ðHwww.oocities.org/es/nemfics/epda5.htmwww.oocities.org/es/nemfics/epda5.htm.delayedxbÕJÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÈàû„BUOKtext/html€(¹y,BUÿÿÿÿb‰.HSun, 04 Aug 2002 23:48:09 GMT½ Mozilla/4.5 (compatible; HTTrack 3.0x; Windows 98)en, *bÕJBU >>> El Poder de Akane (cap. 5) <<<
 

 

 
   
 

 

El Poder de Akane  

 

  

 

Nota de la autora:

¡¡HOLA!!  Juro que no puedo creerme que por fin haya terminado con este dichoso capítulo 5, bueno, y 6, porque dividí el capítulo 5 en dos porque me quedó demasiado largo.  Pero lo primero es pedir mil perdones por haber tardado todo un año en escribirlo.  Este capítulo para mí ha sido un verdadero reto en todos los sentidos, empecé a escribirlo con muchísimas ganas nada más acabar con el cap. 4 y me sorprendí al darme cuenta que no me sentía capaz de escribirlo y no hacía más que dar rodeos sin sentido en el inicio del mismo, y ha sido con ese bloqueo con el que he estado luchando durante meses.  Lo que más miedo me daba y aún me da, es no cubrir las expectativas que tenéis, vuestras ganas de leer el capítulo que me habéis demostrado constantemente al no dejar de escribirme, y vuestro apoyo que ha llegado a otorgarme incluso un premio Hibiki de La Conferencia al mejor fanfic de Ranma ½  ¡Muchas gracias por eso!  Sólo espero haber hecho unos buenos capítulos, dignos de ser el final de la parte 1 de este fic y que os gusten mucho.  Si se me permite opinar, creo que al final no ha quedado demasiado mal, bastante mejor de lo que yo me esperaba, gracias al capítulo 6, ese sí,… lo que no quiere decir ni mucho menos que sean buenos  Porque una cosa, al final este capítulo 5 no es el final de esta parte uno, porque como me ha quedó taaaan lago (cerca de las 80 páginas ¬¬) decidí dividirlo en dos, así que el capítulo 6 será el desenlace final de todo este lío que llevas leído y vas a terminar de leer ahora :p jiii.  Vaaale, sip, os dejo leer de una vez, que ya os he hecho esperar demasiado.  Gracias por seguir leyéndome ^____^

Ah, y ¡ATENCIÓN! os cuento que este capítulo lo comienzo escribiendo desde otro punto de vista la última escena del capítulo 4, que nadie se líe ¿oki?

¡¡Escríbeme!!  Dame el gusto de saber que te pareció el capítulo o el fic en general.  Para esto o lo que quieras escríbeme a:

nemfics@yahoo.es

 


Datos de interés:

(...)  comentario de la autora

"..." pensamientos de los personajes

*...* algún sonido

[...] un lugar

**** cambio de escena

<<...>> un recuerdo

<===> una escena de recuerdos o un sueño


Todos los personajes que aparecen en este fanfic son propiedad exclusiva de Rumiko Takahashi, pero teniendo en cuenta que no voy a sacar ningún bien económico con esto, hagan el favor de no denunciarme ¿si?  


 

 

Capítulo 5

Entre el odio y el amor (I)

 

[Dojo Tendo]

El viento sopló con fuerza entre los presentes de forma gélida, concordando perfecto con un cielo cubierto por nubes negras, que enmarcaban aquel día como uno que nadie conseguiría olvidar nunca.  Silencio…   Todos en aquel lugar observaron expectantes la llegada del extraño trío de visitantes que, subidos a la tapia de la vivienda, les observaban de vuelta.  La visión de aquella casa, conocida por los tres…, hogar de uno de ellos… su hogar… pero… ¿realmente lo era?

La multitud se arremolinaba a los alrededores de la residencia de los Tendo; algunos más audaces que otros, huían de los cobros de Nabiki Tendo observando desde las casas colindantes, pero todos sin querer dejar pasar la oportunidad de ver el ansiado espectáculo.  A las puertas del dojo las miradas eran diferentes: preocupadas, envidiosas unas, confusas otras, pero ante todo, en su mayoría, de incondicional cariño.  Ojos de una familia mutilada por perder a quien tanto quiere…  Ojos de un hombre con cuerpo de mujer que se ve obligado a jugárselo todo en una lucha…  Observando desde el lugar destinado para la celebración del combate entre Ranma y la nueva amazona, en el interior de la sala de entrenamiento, Nabiki, Kasumi y Nodoka esperaban, entrelazadas sus manos, a que todo pasara pronto; de la misma forma, Soun Tendo luchaba con todas sus fuerzas por contener las lágrimas, de felicidad por volver a ver a su pequeña hijita desaparecida y de tristeza por la posibilidad de volver a perderla, mientras un enorme panda apoyaba una pezuña en su hombro intentando confortarle.  Más adelante, un paso por detrás de Ranma-chan, se encontraban Ukyo, Shampoo, Ryoga Hibiki y el Dr. Tofu, cuatro personas con sentimientos ambiguos hacia lo que está por acontecer, mezclas de amor y odio, honor y venganza, lealtad y mentiras…  Y Ranma…

Akane miraba hacia los que tanto había deseado ver por dos largos meses: su familia y amigos.  Oculta tras la tela de su capa, en ese momento no pudo evitar desear poder leer en las mentes y corazones de quienes tanto le importaban y saber así que sentían.  Si hubiese podido hacerlo, tal vez, sólo tal vez, todo habría sido muy distinto…  Akane llevó sus manos lentamente, aun notándolas temblorosas, hasta la capucha que celaba su rostro y retirándola delicadamente la dejó caer con suavidad sobre su espalda.  Todo hombre en aquel lugar sintió que le faltaba el aire al ver el rostro descubierto de Akane… tan hermoso, impactante, soñado, deseado por demasiados, recordado por todos… pero nunca tan bello como ahora…  Un recuerdo vino a la mente de Ranma-chan al mirarla así “Julieta” pensó, “Está tan bonita como cuando hizo de Julieta”.  La recordó mientras permanecía en aquel féretro interpretando estar en brazos de la muerte; él debía besarla entonces, único modo de conseguir el viaje a China, ¿pero cómo hacerlo siendo observado por tanta gente?, ¿cómo hacer sus sueños realidad mientras los espectadores le miraban juzgando cada uno de sus movimientos?, entonces ella pronunció su nombre ‘Romeo’, estaba tan hermosa que Ranma casi perdió todo control sobre su mente y su cuerpo cuando ella, incitándole a besarla, le susurro suavemente: ‘¿No puedes… fingir?’.  “Tan bonita”  Aquella fue la primera vez que Ranma encontró el valor para besar sus labios, no por el dichoso viaje, no, lo halló en su tierna mirada, y deseaba tanto besarla al fin, embriagado por su belleza, la dulzura de su voz, sus enormes y brillantes ojos..., tan brillantes  como ahora… En este instante Ranma-chan no pudo evitar sentirse tan decepcionada y aturdida como cuando aquella vez notó, al querer unir sus labios con los de Akane, que tenía puesta una cinta adhesiva en la boca, barrera infranqueable que derrumbó sus deseos y su esperanza, sus ilusiones de por vez primera ser sincero con ella y con él mismo; de la misma forma hoy, la distancia que los separaba y aquella maldita vieja bruja, le impedían acercarse a ella y ser felices juntos por siempre.

El viento sopló con intensidad entre Ranma-chan y Akane moviendo sus ropas y sus cabellos mientras ambas se miraban fijamente a los ojos, sin poder retirar la mirada, sin poder contener sus latidos acelerados, su total nerviosismo, sin llegar a saber cómo serían capaces de enfrentarse la una a la otra.  Una tibia calidez comenzó a crecer en el corazón de Akane al mirar a su femenino prometido y se sonrió por dentro emocionada; también hacia ya dos meses que no veía a aquella chica de trenza pelirroja, de la que al segundo de conocerla deseó que fueran las mejores amigas y a la que instantes después odió por ser un chico al que habían prometido en matrimonio sin su consentimiento, que la había vencido en combate y, además, se había atrevido a mirar su cuerpo desnudo y luego insultarlo.  Una mezcla de melancolía y diversión se ahogó en la joven Tendo al recordar todas las locuras que Ranma había protagonizado con su cuerpo femenino y como, irónicamente, aquel chico con cuerpo de chica podía llegar a ser cuando se lo proponía la joven más bella de Nerima.  “Ojalá vuelvan esos momentos…” pensó melancólica.  Akane endureció entonces la mirada, tragó con pesadez, se guardó su amor dentro y pronunció solemne:

- Ha llegado la hora, Saotome.  Esta lucha decidirá nuestros destinos.

Ranma-chan bajó su mirada de golpe al suelo, huyendo de la de Akane.  El público se tensó.  Ranma se obligó a recordar, no debía olvidarlo bajo ningún concepto, esa no era la Akane que él conocía, de la que se enamoró hacía tanto, aunque siguiera siendo su cuerpo ahora su mente era la de una peligrosa amazona; y ella tenía razón en lo que acabada de decir: para bien o para mal había llegado la hora de enfrentarse a su destino, y por rescatar a Akane estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario… ¡y más!  Había llegado el momento de luchar, no debía haber cabida para la compasión o los sentimentalismos.  Ranma-chan alzó su mirada con firmeza hacia aquellas tres figuras que le desafiaban a enfrentarse a su prometida, tornando así, con dolor y una mezcla de odio, esperanza y coraje, sus celestes ojos.  Esto era una guerra y si fuese preciso la enfrentaría con la misma fuerza y determinación con que lo hizo contra Saffron.

- Te arrepentirás de haberte atrevido a tocar a Akane – pronunció Ranma-chan en tono quedo intentando contener su furia.

Los espectadores se miraron en silencio los unos a los otros con la misma duda invadiéndoles a todos.  ¿Realmente ellas iban a enfrentarse?  Era tema habitual que aquella extraña pareja de prometidos discutiera en todo momento pero ¿combatir?, esas eran palabras mayores.

