Indice General

Lora reniega del Trotskismo

 

Nahuel Moreno

 

Secretariado Centroamericano —SECA—

Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo —CITO—

http ://www.oocities.org/obreros.geo/

mail : seca_6@yahoo.com

Edición electrónica Diciembre 2001

(Tomado de Revista de América # 8/9, Mayo-Agosto de 1972) Tomado de Ediciones Pluma, Buenos Aires, abril de 1974)



Indice

Lora reniega del trotskismo

La política de Lenin y la de Lora son antagónicas

Lora se compromete a marchar junto con Lechín en el movimiento sindical

Los principios del pintoresco Altamira

Si la política de Lora y Política Obrera es correcta, sean consecuentes y aplíquenla en Brasil

Lora reniega de la caracterización trotskista de los partidos de izquierda bolivianos

Lora confunde la desesperación burguesa y pequeño burguesa con posiciones revolucionarias

Lora y Altamira: campeones del pablismo

¿Es el Frente el Partido Revolucionario?

¿Es el FRA la continuación de la Asamblea Popular?

El Frente Antiimperialista según Lenin y según Lora

Lora y Política Obrera esconden conscientemente la estrategia del Frente

Un fascismo raro

Construir el Partido trotskista dentro del movimiento de masas


Lora reniega del trotskismo

(Revista de América # 8/9, Mayo-Agosto de 1972)

Buenos Aires, 1 de julio de 1972.

Estimado compañero:

Su estadía entre nosotros, así como nuestro acuerdo de principios acerca de la necesidad de defender contra viento y marea los principios trotskystas ortodoxos, anudaron una relación que me permite enviarte esta carta abierta.

No lo hubiera hecho, ni me inmiscuiría en los arduos problemas que enfrentan en el proceso de unificación con la “Fracción”, sino creyera justamente que esos principios, así como el Programa de Transición, están en‑peligro de ser abandonados por algunos de los compañeros y posiblemente por vuestra organización en su conjunto.

En la Conferencia Latinoamericana patrocinada por los loristas [1] , Política Obrera [2] y los lambertistas [3] (que desgraciadamente no pudo contar con la presencia de Lora, ya que éste, respetuoso del derecho de asilo chileno, con muy buen criterio, se abstiene de toda intervención política), vuestro delegado jugó el triste papel de furgón de cola de la fracción Lora‑Política Obrera en favor del Frente Revolucionario Antiimperialista y de la participación de Lora en el mismo. Los lambertistas, justo es reconocerlo, defendieron contra Lora y Política Obrera los más elementales principios marxistas revolucionarios.

La historia del POR de Lora y de Política Obrera es una larga lista de traiciones más o menos encubiertas al trotskysmo. En esta conferencia, abandonaron abiertamente y sin tapujos el programa y los principios trotskystas. Nuestra preocupación es que alguno de ustedes siga la política de vuestro delegado, capitulador de capituladores, Voy a dejarme de adjetivar, para ir directamente al grano.

Lora y Política Obrera luchan actualmente por “ tomar el poder y construir el socialismo ” en íntima unión con la burguesía nacionalista .

En su último libro, intitulado “Bolivia: de la Asamblea Popular al golpe fascista”, publicado en abril de 1972, Lora afirma categóricamente que el Frente Revolucionario Antiimperialista (FRA), del cual el POR (Masas) forma parte, se ha organizado “ para la toma del poder ”, según dice su carta fundamental. En otra parte del libro desarrolla aún más ese concepto: “ Es fácil concluir que estratégicamente la Asamblea Popular se proyecta en el FRA que no es, ciertamente, un frente ocasional, sino un frente para tomar el poder y construir el socialismo , que, importa la más elevada madurez política de las masas y particularmente del proletariado”. (Subrayado nuestro mientras no se indique lo contrario.)

Para no decir quiénes forman y firman la carta del FRA, Lora hizo una burda maniobra: publicó en una edición especial de su periódico, Masas, el manifiesto del Frente, pero suprimiendo la firma de dos de sus integrantes, el POR (Combate) y el General Torres. El stalinismo chileno fue más honesto que Lora. Según su órgano oficial, “El Siglo” del 14 de noviembre de 1971, “ firman este manifiesto: Fuerzas Armadas Revolucionarias (Mayor Rubén Sánchez Valdivia); Partido Comunista de Bolivia; Partido Revolucionario de Izquierda Nacional (PRIN); Partido Obrero Revolucionario (Masas); Partido Obrero Revolucionario (Combate); Movimiento de Izquierda Revolucionaria; Partido Comunista de Bolivia (Marxista‑Leninista); Ejército de Liberación Nacional: Partido Socialista de Bolivia; General Juan José Torres González, ex‑presidente de Bolivia ”.

Acá no hay maniobra que valga: Lora, con la bendición de Política Obrera, ha hecho un frente con el General Torres y su lugarteniente, el mayor Sánchez Valdivia, “ para tomar el poder y construir el socialismo”. No se trata, como reconoce el propio Lora, de un “ frente ocasional ”, sino de un frente que se proyecta como mínimo para varias décadas, tal vez un siglo o dos, hasta “ construir el socialismo ”. El General Torres y los demás integrantes, lo proyectan por mucho menos tiempo: “ tomar el poder ”. Insisto, compañero, Lora piensa “ tomar el poder y construir el socialismo” no sólo con el General Torres, sino también con los partidos comunistas stalinista y maoísta, con el burócrata Lechín (máximo dirigente del PRIN), con la democracia cristiana de izquierda (MIR) y con los reformistas del Partido Socialista.

La política de Lenin y la de Lora son antagónicas

El argumento oral, en el que se especializa esa internacional de charlatanes unidos formada por los inefables Lora y Altamira, es sencillo: “¿Acaso Lenin y Trotsky no plantearon la toma del poder por los mencheviques y los socialistas revolucionarios durante gran parte del año 1917?” “¿Los mencheviques y socialistas revolucionarios no eran los abuelos de los partidos comunistas bolivianos, de Lechín y de los socialistas?” La conclusión es una sola: “Lora y Altamira, al igual que Lenin y Trotsky, apoyan a los oportunistas y los obligan a romper con la burguesía, ‘tomar el poder y construir el socialismo ”.

Lo menos que le podemos pedir a estos “Lenines y Trotskys” modernos, es que dejen tranquilos las memorias y las citas de Lenin y Trotsky: ¡Adelante! hagan lo que quieran, sigan traicionando a las masas bolivianas y al marxismo, pero por favor, dejen tranquilos al marxismo, al leninismo y al trotskysmo.

Entre la política de Lenin y la de Lora hay una línea divisoria clara, tajante. Lora ha hecho un frente para ir junto con el General Torres, el Partido Comunista, Lechín, etc., al “poder y construir el socialismo” . Lenin les planteó la toma del poder a los mencheviques y social revolucionarios para mejor desenmascararlos ante las masas, no para acompañarlos en el poder, ni mucho menos para “ construir el socialismo ”.

