso paisaje de jardines y
pinares, donde reinan la paz y la belleza, ve alzarse diversos
monumentos a la Hispanidad. Como la gran Columna de los
Descubridores, obra realizada, por iniciativa del Presidente
de la Diputación Provincial de Huelva, Antonio González
Ciézar, por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco; se inauguró
en 1892 y fue posteriormente restaurada por Feduchy. O como la
Sede Iberoamericana "Santa María de La Rábida" de
la Universidad Internacional de Andalucía, del arquitecto
Francisco Sedano Arce, que desde 1943 ha sido lugar de encuentro
de americanistas de todo el mundo, donde se desarrollan
actividades de elevado nivel científico y hondo espíritu de
fraternidad hispana. Algo más alejado, junto al Muelle de la
Reina construido e 1892, se encuentra el Monumento al Plus
Ultra, regalado por el gobierno de Argentina, que representa
a Ícaro y conmemora la hazaña de los aeronautas que, en
1926, unieron, nuevamente pioneros, Palos con América cruzando
el Atlántico en hidroavión.
Con motivo de la Conmemoración del V Centenario del
Descubrimiento de América, La Rábida ha sido dotada con nuevas
instalaciones de notable interés, como el Jardín Botánico
"Celestino Mutis", destinado a mostrar, en un bello
paraje natural, las plantas más características de la flora
americana. O como el Foro Iberoamericano, de los
arquitectos Álvarez Checa y Corbelo, un teatro al aire libre,
inspirado en construcciones semejantes del mundo clásico
grecorromano, con capacidad para tres mil espectadores, ejemplar
arquitectura en un marco idóneo, donde se ofrecen espectáculos
de alta calidad cultural.
Muelle
de las Carabelas
Y, en el muelle, la dársena con las réplicas de las naves
descubridoras Santa María, Pinta y Niña, permite a sus
visitantes, con gran verismo, acercarse a la realidad de la
navegación en estos navíos de fines del siglo XV. En este
hermoso entorno, se levanta la Plaza de Macuro (Venezuela),
en la que un monolito recuerda el lugar donde se posó el
helicóptero "La Guacamaya", que, en 1992, pilotado por
Francisco Pacheco y Tomás Spanier, cruzó el Atlántico, por
primera vez en la historia con este tipo de aeronave, desde
Macuro (Venezuela) a Palos de la Frontera.
Regresando de La Rábida a Palos, encontramos la Avenida de
América, ornamentada con escudos en azulejos de las naciones
hispanoamericanas. Una vez llegados a la Plaza
"Comandante Ramón Franco", hallamos el Monumento
a Martín Alonso Pinzón, estatua del ilustre marino, que
figuró en la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929, y
fue donada a esta localidad, en 1945, por la Diputación
Provincial de Huelva. En la actualidad se honra al capitán
palermo cada 15 de Marzo, considerado como el "Día de
Pinzón" por ser la fecha en que las naves descubridoras, en
1493, entraron triunfantes en el Puerto devolviendo a sus hogares
a los intrépidos marinos.
Monumento
a Martín Alonso Pinzón
Desde la Plaza podemos dirigirnos, por la calle Reyes Católicos,
a la gran avenida que conduce al Muelle de la Calzadilla,
construido en el IV Centenario y recientemente restaurado, del
cual partió, el 22 de Enero de 1926, el hidroavión Plus
Ultra, que realizó, por primera vez en la historia, un vuelo
entre Europa y América. La tripulación la formaban: el
Comandante de Infantería D. RAMÓN FRANCO BAHAMONDE, Comandante
del Plus Ultra, natural de El Ferrol (La Coruña). El Alférez de
Navío D. JUAN MANUEL DURÁN GONZÁLEZ, 3º Piloto del Plus
Ultra, de Jerez de la Frontera (Cádiz). El Capitán de
Artillería D. JULIO RUIZ DE ALDA , 2º Piloto del Plus Ultra, de
Estella (Navarra). Y el Soldado mecánico D. PABLO RADA USTARROZ,
Mecánico del Plus Ultra., de Caparroso (Navarra). El PLUS ULTRA
era un hidroavión del tipo "Dornier", diseño alemán,
con dos motores ingleses "Napier", de 450 caballos. Fue
construido en Pisa (Italia), entre Junio y Noviembre de 1925. Su
nombre militar era W12, y fue rebautizado por Franco como PLUS
ULTRA, lema del Escudo de España, desde el Descubrimiento de
América, que significa en latín "MÁS ALLÁ"
Esta ribera del Tinto debió albergar a finales del siglo
XV diversas instalaciones del histórico "Puerto de
Palos", pues no en balde, a los marinos transeúntes de la
villa se les llama en los documentos "vecinos de
Calçadilla", debiéndose el singular topónimo a una
calzada de una legua, nueva en los últimos años del XV, que
unía el centro de Palos con su Puerto y discurría paralela a la
ribera del Tinto hasta desembocar en la "Senda de las
Marismas", que llegaba hasta La Rábida. También desde la
Plaza, pero siguiendo la calle Colón, encontraremos el Hospital
de la Misericordia y la casa que, según afirma la tradición,
perteneció a la familia Pinzón.