Una mezcla de intimidación y orgullo creció en el interior de Akane ante las amenazadoras palabras que su prometido acababa de lanzar, mientras tras la dura mirada de éste, el muchacho se obligaba a controlar sus pensamientos repitiéndose incesantemente: “Sin miedo.  El plan es infalible.  Sin miedo…”  Y tal vez así fuera.  Él había conseguido ver a Akane tal como era; cuando la encontró en el valle de los manantiales cálidos ella ya estaba bajo el control mental de la bisabuela de Shampoo, y aún así ella no sólo volvió a ser la misma de siempre, sino que incluso estuvieron una vez más a punto de besarse.  Si pudo conseguir sorprendiéndola con su sola presencia que la verdadera Akane recobrara fuerzas y saliese a la luz dejando a un lado por unos momentos su nueva personalidad de amazona, nada podría impedirle ahora que volviera a hacerlo, mas esta vez sería de forma más drástica y ante todo… definitiva.  Estaba seguro, su plan no fallaría.  Ranma-chan tragó duro y bajó su mirada al suelo una vez más.  Era hora de luchar.  Un susurro inaudible salió entonces de sus labios.  Todos se miraron dudosos.  Akane entrecerró sus ojos mirando aún más fijamente a su contrincante.  Como entendiéndoles Ranma-chan repitió su acción, más esta vez sus palabras salieron de sus labios más enérgicamente, siendo audible para algunos, entre ellos Akane, quien tornó su rostro con plena confusión.  Ranma-chan aún no la miraba, así que Akane se volvió y observó a Ryoga, quien parecía avergonzado, luego miró hacia las otras prometidas de Ranma, ellas se veían tensas, mas aún así altivas.

- ¿Qué… has dicho? – exigió saber la pretendida amazona sintiéndose aturdida.

Ranma-chan enfrentó su mirada con decisión y sin miedo pronunció en alta voz:

- He dicho… - Akane sintió un nudo formarse en la boca de su estómago - …que eres una gorda MARIMACHO!

¿Gorda marimacho?  Una gota de sudor rodó por las frentes de cada uno de los espectadores al escuchar tal declaración.  Ese no era precisamente el tipo de pelea que todos esperaban ver.  Era digno de mención el cambio de actitud en los presentes: Ranma-chan lucía tan irreverente como de costumbre, para nada preocupada como hacía sólo un par de minutos; Ryoga estaba aún más avergonzado que segundos atrás, sin entender aún cómo había accedido a participar en un estúpido plan como aquel;  Ukyo y Shampoo miraban divertidas, siempre era agradable para ellas que Ranma insultara a Akane sin compasión;  las familias Tendo y Saotome, así como el Dr. Tofu, estaban demasiado preocupadas como para dejarse afectar por el espectáculo; y Akane…, ella sólo miraba lívida a los celestes ojos de la chica pelirroja como entre la súplica y la demanda de una explicación.

Ranma-chan no se dejó afectar por la mirada descompuesta de Akane.  Estaba dispuesto a librar a Akane del control mental en el que Cologne la tenía sumida, de la misma forma que hacía un año logró vencer la técnica 'Xi Fa Xiang Gao' de Shampoo con la que había hecho que Akane le olvidase, es decir, con lo que, junto con las artes marciales, mejor sabía hacer: insultarla.

La pequeña de los Tendo aún no reaccionaba cuando Ranma comenzó su monólogo atroz.

- Y no sólo eres una marimacho – aclamaba acusador a la vez que divertido - eres el mayor chicote de la historia del Japón, no eres capaz de cocinar algo que sepa mejor que una caca de perro, los hombres huyen de ti porque estás gorda como una ballena obesa…

Los espectadores estaban pasmados y algunos comenzaban a murmurar entre la desilusión y el enfado ¿Este era el gran combate por el que habían pagado?  Ellos habían visto a Ranma insultar a Akane cientos de veces y siempre gratis.

- …tienes el cutis de un ladrillo, los brazos de un gorila, las piernas desproporcionadas, bigote como una morsa… - continuaba diciendo Ranma-chan mientras hacía recuento de todos los defectos con los dedos de sus manos.

Akane agachó la cabeza clavando su vista en el suelo, dolida como hacía mucho que no se sentía. “Tanto esfuerzo…” pensaba sintiéndose de repente agotada.

- Y mira que te lo digo como un consejo, porque si yo tuviera tu aspecto no me atrevería a salir ni a la calle, no, que horror – exageraba Ranma-chan imitando una risa parecida a la de Kodachi – Míralas a ellas – decía señalando a Ukyo y Shampoo que comenzaron a abrazarle coquetas – ellas sí son mujeres de verdad, guapas, inteligentes, con una bonita figura, grandes cocineras, femeninas…; podrías intentar aprender algo de ellas, aunque aún así no creo que encuentres nunca un marido…

Akane comenzó entonces a destilar su ardiente aura de batalla, no pudiendo contener más su furia, sintiéndose humillada al máximo. “Todo mi esfuerzo para nada… para que él se burle…” pensaba mientras apretaba los puños con fuerza, cerrando los ojos no queriendo oír ni una palabra más de su prometido.  Cologne, a su lado, comenzaba a mirar a su estudiante con cierta preocupación.  La había entrenado para superar esto y más, ahora sólo quedaba ver si encontraría el valor suficiente para enfrentarlo.  Intentando apoyarla le susurró:

- Corazón de hielo.

Ranma-chan empujó a Ukyo y Shampoo lejos de ella, adelantándose algunos pasos hacia Akane mirando absorto su aura de batalla.  “Eso es, Akane. ¡Arde!” pensaba emocionado.

- Incluso yo soy más femenina que tú, con el pecho plano como lo tienes, en cambio yo tengo una figura maravillosa – decía, ya no intentando interpretar un papel, sino sólo lanzando palabras que sabía herirían a Akane, que no podría soportarlas, nervioso por dentro, suplicando no tener que seguir y que ella volviese pronto a ser la misma y le golpease con todas sus fuerzas por haber dicho todo aquello – ¿Y además pretendes vencerme? No me hagas reír, una torpe como tú, que no sabe pelear, lenta, descoordinada, medio tonta, que no sabe dar patadas y sólo sabe de fuerza bruta…

Akane no pudo soportarlo más.  Se había sentido muy decepcionada hacía 10 días, cuando se arrepintió de querer luchar contra él y salió en su búsqueda, sólo para escucharle decir a Ukyo cuando le encontró que tenía que cuidar de ella porque era demasiado torpe y no sería capaz ni de cuidarse sola, pero esto era mil veces peor, era la gota que colmaba un vaso rebosado en demasiadas ocasiones, cada vez peor que la anterior, pero nunca como esta. “Jamás me tomará en serio”  Su aura creció en una explosión silenciosa, revolviendo de forma siniestra su capa y su cabello con un tono rojizo, mientras apretaba sus puños con todas sus fuerzas bajo su capa.

“Lo conseguí” pensó Ranma mientras el corazón se le aceleraba y una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro entre el nerviosismo y la ilusión de volver a ver a su verdadera prometida.

Akane levantó su vista hacia su contrincante con la mirada más fría que jamás brilló en aquellos ojos.  Las familias Tendo y Saotome, como el resto de muchachos dieron por terminado el problema, el plan de Ranma había funcionado; sin embargo Ranma-chan, sin saber porqué, dudó… y entonces ocurrió…  El silencio y la incertidumbre crecieron en cada uno de los presentes cuando Akane, para sorpresa y pesar de muchos, comenzó a reír espléndidamente irónica, aún con esa fría mirada en sus ojos.  Ranma-chan la miraba abatida, sin saber en que parte había fallado su plan.

- Marimacho, gorda, pecho plano, descoordinada, con cuerpo de morsa y cara de gorila – recitó despreocupada pero decidida Akane - ¿O eso último no era así? – Ranma-chan no contestó y Akane supo que era su tiempo de ventaja - ¿De verdad pensaste que me afectaría algo así? ¿qué perdería el control? – Ranma-chan sintió miedo, la había subestimado, y era cierto, Akane no se daría por vencida tan fácilmente, no sin intentarlo al menos, no después de todo lo que había tenido que sufrir para llegar hasta aquí, de todas las lágrimas derramadas, de todos sus anhelos - ¿Cómo podría hacerlo, Saotome?

Ante la expectación de todos Akane sacó sus manos por la abertura de su capa, aún sin dejar ver rastro de su figura, y llevándolas hasta el lazo en su cuello, lo deshizo delicadamente, sin dejar de mirar un segundo a Ranma, asustada por dentro, segura por fuera.  Con un movimiento calculado de sus brazos retiró la negra capa y la lanzó hacia atrás, dejándola caer por su espalda.  Nadie vio como Mouse, con un rápido movimiento, tomó la capa y la sujetó en sus manos, pues todos sin excepción miraban a la nueva amazona.  Akane vio, con cierto orgullo en su interior, como los ojos de Ranma-chan se abrían desorbitados mientras el sonrojo en sus mejillas terminaban de delatar hacia donde miraba, y aprovechando el momento, delineando sus curvas delicadamente con una mano, Akane le dijo con voz suave:

- Sólo mírame…

Ranma-chan enrojeció aún más.  Ryoga y algún otro se desmayó con una hemorragia nasal.

- ¿Cómo pretendes compararlas a ellas o a ti misma conmigo? – terminó de decir rotundamente Akane guardándose dentro la timidez que siempre la caracterizó y que ahora no podía permitirse sentir.

No había parte del cuerpo de Akane a no admirar.  Todas las mujeres en escenaza miraron con envidia, los hombres con ojos de lujuria..., pero alguien entre los presentes vio con temor mucho más allá de la belleza de la joven…

Un traje de formas atípicas ataviaba el cuerpo de la nueva Akane Tendo, matizándolo en líneas que rayaban lo celestial.  En seda color granate, el vestido se componía por dos piezas de tela rectangulares de iguales dimensiones que, menguando su ancho en la parte superior, se unían en el cuello con unas cortas y finas tirantas de unos 10cm de longitud, dejando los hombros descubiertos, así como permitiendo ver también de forma magistral los laterales de todo su cuerpo incluyendo incluso una sutil parte de sus senos y sus nalgas.   Para darle lugar al traje que por sus formas carecía, Akane lucía un cinturón de acero, muy largo, simulando ser una dragón plateado, resultando flexible a base de piezas enlazadas sucesivamente pareciendo formar las escamas del milenario ser, rodeando así por tres veces la cintura de la joven y reposando la cola en su muslo desecho y la cabeza del dragón arriba entre sus pechos tras verle rodear delicadamente por el exterior su seno izquierdo.  Resultaba casi mágico el perfecto entallado que el cinturón conseguía en la tela que se ajustaba exquisita  pareciendo una segunda piel para la amazona, dejando que de cintura para abajo el sedoso tejido se moviera en libertad entre sus esbeltas piernas, dando de esa forma una imagen sublimemente sensual a una ahora desconocida Akane.  Terminaban de componer su atuendo unas zapatillas granate de suela plana, apropiadas como su traje para moverse con plena facilidad, y uno brazaletes también de acero en cada antebrazo marcados en su parte superior con el símbolo del dragón.  Ahora con su cuerpo descubierto a los demás, la hermosura repleta de feminidad que todos vieron en el rostro de la joven al principio, con aquel sinuoso color adornando sus párpados, el brillo en sus labios y la novedad del recogido en su cabello, pasaba a un segundo plano apareciendo, a juego con sus ropas y las voluptuosas curvas de su cuerpo, una sensualidad desconocida en ella, superando todo atractivo conocido y pareciendo incluso…

“Exótica” pensó Ranma-chan sintiendo como le faltaba el aliento y las piernas le fallaban al admirar su cuerpo.  Él que había llegado a desearla más que a nada tan sólo con verla aparecer secando su pelo húmedo con una toalla o cualquier otro pequeño detalle como ese, podría desfallecerse ahora ante aquel cuerpo, odiando que todos aquellos muchachos pudieran ver a su prometida así. Confuso levantó su vista hasta los ojos de su nueva contrincante pensando abatido “Esa no puede ser Akane”.

