24 de abril de 1957, sobre las 18,30 horas, en el cuartel situado a la entrada de Vega de Liébana, la pareja de la Guardia Civil, formada por el cabo Leopoldo Rollán Arenales y el número Ángel Agüeros Rodríguez, se dispone ha realizar su servicio. Una contramarcha que consistiría en ir a Valcayo, luego a Soberao y regresar a la Vega de Liébana. De retén en el acuartelamiento queda tan solo un guardia.

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 Antiguo Cuartel de la Guardia Civil en Vega de Liébana

Agazapados en  algún lugar del monte de Señas, Juanín y Bedoya observan con sus prismáticos los movimientos de la Guardia Civil. La excepcional panorámica que se divisa desde allí, permite seguir sus pasos desde el mismísimo cuartel y gran parte del camino. Los miembros de la Benemérita avanzan con sus capas por el camino en dirección a Valcayo.

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Vista desde el monte de Señas. En la fotografía de la izquierda se observan Vega de Liébana y el camino a Valcayo. En la de la derecha, otra buena parte del camino por donde hacían su servicio los guardias.

      

      Juanín y Bedoya, después de haber visto pasar a la pareja, comienzan a descender por el camino de Señas, su intención llegar hasta el cementerio y esconderse allí para cruzar después la carretera. Dos enormes royas de castaño situadas poco antes de enlazar el camino de Señas con la carretera servirían de parapeto para cubrir el paso.

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 Camino de Señas. Al fondo, el cementerio y al otro lado de la carretera el molino, hoy convertido en un acogedor camping

 

        Son casi las 21 horas, está oscureciendo y el viento barrunta lluvia. Fernández Ayala, junto a Bedoya han permanecido ocultos tras el muro del cementerio esperando el momento de cruzar en dirección al molino. Juanín se adelanta. En su mano derecha porta la pistola y en la izquierda una vara de avellano. Una vez ha pisado la carretera, mira de forma insistente en dirección a Vega de Liébana para asegurarse no ser visto. Sin embargo aparece a su espalda el cabo Rollán, la noche y el viento han camuflado su presencia. Agüeros le sigue reglamentariamente a unos metros en el lado opuesto de la carretera.

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La fotografía muestra la localización del supuesto encuentro fortuito con la Guardia Civil

         ¡Alto a la Guardia Civil!. Juanín, comienza a correr en zigzag en dirección a la Vega. Rollán dispara una ráfaga en abanico, una de las balas le siega la yugular, dos más se incrustan el el cuerpo de Fernández Ayala. Es probable que Juanín intentase defenderse con su nueve largo, llegando a realizar algún disparo. Mientras tanto, Bedoya parapetado tras los maderos, dispara con su pistola. Después emprende la huida monte arriba. Unos minutos mas tarde aun  hará unos disparos al aire con la esperanza de obtener respuesta de su compañero. 

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Lugar en que Fernández Ayala cae mortalmente herido y posteriormente es expuesto su cuerpo

 

          Rollán permanecerá junto al cuerpo aun sin identificar, mientras Agüeros acude en busca de refuerzo. Este regresa junto a la brigadilla, siendo uno de sus miembros quien reconoce finalmente al fallecido, efectuando dos tiros a quemarropa sobre su rostro. Este incidente fue observado también por algún vecino de La Vega, que fue requerido para acompañar a los guardias. 

         En el momento de su muerte llevaba puesto dos camisas y dos pantalones,  8.500 pesetas, un bloc de notas con apuntes, un preservativo, dos cajas de tabaco, 6 aspirinas y una fotografía de su hermana Avelina. Además de la metralleta y la pistola una bomba de mano y unos prismáticos completaban su equipamiento.

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El cuerpo de Juanín y Agüeros en el lugar donde cayó abatido

 

          El cadáver del emboscado permanecería toda la noche en la carretera. Por la mañana fue expuesto apoyado contra un muro. Posteriormente envuelto en unos sacos y trasladado en Land Rover al cementerio de Potes, donde su cuerpo fue nuevamente exhibido ante multitud de curiosos venidos de todos los rincones de la Región. Posteriormente sería enterrado tras el deposito del cementerio, donde estaba el lugar destinado a  la fosa común. En un principio se le pretendió enterrar sin ataúd, pero gracias al un vecino de Potes, Martín Almirante, en cuya casa había trabajado la madre de Fernández Ayala, se pudo realizar el sepelio con un mínimo de dignidad para el fallecido y sus familiares.

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 Deposito del cementerio de Potes

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Tumba de Juan Fernández Ayala

     

        Juanín  yacía muerto. Mientras, su hermana María que sufría destierro, daba a luz un varón. Bautizado como no podía ser de otra manera, con el nombre de JUAN.

 

 

 

 

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From Vega de Liébana we can follow a road which ends at the village of Dobres. Under the current cemetery a Spanish civil police couple killed Juanín, one of the most famous ambushes from the Spanish post-war, in 1957.

 

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