Así caracterizaba Trotsky la política de Lenin: “ En abril‑septiembre de 1917, los bolcheviques exigían que los socialistas revolucionarios y los mencheviques rompieran su ligazón con la burguesía liberal y tomaran el poder en sus propias manos. Con esta condición los bolcheviques prometían a los mencheviques y a los socialistas revolucionarios, representantes pequeño burgueses de obreros y campesinos, su ayuda revolucionaria contra la burguesía, renunciando, no obstante, categ6ricamente a entrar en el gobierno y a tomar ninguna responsabilidad por ellos”. (L. Trotsky: Programa de Transición, Editorial La Verdad, p. 21.)

Lora se compromete a marchar junto con Lechín en el movimiento sindical

Todo el movimiento revolucionario mundial conoce la trayectoria de Lechín, máximo burócrata del movimiento obrero boliviano. Amigo y defensor de Chiang‑Kai‑Shek, visitó Formosa invitado por éste cuando aún estaba al frente la Central Obrera Boli­viana. Ningún revolucionario se va a negar por ello, mientras Lechín tenga algún predicamento en el movimiento obrero boliviano, a llegar a acuerdos circunstanciados y precisos para impulsar alguna medida de lucha concreta con él o con quien sea. La condición fundamental para llegar a esos acuerdos es que, más que nunca, denunciemos el rol de Lechín en el movimiento de masas. Nunca debemos perder de vista que nuestra obligación es educar a la clase obrera y a su vanguardia sobre el verdadero papel de este siniestro burócrata, entregador de las luchas del proletariado boliviano al servicio de la burguesía y el imperialismo.

Lora va mucho más allá de ese posible acuerdo circunstancial. La resolución del FRA “ respecto al trabajo en las organizaciones sindicales, populares y estudiantiles” , compromete a Lora a cumplir con lo siguiente: “3) El FRA actuará como entidad unitaria en todos los frentes de la vida social (sindicatos, universidades, colegios, organizaciones populares, etc.). El Frente presentará listas únicas en los actos electorales de todo tipo, después de discutirlas ampliamente en su seno” . (Órgano oficial del FRA, marzo de 1972). Esta cita no necesita mayores comentarios: Lora hará listas comunes no sólo con Lechín, sino también con los partidos comunistas y socialista, los demócratas cristianos y tutti cuanti, en los sindicatos, universidades, etc. Renuncia, así, hasta que “ se tome el poder y se construya el socialismo ” a distinguirse de Lechin y sus seguidores ante el movimiento de masas, ya que se presentará ante ellas con un mismo programa y en una misma lista.

Los principios del pintoresco Altamira

Altamira, máximo dirigente de Política Obrera, es un “ principista nato ”. Basta que abra la boca para que salga un principio. Durante años, nuestro partido le ha planteado a Política Obrera la necesidad de acordar una política mínima común frente al movimiento obrero y a las direcciones burocráticas. La respuesta de Política Obrera ha sido cortante: nos ha exigido cuatro puntos para llegar a ese acuerdo o frente revolucionario. Lo más interesante es que uno de esos puntos para llegar a un acuerdo estaba en contra de todo tipo de acuerdo, Recordémoslo: “3 ‑ Nada de acuerdismos sino lucha ideológica con las corrientes existentes en el movimiento obrero.”

En otro de los puntos, concretamente el segundo, se nos exigía auto criticarnos del apoyo crítico que le dimos a Vandor, el Lechín argentino, cuando éste rompió con Perón, porque el movimiento obrero debía darse su propia política y no aceptar órdenes de ningún extraño al mismo. Mientras se nos criticaba a nosotros por apoyar críticamente a Vandor cuando éste rompió con Perón, Política Obrera apoyó sin crítica alguna a los candidatos burgueses peronistas, lanzando la consigna de apoyar a estos candidatos en las elecciones. [4]

Y como si apoyar a los candidatos nacionalistas burgueses de Perón incondicionalmente fuera poco, años después, esta secta poco conocida hasta entonces, pasó a ocupar la atención del movimiento revolucionario latinoamericano: “Granma”, órgano oficial del Partido Comunista cubano denunció en un editorial que Política Obrera había llegado a un acuerdo secreto para una investigación sociológica con... ¡la fundación Ford! El movimiento estudiantil argentino había librado una lucha feroz contra las investigaciones patrocinadas por fundaciones imperialistas, denunciándolas correctamente como una maniobra del Departamento de Estado y del Pentágono yanquis. Política Obrera autorizó a uno de sus máximos dirigentes a pactar con la fundación Ford una investigación sociológica. El carácter de la preguntas de la encuesta y su patrocinador, hizo sospechar a los intelectuales izquierdistas y antiimperialistas argentinos, que se trataba de una investigación al servicio de la CIA [5] . Fue entonces que entendimos bien lo que quiso decir Altamira con aquello de “ nada de acuerdismo .... con las corrientes existentes en el movimiento obrero”. Habíamos sido unos estúpidos: no habíamos tomado al pie de la letra sus palabras. Altamira había dicho la verdad de toda su política presente y futura. Nada de acuerdos con tendencias del movimiento obrero. Toda clase de acuerdos con la burguesía nacional (apoyo a los candidatos burgueses peronistas) y con el imperialismo (investigación con la Ford).

Esa es la profunda razón de por qué Altamira apoya ahora la unidad de por vida, más que un acuerdo, con la variante Vandor del proletariado boliviano, Juan Lechín. El secreto es que entran el General Torres, su representante burgués y la democracia cristiana, grupo pequeño burgués. Así cumplen con su principio número tres, que todo acuerdo con la burguesía nacional, el imperialismo y sectores no obreros es lícito, no así con sectores obreros. Altamira no tiene la culpa que Lechín venga como yapa en el acuerdo con la burguesía boliviana.

Si la política de Lora y Política Obrera es correcta, sean consecuentes y aplíquenla en Brasil

El país que atraviesa por una situación más parecida a la de Bolivia es, en América Latina, vuestro país. Al igual o peor que Bolivia, el pueblo brasileño soporta una dictadura ultra represiva. Todas las organizaciones de izquierda y las tendencias burguesas y pequeño burguesas nacionalistas son perseguidas sin misericordia. ¿Por qué los que están de acuerdo con Lora no levantan un Frente Revolucionario Antiimperialista con Goulart, Brizzola, Prestes, Vanguardia Popular y las organizaciones guerrilleras, junto con la burocracia sindical trava1hista “ para la toma del poder y la construcción del socialismo ”? Esa sería la consecuencia política del acuerdo con Lora y Política Obrera.

Estamos seguros que los camaradas trotskystas brasileños tienen la suficiente dignidad revolucionaria y fe en los principios trotskystas ortodoxos, como para no formar un frente “ para la toma del poder y la construcción del socialismo” con semejantes partidos y personajes.

