Arqueo 

Aegyptos


Los Sirvientes De La 

Divinidad

La Esposa del Dios 

y

Las Divinas Adoratrices de Amón



 
 

Texto por Amenofhis III

Tras la reconquista de Egipto, llevada a cabo por Ahmosis, en la que el ejército de Su Majestad expulsó a los hicsos del Doble País, se inicia el gobierno faraónico bajo el reinado del primer rey de la XVIII Dinastía. El hijo de Ahmosis, Amenhotep I, está casado con una gran reina, la cual funda una institución que lleva por nombre "La Esposa del Dios". La reina Ahmés Nefertari no solo fundó una institución religiosa, sino que dentro de la jerarquía de Karnak, fue económicamente independiente, por lo que no dependía en absoluto de las decisiones de los Profetas de Amón. Una estela, que se halló fragmentada en el interior de Karnak,  y que luego fue reconstruida con éxito, nos muestra la imagen de la reina Ahmés Nefertari. Amenhotep I dotó a esta institución con una residencia propia, y le concedió bienes materiales y terrenos.

Ahmés Nefertari representaba el futuro de Egipto, y decidió unirlo con las antiguas tradiciones, así que la hermosa reina se hizo representar como lo hacían las sacerdotisas del imperio Antiguo . Así, la gran soberana inició su proyecto. Creó escuelas para las iniciadas y escogió a los más sabios sacerdotes para confiarle sus deseos. La clase de iniciadas que se formó en esta institución gozaban de la venia del rey, quien las dotó con un poder sobrenatural y las nombró "Iniciadas en los Misterios de Amón". Sin embargo, el título de "Esposa del Dios" no obligaba a pertenecer a la realeza, ni a estar ligado a ningún miembro de ella. No obstante, muchas de las reinas más célebres fueron "Esposas del Dios", como Hatshepsut ó Twosret. De mano de Hatshepsut, conocemos un rito que la "Esposa del Dios" llevaba a cabo. Cuando recientemente se reconstruyó la Capilla Roja de Karnak, perteneciente a Hatshepsut, la vemos ante el "Padre Divino", el cual ofrece a la reina, que aún no era faraón, una antorcha. Ella la recoge, bajo su papel de "Esposa del Dios", y con ella enciende un brasero. Luego, toma un broche con la imagen de un enemigo, que simboliza al caos y el desorden, y lo arroja al brasero. Con esta acción, Hatshepsut ha purificado el cosmos y restablecido el orden del Universo.

Durante la segunda mitad del Imperio Nuevo, el papel de "Esposa del Dios" es absorbido por la figura de las "Divinas Adoratrices de Amón". En esta nueva jerarquía, se caracteriza sobre todo el hecho de que asumen su papel de esposa plenamente. Por su matrimonio divino, no se casaban ni tenían hijos. A pesar de que podían permitirse tener relaciones sexuales, no deja de ser una extraña forma un tanto exagerada. Sin embargo, al contrario de lo que hoy día ocurre con muchas religiosas, no se recluían en el interior del Santuario de Amón. Allí, tan solo realizaban su trabajo, que era el mantener la fuerza divina de Amón y asegurarse de que su presencia estuviese patente en todo Egipto.

Era todo un acontecimiento el presenciar la proclamación de una Divina Adoratriz. Su nombre era grabado en el interior de un cartucho y tomaba los títulos propios de una reina, así como recogían en su nombre el de la diosa Mut. Esta condición real se veía consolidada en todas sus funciones. Una Divina Adoratriz podía inaugurar santuarios, delimitar sus extensiones, dirigir los ritos fundacionales y consagrar las ofrendas, cosa que hasta este momento, tan solo el faraón podía realizar. Su presencia se dio también en los jubileos reales. Durante las Heb-Sed, era la que magnetizaba al rey con su energía vital. Sin embargo, esta era una realeza tan solo en el ámbito espiritual.

La administración de las Divinas Adoratrices de Amón era controlada por un ministro muy especial, era el "Amigo del Rey", el consejero más apreciado por el faraón, en quien el soberano depositaba toda su confianza. Era el "Amigo del Rey" quien realmente administraba los terrenos, las joyas y los alimentos. 

La Divina Adoratriz escogía a su sucesora con el consentimiento previo del rey. Tanto el faraón como la sacerdotisa proponían a una princesa la cual pasaba a llamarse "hija", mientras la Divina Adoratriz tomaba el nombre de "madre". Era pues, como si en la unión de sangre, educase la madre a su hija, y le desvelase los misterios de la creación. Asumían conjuntamente el papel de Divina Adoratriz de Amón hasta que a la sacerdotisa le llegaba la muerte ó alcanzaba el retiro voluntario. Este título estuvo vigente hasta el final de las dinastías faraónicas, aunque durante los años ptolemaicos, la mujer perdió casi todos sus poderes y funciones.

 

 

 

 
 

© 2005, Amenhotep III (Luis Gonzalez Gonzalez) Amenofhis_29@hotmail.com