Shampoo endureció su mirada al contemplar a Akane.  Su desconfianza dejaba atrás el resentimiento y la antipatía que siempre sintió por aquella muchachita que, sin proponérselo en muchas ocasiones, había arruinado todos sus planes de conquistar a Ranma.  La visión de aquel traje hizo volar sus pensamientos a recuerdos de su niñez en China, al aprendizaje que toda amazona debía afrontar.  Sí, Shampoo sabía que el traje de Akane tenía un significado infinitamente más especial de lo que nadie en aquel momento hubiera sospechado, y ante todo… peligroso.

 

* * * * * * * * * * * * * * * * * * *

 [Afueras de Nerima]

Algo más de un mes había pasado desde que el maestro Happosai había abandonado la localidad.  Se había vuelto un lugar aburrido sin los muchachos, ya no tenía a quien molestar o entrenar, como él decía, sin Ranma allí, ya no tenía ningún aliciente particular robar ropa interior para él si no estaba la dulce y pequeña Akane para perseguirle, ya no era divertido fastidiar a Soun y Genma ahora que se la pasaban llorando por los rincones, Kasumi ya no atendía la casa con su común felicidad en su rostro y Nabiki ya no era la chica simpática y retorcida que tanto le gustaba ahora que tenía todos sus sentidos puestos en encontrar a su hermana.  La familia Tendo pasaba por una crisis y él hizo lo honorable como buen maestro: quitarse de en medio.  Pero aunque intentó encontrar nuevos lugares donde divertirse ninguno se igualaba a Nerima.  Sí, se comportaría como un hombre honorable y regresaría a su hogar, donde se sabía tan querido, y les ayudaría a buscar a la pequeña Akane para que pronto todo volviera a ser como siempre y pudieran volver a divertirse como antaño.  Y en Nerima estaba de nuevo y camino a la casa de los Tendo.

 

* * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Akane estaba completamente indignada.  Ranma con sus insultos sólo había logrado reafirmar una vez más que los sentimientos de menosprecio que Akane sentía no eran infundados, dándole nuevos y más fervientes motivos para luchar.  Sin previo aviso y sorprendiendo a todos Akane bajó de un salto al suelo quedando frente a una paralizada Ranma-chan.

- Y ahora te enseñare – dijo atacante Akane – hasta que punto sabe dar patadas una amazona.

Ranma-chan y los demás saltaron hacia atrás rápidamente alejándose de la amazona.  Akane corrió hacia Ranma-chan comenzando a atacarle: lanzó un par de patadas altas que Ranma esquivó con facilidad, en la tercera Akane saltó y golpeó de lleno en el costado a su prometido.  Ranma-chan salió disparada por la fuerza del impacto llevándose por delante una de las paredes de madera del dojo, ya maltrechas por su entrenamiento de los últimos días, quedándose tumbada en mitad de la sala de entrenamiento.  Ranma-chan comenzó a levantarse adolorida tomándose el costado con una mano.  Ya era un hecho: Akane no sólo era más rápida que antes, también era más fuerte.  Observó a la amazona por el hueco que ahora adornaba la pared: todos se habían alejado de Akane pensando en su propia seguridad, la joven sin prestar atención a su alrededor devolvió a Ranma una mirada decidida, adoptando una postura de combate, muy distinta al estilo con que lo hiciera hacía dos meses, antes del entrenamiento de Cologne.  Con la mano adelantada, encargada de la defensa, Akane le hizo una señal para que se acercase a ella.  Ranma-chan tragó con pesadez y obedeció a su gesto comenzando a andar hacia ella, saliendo despacio por el hueco de la pared, pudiendo escuchar los trozos de madera crujiendo bajo sus pies, sin poder evitar sentir cierto temor mientras recordaba la conversación que tuviera horas antes con el Dr. Tofu.

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Ranma calentaba en el dojo, dentro de unas horas comenzaría el combate y no era capaz de estarse tranquilo así que no le quedaba otra que entrenar.  El haber visto a Akane la noche anterior, dormida en la cama de Shampoo, pareciendo que fuera otra de las tantas veces que la había mirado dormir en su cuarto, le confirmó de nuevo que no podría vivir sin esa hermosa mujer que llenaba su vida de felicidad con cada gesto o palabra.

Alguien golpeó la puerta abierta y Ranma se giró descubriendo que era el Dr. Tofu.

- Empezaste a entrenar muy temprano – mencionó el doctor.

- Todo el tiempo es poco si quiero recuperarla – contestó indiferente continuando con sus estiramientos.

- Tu padre me comentó que tenías un plan… - Ranma se detuvo y miró al doctor de forma interrogante – Ojalá te funcione…  Sólo permíteme que te diga algo - siguió Tofu – Tú sabes tan bien como yo, Ranma, que desde que volvisteis de China, Akane ya no es la misma, así como tú tampoco.  Que no te extrañe si ella no reacciona con tu plan de hacerla enfurecer.  Mi consejo es que pienses en algún otro plan alternativo… por el bien de los dos.

El doctor salió de la sala de entrenamiento tan silencioso como llegó, pero dejando a un ahora pensativo Ranma dentro de ella.

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Soun Tendo no podía resistirlo más, debía recuperar a su pequeña hijita.  Sólo podía pensar la decepción que sentiría su difunta esposa si él dejara alejarse a Akane de su hogar, perdiéndola para siempre.  Lloroso hizo ademán de acercarse a su hija. “Tal vez si yo…”  Genma-panda y el Dr. Tofu le detuvieron tomándole por los hombros.  Soun sólo les hizo caso y siguió como espectador en aquella lucha.  Después de todo, y de lo mucho que adoraba a su hija, aún le faltaba el valor para afrontar aquellos acontecimientos.

Ranma-chan se paró a unos pocos metros frente a Akane, todavía sin adoptar una posición de pelea.

- ¡Ataca! – le animó en tono decidido Akane.

- Akane… - el tono de la chica pelirroja era una mezcla de ternura y nerviosismo – No podemos pelear, sabes que fue esa anciana la que…

- No, Saotome, no te equivoques, no he venido aquí para charlar. – le cortó rotunda.

- Pero estás bajo el control mental de la anciana.  Yo sé que tú puedes romperlo, Akane. – continuó suplicante.

Akane endureció aún más la mirada.  Conseguiría luchar contra Ranma, demostrarle a todos que era buena en artes marciales, aunque tuviese que obligarle a pelear.

- Si no atacas tú, lo haré yo.  ¡No tendré piedad contigo! – exclamo la amazona.

Akane se arrojó contra Ranma-chan, lanzándole una ráfaga de puñetazos.  La pelirroja por su parte tan poco se daría por vencida tan fácilmente, se defendía parando los golpes mientras continuaba hablándole, intentando hacerla reaccionar.

- Akane, te lo ruego.  Debes ser fuerte y vencer el truco de esa bruja.

- ¡Calla y pelea, cobarde! – reclamó molesta, continuando con su ataque.

- No puedes rendirte así.  Tu no quieres esto, Akane, esta no eres tú.

El corazón de Akane dio un vuelco y la joven se odió por no poder controlar las traiciones de su corazón.  Furiosa consigo misma, mayor fuerza se injertó en sus golpes, derribando de un puñetazo en el hombro a su prometido.  Ranma-chan no tardó un segundo en levantarse del suelo y continuó hablando para frustración de la amazona.  Si no pudo recuperarla haciéndola enfurecer lo haría ablandando su corazón, aunque eso significase revelar ante todos los secretos que guardaba dentro de él.

- Piensa en tu familia, están muriéndose de preocupación por ti.

Akane titubeó ante aquellas palabras. “Mi familia… mi familia…”  Miró hacia sus hermanas y su padre, y la preocupación que llenaba sus ojos consiguió sobrecoger aún más la golpeada alma de la joven.

- Hazlo por ellos, hazlo por mí… - siguió diciéndole Ranma-chan mirándola suplicante.

Akane hubiese querido dejar de mirar aquellos ojos celestes pero ya no podía, era demasiado débil y le amaba en exceso.  Si deseaba lanzarse a sus brazos, besarle con pasión entre lágrimas aunque fuera una chica, aunque todos estuvieran mirándoles, si anhelaba darle toda la felicidad del mundo entregándole su alma y su cuerpo para siempre, ¿cómo podría seguir con aquel engaño de la amazona, seguir haciéndole sufrir?

Ranma-chan anduvo hasta quedarse justo en frente de ella.  Ukyo y Shampoo comenzaban a destilar sus auras enfurecidas por los celos, pero Ranma ni lo notó, para él sólo estaba Akane.  Este era el momento de recuperarla.

- Te lo ruego, Akane… - posó suavemente las manos sobre sus descubiertos hombros, aumentando el sonrojo y el nerviosismo de ambas por el solo contacto de sus pieles - …vuelve a mí…

Mouse y Cologne se miraron preocupados y la anciana amazona comenzó a temer seriamente que Akane se derrumbara y sucumbiera a los encantos del yerno.

- Akane… - le susurró Ranma-chan con dulzura.

- Ranma… yo… - comenzó a decir Akane debatiéndose sin descanso entre lo que su mente le aconsejaba hacer y el reclamo de sus sentimientos.

