LA MUSA POSTERGADA
Musa, te postergo diariamente,
quiero sembrar en el desierto de mi hastío
y transformarlo contigo lentamente,
en el oasis que yo tanto ansío.
¡La dualidad en mí es torturante!
¡Quiero ser yo! Sé tú mi compañera,
musa ven, defínete y prodiga.
Yo seré dócil como tú lo ansías.
Quita de mí la angustia permanente.
Haz que me envuelva la luz de la poesía
y que rompa las cadenas finalmente.
¡y seré libre como el viento, como el pájaro!
¡Mi espíritu te espera! ¡En ti confía!
LA DUALIDAD
Esta dualidad que llevo yo en la mente,
que signó mi existir, que timoneó mi vida,
madre y poetisa, mujer de dos simientes,
¡me ha dividido en dos, en una sola vida!
El quehacer cotidiano y el replegar las alas,
trémulas, relegadas y aceptarlo sumisa,
la musa llega, te posee, te inspira
y en llama sublime ardes sin cenizas.
NO LE LLAMES AMOR
¡No es amor! Porque el amor es bello,
el amor te hubiera hecho noble.
Serías feliz porque el amor es canto,
si lo sientes trasciende entre los hombres.
¡No es amor! Porque el amor se lleva,
en el rostro, en la risa y en el porte.
Es casi tangible si a dos seres une,
¡va a la luz! El amor nunca se esconde.
¡No es amor! Porque el amor no ofende,
es puro, el amor jamás te engaña.
Es un fuego en la piel que no consume.
¡Son las suyas caricias desde el alma!
TU MILAGROSO CANTO
Cardenal de copete de espinela,
me hiciste sentir niña nuevamente,
retroceder en el tiempo lentamente,
ser frente a ti fascinada chicuela.
Las notas de su canto eran iguales,
y la seda de sus plumas esplendentes,
su airoso porte, su jaula, los cristales
de azabache de sus ojos relucientes.
Gracias a ti pude oír a mi añorado.
En una esquina el milagro sucedió
de que a su canto reviviera tu canto.
Por un instante viví en el pasado,
cual cencerro mi corazón latió,
gozoso al influjo del encanto.
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