Entrar en semejante acuerdo sería lo mismo que entrar en los mismos frentes y acuerdos que formaba Stalin con Chiang‑Kai‑Shek y el Kuomintang, en los que la Internacional Comunista (Lenin estaba muerto y Trotsky en la Oposición) le garantizaba al movimiento de masas que Chiang era un buen revolucionario.

Los compañeros trotskystas ortodoxos brasileños harán acuerdos limitados, temporarios, para una acción concreta determinada e inmediata cuando y con quien sea necesario, pero, como lo exigen nuestro programa y tradiciones, a condición que desenmascaremos a las direcciones burguesas y oportunistas con las que concertemos el acuerdo. Jamás firmaremos con Prestes un acuerdo “ para la toma del poder y la construcción del socialismo ”, porque sabemos que ésa es una mentira más de Prestes para mejor engañar a las masas.

Lora reniega de la caracterización trotskista de los partidos de izquierda bolivianos

La política marxista‑trotskista es principista, científica. Se basa en caracterizaciones de clase y dinámicas de los fenómenos. No hace una excepción con los partidos que se reclaman de la clase obrera. También de ellos hace una caracterización de clase, previo a todo acuerdo y como la mejor forma de llegar a esos acuerdos o desecharlos.

Para el trotskysmo, los partidos stalinistas y maoístas son partidos obreros reformistas y burocratizados, al servicio de la política del Kremlin y de Pekín, respectivamente. A su vez, para el trotskysmo, las distintas alas de la oficialidad de los ejércitos latinoamericanos y sus caudillos reflejan sectores de la burguesía nacional o de la pequeño burguesía incluida la de izquierda, en el mejor de los casos. El General Torres no es una excepción. De la democracia cristiana hemos hecho una definición precisa: refleja a la pequeño burguesía. De esta caracterización no sacamos la conclusión que en todo momento estas organizaciones o corrientes tienen una posición contrarrevolucionaria. Todo lo contrario, estudiamos sus contradicciones y cambios, para utilizar sus virajes en favor de los acuerdos para la acción contra el imperialismo, la oligarquía y la burguesía nacional. Pero esas caracterizaciones nos vacunan contra el peligro de creer que los virajes progresivos de estas corrientes puedan ser permanentes, ya que por profundas razones sociales, de clase, el oportunismo y el revisionismo son la constante de esas organizaciones.

En la página 147 del libro citado, Lora cambia totalmente la caracterización tradicional del trotskysmo acerca del stalinismo y la burguesía y pequeño burguesía nacionales, afirmando que se han vuelto “revolucionarias”. Así, nos dice que el FRA “...es un frente de tendencias revolucionarias dominado por el marxismo (entre éstos nadie sostiene la pacífica transformación de la sociedad en que vivimos)”. Traduciendo esta increíble afirmación resulta que Torres, Sánchez, los partidos comunistas y socialista, la democracia cristiana, se han transformado en “tendencias revolucionarias”. ¿Qué queda de las caracterizaciones trotskystas? Absolutamente nada.

Resta, sin embargo, un problema numérico. Lora dice que esas tendencias revolucionarias están “ dominadas ” en el frente “ por las marxistas ”. Como son nueve u ocho tendencias, si contamos o no al General Torres, siempre se necesitan cinco tendencias, como mínimo, verdaderamente marxistas para dominar al frente. El problema numérico es ¿cuáles son esas cinco tendencias verdaderamente marxistas que controlan el frente? Aparentemente serían los dos Partidos Comunistas, los dos POR y el Partido Socialista. Si no son éstos, Lora tiene la palabra para decirnos cuáles son las cinco organizaciones del frente que van a garantizar una conducción marxista de él.

Lora confunde la desesperación burguesa y pequeño burguesa con posiciones revolucionarias

Lo que ha emocionado a Lora y Altamira, hasta el grado de bautizar como “ tendencias revolucionarias” desde Sánchez a Lechín pasando por el Partido Comunista, son las pequeñas concesiones que estos personajes han efectuado en la formulación del programa del FRA y en otras declaraciones públicas. No creamos que han hecho grandes concesiones, sino bien módicas. En el manifiesto se insiste en la “ necesidad de construir la unidad combatiente de todas las fuerzas revolucionarias democráticas y progresistas para iniciar la gran batalla en condiciones que ofrezcan una perspectiva real de poder popular y nacional ”. Esta fórmula, que es la de ellos, la de los partidos pequeño burgueses con o sin base obrera, se repite: “ el FRA es no sólo el instrumento para derrocar a la dictadura sino el poder mismo, conque el pueblo implantará sus derechos y Bolivia afirmará su existencia independiente” . Hasta aquí es Lora y González los que han hecho toda clase de concesiones teóricas y políticas en favor de un gobierno de tipo popular. La gran frase, que ha hecho derramar lágrimas de emoción a Lora, es la siguiente: “ Nos proponemos implantar el gobierno de los bolivianos, bajo la hegemonía del proletariado, la clase dirigente del proceso revolucionario ”. Esta frase, que los stalinistas de todo el mundo no han dejado, algunos días de fiesta, de proclamar, no garantiza absolutamente nada.

Como siempre, de lo que se trata es precisar el carácter de clase de las tendencias que firmaron el acuerdo y si una frase más o menos justifica que cambiemos su caracterización.

Todos los partidos que forman el FRA, a excepción del Ejército de Liberación Nacional (ELN), y los dos POR, son partidos o tendencias pequeño burguesas u obreras burocráticas o influidas por la pequeño burguesía. El ELN también es una tendencia pequeño burguesa como todas las tendencias guerrilleristas, pero, para nosotros, de carácter revolucionario. Es una tendencia pequeño burguesa revolucionaria. No queremos entrar en una discusión terminológica si el ELN por ser pequeño burgués puede o no ser catalogado como revolucionario. Lo que queremos decir, con esta terminología que nos caracteriza desde el surgimiento del castrismo, es que hay que hacer una diferenciación cualitativa entre las tendencias pequeño burguesas que luchan por la destrucción del aparato de represión del régimen, de las que juegan con el régimen.

Para nosotros el vuelco del General Torres, como de Lechín y los Partidos Comunistas, a formulacio­nes socialistoides, pro obreras y pro la lucha armada, obedece a una razón de clase: son sectores burgueses, pequeño burgueses y burocráticos desplazados totalmente del poder, desesperados; por ello caen en una módica demagogia, que podría ser mucho mayor, si sus complacientes aliados, Lora y Cía, se lo exigieran. El General Torres y los Partidos Comunistas no cambiaron. Siguen siendo tan burgués como siempre uno, tan burocráticos los otros. Las circunstancias, en este caso la desesperación burocrática o burguesa, los lleva a hacer algunas pequeñas concesiones verbales para mejor seguir engañando a las masas. Lora, cuando define a todas estas tendencias como “ revolucionarias ” y a la mayoría como “ marxistas” , hace de abogado defensor de ellas ante el movimiento de masas boliviano, que justamente tiene que exigirles una seria rendición de cuentas.

