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El clavel seco

Como el clavel del patio estaba seco,
yo, entristecido por sus tristes males,
bajé al jardín para cavar un hueco,
en buena sombra entre dos rosales.
.
Y eran rosales cerca, gajo a gajo
en una cercanía indiferente
pero al cavar un poco, vi allá abajo
sus raíces trenzadas locamente.
.
Así, esta tarde, descubrí el secreto
de un cariño verdadero, hondo y discreto,
transplantando un clavel que se secó.
.
Y, en nuestra indiferente cercanía,
qué loco ensueño se descubriría
si alguien cavara un hueco entre tú y yo.
.
.
José Angel Buesa

 

La dama y la rosa

Los que vieron la dama luciendo la rosa
que era como el fragante coágulo de una llama
no supieron decirme cual era mas hermosa:
Si la rosa o la dama.
.
Los que vieron la dama llevar la flor aquella,
como un broche de fuego sobre su piel sedosa,
no supieron decirme cual era mas hermosa
si la dama o la rosa.
.
Cuando pasó la dama, fue perfume su huella.
Nadie supo decirme si fue la flor, o ella,
la que dejó la noche perfumada.
.
Y yo, yo, que la tuve desnuda sobre el lecho
yo, que corté la rosa para adornar su pecho,
tampoco dije nada.
.
.
Jose Angel Buesa

 


Poema de la culpa

Yo la amé, y era de otro, que también la quería.
Perdónala Señor, porque la culpa es mía.
Después de haber besado sus cabellos de trigo,
nada importa la culpa, pues no importa el castigo.
.
Fue un pecado quererla, Señor, y, sin embargo
mis labios están dulces por ese amor amargo.
Ella fue como un agua callada que corría...
Si es culpa tener sed, toda la culpa es mía.
.
Perdónala Señor, tú que le diste a ella
su frescura de lluvia y esplendor de estrella.
Su alma era transparente como un vaso vacío:
yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.
.
Pero, ¿cómo no amarla, si tú hiciste que fuera
turbadora y fragante como la primavera?
¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío
sobre la yerba seca y ávida del estío?
.
Traté de rechazarla, Señor, inútilmente,
como un surco que intenta rechazar la simiente.
Era de otro. Era de otro que no la merecía,
y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.
.
Era de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño:
las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.
Y ella me dio su amor como se da una rosa
como quien lo da todo, dando tan poca cosa...
.
Una embriaguez extraña nos venció poco a poco:
ella no fue culpable, Señor... ni yo tampoco
La culpa es toda tuya, porque la hiciste bella
y me diste los ojos para mirarla a ella.
.
Sí, nuestra culpa es tuya, si es una culpa amar
y si es culpa de un río cuando corre hacia el mar.
Es tan bella, Señor, y es tan suave, y tan clara,
que sería pecado mayor si no la amara.
.
Y por eso, perdóname, Señor, porque es tan bella,
que tú, que hiciste el agua, y la flor, y la estrella,
tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre,
tú también la amarías, ¡si pudieras ser hombre!
.

José Angel Buesa

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