El alma de Ranma renació en aquel momento, reconocía aquella mirada de Akane, confundida y entregada, amorosa y dulce, la mirada que le ató a ella para siempre, por la que si se lo pidiese sería su eterno esclavo.  Ella de nuevo era la Akane de siempre, podía verlo, sentirlo, de nuevo era toda de él, toda…

- Oh, Akane, ¡¡Mi dulce Akane Tendo!! – se escuchó decir entre el público.

Ranma-chan y Akane se volvieron hacia el dueño de aquella voz descubriendo ni más ni menos que a Kuno Tatewaki.  Ranma-chan sintió la furia crecer en su interior mientras muy a lo contrario Kuno casi entraba en éxtasis, superando aún más su común locura, al ver el vestido que llevaba Akane, nunca antes se habría atrevido a imaginar a la angelical joven con ropas tan atrevidas, bueno, en realidad sí, pero nunca imaginó que aquellos sueños se hicieran realidad; pero aquello no era todo, la diosa de la coleta la tomaba dulcemente por los hombros.  Kuno lloró emocionado, el cielo llegaba para él por fin, podría tenerlas a ambas a la vez.

- ¡¡Mis dos amores!! – exclamó corriendo hacia las dos chicas.

*PLOF*

Kuno cayó al suelo inconsciente tras el rápido y contundente puñetazo en la cara que Ranma-chan le dio.  Inmediatamente tomó la barbilla de una confundida Akane con una mano haciéndole que volviese a mirarle, dispuesto a hacerle reaccionar de una vez.

- Akane… te necesito… - le declaró Ranma abriéndole el corazón, pero Akane en vez dedicarle una mirada dulce, miró con una mueca de desagrado detrás de él - ¿Uh?

Unas manos se precipitaron hacia las jóvenes por detrás de Ranma-chan.  Akane saltó lejos escapando del poco deseado abrazo del que Ranma-chan, menos afortunada en sus reflejos aquella vez, no pudo esquivar.  Un tic es su ojo delató la furia de la pelirroja que creció aún más al escuchar a Kuno declararle su amor mientras apretaba más su abrazo.

- ¡Suéltame pervertido! – gritó furibunda Ranma dándole un codazo en las costillas.

Kuno soltó a Ranma intentando recuperar el aliento, bajo la mirada aburrida de los presentes. Este tipo no cambiará nunca.  El rayo azul de la escuela Furinkan se repuso y sacando su boken miró desafiante hacia Akane.

- En guardia, Akane Tendo – retó el joven.

- ¿Qué? – preguntó la amazona entre el asombro y la burla.

- He escuchado el desafió que me has lanzado.  Lograste emocionar mi corazón al saber que te fuiste hasta ser digna de ser mi prometida. – declaró Kuno presuntuoso -  Dijiste que sólo te entregarás al hombre que te venza en combate y está claro que ese hombre soy yo.  ¡Serás mía!

Kuno se lanzó hacia Akane blandiendo su espada de madera, Akane le esperaba tranquila.  Ranma-chan, furiosa con Kuno por haberse atrevido a interrumpirle dos veces y encima intentar luchar con Akane, se dirigió hacia el chico del boken con intención de detenerle, pero cuando comenzaba a correr una mano lo tomó de la trenza tirándolo al suelo hacia atrás.

Akane esquivaba, sin esfuerzo alguno, los golpes del boken de Kuno, a pesar de que hoy el muchacho pareciera más motivado que nunca.  Pero Akane no tenía tiempo de juegos, tenía una misión que cumplir, por lo que cansada ya de las tonterías el chico, simplemente paró el boken con una mano para asombro de Kuno y los presentes, y haciéndole girar lo lanzó por los aires muy lejos de allí.  Akane suspiró aliviada por haberse librado de aquel pesado, cuando notó como a lo lejos una multitud descomunal de chicos corrían hacia ella.  Parecía ser que los muchachos del Furinkan y alrededores también querían probar suerte y vencer a la amazona.

 

Ranma-chan se giró para descubrir quién le había hecho caer, encontrándose cara a cara con Shampoo.

- ¿Qué crees que haces? – inquirió molesta la pelirroja.

Shampoo no se inmutó por el mal tono de la joven y muy seria le habló:

- Airen tener mucho cuidado.  Akane no ser amazona corriente.

- Eso ya lo sé – contestó escéptico – fue tu bisabuela la que…

- ¡No entender! – le cortó la amazona de violeta cabellera – Airen deber mirar a nueva amazona.

Ambos miraron hacia Akane, y Ranma-chan sintió admiración al observar como la joven se deshacía sin dificultad de aquella jauría de jóvenes con las hormonas revolucionadas que le atacaban desesperados por vencerla.

- ¡He de ayudarla! – dijo apresuradamente mientras se incorporaba.

No llegó muy lejos.  Antes de terminar de levantarse Shampoo volvió a tomarlo por la trenza enviándolo una vez más al suelo junto a ella.

- ¡Observar! – exigió mientras seguía mirando hacia la pelea.

Ranma-chan obedeció si muchas ganas, dudando a donde querría llegar Shampoo con todo esto.  Akane seguía peleando, dejando a todos sorprendidos cuando de improviso, ante una nueva oleada de muchachos, sacó de la nada un bo de acero.

- ¿Domina el arma oculta? – pregunto más a sí mismo que a nadie Ranma-chan, aún sin dar crédito a sus ojos.

- Eso no ser importante.  Airen deber observar movimientos, mirada, traje… - dijo preocupada.

“Como para no mirar ese vestido…” pensó Ranma mientras observaba como la tela color granate se movía grácil y armoniosa a los giros controlados de su prometida, mirando sus piernas perfectas, su cintura, la curvatura tersa de sus pechos…

- Ella no ser amazona corriente, ese no ser traje corriente… – prosiguió la muchacha china.

- ¿Q-qué quieres decir? – preguntó intentando recuperar la compostura que perdió al mirar a Akane, borrar la imagen de su sensual figura de su mente y prestar atención a lo que Shampoo intentaba decirle.

- Shampoo nunca ver amazona con ese traje, – prosiguió preocupada – nadie verlo, sólo ancianas, pero todas las amazonas conocer, oír hablar desde pequeñas de traje de sacerdotisa amazona.

- ¿Sacerdotisa? – preguntó con cara descompuesta - ¿Qué no sólo tengo que enfrentarme a una amazona loca sino que ahora también es una bruja?

Shampoo frunció el ceño molesta y le dio un golpe en la cabeza como reprimenda mientras le decía:

- Amazonas no ser locas, no ser brujas…

Ranma se sobó el golpe en su cabeza mientras miraba a Shampoo con aire sarcástico mientras pensaba “Sí, claro”  Inmediatamente volvió a su tarea de mirar a Akane luchar.

- Sacerdotisas amazonas ser las más poderosa de tribu – continuó Shampoo – ellas conocer técnica secreta que dragón inmortal enseñar a nuestros ancestros hace siglos.

- La técnica de la que nos habló Mouse… - pensó en voz alta mientras viajaban sus recuerdos dos meses atrás.

- Airen tener cuidado, ser muy peligrosa – advirtió.

- No me da miedo – contestó confiada la pelirroja; dando un vuelco su corazón al cruzarse su mirada con la de la nueva guerrera – Después de todo, sólo es Akane… - dijo sin poder retirar la mirada de los hermosos ojos marrones de la joven.

- Más valer. – acotó Shampoo con un deje perverso en su voz – Recordar.  Si airen no acabar con ella, hacerlo Shampoo.

Ranma-chan no miró a Shampoo, no le hizo falta para saber que la joven hablaba muy en serio.  Era una promesa de honor, Shampoo no dejaría que le robasen su herencia, ya tuviera que matar a Akane para conseguirlo.  Ranma-chan sintió tensarse sus músculos al pensar en esa escena, mientras aún se miraba a los ojos con Akane, sintiéndose hechizado por su mirada, y admirado al ver como Akane luchaba sin apartar su vista de él, moviendo su bo y su cuerpo, golpeando adversarios sin necesidad de mirarlos, pareciéndole al femenino muchacho que más que luchar, Akane se moviera en una sinuosa danza.

- ¡Ni se te ocurra tocarla! – dijo quedo a Shampoo.

Shampoo apretó los puños y el odio cubrió sus hermosos ojos violetas cuando Ranma-chan fue hacia Akane y entre ambas terminaron en un segundo con los poco luchadores que quedaban en pie, en una completa sincronía de movimientos y sin dejarse de mirar ni un segundo.

Un mar de muchachos inconscientes regaba el suelo.  Ya no quedaba ni un adversario en pie, ya sólo estaban de nuevo Ranma-chan y Akane.  La nueva amazona hizo girar su bo de acero adoptando una postura defensiva frete a Ranma-chan, agradecida por dentro de que hubiese llegado Kuno y luego los muchachos, pues si no hubiera sido así estaba segura que ya se hubiese dado por vencida y aceptado sumisa todo lo que Ranma le hubiese pedido, sin importarle nada.  Akane no se habia esperado que Ranma fuera tan dulce con ella, mucho menos después de que la hubiese insultado tan brutalmente instantes atrás.  Eso era lo que más le aturdía de su prometido, con la ligereza que era capaz de cambiar su actitud de improviso en un segundo, dejándola desarmada ante él.  Pero eso no podía repetirse, no ahora.

Ranma-chan alzó las manos en son de paz, acercándose lentamente a ella.

- Sé que estás ahí dentro… sé que quieres volver conmigo – todo el cuerpo de Akane comenzó a temblar imperceptiblemente ante las palabras y la cada vez más cercana presencia de Ranma-chan – Todos queremos que vuelva nuestra Akane de siempre.

- La de siempre… - musitó la joven amazona.

- Ven a mí, Akane – le susurró ya muy cerca de ella.

Ranma-chan no se lo espero cuando Akane endureció la mirada entre la decepción y la indignación y con un rápido movimiento colocó su bo bajo su mandíbula obligándole a guardar la distancia.

- Las palabras no valen conmigo, Saotome – mascullo decidida Akane.

Y era cierto, las palabras ya no valdrían para ella.  Ranma lo había dicho, querían que volviera la Akane de siempre, la misma torpe Akane de la que burlarse, a la que no tener en cuenta, la que sólo debía pensar en ser una buena esposa mientras Ranma se encargaba del dojo, del que debería ser la herencia de ambos, no sólo la de él.

- A… Akane…? – preguntaba completamente confundido Ranma-chan.

- Lucha. – le susurró seria Akane.