Lora y Altamira: campeones del pablismo

Nuestros héroes hace años que llevan a cabo, junto con Lambert, una santa cruzada contra Pablo y el pablismo [6] . Todos los males del trotskysmo son debidos al pablismo. Todo el que no concuerda con ellos, inclusive si algunos son de los primeros en haber luchado contra el pablismo, como nosotros, es pablista contumaz y merece el calvario.

Pero no se trata de manejar una etiqueta, sino de llenarla de contenido. Nosotros creemos que el pablismo existió y todavía existe en algunos países aunque con nombre cambiado, a veces hasta con el nombre de antipablista. La esencia de la posición pablista era sencilla: la situación objetiva, combinada con nuestra propaganda y presión, transformarían a las organizaciones oportunistas en revolucionarias, capaces de luchar objetivamente por el poder de la clase obrera .

Los máximos pablistas vivientes en Latinoamérica, si nos atenemos a esta definición de pablismo, son justamente Lora y Altamira. Veamos algunas citas del último libro de Lora, ‑-en las que categóricamente se señala que la situación objetiva es la que transformó en partidos o tendencia revolucionarias a los integrantes del FRA:

La gran madurez política del proceso revolucionario boliviano se mide por el hecho de que la izquierda concentrada en el FRA logra formular un planteamiento unitario sobre los métodos a emplearse en la revolución. (..) Nunca será suficiente puntualizar el hecho de que la extrema izquierda se ha sometido por instantes a regañadientes a los métodos propios de la revolución proletaria” (p. 151, libro citado).

“El FRA es un frente de partidos políticos que indiscutiblemente son una minoría inclusive con respecto a la minoritaria clase obrera. Este comando minoritario tiene la misión de poner en pie de combate y dirigir hacia la victoria a las masas ”. (p. 153, libro citado).

El trotskysmo ortodoxo se agrupó, en su momento, justamente para combatir formulaciones como las de Lora aquí. La razón de ser del trotskysmo, como en su momento del bolcheviquismo, es justamente el reconocimiento de que la situación objetiva, por revolucionaria que sea, no cambia, ni puede cambiar, cualitativamente a los partidos oportunistas, mucho menos a los pequeño burgueses y burgueses. Por eso el partido revolucionario debe ser construido, porque cuando viene una situación revolucionaria nadie, que no sea el propio partido revolucionario, podrá cumplir sus tareas. Los partidos oportunistas seguirán siendo par­tidos oportunistas, aunque cambien, debido a las cir­cunstancias, su terminología. Esto es el abc del trots­kysmo. El que hace muchos años olvidó Pablo y el que ahora han echado por la borda Lora y Altamira.

¿Es el Frente el Partido Revolucionario?

Toda posición política tiene una lógica que va más allá de las intenciones subjetivas de sus protagonistas. El viejo Hegel bautizó esa lógica como “ la astucia de la razón ”. Es posible que muchos participantes del Frente no sean concientes que lo que han fundado es, de hecho, un nuevo partido. Es la conclusión lógica del razonamiento de Lora. Si la realidad ha transformado a todas las tendencias integrantes del frente en revolucionarias; si la mayoría de él son buenos marxistas; si el oportunismo ha desaparecido de Bolivia; si los Partidos Comunistas y Socialista se han vuelto marxistas revolucionarios; ¿para qué caer en el sectarismo estúpido de mantener independientes a las organizaciones frente al movimiento de masas?

Fue la conclusión que sacó, de hecho, el propio Frente, si nos atenemos a su órgano oficial de marzo de 1972, cuya “ resolución respecto al trabajo en las organizaciones sindicales, populares y estudiantiles” que parcialmente ya hemos citado, es suficientemente categórica:

“l.- Ningún partido político u organización actuará en contra de la línea fundamental establecida en los documentos constitutivos y fundamentales del FRA, y que han sido suscriptos por los representantes de las diferentes entidades que lo integran.

“2.- Los partidos políticos conservan su independencia ideológica y organizativa pero su conducta está limitada por los acuerdos que han contraído.

3.- El FRA actuará como entidad unitaria en todos los frentes de la vida social (sindicatos, universidades, colegios, organizaciones populares, etc.). El Frente presentará listas únicas en los eventos electorales de todo tipo después de discutirlos ampliamente en su seno .

4.- Funcionará una comisión sindical, estudiantil, encargada de coordinar el trabajo sindical y estudiantil universitario. La dirección del FRA es la alta comisión político‑sindical‑estudiantil, y los partidos políticos y organizaciones deben subordinarse a ella, en la ejecución de la línea fijada por el Frente.

5.- A las asambleas sindicales y estudiantiles‑universitarias y de otro tipo, el FRA llevará una línea previamente estudiada y acordada y es recomendable que se designen con anterioridad los portavoces oficiales.

6.- Los voceros propagandísticos del FRA deben traducir su pensamiento unitario y no únicamente la línea parcial de uno o algunos de sus componentes”.

Todo lo anterior significa lisa y llanamente que los partidos integrantes del FRA renuncian a dirigirse directamente al movimiento de masas para transformarse en tendencias, matices diferenciados de un gran partido monolítico, con una férrea disciplina. Las diferencias sólo se pueden expresar para adentro del Frente.

¿Es el FRA la continuación de la Asamblea Popular?

Lora, sin dejar de señalar que hay diferencias, considera que puede “afirmar... que (el FRA) no es más que una prolongación de la Asamblea Popular­” (p. 145, libro citado). Este concepto, reiterativo, lo lleva a titular un subcapítulo “ continuidad de la Asamblea en el FRA ” (p. 155, libro citado). “ Resumiendo: por lo que seguidamente se señala, el FRA no es más que la proyección de la Asamblea Popular. Hay continuidad estratégica: gobierno obrero para construir el socialismo. En ambas organizaciones se establece con claridad el rol hegemónico del proletariado. Estas dos entidades efectivizan la unidad de los partidos de la izquierda boliviana y de los sectores mayoritarios del país (sindicatos, universidades, etc.) empeñados en aplastar al gorilismo, y darse una dirección única en el combate, dentro de los únicos lineamientos que puede adquirir si no quiere concluir en la derrota o la claudicación: el frente revolucionario antiimperialista dirigido por el proletariado”. (p. 159, libro citado).

Para encubrir su sucio abandono del programa trotskista, Lora quiere hacernos creer que el FRA es la continuación de la Asamblea Popular. Como el mismo Lora reconoce, la Asamblea Popular era un organismo del movimiento de masas boliviano, tuviera o no características soviéticas, en el que intervenían las organizaciones sindicales y políticas que se reclamaban de la clase obrera y el pueblo. Era una organización de masas. Para los marxistas revolucionarios es una cuestión de principios militar en las organizaciones de masas, sea cual fuere su dirección circunstancial. Por lo tanto nuestra obligación en Bolivia era militar de lleno en la Asamblea Popular.

