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cuando soniamos aparece la cara oculta de la personalidad

Psicología del inconciente

Cuando soñamos aflora la cara oculta de la personalidad. Las imágenes que surgen no son fantasías sin sentido. Descifrar su significado permite descubrir qué se esconde en la trastienda de nuestro carácter.
Como guardados en un sótano, el subconsciente encierra miedos y conflictos íntimos de la persona que luego los sueños se encargan de destapar. A través de éstos se abren pasos en forma de símbolos, por eso luego no son tan difíciles de entender y recordar.

Una persona de 60 años sólo a permanecido 38 de ellos conciente. Los 22 restantes a estado en otro mundo en el reino del sueño; años en los que su mente no siguió la leyes de la lógica, donde el espacio y el tiempo carecieron de valor al soñar. Y es que, noche tras noche, vivimos situaciones inimaginables: podemos ser hombre o animal, héroe o villano, rey o esclavo… Durante ese tercio oculto de nuestra existencia, sufrimos, disfrutamos, lloramos en un mundo del que somos actores y principales protagonistas; los únicos creadores de una obra que desaparece cuando el despertador nos devuelve a la realidad conciente.

Poco se sabe de esta otra cara de nosotros mismos, de este lado oscuro de nuestra existencia que está condenado al olvido. ¿Por qué soñamos? ¿Tienen nuestros sueños algún sentido? Y si es así, ¿por qué nos cuesta tanto descubrir su significado?

Para los psicólogos y psicoanalistas, el soñar es la puerta de entrada al inconsciente, la vía que nos conduce a un gran almacén donde se apilan conflictos, miedos y angustias internas. Es la llave con la que podemos acceder a la bodega en la que guardamos mister Hyde particular.  

Sin embargo, no todos los investigadores son partidarios de que giremos el pestillo y nos introduzcamos en el sótano del inconsciente. Algunos señalan que si los sueños están destinados a no ser recordados por el hombre, es absurdo forzar a la mente para que los retenga. Una teoría que es rechazada por los seguidores de Freíd, que catalogan esta postura de incorrecta. Y es que para los psicoanalistas clásicos, si estamos dispuestos a franquear la berrera, es posible traducir nuestros sueños para intentar descifrar nuestro inconsciente.

Caminar por este sendero, analizar ese lado oculto del soñar, es un trabajo difícil. El primer problema que se plantea a la hora de estudiar nuestra vida onírica es el olvido. El hombre siempre sueña y lo hace de tres a cinco veces durante la noche, aunque rara vez lo recuerde. Es una amnesia diaria a la que los neurólogos todavía no han dado una explicación única. Mientras que para algunos psiquiatras, no recordamos porque nos es imprescindible; para otros no podemos hacerlo por la fuerza de la represión. Nuestras tensiones y deseos incumplidos durante el día se liberan de forma simbólica durante la noche. Así, cuando la vida psíquica retoma su estado de vigilia, no sólo el cuerpo sino toda la persona tiene fuerzas renovadas para encarar una nueva mañana. Cuando no somos capaces de decir con qué o con quién hemos estado soñando, es que el sueño a cumplido su objetivo.

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