- No contra ti – declaró decidido.

Con otro rápido movimiento Akane pasó sobre Ranma-chan situándose a su espalda, haciéndole caer de rodillas al suelo golpeándole con so bo por detrás de las rodillas.  Ranma-chan giró su torso para ver tras de sí y miró a su prometida, quien le dedicó una mirada rotunda.

- Lucha o date por vencida, no tienes más opciones, Saotome.

- No puedo luchar contra una chica – declaró de vuelta.

- Y en cambio has luchado contra tantas que ambos perdimos la cuenta. – le dijo Akane notándose algo apenada.

- Pero nunca contra ti – le aclaró rotundo – Yo tengo fe en ti, sé que lograrás vencer el influjo de Cologne.

“Él no va a luchar”  Akane bajó la vista desilusionada y le dio la espalda.

- Entonces, has perdido.

Todo terminaba así.  Akane hizo ademán de marcharse y Ranma-chan vio de reojo como Shampoo se acercaba decidida hacia ellos; ella sí se atrevería a luchar contra Akane, y podría hacerle mucho daño, cosa que él jamás consentiría.  Akane era cosa suya, y tal vez podría encargarse de ella como cuando luchó contra Kodachi la primera vez, sin necesidad de dañarla.  Convencido corrió hacia Akane y comenzó a atacarla con débiles golpes.  Akane se defendía sabiendo que Ranma-chan no luchaba de verdad, era como si sólo quisiera ganar tiempo mientras se le ocurría algo.  El espectáculo comenzaba a ser interesante para los espectadores, pero todos los que sabían de artes marciales miraban sin interés esperando a que lanzasen algún golpe de verdad.  Akane comenzaba a disfrutar un poco, aunque en una lucha mínima, por primera vez conseguía estar a la altura en una lucha contra Ranma.  Prefiriendo luchar cuerpo a cuerpo Akane guardó su bo haciéndolo desaparecer, y decidida a sorprenderle se preparó para atacarle diciendo:

- ¡Kachu Tenshin Amaguriken!

Las manos de Akane parecieron desaparecer de la vista al comenzar a golpear a una velocidad a la que, como el propio nombre de la técnica decía, podría sacar con las manos desnudas castañas asadas a fuego vivo sin llegar a quemarse.  La amazona había intentado sorprender a su pelirroja contrincante y lo consiguió completamente.  Ranma-chan sólo pudo abrir los ojos atónita mientras se aventuraban hacia él los veloces y poderosos puñetazos. “Conoce mi técnica” sólo pudo pensar espantado mientras retrocedía por instinto intentando para los golpes; y entonces la vio, una mirada divertida en Akane, escuchó los gritos de asombro del público y Ranma sintió herido su orgullo de guerrero.  Eso no era un simple ataque, no, para Ranma era una acción deliberada para humillarle delate de todas aquellas personas, una forma de demostrar ante todos que él era inferior.  Algo cambió en un segundo en Ranma-chan olvidándose de contra quien luchaba, volviendo a adoptar su actitud arrogante de siempre.

- Nadie me vence con mi propia técnica. – masculló la pelirroja con soberbia y enfado, y gritó - ¡Kachu Tenshin Amaguriken! – comenzando a contraatacar con la misma técnica.

- Eso habrá que verlo. – contestó Akane con la misma presunción de su prometido; ella había sabido como incitarle a luchar.

Las dos chicas estaban tan igualadas en sus ataques que tan solo se paraban los golpes mutuamente, pero Akane necesitaba mucho más.  Un destello brilló en sus ojos y sin previo aviso dejó de detener los golpes de Ranma y permitió que los veloces puñetazos de su contrincante la golpeasen.  Un fuerte golpe en el hombro derecho la hizo retroceder pesadamente alejándose de Ranma-chan quien entró en shock.  Eso no había podido ocurrir, él no podía haber golpeado a Akane; tenía cada uno de los puñetazos controlados en velocidad y fuerza para que la amazona no tuviera dificultad en detenerlos, él jamás le haría daño a Akane, jamás la golpearía; esa maldita amazona lo había hecho adrede, le estaba obligando a pelear.  El mayor de los arrepentimientos crecía en el interior de la chica de la trenza.  Mientras Akane incluso respiraba con dificultad y se sentía algo mareada.  En todo aquel tiempo que había pasado junto a Ranma, tras todos los combates en los que le había visto luchar, jamás pensó que Ranma fuera tan fuerte…; sí el más rápido, el más astuto e ingenioso en la lucha, el que para ella seguro vencería siempre, ¿pero fuerte…?, no, eso nunca fue algo por lo que ella le hubiera caracterizado por encima de los demás.  Tanto tiempo, tantas luchas y sólo ahora, con esos puñetazos que bien sabía no tenían ni la mitad del poder que Ranma podía darles, conseguía darse cuenta de lo fuerte que en realidad era, del extraordinario luchador en que se había convertido.  Akane se sintió inmensamente orgullosa de él y deseó aún con más fuerzas poder llegar a estar algún día a su altura.  Pero no era momento para eso.  Akane corrió de nuevo hacia Ranma-chan.  Ésta, viéndola venir, salió de su trance sólo pudiendo murmurar:

- Yo… no quería…

Akane no se dejó amedrentar y aprovechando el estado de desconcierto de su adversaria, saltó y dando un giro en el aire colocó en el lado izquierdo de la cara de Ranma-chan una potente patada.  Ranma-chan intentó permanecer en pie, cayendo de rodillas al suelo pocos pasos atrás, jadeante por el inmenso dolor de aquel golpe. Akane adoptó una postura altiva. “Demasiado fuerte” pensaba mirándola desconcertado “Nadie puede mejorar tanto en tan solo dos meses” El viento volvió a soplar con fuerza revolviendo el traje de Akane entre sus piernas y Ranma-chan no pudo evitar sentirse intimidado por la ferocidad y belleza de aquella amazona.

Akane le observó, allí, en el suelo, magullado por culpa suya, y el sentimiento de culpabilidad comenzó a crecer de nuevo, pero sólo por un momento.  Sin dejar de mirarle, alzó su mano haciéndole una señal a Mousse, quien se encontraba aún junto a Cologne en la tapia.  Ranma vio el gesto de la joven y como un instante después Mousse, tras sacarse algo de la manga, se lo lanzaba.  Ranma sin dificultad detuvo con su mano el objeto que se dirigía hacia ella a toda velocidad, tomándolo por el asa.  Sin necesidad de mirarlo supo de que se trataba: una tetera con agua caliente.

- Si de verdad quieres rescatar a tu prometida, entonces, deberías saber… - escuchó temeroso Ranma-chan decir a Akane en frete suyo - …que fui entrenada para vencer a un hombre.

La chica de la trenza endureció la mirada, dejó la tetera en el suelo y se levantó con pesadez.

- No lucharé contra una chica con el cuerpo de varón – sentenció decidida.

Akane se resignó, en sus ojos acababa de ver la verdad. Le conocía perfectamente y sabía que nada le haría cambiar de opinión.  Esta lucha había resultando ser un total fracaso para ella, no, ella era la que había fracasado, la que lo había perdido todo.  Lo había intentado de todas las formas que se le habían ocurrido pero de nada había servido.  Ranma no iba a luchar.  Ni siquiera obligándole a golpearla había logrado enfurecerle lo suficiente como para hacerle reaccionar.  Jamás la tomaría en serio.  La bella joven retiró la vista desilusionada.

- Que así sea, entonces. – decretó simplemente.

Akane sin dilación le conectó un gancho en la mandíbula, después un codazo en sus costillas.  Ranma-chan se retorció.  Akane saltó y acertó un rodillazo lateral en su abdomen.  Comenzaba a perder la paciencia seriamente.

- ¡Maldita sea! ¡Lucha de verdad, Saotome! – demandaba con desesperación.

 Akane conectó con rabia un puñetazo en su hombro izquierdo, aún con más fuerza que los anteriores.

- Si sigues luchando de esa forma puedo dar mi victoria por asegurada. – le amenazó intentando hacerle reaccionar.

Una patada golpeó con saña su costado.

- No… no me subestimes – pronunció Ranma-chan dolorida mientras detenía un codazo que se dirigía a la boca de su estómago.

Akane intentó una barrida.  Ranma-chan saltó para evitar ser derribado y Akane justo como había planeado le pateó bajo la mandíbula con una brocheta.  La pelirroja cayó dolorosamente al suelo y Akane volvió a envestirle, saltando alto pretendiendo caer sobre ella con otra patada.  Y ocurrió lo inevitable.  Como acto reflejo, tras tantos años de lucha, Ranma esquivó el golpe, estrellándose la patada de la amazona contra el suelo del jardín, y, rápidamente, con una llave le inmovilizó los brazos y le lanzó un puñetazo a la boca del estómago.  En ese momento Akane estuvo completamente a su merced, era la ocasión esperada para poner la balanza a su favor en aquel combate… pero no pudo.  Al instinto de supervivencia le pudo el instinto de amar a Akane.  Un centímetro antes de completar el golpe Ranma-chan se detuvo en seco, espantado de si mismo, mirando trágico a los ojos de quien tenía en sus manos.  “No puedo hacerle daño.  ¡Maldita sea, Akane, eres la única persona contra la que no puedo luchar!”  Ranma-chan la soltó retrocediendo asustado.

Akane le observó, cansado, jadeante y tan perdido, que ya no pude evitar sentirse completamente abatida.  Había fracasado por completo.  Ranma no tenía el suficiente interés en ella como para intentar recuperarla.  Unas ganas incontrolables de llorar la invadieron.  “Todo a terminado” se dijo a sí misma con amargura, y con un último deje de decisión hizo aparecer su bo, frustrada y llena de impotencia golpeó con rudeza a Ranma-chan en el rostro, golpe que Ranma ni siquiera intentó evitar, poniendo así punto y final al combate.

Ranma-chan se derrumbó pesadamente en el suelo, al lado del dojo.  Los espectadores se quedaron asombrados, aún más la familia de Akane.  No pensaron nunca realmente que Ranma pudiera perder.  Pero ahí estaba, con los ojos cerrados y sin parecer que pudiera volver a levantarse. Nadie se atrevió a pronunciar palabra.  Ukyo y Shampoo corrieron a socorrer a su prometido y se arrodillaron junto a la chica pelirroja muy preocupadas por su bienestar.