Pero los revolucionarios no confunden nunca las organizaciones de masas con sus direcciones. Debimos entrar a la Asamblea Popular para combatir dentro de ella a los partidos y direcciones oportunistas: Lechín, los Partidos Comunistas moscovita y pekinés, la democracia cristiana y el socialismo, como los agentes de Torres. Lora nos dice lo contrario, que la dirección y el programa de la Asamblea Popular eran revolucionarios, siendo esa la razón por la cual el FRA es la continuación de la Asamblea. Lora aquí, sin querer, reconoce que su actual política oportunista es continuación, de su anterior política de capitulación a las direcciones y partidos que formaban la Asamblea Popular.

El mismo Lora reconoce que la diferencia entre la Asamblea Popular y el FRA está en el hecho que el factor determinante en la Asamblea estaba dado por las organizaciones de masas, los sindicatos, en oposición al FRA donde los sindicatos no juegan de hecho ningún rol. Dicho en forma menos sofisticada: la Asamblea era un organismo de masas; el FRA no lo es, se limita a ser una fusión de partidos en el exilio.

Aquí, también, la política de Lora se da de patadas con la de Lenin. Después del año 1905, cuando los soviets entraron en decadencia, Lenin no llamó a hacer un frente único con los partidos que formaron parte y dirigieron el Soviet, sino que por el contrario, inició una lucha más intransigente que nunca contra los otros partidos soviéticos, por su política oportunista durante la revolución de 1905 y por la de los años que le siguieron. Eso no le impidió llegar a acuerdos electorales u organizativos con los partidos y tendencias que criticaba, los mencheviques y los social revolucionarios, pero nunca al precio de frenar su crítica principista y de construir el propio partido bolchevique, sin confundir las banderas.

Tanto durante la Asamblea Popular, como después de la derrota de ella, lo que había que hacer, lo que hay que hacer, es trabajar de lleno en los organismos de masas, sean del nivel que fueren, para llevar una lucha sin cuartel contra los dos Partidos Comunistas, los ultra izquierdistas guerrilleristas, el lechinismo, las variantes burguesas y pequeño burguesas a lo General Torres o la democracia cristiana, como única forma de construir u n verdadero partido bolchevique, consecuentemente revolucionario e íntimamente ligado al movimiento de masas.

El Frente Antiimperialista según Lenin y según Lora

El frente antiimperialista que llevamos a la práctica no tiene nada que ver con los frentes antiimperialistas timoneados por direcciones burguesas nacionalistas o pequeño burguesas y que, en los hechos, concluyen subordinando a los trabajadores a clases sociales que les son extrañas” dice Lora en la p. 157, del libro citado. Continúa: “ Para nosotros el antecedente del frente único antiimperialista, es decir, de lo que estarnos haciendo ahora, se encuentra en los primeros congresos de la Internacional Comunista y cuyos documentos básicos fueron escritos, analizados en las discusiones y defendidos por Lenin y Trotsky (los fundamentos programáticos de la IV Internacional están constituidos no únicamente por el Programa de Transición, sino por las tesis y resoluciones de los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista)”.

Decir Lora o Altamira algo y tener el lector la seguridad de que la cosa es al revés, es una sola impresión, de tan repetida. Lenin y Trotsky en toda su vida política, incluida su destacada actuación durante los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista, jamás pregonaron o lucharon por una política como la de Lora, sino justamente por la contraria.

Lora ha hecho un frente con todos los partidos oportunistas de Bolivia de por vida y dice que eso era lo que aconsejaron Lenin y Trotsky en los primeros congresos de la III Internacional. Justamente estos últimos, la línea que dieron fue de unidad en la acción con todos los partidos con influencia de masas, los partidos obreros reformistas en los países adelantados (también en los atrasados), y los partidos o movimientos nacionalistas en los países atrasados. A‑esa política a favor de la unidad de acción con esos partidos se la tituló frente único obrero o antiimperialista. Pero la condición en todos los casos de ese frente único debía ser la más total independencia política del partido marxista revolucionario para poder denunciar y disputar la conducción del movimiento de masas a los partidos oportunistas. Todo frente tiene entonces dos peligros: uno, sectario, no intervenir de lleno en las acciones de masas comunes porque intervienen organizaciones oportunistas (obreras o nacionalistas); otro, oportunista, no delimitarnos con toda claridad, no llevar una feroz e intransigente lucha, sin debilitar la unidad de acción, contra los partidos oportunistas que forman parte del frente para disputarles la dirección.

“Es necesario combatir enérgicamente el intento de enarbolar los colores comunistas por parte de movimientos emancipadores que no son en realidad ni comunistas, ni revolucionarios. La Internacional Comunista debe apoyar los movimientos revolucionarios en las colonias y países atrasados con una condición: que los elementos del más puro Partido Comunista y comunista de hecho estén agrupados e instruidos de sus tareas particulares, es decir, de su misión de combatir al movimiento burgués y democrático. La Internacional Comunista debe entrar en relaciones temporarias y organizar también uniones con los movimientos revolucionarios en las colonias y los países atrasados, sin por eso fusionarse con ellos, conservando siempre el carácter independiente de movimiento proletario, aún en su forma embrionaria.” (Tesis V sobre la Cuestión Nacional y Colonial. II Congreso de la Internacional Comunista.)

Mientras Lora se fusiona de por vida y no hace, él mismo lo aclara, uniones o relaciones temporarias, ni denuncia o combate a sus aliados, la Internacional Comunista en su II Congreso insiste en el carácter temporario de las relaciones y fundamentalmente machaca en la necesidad de combatir a los que intentan utilizar los “colores comunistas” y de conservar el carácter independiente del Partido Comunista y del movimiento proletario.

Para el IV Congreso, donde se lanza la famosa línea del Frente Unico Antiimperialista, se insiste en lo mismo.

En los países occidentales que atraviesan un período transitorio caracterizado por una acumulación organizada de fuerzas, se ha lanzado la consigna de frente único proletario; en las colonias orientales es indispensable, en el momento actual lanzar la consigna de frente único antiimperialista. La oportunidad de esa consigna está condicionada por la perspectiva de una lucha a largo alcance contra el imperialismo mundial, lucha que exige la movilización de todas las fuerzas revolucionarias. Esta lucha es tanto más necesaria cuanto que las clases dirigentes indígenas se inclinan a hacer compromisos con el capital extranjero y cuanto esos compromisos atentan contra los intereses primordiales de las masas populares. Al igual que la consigna de frente único proletario ha contribuido y contribuye aún en occidente a desenmascarar la traición de los socialdemócratas a los intereses del proletariado, la consigna de frente único antiimperialista contribuirá a desenmascarar las vacilaciones e incertidumbres de distintos grupos del nacionalismo burgués . Por otra parte, esa consigna ayudará al desarrollo de la voluntad revolucionaria y a la clarificación de la conciencia de clase de los trabajadores incitándolos a luchar en primera fija, no sólo contra el imperialismo sino también contra toda clase de remanentes del feudalismo”.