El
Hospital de la Misericordia
Heredero del antiguo Hospital de la Sangre que, bajo
la advocación del Cristo de la Veracruz, se ocupaba de atender a
los enfermos de la villa de Palos, especialmente a los marinos,
muchos de ellos extranjeros, que por no disponer de casa en la
localidad no tenían más refugio que éste cuando padecían
algún mal.
Sin duda, su rescate por parte de la Escuela Taller Vicente
Yáñez Pinzón, ha devuelto a la población un monumento
de gran valor, no sólo histórico, sino también artístico, ya
que la austera belleza del edificio representa uno de los escasos
ejemplos que quedan en la zona de este tipo de construcciones.
Casa
Museo de Martín A. Pinzón
En esta
Casa, construida a mediados del siglo XV, según el estilo
renacentista de la época, por Martín Pinzón, nacieron sus tres
hijos Martín Alonso, Vicente Yáñez y Francisco Martín
Pinzón (hermanos de padre y madre, ya que
lo que parece ser apellido en realidad es un segundo
nombre, generalmente recibido del padrino de bautismo). Estos
tres hombres desarrollaron un papel esencial en la organización
y realización del proyecto colombino de llegar a Oriente por
Occidente.
Casa
Museo de Martín A. Pinzón
En la Casa destaca la fachada del siglo XVI, ornamentada con
hornacina enmarcada entre dos columnillas y una azulejería
similar a la que vidriaba la familia Polido en Triana, hacia
1540. En ella han vivido los descendientes de los Pinzón hasta
hace pocos años. De ahí que encontremos elementos de diversas
épocas, teniendo en cuenta que, al igual que sucedió con la
villa de Palos, el Descubrimiento de América arruinó a la
familia Pinzón, por lo que su morada, que en origen era la casa
de unos marinos acomodados, se va convirtiendo
progresivamente en la de unos campesinos pobres.
Adquirida por el Ayuntamiento de Palos de la Frontera, ha sido
restaurada con la colaboración de la Junta de Andalucía,
dedicándose actualmente a la investigación, conservación y
exposición permanente de la documentación, bibliografía y
objetos relacionados con la historia de los Pinzón y Palos de la
Frontera en el Descubrimiento de América.
Iglesia
de San Jorge Mártir
Desde la Casa de los Pinzón, siguiendo por la calle Colón,
accederemos por una escalinata a la plaza de la Iglesia de San
Jorge, donde en Mayo de 1492, reunido el Cabildo y los vecinos
"a toque de campana", se dio lectura a la Real
Pragmática que ordenaba la entrega de dos carabelas a Colón y
solicitaba el reclutamiento de los marinos palermos. La Iglesia,
testigo de éstos y otros relevantes acontecimientos, es una obra
de estilo gótico mudéjar cuyo núcleo principal debió ser
construido por los Condes de Miranda a mediados del siglo XV, muy
probablemente sobre una edificación más antigua (siglo XIV).
Dicho núcleo está constituido por un cuerpo de tres naves,
mudéjares de arcos apuntados con alfiz, bien diferenciado de su
cabecera gótica, en la cual sobresale la belleza de su
bóveda de crucería.