Akane las contempló apenada, luego a su padre y sus hermanas.  “Lo siento” pensó.  Se dio media vuelta y vio a su maestra premiarla con una sonrisa victoriosa.  Nuevas y más fuertes ganas de llorar invadieron a la joven, quien bajó la mirada y pronunció queda:

- He vencido.

Soun Tendo comenzó a llorar desesperado y un nudo se instaló en el pecho de toda la familia.  Ryoga estaba lívido; el que la amazona hubiera vencido significaba que Ranma debería renunciar definitivamente a Akane, y eso era bueno, pero también significaba que su amada Akane jamás volvería a ser la misma, se marcharía a China y se convertiría en la heredera de la Supremacía Femenina, se volvería fría e insensible y, entonces, cuando lo viera como P-chan querría comérselo como todas las demás amazona que él había conocido.  Horrorizado Ryoga corrió hacia Ranma-chan.  Ese idiota tenía que despertarse o Akane se iría para siempre.

Akane hizo un gesto a Cologne y a Mousse.  Era hora de irse.  De un salto Akane subió al tejado del dojo y se dispuso a emprender su marcha, alejándose de aquel lugar quizás para siempre.  Ahora necesitaba estar sola, pensar.  Una lágrima de amargura recorrió su rostro, mas un - ¡Espera! – la detuvo.  Se trataba de Ranma-chan, quien le gritaba desde el suelo.  Akane no se sintió con fuerzas para mirarla.

- ¡No permitiré que te vayas! – rugió la pelirroja.

- No merece la pena.  Ya vencí. – contestó simplemente, sólo deseando desaparecer.

- Te dije que no me subestimaras… - su tono de voz era serio y decidido.

- ¿Y por qué no debería hacerlo? – le preguntó con desgana.

Ranma-chan miró a su lado y vio al Dr. Tofu, en sus manos: la tetera.  Ranma-chan la tomó decidida y de un saltó llegó al tejado del dojo también, al otro extremo de donde se encontraba Akane, quien aún le daba la espalda. 

- No deberías subestimarme porque… - la chica de la trenza tragó duro, alzando la tetera sobre su cabeza - …porque deberías saber que cuando se trata de Akane… - vertió el agua caliente sobré sí y su cuerpo y su voz se transformaron en el de un hombre - …¡jamás me rindo!

Un redoble descontrolado de su corazón hizo que Akane perdiese el control sobre su respiración y la estabilidad en sus piernas, estremeciendo todo su cuerpo al escuchar la masculina voz de su prometido, vigorosa y atractiva, y tan deseada… <<cuando se trata de Akane, ¡jamás me rindo!>>  Una oleada de sentimientos la inundó muriéndose de amor por él, reconociendo por un segundo en ella de nuevo el recuerdo del dulce sabor de los labios de Ranma cuando le robó aquel beso mientras que él dormía hacía ya 2 meses.  Akane se volvió a mirarle intentando en vano controlar su agitación.  Él la miró profundo a los ojos, para nada emocionado.  Esta había sido la decisión más difícil que jamás hubiera tomado.  Pero no iba a perder a Akane, eso nunca, moriría si tuviera que vivir sin ella.  Ranma dejó caer la tetera de sus manos y con determinación adoptó una postra de combate, dirigiendo a la amazona un gesto con la mano de su defensa para que se acercara, como minutos antes le hiciera ella a él, incitándola a atacarle.  Akane le observó en silencio y respiró profundamente.  No habría sabido decir porqué, pero se sintió planamente segura con tan sólo contemplarle.  La joven entrecerró los ojos y mirándole escrutadoramente imitó la postura de Ranma.  Una sonrisa decidida apareció entonces en los labios de ambos, en una extraña complicidad que le dejó claro tanto a ellos como a los espectadores que el verdadero combate estaba a punto de comenzar.

 

* * * * * * * * * * * * * * * * * * *

[En una calle de Nerima, cerca de la preparatoria Furinkan]

El chillido de una mujer y el ruido de trastos rotos se dejaron oír en la tranquilidad de la mañana, procedente del interior de un inmueble.  De repente una de las ventanas de la vivienda se abrió y de ella salió risueño y ágil el maestro Happosai, cargando su saco lleno de lencería femenina y perseguido por un ineficaz florero que la pobre mujer asaltada lanzó en un último intento de detener al viejo libidinoso.   Saltó de tejado en tejado riendo feliz y un par de minutos más tarde se detuvo para deleitarse contemplando su última adquisición.

- ¡Qué botín! – exclamó emocionado.

- ¡Vamos, deprisa!

Happosai miró hacia el suelo para ver quien había gritado, descubriendo a un muchacho de unos 15 años que jalaba a otro algo más joven del brazo.

- Ya voy, ya voy. ¡No puedo correr más rápido! – se quejaba el chico algo jadeante.

- Por tu culpa vamos tarde.  El combate en casa de los Tendo ya habrá comenzado… y esperemos que no haya terminado… Si es así ¡seremos los únicos que no habremos visto a Ranma luchar contra la amazona!

El mayor tiró del brazo del pequeño corriendo aún más rápido, sin escuchar las demandas del otro.  Happosai los vio alejarse con una mirada inexpresiva en su centenario y arrugado rostro, mientras una palabra se repitió en su mente, escapándose por su boca como un murmullo.

- ¿¿Amazona??

 

* * * * * * * * * * * * * * * * * * *

[Dojo Tendo]

Ranma fue el primero en atacar.  Haría lo que fuera por recuperar a su prometida.  Ya luego ella tendría tiempo de pegarle hasta la saciedad y borrarle, a cada golpe, la amarga culpabilidad que siempre tendría por haber tenido que luchar contra ella, puede incluso que haciéndole daño.  Pero Cologne lo había dicho hacía 10 días cuando las encontró, la verdadera Akane resistía dentro de la amazona con la sola esperanza de que él la rescatase, y ante él, como hombre, había conseguido que reaccionara por unos instantes… y así, como hombre, tendría que luchar… y vencer.

Akane vio con oculto agradecimiento como Ranma le lanzaba puñetazos sin contenerse más.  Ella paraba los ataques bloqueando con sus antebrazos, doliéndose de ellos a pesar de estar protegidos por los brazaletes de acero que los cubrían.  Ranma le lanzó una serie de patadas altas y Akane, demostrando un verdadero dominio del equilibrio y una elasticidad de su cuerpo de forma admirable, retrocedía haciendo piruetas hacia atrás en la cornisa del tejado, con la misma elegancia que lo hiciera una profesional de la gimnasia rítmica sobre la barra de equilibrio.  Y hablando de gimnastas…

Ranma y Akane saltaron a la vez hacia el tejado de la casa contigua al sentir el peligro acercarse, mientras unas mazas de gimnasia rítmica reforzadas con púas se clavaban en las tejas, destrozándolas, justo en el lugar donde se encontraban ellos un segundo antes.  Por si quedaban dudas sobre el dueño de aquellos aparatos convertidos en armas, una horrenda risotada de mujer histérica y loca llenó el lugar, causando que un escalofrío recorriera las columnas de todos los presentes.  Sobre el tejado de la residencia Tendo, vistiendo una maya de gimnasia color verde esmeralda y haciendo girar una cinta roja como si tuviese vida propia, se encontraba Kodachi Kuno.

- K-odachi… - pronunció hastiado Ranma.

- Ranma-sama, querido, ¿cómo has podido hacerme algo así? – le acuso la chica de la maya verde - Cuando me dijeron que ibas a luchar con Akane Tendo para hacer que siguiera siendo tu prometida no creí que fuera cierto.  Pero ahora lo veo con mis propios ojos.  ¡Estoy muy enfadada! – chilló - Yo soy tu única prometida, tu futura esposa. ¡No puede ser de otra forma!  Ahora y siempre tú sólo puedes amarme a mí.  Lo que significa… ¡¡Qué esa bruja Tendo te hechizó para que fueras tras de ella!! - Kodachi lanzó su cinta contra Ranma - ¡¡Jamás dejaré que la venzas!!

Ranma esquivó la cinta de Kodachi sin problemas, pero ella no dándose por vencida siguió lanzándola con fuerza una y otra vez.

Akane sintió la rabia crecer dentro de ella.  Nunca le tuvo simpatía alguna a Kodachi, pero ahora la detestó aún más.  ¡¿Cómo se había atrevido a interrumpirles cuando por fin Ranma se había decidido a luchar en serio contra ella?!  Dispuesta a darle una paliza a la chica loca Akane corrió hasta ellos, pero Ranma tenía otros pensamientos muy distintos.  Kodachi envistió contra ella y Akane la esperó confiada, pero Ranma, sin pensarlo dos veces, la  tomó entre sus brazos para protegerla, intentando sacarla de allí ilesa, tal y como hiciera siempre.

- ¿Pero qué haces? ¡Suéltame ahora mismo, Saotome! – le demandaba Akane forcejeando molesta.

- ¡Estate quieta! – le pidió algo alterado, sin soltar para nada su agarre y corriendo huyendo de escena.

La sangre de Kodachi hirvió en sus venas, encolerizada, y con una mirada asesina corrió detrás de ellos.  Ranma saltó hacía otro tejado sólo para encontrarse frete a él a un Kuno, tan enfadado como su hermana.

- ¡¡Suéltala, degenerado!! – bramó el chico del boken.

Kuno le atacó con su katana de madera.  Ranma sujetó con fuerza a Akane con su brazo izquierdo a su lado mientras con la otra mano bloqueaba a Kuno.  Akane forcejeó más intensamente y con un pequeño golpe en las costillas de Ranma consiguió zafarse de él.  Resopló aliviada pero con tan mala fortuna que justo al separarse de su prometido se vio encima unas mazas de Kodachi que no tendría ya tiempo de parar.

- ¡Akane! – gritó Ranma al verla en peligro.

Akane cerró los ojos por instinto, esperando recibir el golpe, y al instante escuchó el sonido de las mazas al chocar contra algo metálico.  Abrió rápidamente los ojos con intriga y lo vio: Mousse, ahora también en el mismo tejado, había detenido las mazas con una de sus cadenas.  No dándole tiempo a Kodachi para que atacara otra vez, Akane y Mousse saltaron del tejado hacia el suelo de la calle.

- ¿Estás bien, Akane? – le preguntó con preocupación sincera.

- Sí, gracias por salvarme, Mousse – le contestó sonriéndole agradecida.