“El movimiento obrero de los países coloniales y semicoloniales debe, ante todo, conquistar una posición de factor revolucionario autónomo en el frente antiimperialista común. No es más que si se reconoce esta importancia autónoma y si él conserva su  plena independencia política, que acuerdos temporarios con la democracia burguesa son admisibles y aún indispensables...”

“Reconociendo que compromisos parciales pueden ser admisibles e indispensables cuando se trata de tomarse un respiro dentro de la lucha de emancipación revolucionaria llevada a cabo contra el imperialismo,...” (Tesis VI sobre el Frente Unico Antiimperialista, de las Tesis sobre Oriente” del IV Congreso de la Internacional Comunista.)

Mientras el IV Congreso insiste en que el Frente Antiimperialista es un “ acuerdo temporario ” o un “compromiso parcial ”, Lora nos fatiga con que su FRA “ no es, ciertamente, un frente ocasional”. Mientras la Internacional Comunista nos señala que el frente servirá para “ desenmascarar las vacilaciones e incertidumbres de distintos grupos del nacionalismo burgués ”, Lora no se cansa de señalar que demostrará que lo forman “tendencias revolucionarias” y “marxistas”, consecuentes, con posiciones correctas y se compromete a marchar de por vida unidos frente al movimiento de masas sin tener nada que denunciar.

Y, por último, mientras la famosa Tesis sobre el Frente Único Antiimperialista insiste en la necesidad de que “ el movimiento obrero debe, ante todo, conquistar una posición de factor revolucionario autónomo en el frente antiimperialista común ”, Lora acepta la unidad total lograda entre todas las fuerzas y la falta de autonomía de cada una de ellas.

Lora y Política Obrera esconden conscientemente la estrategia del Frente

El secreto de un frente tan heterogéneo ‑-a diferencia de lo que Lora nos quiere hacer creer-‑ no radica en que todos los partidos y personalidades de izquierda se hayan volcado a posiciones revolucionarias, marxistas. El secreto está en que toda el ala oportunista de la Asamblea Popular ‑-el PC moscovita, el Gral. Torres, Lora, Lechín, los pekineses, los socialistas y demócratas cristianos-‑ se pasó con armas y bagajes a la posición guerrillera del ELN y del POR (Combate). Una vez más el ultra izquierdismo es la otra cara del oportunismo. Eso explica la curiosa unidad de tendencias que hasta ayer se combatían sin darse cuartel, atacándose con todo tipo de insultos y que ahora se comprometen a presentarse unidos de por vida en toda elección sindical o universitaria.

Lora, en su libro, en forma vergonzante, lo reconoce. “ El FRA, por ejemplo, no desconoce ni rechaza por principio las acciones comando o la guerra de guerrillas , pero las subordina a las necesidades creadas por un determinado momento político, que está definido básicamente, por la actitud que asumen las masas y por las modificaciones que se operan en su conciencia ”. Esto es lo máximo que un campeón de la lucha teórica y política contra la guerra de guerrillas en Bolivia, como Lora, puede decir para anunciar su viraje de 180 grados. Pero a Lora hay que sacarle la careta y esto se lo logra muy fácilmente. Ustedes, que tienen relaciones con él, pueden hacerlo muy fácilmente preguntándole si el ELN o el POR (Combate) aceptó sus posiciones y abandonó su estrategia guerrillera o por el contrarío ha sido él quien abandonó sus críticas a la guerra de guerrillas, por el “ cambio en la conciencia de las masas ” y ha pactado con esas organizaciones una nueva “ guerra de guerrillas ” en Bolivia. Nosotros estamos más que convencidos que el ELN y el POR (Combate) no han cambiado un solo milímetro sus posiciones; quienes las han cambiado han sido las otras organizaciones que se han plegado a las de éstos.

También podemos hacer un vaticinio. Como no hay condiciones para una guerra de guerrillas, con apoyo de masas, en Bolivia, el FRA será de corta duración. Los distintos sectores de clase, con los partidos políticos que los representan, ni bien tengan condiciones objetivas para desarrollar la política que mejor defienda sus intereses, irán abandonando los proyectos guerrilleros para ubicarse nuevamente en el panorama político social del altiplano, como burócratas o buenos burgueses nacionales. Concretamente, el FRA tendrá poca vida histórica, contra los anhelos de Lora de hacerlo casi eterno.

Un fascismo raro

Lora, al igual que los otros integrantes del FRA, definen al actual gobierno boliviano como fascista (P.143, del libro citado, por ejemplo). Una página antes, nuestro autor nos cuenta lo siguiente: “ La situación política boliviana se va modificando rápidamente, y a breve plazo puede pasarse de la resistencia pasiva a la activa, que se producirá a medida que los brotes de repulsa al desgobierno gorila se generalicen y, por tanto, adquieran una alta expresión política. En este camino merece citarse la derrota del oficialismo en las elecciones sindicales que han tenido lugar en los centros mineros . El Ministro de Trabajo se trasladó a Siglo XX dentro de una inconfundible campaña electoral, y como respuesta a esta abusiva intromisión, los obreros votaron cerradamente contra los hombres adictos al régimen y dieron la victoria a la izquierda ”.

No se lucha mejor contra un gobierno reaccionario definiéndolo siempre igual: fascista. La palabra es fuerte, hiere nuestros oídos, pero no cambia la realidad. La mejor forma de combatir a cualquier gobierno burgués es hacer una clara y justa definición de clase, como de su probable dinámica. Los stalinistas, durante el tercer período, practicaban ese trágico juego de llamar a todos los gobiernos burgueses como fascistas, sin distinguir sus distintas características. Trotsky ha dedicado muchas páginas a combatir ese infantilismo teórico, lo que me exime de detenerme en demasía en el tema.

Hay gobiernos reaccionarios, muy reaccionarios, que no son fascistas. Hay otros que son semifascistas. Ustedes, los compañeros brasileños, han dado un buen ejemplo de responsabilidad teórica al negarse a definir como fascistas al gobierno de Garrastazú Medici y a los anteriores de Castello Branco y Costa e Silva. Hacen esfuerzos denodados por precisar las distintas relaciones de clase que les dieron origen y que explican su dinámica. En general se han inclinado por considerarlos distintas variantes de gobiernos bonapartistas, ultra reaccionarios, sin ser fascistas. Todo esto, a pesar de haber pasado ustedes por la tortura y la cárcel en distintas oportunidades. Mi opinión personal ya la conocen, que algunos de esos gobiernos han tenido características semifascistas. Esta diferencia de apreciación no invalida el acuerdo metodológico: a los gobiernos burgueses hay que estudiarlos y definirlos como marxistas y no en forma agitativa o sentimental, reemplazando los epítetos por las definiciones serias.