Iglesia
de San Jorge Mártir
Destaca el templo por la austeridad de sus fuertes estribos, la
severidad de su puerta principal, construida en piedra, y sus
almenados muros. Dando el conjunto cierta imagen de edificio
militar. En cambio, la llamada Puerta de los Novios, por
la que salieron los marinos para embarcarse en la madrugada del 3
de Agosto de 1492, posee una primorosa labor en ladrillos de dos
tonos que hace de ella un genuino y hermoso ejemplo de la pericia
de sus artífices mudéjares. El conjunto de la Iglesia no parece
ser resultado de razones proyectuales, sino de una evolución
azarosa, pues si bien conserva el cuerpo de un templo antiguo, su
cabecera parece el inicio de lo que hubiera sido un suntuoso
templo gótico tardío, de no haberse detenido las obras a
comienzos del XVI. Un síntoma más de la decadencia de la villa
palerma tras el Descubrimiento de América. Su campanario, de
piramidal facetado, es obra ya de la segunda mitad del siglo
XVIII, igual que la parte del Coro y la bóveda de una de las
capillas, pues se construyeron para reparar los desperfectos
originados por el terremoto de Lisboa en 1755, por el maestro de
obras del arzobispado Fernando Rosales.
Puerta
de los Novios
En su interior destacan: una imagen en alabastro de Santa Ana del
XV; la azulejería que representa a los santos Getulio y Cereal,
que revela la influencia de los maestros italianos del XVII; los
frescos de Santiago en la batalla de Clavijo, San Jorge y la
Coronación de la Virgen, de finales del XV; las imágenes
polícromas de Santa Ana, obra de Hernando de Uceda (1561), y
Cristo de la Sangre, de finales del siglo XVI, así como el
púlpito, importante muestra de la maestría de los artesanos
locales en rejería, de la decimoséptima centuria.
Sobre el cabezo o colina, en cuya falda noroeste se enclava la
Iglesia, alzábase la fortaleza o Castillo de Palos. Era
de planta rectangular, de 30 x 20 metros, con una torre en cada
esquina. El recinto general es del siglo XV, aunque la torre
atalaya N.E. es al menos una centuria más antigua. Desde la
Puerta de los Novios se accedía a la Fontanilla, junto a
la cual se encontraba el histórico Muelle del que partió la
expedición descubridora de América, y que era la fuente
pública de Palos, protegida por un templete cuadrangular de
ladrillos construido en el siglo XIII y de estilo mudéjar,
donde, afirma la tradición, se abastecieron de agua las naves Santa
María, Pinta y Niña.
Pasear por las calles de esta Ciudad es una verdadera lección de
historia, viva y emocionante, evocadora de nombres como Martín
Alonso, Vicente Yáñez y Francisco Martín Pinzón,
codescubridores de América; Diego Rodríguez Prieto, alcalde de
la época colombina; Fray Juan Pérez y Fray Antonio de Marchena,
franciscanos valedores de Colón; Garcí Fernández, físico de
Palos que apoyó la tesis del futuro Almirante; Antón de
Alaminos, Piloto Mayor de la Armada en la expedición de Cortés
a México; Juan Rodríguez Mafrá, piloto en la expedición de
Magallanes que dio la primera vuelta al mundo; Juan Bermúdez,
descubridor de las islas Bermudas; Fray Juan de Palos, uno de los
evangelizadores llamados "Apóstoles de América"; Fray
Juan Izquierdo, Obispo de Yucatán; Comandante Ramón Franco,
Ruiz de Alda, Durán y Rada, aeronautas de Plus Ultra, y muchos
otros, que hicieron de Palos de la Frontera un verdadero lugar de
encuentro entre culturas y civilizaciones.
Escudo
de Palos
ESCUDO MUNICIPAL.
El Escudo Municipal de Palos de la Frontera se basa en el
concedido por el Emperador Carlos V, el 23 de Septiembre de 1519,
a los Pinzón y a los marinos de Palos que fueron con ellos a
descubrir las Indias. El escudo, con orla de oro en la que se
alternan áncoras y corazones, representa a tres carabelas al
natural, en la mar, que navegan entre dos mitades de globo
terráqueo, el Viejo y el Nuevo Mundo, y la siguiente leyenda
"Palos de la Frontera, Cuna del Descubrimiento de
América".
DESCRIPCIÓN
HERÁLDICA DEL ESCUDO DE PALOS DE LA FRONTERA:
"Escudo español. De azur, dos carabelas al centro y en
punta una nao en sus colores naturales, todo ello en el mar sobre
de ondas de plata y movientes de los flancos dos mitades del
mundo, también en su color natural. Bordura de oro con cuatro
corazones de gules y cuatro áncoras de sable alternados. Se
presenta cargado sobre un campo de pergamino de plata, al pie del
mismo cinta flotante con la leyenda: "CUNA DEL
DESCUBRIMIENTO", por timbre corona real abierta."