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Añadido día: 05 / 4 / 2002

El niño, el viejo y el burro
El viejo llamó a su hijo y le dijo: "Vete al campo, toma el burro juanito y ponte listo para que vayamos a la ciudad, que quiero venderlo".
El niño se fue y trajo el burro. Le pasó la raspadera, lo cepilló y partieron los dos a pie, tirándole al burro por las riendas.
Querián que el burro llegase descansado para mejor imprensionar a los compradores.
De repente.
- ¡Qué bueno! - exclamó un viajante al verles - ¡El animal vacío y el pobre viejo a pie!, ¡qué despropósito! ¿Será promesa, penitencia o chochez?...
Y allá se fue riéndose.
El viejo acordó que el viajante tenía razón y ordenó al niño:
- Tira el burro, mi hijo. Yo voy montado y así tapó la boca del mundo.
¡¿Tapar la boca del mundo?!, ¡qué tontería!
El viejo pronto comprendió eso luego adelante, al pasar por un grupo de lavaderas ocupadas en batir la ropa en el río.
- ¡Qué chanza! - exclamaron ellas - el perezoso montado con toda tranquilidad y el pobre niño a pie...! Hay cada padre malvado por este mundo de Cristo...
El viejo se quedó nervioso y, sin decir palabra, hizo señal al niño para que ése subiera a la grupa.
- Sólo quiero ver lo que dicen ahora ...
Vio pronto. El Izé Biriba, estafeta del correo, cruzó con ellos y exclamó:
- "Qué papamoscas! Quieren vender el animal y montan los dos a la vez...
Así, mi viejo, lo que llega a la ciudad no es el burro; es la sombra del burro."
- Él tiene razón, mi hijito; no podemos cansar al animal. Yo me bajo y tú, que eres livianito, vas montado.
Así lo hicieron, y caminaron en paz un kilómetro, hasta el encuentro con un sujeto que sacó el sombrero saludó al pequeño respetuosamente.
- ¡Buenos días, príncipe!
- ¿Por qué príncipe? - preguntó el niño.
- ¡Qué pregunta! Porque sólo príncipes andan así de lacayo a la rienda...
- ¿Lacayo, yo? - gritó el viejo - ¡Qué atrevimiento! Bájate, bájate, mi hijo y carguemos el burro en las espaldas. Quizás esto deje contento al mundo...
Ni así. Un grupo de muchachos, viendo la extraña humorada, se manifestaron, con abucheos:
- ¡Ajá!, ¡ajá! ¡Miren la burrada de tres burros, dos de dos pies y uno de cuatro! Resta saber cuál de los tres es el más burro...
- ¡Soy yo! - contestó el viejo, bajando la carga - soy yo, porque hace una hora, que vengo haciendo no lo que quiero, pero sí lo que quiere el mundo. De aquí en adelante, sin embargo, haré lo que manda mi conciencia, poco importándome que el mundo esté de acuerdo o no. Ya vi que muere loco quien busca contentar a toda la gente...

Adaptación al español del cuento "O menino, o velho e o burro", del escritor brasileño Monteiro Lobato

naolatina@ig.com.br    Bragança Paulista, 2002