El delicado equilibrio nunca pudo contra la bronca y las frustraciones, y el echo de que millones de chicos de todo el mundo se identificaran con sus versos ácidos y sus himnos desesperados no lo hacia feliz ya que solo significaba que las cosas estaban malas o peor que como el las ve en sus pesadillas más negras. Y en su bronca se peleaba con los grandes de la industria que lo soportaban con la sonrisa indulgente de los que solo se preocupan de las ventas y con los grandes de la prensa y terminaba en su bronca impotente incendiando un bus de gira o peleándose con un publico que igualmente lo adoraba. Dejo plantados a muchos, ofendió a otros  y lloro de rabia, impotente cuando ni siquiera todo el poder implícito en ser “una estrella del Rock” bastó para conseguirle una felicidad que siempre le fue negada. Y volvió a la jeringa y en Alemania zafó por poco de un cargo por intento de violación presentado por una empleada del sello MCA. Este mundo no era para él. No lo quería, no le gustaba, no le bastaba. Le dijo a su madre que no quería vivir, que solo quería irse. Como Sid, como Jim, como Janis y como Hendrix. Y ella no quiso, no pudo, no soportó la idea. Ni el aplauso unánime de esa critica que despreciaba y ese público que compadecía  no tan secretamente por “In Útero” bastaron para sacarlo del pozo. En Roma, lo que debió ser una vocación y un reencuentro con una Courney Love que ya no quería mas golpes ni arrebatos termino en sobredosis y coma. La salvaron después de nueve horas de desesperada lucha, pero la decisión de irse ya estaba tomada.