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Levanto su
mirada hacia el cielo oscuro, rasgado las casi invisibles nubes, las estrellas
titilaban, brillantes y potentes... suspiro entonces y vio a lo lejos aquellas
cumbres coronadas de helados cristales rosados sobre las cuales se curvaba
el majestuoso halo amarillo crepuscular de la luz moribunda del sol que ya
no se veia... una niebla dorada cubria cual mar tambien dorado las arboledas
y las añejas y antiquisimas viñas tan complicadas que mas bien
semejaban redes tendidas en derredor... el ligero lando traqueteo sobre el
empedrado entre transeuntes, carros y carretas que volvian a casa luego de
la fatigosa jornada. Un dia como todos los dias.
Mas adelante,
un enjambre de carruajes y vehiculos, mezclados entre piafantes caballos,
cocheros, caballeros y damas les señalo la llegada a su destino, una
amplia casona de estilo poscolonial aunque reformada en parte por su opulenta
propietaria al estilo entonces en boga importado por los ingenieros genoveses
Nicolas y Jose Canale, padre e hijo llegados al Plata en 1854 y que habian
instalado y promovido la corriente neorrenacentista italiana; las puertas
y ventanales abiertos dejaban ver que que su interior resplandecia y su luminosidad
se extendia hacia los prolijos y cuidados jardines que la circundaban.
Se detuvieron
entonces y bajaron del vehiculo sumergiendose en la multitud, entretenida
en saludarse y conversar en el hall de la residencia. Estaba incomoda, casi
hosca; le disgustaba profundamente haber tenido que cumplir con la invitacion,
a insistencia de su marido. Ya eran grandes, estaba fastidiada de aquellas
mundanas reuniones sociales a las que habia debido asistir durante toda su
vida y ahora hubiera preferido pasear por sus rosales a la luz de la luna
en la tranquilidad de la noche o bien bordar mientras disfrutaba la lectura
y comentarios de su marido.
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Dentro,
los invitados conversaban animadamente mientras las damas agitaban con la
levedad de mariposas sus abanicos de coral
Aqui, caballeros de pantalones grises ajustados con una trabilla a la charolada
bota; con chalecos de ante blanco ciñiendo bordadas camisas de batista
que un ancho corbatin de encaje cerraba en el cuello paseaban con elegantes
damas de toilette de terciopelo violeta y borravino; alla, otros vistiendo
frac o levitas azul oscuro, ciruela o negro adornado con botones dorados luciendo
inmaculadas camisas de cuello alto y corbatas de ancho lazo cortejaban a jovencitas
engalanadas con broderie y delicadisimos encajes...
Destellos
de luz desparramaban los caireles tallados de varias arañas que rebotaban
en los espejos del salon, amueblado con macizos y solidos muebles coloniales
de maderas costosas. Confortables sillones, sofas, porcelanas exquisitas y
tapices hablaban bien a las claras de la suntuosidad y prosperidad de la dueña
de casa, que al fin, llego hacia ellos.
Con
esa sonrisa ficticia, que ella conocia tan bien, rozo su brazo en una muestra
de bienvenida... un sobresalto reflejo le hizo contraerlo, gesto que no escapo
a la anfitriona la que, pareciendo disfrutar de la incomodidad que provocaba,
afirmo aun mas su cercania instando a la pareja a un rapido ingreso al salon.
Estaba
alli presente la mayor y mejor parte de la sociedad mendocina, aquella petite
noblesse semejante a la porteña en cuanto a sus caracteristicas, reunidas
como «La mayor parte de la burguesia porteña, las familias decentes
y pudientes; los apellidos tradicionales, esa especie de nobleza burguesa
pasablemente beotica, sana, iletrada, muda, orgullosa, aburrida, localista,
honorable, rica y gorda" segun la definio burlona y nada benevolentemente
Lucio V. Lopez en "La gran aldea". Aunque -en cuanto a diferencias-
conservaban su modo de ser de grandes señores españoles del
tiempo de la Conquista; gentes clasicas y distinguidamente hidalguicas.
Justamente
delante de un oleo enmarcado de un artesanal y trabajado marco dorado de hojas
de acanto se encontraba, recto y erguido en su posicion de firme, don Manuel
Antonio Zuloaga, veterano militar de 63 años, quien habia combatatido
en Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú y acompañado al general
San Martin hasta Peru, venerada reliquia de tiempos pasados que conversaba
con el matrimonio Moyano padres de un embelesado niño de siete años
que observaba detenidamente el uniforme del augusto procer; aqui y alla se
hablaba de la crisis sanjuanina desatada por el asesinato de su gobernador,
el coronel José A. Virasoro, el ultimo 16 de noviembre, de las influencias
de Sarmiento y del delicado estado de salud de su madre, doña Paula.
Mientras
tanto, una muñequita de porcelana vistiendo una toilette de surah blanco
y organza suplicaba haciendo mohines a «el distinguido pintor don Gregorio
Torres» intentado convencerlo de empezar cuanto antes su retrato. Pero
entre todos, destacaba la dueña de casa, Luz Sosa de Godoy Cruz, desplegando
un vestido con cola de negro terciopelo alhajada con un collar de medallones,
pulseras anchas prendedores y largos aros, todos de hierro negro, jugando
con una guia de guias de rosas artificiales, con hojas y pimpollos que colocaba
ya orlando el escote, ya dejandola caer desde la cintura hasta casi las rodillas.