En Bolivia tenemos el mismo problema: ¿definimos con seriedad trotskista el carácter del gobierno o lo insultamos? Tenemos grandes dudas de que sea un “ gobierno fascista ” el que permite que le ganen elecciones sindicales en los principales sindicatos del país. Si es fascismo, es muy raro y de un nuevo tipo, porque justamente todo gobierno fascista se caracteriza por aplastar con métodos de guerra civil y apoyándose en la movilización de la clase media desesperada y el lumpen proletariado, a la clase obrera con sus organizaciones sindicales y partidos. Esta es la clás5ca definición trotskista del fascismo, para distinguirlo de tanto gobierno ultra reaccionario que existe y que no es fascismo.

En Bolivia, si nos atenemos a Lora, el gobierno no ha destruido los sindicatos. Por el contrario, les deja cierto margen de libertad y sus métodos no son de “ guerra civil ”, ni de movilización de la pequeña burguesía y el lumpaje desesperado contra ellos, sino al revés, intenta, en una “campaña electoral ”, triunfar en las elecciones sindicales, aceptando el perderlas.

Nuestra opinión es que el gobierno de Banzer es un gobierno ultra reaccionario, asentado en un sólido frente burgués, que hace participar del poder a los dos sectores fundamentales de la burguesía boliviana: la minera del altiplano y la cruceña (ganadera, azucarera, algodonera, en colosal expansión). Este gobierno es cualitativamente diferente al de Barrientos, que tenía o llegó a tener características semifascistas, con su intento de apoyarse en sectores campesinos desclasados o pequeño burgueses contra el movimiento obrero. Estas distintas caracterizaciones explicarían las profundas diferencias entre Banzer y Selich, verdadero continuador del barrientismo; diferencias que son inexplicables si tanto Banzer como Selich son directamente fascistas.

Podernos discrepar sobre el carácter del gobierno boliviano actual, sobre el peso que en él tiene la pequeña burguesía desesperada; pero en una cuestión estoy seguro que varios a estar de acuerdo: que el gobierno boliviano actual, que permite elecciones en los grandes centros mineros, no es tan reaccionario como el gobierno brasileño, al que ustedes no catalogan como fascista. Esto es lo único que quería señalar.

Construir el Partido trotskista dentro del movimiento de masas

Con tanta discusión sobre el FRA y las posiciones de Lora y Altamira hay el peligro que olvidemos lo esencial: la construcción del partido dentro del movimiento de masas boliviano . Ese es justamente el crimen de Lora: haber abandonado totalmente esa tarea, para reemplazarla por su fusión con los oportunistas y ultra izquierdistas . La discusión sobre el carácter fascista o no del gobierno de Banzer esconde un mecanismo ideológico: definir como fascista a los distintos gobiernos latinoamericanos tiene el objetivo último de justificar, por supuestas razones “objetivas”, el abandono del trabajo “gris”, cotidiano, monótono de nuestro partido, dentro del movimiento de masas, para perdernos en las trágicas especulaciones de la guerra de guerrillas u otras variantes por el estilo.

Aún con gobiernos fascistas, la tarea sigue siendo la misma: construir todos los días dentro del movimiento de masas el partido trotskista. Pero esta tarea se ve facilitada, tiene posibilidades mucho más inmediatas, en regímenes reaccionarios, que todavía no son fascistas. Lora debió haber dedicado el capítulo último de su libro a la intervención trotskista en las elecciones sindicales mineras y no a contarnos cómo traicionó a las masas y al trotskysmo intentando unirse de por vida al Partido Comunista y a Lechín en el FRA. Lo que en el libro de Lora es un comentario subordinado, hecho a la pasada, “ el gobierno perdió las elecciones en los centros mineros” , para nosotros, marxistas, es el hecho decisivo.

Ustedes, los compañeros brasileños, dan ese magnífico ejemplo al trotskysmo mundial: sin prisa y sin pausa, como la estrella de Goethe, construyen el partido trotskista militando en el seno del movimiento obrero y estudiantil brasileño. Si ya hubo un ascenso a los comienzos de los sesenta; si en el 1968 vivieron otro ascenso, no hay ninguna razón para ser pesimistas: habrá ascensos y oportunidades cada vez más ricas e impresionantes. Mientras dura el reflujo, mientras el gobierno y los explotadores parecen más sólidos que nunca, ustedes siguen construyendo el partido en el seno del movimiento de masas para ese ascenso de las masas que inexorablemente vendrá y que será mucho más fuerte que los anteriores. No hay un minuto que perder en fantasías criminales: un frente antiimperialista “ para tomar el poder y construir el socialismo” con Prestes o Goulart, o “ la guerra larga del pueblo ”. Ambas fantasías nos alejan de la única guerra larga que reconocemos nosotros los trotskystas: la que lleva la clase obrera todos los días en sus lugares de trabajo y vivienda. Es a esa “guerra larga” que queremos sumarnos y que pretendemos, con el tiempo, dirigir.

Esto que ustedes hacen con tanto heroísmo es lo que hay que hacer en Bolivia. Con un agregado: la clase obrera boliviana es la más heroica, capaz y luchadora de todas las clases obreras en lo que va de esta postguerra, casi treinta años. Su experiencia acumulada la han llevado más de una vez, en sus acciones de clase, a redescubrir el trotskysmo, como cuando destruyó al ejército burgués e implantó las milicias obreras. Esta imbatible clase obrera es más que campo fértil para construir el partido trotskista en intransigente lucha contra las variantes oportunistas, mientras combatimos al gobierno reaccionario al frente del movimiento de masas.

Compañero: estoy seguro que este es un cruce de caminos decisivo para el trotskysmo brasileño. De un lado están Lora y Política Obrera asegurándoles que con partidos y personajes burgueses, pequeño burgueses, reformistas y ultra izquierdistas se puede llegar a “tomar el poder y construir el socialismo”. Del otro lado estamos nosotros, que pensamos que sólo con organizaciones trotskystas ortodoxas se puede llegar a “tomar el poder y construir el socialismo” . De aquel lado están los loristas que piensan que todos los organismos de la izquierda boliviana se han vuelto “revolucionarios” y “marxistas”. De este lado estamos nosotros, que creemos que ninguna de esas organizaciones se han vuelto marxistas, ni revolucionarias, manteniendo el análisis trotskista que son reformistas o ultra izquierdistas. De aquel lado están los revisionistas que se quieren casar de por vida, con el General Torres, el Partido Comunista stalinista y Lechín. De este lado estamos nosotros, defendiendo el programa del trotskysmo ortodoxo.

Con la esperanza de que ustedes sabrán estar a la altura de las circunstancias, me despido con saludos trotskystas ortodoxos.

Nahuel Moreno

 



[1] Lora, uno de los más importantes dirigentes trotskystas bolivianos. Perteneciente al POR (que publica el periódico Masas). Hasta fecha reciente era el más importante dirigente latinoamericano de una secta internacional trotskista, --no la IV Internacional que agrupa al 90 por ciento de los cuadros trotskystas del mundo--, dirigida por el inglés Healy y el francés Lambert. Esta secta se ha dividido alrededor de la política de Lora: Healy lo acusa a Lora de haber traicionado los principios trotskystas por su política frente a la Asamblea Popular boliviana. Lambert no aprueba la participación de Lora en el FRA, (Frente Revolucionario Antiimperialista de Bolivia) aunque apoya su intervención en la Asamblea Popular.