Ranma, aún peleando sobre uno de los tejados con Kuno vio aquella escena, vio a Akane sonriendo a otro hombre y los celos se apoderaron de él.  Molesto perdió la concentración por un momento, lo suficiente para que Kuno se aprovechase, propinándole una contundente golpe con su boken que lo hizo a Ranma tambalearse y casi caer del tejado.  Ranma gruño, enfadado.  Definitivamente este no era un buen día, y no tenía vistas de ir a mejorar para él.

- No te librarás de mí, Tendo.  ¡¡Acabaré contigo!! – gritó Kodachi atacándoles por el frente mientras saltaba del tejado hacia el suelo.

Akane y Mousse saltaron huyendo de otro golpe de la cinta de la gimnasta hacia atrás.  No se habían alejado dos metros  cuando de repente un bombori se cruzó en su camino golpeando de lleno al pobre Mousse en la cabeza.  Akane se giró impetuosa, aún alerta de su retaguardia, por donde sabía la atacaría Kodachi.

- ¡Shampoo! – exclamó Akane enfadada.

- Shampoo también querer jugar – dijo en tono pérfido.

 

* * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Ukyo y Ryoga giraron corriendo por una de las esquinas de las calles que lindaban la residencia Tendo, seguido por los espectadores que salieron corriendo del interior de la casa buscando a los luchadores.  Con asombro vieron a Ranma peleando con Kuno, Mousse inconsciente y a la amazona rodeada por Shampoo y Kodachi.

- ¿Qué hacen esos ahí? – preguntó por inercia Ryoga.

Ukyo le miró dudosa.

- ¿Crees que deberíamos… intervenir? – dijo.

 

* * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Akane estaba rodeada por Kodachi y Shampoo.  Había esperado esto por mucho tiempo.  Eran dos contra una ¿y qué?  Akane se sentía segura, ahora les demostraría que jamás volvería a poder repetirse aquella paliza que le dieron junto a Ukyo en el parque, la situación había cambiado y a partir de ahora la balanza estaría a su favor.  Sonrió confiada, preparándose para luchar, dispuesta a tomar a sus contrincantes por sorpresa sacando su bo.  Las chicas se abalanzaron sobre Akane pero Ranma saltando del techo, la tomó por su cintura y la sacó del lugar subiendo de otro salto al tejado de la casa de enfrente.  Y así comenzó una vehemente huida. Las otras prometidas, a cada instante más furiosas, sintieron como su odio por Akane crecía a cada instante con más fuerza y no tardaron un segundo en perseguirles.  ¿Por qué aún siendo una amazona Ranma la defendía como si le fuese la vida en ello, como siempre hacia con Akane?  ¿Por qué ella, por qué siempre esa estúpida de Akane Tendo?

Ranma intentaba huir lo más rápido posible mientras Akane forcejeaba otra vez para que la soltase. “Estúpido baka, ¡déjame darles una paliza a esas dos!”  Estaba en ese pensamiento, cuando mientras Ranma saltaba cargándola a otra casa, esquivando la cinta de Kodachi y los bomboris de Shampoo, vio horrorizada al director del Furinkan atacar a Ranma por detrás suyo con una de sus maquinillas de afeitar.  ¿Pero de dónde había salido ese loco?

- ¡Suelta! – se retorció Akane en los brazos de Ranma; tenía que para aquel ataque como fuera.

- ¡Estate quieta, Akane! – le pidió de vuelta Ranma con cierto deje de crispación en la voz; con Akane moviéndose tanto no había quien luchara.

- He dicho… - la rabia la desbordó - ¡qué me sueltes!

Akane sacó su bo de la nada, consiguiendo golpear en su aparición el hombro de Ranma, logrando así que éste aflojase su agarre sobre ella, quedando libre.  Akane tomó impulso saltando de espaldas, haciendo un giro por encima de Ranma, justo a tiempo para noquear de una patada a director antes que le hiciera nada a Ranma.

Kodachi y Shampoo se disponían a atacar otra vez cuando en su camino se interpuso Mousse.

- ¡No permitiré que le hagáis daño a Akane! – rugió intentando parecer implacable.

- Estúpido chico ¿Crees que podrás hacer algo contra la gran Kodachi Kuno? Ja ja ja ja. – rió despreocupada la gimnasta.

- ¡Mousse, imbécil! – bramó colérica apretando sus puños con fuerza -  Shampoo no dejar interferir.

Mousse tragó duro, esto era muy difícil para él, ponerse en contra de su amada Shampoo.  Pero esta vez debía proteger a Akane.  Él la había visto prepararse duramente por llegar a su meta, había estado acompañándola en su dolor y había visto el amor en sus ojos al pronunciar el nombre de Ranma y de alguna forma, por la confianza que ella había depositado en él, Mousse se sentía en deuda con la pequeña de los Tendo.

- Soy yo el que no permitiré que interfiráis. – dijo contundente pero con bastante temor en su interior por la reacción de Shampoo - Esta lucha es sólo entre Akane y Saotome.  “Y Akane se esforzó tanto por conseguir pelear con él”

Shampoo le miró con más odio del acostumbrado en sus hermosos ojos violetas.

- Pagarás cara tu traición – amenazó rotundamente.

Y se lanzaron los tres a pelear.

 

* * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Mientras, con Ranma y Akane.

 - ¡Suelta! – le exigió una vez más Akane.

Akane se encontraba pegada espalada con espalda con Ranma, justo como había caído al darle la patada al director y mandarlo a volar, aún sujetando su bo en sus manos.  Y he ahí el conflicto: Ranma, con el bo pegado a su estómago de forma horizontal, también lo sujetaba.

- ¡No! – gritó con igual fuerza y determinación el chico de la trenza.

Akane frunció el ceño, dándose cuenta que aquel hombre testarudo no pensaba soltar su arma.  Enfadada Akane fue la que soltó el bo y se giró a mirarle alterada.  Ranma dándose cuenta también se dio la vuelta igual de impetuoso.

- ¡No vuelvas a agarrarme así! – le acusó la joven amazona.

- ¿Te crees que lo he hecho por gusto? ¡Te estaba defendiendo! – reclamó de vuelta con sus azules ojos encendidos.

- ¡No necesito que nadie me defienda! ¡¡Y menos tú!! – le gritó.

- ¿Ah, sí? – preguntó irónico consiguiendo que Akane se enfadase más.

- ¡Puedo con ellas, contigo y con todo el que quiera pelea! – afirmó furiosa, pareciendo al verles discutir de esta forma que todo volviera a ser como siempre.

 

* * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Happosai llegaba al dojo Tendo cuando vio como una gran multitud corrían por la calle en las inmediaciones a la residencia de su alumno.  Adelantando al gentío saltando sobre sus cabezas el anciano maestro llegó a primera fila, encontrándose de frente a Kodachi y Shampoo luchando contra Mousse.  Alzó su vista, ignorando aquella trifulca, hacia donde lo hacía la gran mayoría de espectadores y vio a Ranma sobre un tejado, así como a su exótica acompañante.   La observó embobado, desapareciendo el resto del mundo para él, deleitándose con sus larga y firmes piernas en las que se enredaba la sedosa tela granate de su vestido, sus nalgas perfectas, su torso de diosa… ese traje, ese traje…  En la cara de Happosai se dibujó la lujuria en toda su esencia y su gigantesca aura comenzó a crecer, adoptando su misma imagen, mientras decía:

- ¡¡Preciosidad!!

 

* * * * * * * * * * * * * * * * * * *

- Oh, ¡eres odioso! – le acusó Akane hastiada por la tozudez de su prometido.

- Y tú terca como una mula. – le reclamó de vuelta Ranma.

- Dejaré de serlo cuando te enteres de una vez por todas que ¡¡no necesito que nadie me defienda!! – le dijo alterada una vez más.

Estaban en plena discusión cuando de repente sintieron la presencia de una imponente aura, y el sentimiento de peligro se hizo presente.  Ambos se volvieron y vieron a Happosai devorando con la mirada a Akane.

- ¡Oh, no! – dijo Ranma espantado poniéndose a la defensiva, apretando con firmeza el bo en su mano.

Aterrada, Akane se escondió instintivamente tras Ranma, pegada a su espalda y mirando por encima del hombro del muchacho, creciendo su pánico en la misma medida en que el aura de Happosai creció, enfadado, por perder la visión del cuerpo de la amazona.

- Socorro – se le escapó en un susurro a Akane en el oído de Ranma.

- ¿No qué no necesitabas mi ayuda? – se regocijó en decirle Ranma, posando su mano libre en la cintura de la joven, retrocediendo ambos muy lentamente, de espaldas, sin perder de vista a Happy.

- ¡¡PRECIOSIDAAAAAAD!!- aclamó fantasmagórico el viejo verde.

Un escalofrío recorrió la columna de Akane al escuchar aquel horrible reclamo.

- Lo retito, lo retiro, lo retiro – suplicó con pánico - ¡Ayuda!

Ranma no pudo evitar sonreír un poco al recuperar de golpe aquella agradable sensación de sentirse importante y necesitado por Akane.  Había echado esto en falta tanto como sus sonrisas.  Era con esto, con lo que Ranma, durante estos instantes, se sentía correspondido en su amor, suplicando en silencio que fuera real.

- Baja del tejado a nuestra espalda ¡rápido!  Yo te cubro. – y le susurró -  Confía en mí, Akane, no le dejaré que te haga nada.

- Ni hablar, no pienso dejarte solo aquí – protestó la joven.

Ranma puso una mueca de disgusto. ¿Qué nunca iba a hacerle caso de lo que él le dijera?  Simplemente la empujó hacia atrás, sabiendo que se encontraban al borde del tejado, haciendo caer a Akane al suelo, aprovechando así para él poder lanzarse contra Happosai.  Akane giró en el aire cayendo sin problemas al suelo, dispuesta a impulsarse inmediatamente hacia arriba de nuevo para poder ayudar a Ranma “Ese tonto” fue su pensamiento cuando justo antes de saltar sintió una presión en su cuello y cayó inconsciente.

 

* * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Akane comenzó a abrir los ojos lentamente.  Se vio tumbada sobre un manto de césped y se extrañó.  Se obligó a recordar lo último que vio aún sintiéndose algo adormecida, y las preguntas y la alteración llegaron de inmediato “¿Cómo llegué aquí?  ¿Y Ranma?”  Se incorporó rápidamente pero un bastonazo en la cabeza le quitó las ganas de seguir levantándose.

- En menudo lío te metiste, chiquilla.

Akane se giró rápidamente a ver a su maestra, que la miraba entre una mezcla de preocupación y chiste.