Otros
señores escuchaban silenciosos y graves al eminente naturalista frances
Augusto Bravard, quien, con su fuerte acento explicaba sus ultimos -e inquietantes-
estudios geológicos y barométricos, segun los cuales, Mendoza
sufriria en breve un temblor de tierra mas grave que los habituales. Luz,
alarmada por semejantes presagios intervino bromeando invitandolos con golosinas
y licor, al tiempo que los señores le dirigian gentiles cumplidos,
ante la adusta mirada del investigador.
Alcanzo
a escuchar aquellas premoniciones y volvio a suspirar... tantas y peligrosas
peripecias habia pasado aquella vieja conocida suya que ya la creia invulnerable;
ahora, la muñequita de porcelana tocaba el piano envuelta en una nube
de cortejantes, ojala -mientras imaginaba posiciones- el maestro Torres accediera
a retratarla asi, imaginandose languida, con una mano abandonada sobre las
teclas...!
Los caballeritos, en su afan por seducir a la interprete, habian dejado al
descubierto aquella puerta, ¡aquella puerta!, una y otra vez, durante
diez años habia soñado con aquel momento... todavia podia recordar
como, durante el transcurso de una reunion similar, se habia abierto y una
criada susurrado algo al oido de Luz... que cerro sus labios para abrirlos
indicando unas breves ordenes, pero esto habia durado el instante de un relampago,
podia haberse tratado tanto de una copa rota como de una muerte, imperturbable
continuo sonriendo y charlando con sus invitados. Recien al dia siguiente,
la noticia sacudiria a la ciudad: Tomas Godoy Cruz, amigo de San Martin y
dos veces gobernador de la provincia, habia muerto aquella misma noche, exactamente
durante el transcurso de la velada. Una reunion como esta.
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La
conocia, y muy bien, habia sobrevivido a sus enconadas luchas contra la
indomable chilena Javiera Carrera, tan apasionada, dominante y astuta como
ella; pero esto habia pasado medio siglo antes. Tambien sabia como gustaba
desconcertar a aquellas jovenes que, creyendo no las veia, las sorprendia
mirandolas de pronto, fijamente, incredulas que no atinaban a convencerse
de las fantasticas historias que la rodeaban disfrutando como bajaban turbados
sus ojos...
Tambien ella, en sus dias de gloria, habia sido bella y esbelta, y valiente
tambien, pues habia sido amiga de Remedios, la esposa del general San Martin,
en aquellos turbulentos dias de emancipacion colaborando con el ejercito
que cruzaria aquellas gigantescas montañas en la gesta libertadora.
Sabia que cuchicheaban a su alrededor, susurrando sus querellas judiciales
con su propio hijo por la herencia de su esposo; sabia que la consideraban
la asesina del novio de hija Aurelia, al que detestaba; sabia que... sabia
que conservaba intacto su poder y sus influencias, que podia congregar a
la mejor sociedad, gobernaror, funcionarios, politicos y los magnates en
su casa; que un pedido suyo conllevaba un inexorable acatamiento.
Sintio
que le faltaba el aire y rogo a su marido acercarse a la ventana, el calor
la agobiaba e intento buscar alivio en el frescor de la noche; aspiro con
fruicion el perfume de los azahares, de los naranjos, limoneros y perales
que prolijamente alternaban con macizos de flores y copas de marmol... estaba
aturdida... se sintio mareada y le parecio que las voces retumbaban cada vez
mas fuertes en su oido en una confusa e infernal mezcolanza, y hasta le parecio
que los caireles tintineaban y las arañas, como potentes faros de luz
se mecian suavemente... de pronto, se dio cuenta que todos habian callado,
mirandose sobresaltados; hasta la muñequita de porcelana se habia puesto
de pie con la rapidez de un rayo, tan blanca como el potiche de porcelana
que parecia.
Desde
afuera llegaron los ladridos enloquecidos de los perros y los relinchos de
los caballos y aquel tronar, tan familiar que los mendocinos conocen tan bien,
los invitados con sus fracs y vestidos comenzaron a tambalearse contorsionandose
comicamente como muñecos desarticulados. El gran oleo se cayo golpeando
pesadamente sobre el vetarano militar y entonces fue el infierno.
Las
arañas comenzaron a bailar como columpios descontrolados al tiempo
que las vigas del techo crujian y las paredes oscilaban; caian vasos, copas,
bandejas y botellas estrellandose en el piso mientras que los invitados gritando
con terror pugnaban por salir al exterior intentando mantener el equilibrio
esquivando candelabros, espejos y adornos que caian de estantes y muebles;
una atronadora sacudida conmovio la residencia y la mamposteria, techos y
paredes comenzaron a derrumbarse; una gran nube de polvo asfixio e impidio
la salvacion.
La
gran sacudida la empujo violentamente contra la ventana, asiendo a su marido
de un brazo lo arrastro involuntariamente hacia el exterior y eso fue su salvacion,
aunque dolorida, al instante se puso de pie y asiendolo por los brazos lo
arrastro lo mas lejos posible, levanto la vista y con horror vio como la inmensa
casa, oscilando un momento, se hundia en sus cimientos quedando tan solo una
montala de escombros oculta rapidamente por una nube espesa y negra.
Pero
antes del final, alcanzo a ver una figura despeinada, golpeando los vidrios
de los grandes ventanales cuyos marcos dislocados impedian abrirse, era
Luz, que de pronto cerro los labios mirandola fijamente, pero esto habia
durado el instante de un relampago, podia haberse tratado tanto de una
copa rota como de una muerte; como la muerte de su esposo, diez años
atras, mientras ofrecia una elegante velada, exactamente como la de hoy.
Solamente que esta vez, se trataba de su propio funeral.
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Alguna aclaracion...
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