Creo
que la serie Star Trek es bastante conocida, por lo menos de nombre.
Como cualquier otra serie de ciencia ficción, especula con los posibles
avances tecnológicos del futuro. Además nos presenta una sociedad
ideal, aliada en una Federación con otras razas extraterrestres, casi
todas de apariencia humanoide, y en guerra con civilizaciones hostiles.
En
Star Trek se pretende abordar temas fundamentales para el destino de la
humanidad. Los robots humanoides o androides como Data, por ejemplo. El
comportamiento de una civilización en la que el desarrollo de la
lógica y de los poderes mentales está por encima de cualquier otra
cosa, como los vulcanianos. En una de las películas, la quinta de la
saga, la nave Enterprise parte en busca de Dios. En la primera película
para el cine, el capitán Kirk tiene que enfrentarse a una inteligencia
artificial que se ha desarrollado hasta límites insospechados. En la
séptima película, el nuevo capitán, Jean Luc Picard, encuentra una
dimensión que es como el paraíso de la mitología, donde todos los
deseos y sueños de felicidad se hacen realidad. Y así tantos y tantos
temas.
Las
matemáticas, por supuesto, han de estar presentes. En este artículo
solo quería mencionar algunos detalles referentes a las formas
geométricas de las naves que aparecen en las películas. En Star Trek las formas de las
naves son muy diversas. Están las típicas naves que uno se espera, el
diseño archiconocido de la Enterprise, con un enorme disco unido a un
cuerpo alargado del que salen a su vez los dos propulsores también
alargados. Las naves Klingon se parecen a pájaros. Las naves que
aterrizan en los planetas son las lanzaderas pequeñas y de diseños
habituales. Curiosamente
las naves más enigmáticas e interesantes son las que tienen diseños
más simples. En Star Trek I, Kirk, Spock y sus compañeros se tienen
que enfrentar a una nave desconocida, gigantesca, envuelta en un halo
nebuloso y oscuro de energía. Tan misteriosa es esa nave que en ningún
momento se puede apreciar su forma por entero, solo partes de ella, y la
nave Enterprise parece una pulga en comparación con estas partes. En
Star Trek IV otra nave gigantesca, en este caso un enorme cilindro opaco
que lleva una esfera adherida a él por un rayo de energía, se acerca a
la Tierra buscando ponerse en contacto con las ballenas, que ya están
extinguidas. El diseño de la nave es tan extremadamente simple que
refuerza la sensación de vehículo desconocido. En
Star Trek Primer Contacto nos aparece el Cubo Borg, una enorme nave
cúbica, como representación palmaria de la estructura de la sociedad
Borg, en donde no existe la individualidad, sino todos los seres viven
en colmena, mezclados simbióticamente con las máquinas. 
En
Star Trek: Insurrección tenemos una nave destinada a recoger las
partículas metafísicas que rodean a un planeta. Dichas
partículas son las responsables de que los que viven en ese planeta no
envejezcan, sino que se mantengan siempre jóvenes. La nave despliega
unas inmensas alas parecidas a las membranas de un insecto, en las
cuales se irán recogiendo las preciadas partículas de la juventud. Por
regla general en lo simple está lo bello y lo grande. Podría parecer que diseñar algo complicado nos llevará a sorprender al
espectador, y por eso se han diseñado tantos tipos de naves en las
diversas películas de ciencia ficción. Pero las naves más recordadas
son las que tienen formas más sencillas, más reconocibles a nuestro
intelecto: un disco, un cubo, un cilindro, etc. Además de su forma nos
impacta de ellas alguna característica que las define: esbeltez,
enormidad, oscuridad, misterio, o una presencia ominosa. De las otras,
precisamente por su complejidad, no podemos apenas recordar su forma ni
nos llaman la atención. Por
poner algunos ejemplos fuera de Star Trek: En 2001 Una Odisea del
Espacio la nave de David Bowman es una esfera seguida de un cuerpo alargado en
forma de varilla que termina ensanchándose para albergar a los
motores de propulsión. Es una nave blanca, con un diseño estilizado
que contrasta fuertemente con el diseño basto y apelmazado de la nave
rusa en la continuación 2010 Odisea Dos. En
Star Wars (La Guerra de las Galaxias) la nave más impresionante
es por supuesto la Estrella de la Muerte, una estación espacial
gigantesca y totalmente esférica. También tenemos el Halcón Milenario
en forma de disco y los cruceros de batalla imperiales, enormes y con
forma de punta de flecha. En
la Tierra los vehículos están diseñados en general con una forma
aerodinámica, sobre todo los que tienen que viajar más rápido. Pero
en el espacio, en ausencia de aire y sin estar sometidos a la gravedad
terrestre, las naves pueden adoptar cualquier forma. Pero si
quisiéramos producir en su interior una gravedad artificial, lo mejor
es una forma cilíndrica, esférica o discoidal, para que el cuerpo de
la nave pudiera girar sobre un eje de forma natural y producir gravedad
gracias a la fuerza centrífuga. Otro
detalle es el tamaño. En el cine se han explotado las naves
gigantescas, pero no las minúsculas. Con una tecnología apropiada se
pueden fabricar naves de un tamaño diminuto, no tripuladas por
supuesto, que servirían de sondas exploradoras. Naves del tamaño de un
balón de fútbol, de una pelota de ping pong, o naves microscópicas. En
fin, la forma de las naves interplanetarias nos puede hacer
reflexionar en la geometría y en las propiedades de los cuerpos
geométricos: su volumen, su superficie, las simetrías que presentan,
los ejes, puntos y planos de dichas simetrías, etc. |