[2] Política Obrera, organización trotskista argentina que publica el órgano del mismo nombre. Comparte plenamente las posiciones de Lora, pero no ha concretado hasta el momento, como Lora hizo en Bolivia, la famosa línea del FRA, aunque hacen propaganda por ella en abstracto.

[3] Lambertistas: Una de las tres organizaciones trotskystas existentes en Francia, de las que Rouge es de lejos la más fuerte, está dirigida por Lambert. Junto con Healy, son los máximos dirigentes del Comité Internacional de la IV Internacional, minúscula secta, uno de cuyos dirigentes, Healy, ha sostenido que Cuba es un”estado capitalista” y Castro “otro Chiang‑kai‑Shek”.

[4] En las elecciones de principios de 1965, casi todas las corrientes revolucionarias planteamos el voto en blanco para acelerar la crisis del peronismo que ordenaba votar por los candidatos de la ultraderecha burguesa del peronismo, la Unión Popular. Decimos casi todas porque Política Obrera apoyó incondicionalmente la orden de Perón de votar a la Unión Popular y a los candidatos burguesas, aunque criticaron a Perón y a la burocracia en sus artículos. La siguiente cita ha sido extraída del periódico Política Obrera:  “No esperamos forjar a través de una votación masiva el peronismo un ascenso del proletariado, ni una sustancial modificación en la correlación de fuerzas; esperamos, sí, evitar un desprendimiento electoral de la clase para ayudar a la modificación de la correlación de fuerzas. Porque la iniciación embrionaria de una fase ascendente sólo puede concebirse como lucha contra el principal enemigo: el imperialismo y el gobierno. (...) El que la lucha contra el gobierno y el imperialismo, que son los principales enemigos, tenga la pobre alternativa de utilizar el 14 de marzo, la boleta de la Unión Popular, no demuestra que la posición no sea la correcta, sino que la situación general es estrecha. (...) y sólo por todo esto, para utilizar el escaso margen de lucha que debemos ceder a la burguesía y al imperialismo, se puede justificar el apoyo electoral a la Unión Popular. (...) Las razones que impulsan postular un reagrupamiento proletario el 14 de marzo contra el gobierno, votando a la UP, se fundan en la necesidad de evitar un desperdigamiento electoral de la clase , y, eventualmente, obtener un triunfo, que aunque por un lado signifique, formalmente, diputados burguesas peronistas , por el otro, puede ayudar a modificar la correlación de fuerzas actual ”. (Subrayado nuestro.)

[5] Las siguientes citas han sido extraídas del folleto “la investigación sobre marginalidad: un caso de espionaje sociológico”, Editorial. La Verdad, 1969.

Del “Granma”, órgano del PC cubano, 23-3-69: La noticia que analizaremos hoy se refiere a una encuesta llevada a cabo actualmente en la Argentina por la Fundación Ford de los EE.UU. y que ha sido comentada por la revista uruguaya “Marcha”. Esta noticia apunta una vez más a encarar en la actualidad las actividades que realiza a los fines contrarrevolucionarios esta organización en América Latina.

“Esta vez, se trata de una encuesta entre los trabajadores y campesinos pobres de la región del Chaco, zona a la cual su pobreza confiere características sociales explosivas.

“La Fundación Ford, con sus agentes y diferentes sociólogos bajo su contrato ha hecho circular en la zona un cuestionario prácticamente policial, cuyo texto ha sido dado a conocer en el semanario uruguayo. Las preguntas encaran problemas relacionados con sus preferencias políticas y sus opiniones sobre los actos de violencia motivados por la miseria. Los resultados de esta encuesta serán desglosados en territorio norteamericano y es así como en ese momento comenzará el verdadero trabajo, que terminará con el envío de informaciones estratégicas al gobierno de los EE.UU. Este género de actividad (es) conocido bajo el nombre de “espionaje sociológico”...”

El 11-12-63, el Comité Ejecutivo del Partido Revolucionario de los Trabajadores (La Verdad) envió a la dirección y base de Política Obrera una carta reservada donde se proponía que “ se juzgue a M., un alto dirigente de Política Obrera, que había participado en la encuesta, por haber cometido un grave error y no por traición al movimiento obrero ”. Para ello proponíamos la formación de un tribunal revolucionario con las siguientes características: “ Proponemos que ese tribunal se lo constituya de la siguiente manera: vuestra organización y la nuestra entregarán sendas listas con los nombres de 30 militantes obreros pertenecientes a las respectivas organizaciones; dichos compañeros deberán tener como mínimo 3 años de experiencia sindical y no ser proletarizados. De nuestra lista se elegirán 20 compañeros y de la vuestra 21 (para el voto de desempate) con los que se constituirá el tribunal que juzgará a M. Ambas organizaciones autorizarán a los integrantes del tribunal a romper con la disciplina partidaria para pronunciarse con respecto a la conducta de M. Les insistimos y les exigimos: formemos el tribunal de honor revolucionario para que juzgue a M. ya que ustedes, que lo defienden incondicionalmente ”.

En su respuesta, fechada 15-12-69, la dirección de Política Obrera hizo hincapié en dos ejes, fundamentalmente: que la encuesta no era policial sino todo lo contrario, para ser utilizada por las organizaciones revolucionarias y antiimperialistas: y en segundo lugar, se reivindicaba la participación de M. en la misma.

El nudo fundamental de la defensa era: ¿si un intelectual como Isaac Deutscher puede aceptar un subsidio de la Ford, o un estado obrero como Cuba apoya las investigaciones efectuadas por un sociólogo de izquierda en EE.UU., por qué un militante de una organización revolucionaria en un país colonial no puede trabajar en una investigación con las características que señala el editorial de la dirección cubana? Por otra parte, la Fundación Ford no iba a conocer los resultados de la encuesta, pese a que era la Ford la que subsidiaba. Esto te daba un carácter excepcional a la investigación.

La proposición de constituir el tribunal revolucionario con mayoría de militantes de la organización cuestionada, no fue aceptada por Política Obrera, ni por Altamira.

[6] Pablismo: Michel Raptis (Pablo) encabezó una tendencia que en 1953-1954 condujo a la división de la IV Internacional. La llamada tendencia pablista se caracterizaba por la capitulación ante las direcciones de los organismos burocráticos de masas. Pablo tenía la esperanza de que el ascenso revolucionario y la radicalización de las masas llevara a que las direcciones burocráticas, pequeño burguesas o reformistas, se transformaran en direcciones revolucionarias o que, por lo menos, actuaran como tales. En Europa, el pablismo capitulaba ante partidos stalinistas. En América Latina, ante las direcciones de los movimientos nacionalistas de masas (peronismo, MNIR en Bolivia, etc.)



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