- ¡Sensei! ¿Qué hago en el parque?  ¿Cuánto tiempo…? – comenzó a preguntarle con desesperación de no saber que habría sido de su prometido.

- Pocos minutos… - le contestó con rapidez -  Te saqué de allí para darte algunos consejos antes de que consigas que te maten.

- ¡Ranma!  Él está luchando… - dijo pensando en voz alta, sin prestar demasiada atención a lo que le estaba diciendo su sensei.

- Con Happy, sí, todos están intentando detenerle.

- Maldita sea, todo por este estúpido traje – dijo mirándose a sí misma con desagrado – Si no me hubiera obligado a ponérmelo… - le demandó.

- Pues entonces utilízalo.  No te lo di sólo para que lucieras tu bonita figura. – le recordó Cologne simplemente.

- Pero estas cosas son peligrosas. – reclamó insegura.

- Seguro que sí, - continuó despreocupada la anciana - pero tal y como se han puesto las cosas no te queda otro remedio.

Akane miró dudosa su traje.  El ruido de una explosión le hizo reaccionar.  Se levantaron y corrieron hacia el lugar, saliendo de entre los matorrales.  Pronto, a lo lejos, en una parte del parque cerca del estanque y las cafeterías se llevaba acabo la batalla.

- Ve y lucha con valor, Akane Tendo – dijo ceremoniosa la matriarca amazona, sin perder de vista la lejanía de la batalla.

- Como toda una amazona… - le sonrió terminando la frase por su sensei.

- No, no como una amazona – le sonrió mirándola sincera – Lucha como la guerrera que eres y siempre has sido, y, sobre todo, orgullosa de quien eres.

Akane le devolvió la sonrisa emocionada.  Aquel tiempo que habían vivido juntas pareciera que le había dado el don a Cologne de poder decirle, como acababa de hacer, exactamente lo que Akane más necesitaba oír, o más bien saber.  Fuera como fuese, Akane agradeció en su corazón que su maestra la apoyara en la decisión que ya había tomado su alma.   Aquella locura debía acabar.  Aquel pequeño instante en que había estado discutiendo con Ranma, le había servido para volver a sentirle cerca y para entender, con asombro, que aquellas tontas peleas que siempre le crisparon los nervios seguirían haciéndolo siempre, pero con una importante diferencia, ya no le importarían, no le harían daño…, se había dado cuenta que su amor por Ranma había crecido hasta el punto de poder superar todo eso.

Akane corrió dirigiéndose hacia donde sus compañeros luchaban.  Cologne la vio alejarse y sonrió satisfecha, sintiéndose orgullosa de su alumna.

 

* * * * * * * * * * * * * * * * * * *

 [Parque de Nerima, cerca del lago]

La gente huía despavorida ante la presencia de aquel gigantesco y monstruoso ser que no resultaba ser otro que el maestro Happosai.  La lujuria hervía por sus venas proporcionándole una fuerza sobrehumana.

Ranma, Genma, Ryoga y Soun luchan contra Happosai, intentando contenerle, pero sin grandes resultados.  Ninguno habían visto nunca al maestro tan desbocado, tan ciego, tan poderoso, y para pesar de todos Happosai les estaba dando una verdadera paliza.

Por otra parte, muy cerca de estos 5 luchadores, Mousse se encargaba sin muchas dificultades de pelear contra Kuno y al director, que estaban empeñados en darle su merecido a Ranma Saotome por sus fechorías, pero Mousse, por primera vez, no dejaría que nadie le hiciese nada a su eterno rival.

A pocos metros de distancia, Ukyo pelea con Shampoo y Kodachi.  La cocinera de okonomiyakis hacía todo lo posible por vencerlas o al menos no dejarse vencer, pero la lucha estaba complicada.  Ella y Ryoga habían dudado el intervenir o no en aquella pelea, pero después que la amazona desapareciese misteriosamente, al tiempo que aparecía Happosai furioso como nunca, no les quedó mucho más remedio; así que eligieron bando, y fue el de Ranma. De repente Shampoo, golpeándole las manos con unos tenedores, logró hacer que Ukyo soltase sin remedio su espátula gigante, dejándola caer al suelo, y aprovechando el momento Kodachi se lanzó contra la indefensa cocinera.  Ukyo ya se vio el golpe encima cuando escuchó el ruido de afilados objetos cortando el aire cerca de ella.  Se giró y vio como Kodachi era impulsada hacia atrás quedando clavada en el tronco de un árbol.  Ukyo se volvió hacia detrás suya y vio a Akane parada con una mirada firme.  Los objetos que clavaron a Kodachi en el tronco, no eran otra cosa que algunas de las orquillas con que la amazona recogía su pelo.

Shampoo cargó contra Ukyo aún más enfurecida por la presencia de Akane.  Ella y solo ella se encargaría de eliminar a la falsa amazona.

Akane se giró preocupada hacia donde peleaba el muchacho chino, sin comprender como de una simple lucha entre ella y Ranma, se había podido formar toda aquella algarabía.

- ¿Mousse, todo bien?

- ¡Controlado! – le contestó con una sonrisa, demostrando la seguridad en sus palabras.

Shampoo tumbó a Ukyo de un fuerte golpe y miró con odio hacia Akane.  Akane suspiró con cierta pesadez; iba a tocarle pelear contra la chica del cabello violeta.  Shampoo saltó hacia un árbol cercano y de su madera arrancó un sable chino, arma que Mousse había perdido durante su lucha instantes atrás.

- ¿Sabes?  Shampoo estar harta de ti.  Poner en contra de Shampoo a bisabuela, a Mousse, intentar robar herencia.  No ser digna de llevar traje sacerdotisa, no tener sangre de amazona.  Por todo eso… – le sonrió despreocupada y natural - …Shampoo matar Akane.

Shampoo se lanzó contra ella atacándola con el sable.  Akane no retrocedió, no le tenía ningún miedo, y llevando sus manos a los brazaletes opuestos, les dio su verdadero uso, haciendo aparecer de ellos afiladas y cortantes hojas de acero en forma de 7 que bordeaban sus puños por el exterior.  Shampoo atacó cargando con la afilada hoja de metal, con cara de tener intención de cortarle su preciosa cabecita a Akane, mientras ésta retorcía su cuerpo en ágiles y controlados movimientos, esquivando cada uno de los cortes de sable.  Shampoo saltó con furia, alzando el arma sobre su cabeza, sujetándola con ambas manos por la empuñadura, bajándolo con violencia contra Akane, que lo paró cubriéndose el rostro con sus manos, deteniendo el sable entre las hojas de las armas de sus puños.  Ambas comenzaron un fuerte forcejeo, Shampoo intentando desesperada llevar su sable hasta el cuello de la falsa amazona y Akane empujando hacia fuera.  Akane miró fijamente a su adversaria y por primera vez desde que conoció a Shampoo, no sólo se sintió a la altura de la guerrera, sino también capaz de llevar las riendas de aquella pelea.  Una sonrisa afectada de dibujó en el rostro de Akane, según ella conseguía separar cada vez más el sable de su rostro, cada vez más y más cerca del de Shampoo.  Rabiosa al verla, Shampoo retrocedió volviendo a intentar embestir con su sable, pero la rabia la cegó y con un rápido movimiento de sus manos Akane hizo dos cortes en el aire.  Un segundo de quietud… y el sable se cortó en dos, dejando a una estupefacta Shampoo de la que quedaron flotando en el aire algunos cabellos violetas también cortados.  Aprovechado el desconcierto de su adversaria Akane dio un golpe con la palma de la mano abajo del esternón y derribó a Shampoo.

- ¡¡AAAHHHH!! – se escuchó desde el otro lado del terreno de batalla.

Akane se giró rápidamente, preocupada, al reconocer esa voz como la de su padre.  Soun había recibido un fuerte golpe de parte de Happosai.  Aprovechando la distracción, Shampoo se lanzó atacando a Akane por la espalda, pero Ukyo la detuvo con su espátula.  Akane se quedó sorprendida, no se esperaba esto de Ukyo.

- Ve a ayudarlos, yo me encargo de esta gatita. – le dijo con seguridad mirando rotunda hacia la furiosa amazona.

- Gracias, Ukyo. – le dijo Akane, de corazón.

- No hay de que.  Sólo detén a ese monstruo antes de que le hagan daño a mi prometido. – acotó con un cierto deje molesto.

Akane corrió hacia donde peleaban con Happosai, sin querer darle muchas vueltas a la actitud de Ukyo.  La lucha a la que se dirigía se veía difícil.  Happosai no tenía en su pensamiento dejarse vencer y aunque había recibido varios golpes muy fuertes, seguía en clara ventaja.  Asustada Akane vio como el maestro cargaba con saña contra Ranma, quien esquivaba con gran rapidez todos sus ataques, hasta que uno si le golpeó.

Ranma se estrelló con pesadez contra el suelo, doliéndose por la fuerza del ataque, sin tiempo para esquivar un nuevo ataque.

Akane saltó tan alto como pudo, acercándose por arriba al muchacho.  Ella no dejaría que nada malo le ocurriese, antes preferiría recibir ella el golpe.  Decidida, llevó su mano derecha a la cabeza de dragó que descansaba sobre su seno izquierdo, la agarró con firmeza y tiró de ella.  El cinturón se desenrolló de su cuerpo, lo alzó por encima de su cabeza y lo lanzó hacia Ranma.  Las piezas del cinturón se separaron unidas por unas pequeñas cadenas, moviéndose ahora como un látigo de acero, y como lo hiciera Kodachi con su cinta, Akane atrapó a Ranma con su látigo y lo alzó del suelo, justo a tiempo para evitar el ataque, y lo atrajo hacia ella en el aire.

Ranma no sabía muy bien lo que había pasado hasta que vio a la hermosa amazona frente a él.  ¿Lo había salvado? ¿A él?  ¿No se suponía que eran enemigos?  El corazón del muchacho dio un vuelco, aunque no quisiese reconocerlo, el que Akane se preocupase de esa forma por él, le salvase de algún peligro, le hacía sentirse muy bien, arropado, protegido, querido…  Akane soltó el agarre de Ranma y con un movimiento rápido volvió a enrollar el cinturón en su cintura, quedando exactamente igual que antes, como si no hubiese pasado nada.  Ambos cayeron a suelo sin problemas, sólo para tener que volver a huir de un Happollamarada.  Ranma tomó a Akane por la cintura, pegándola una vez más a su cuerpo, sólo que en esta ocasión Akane no se resistió, y juntos saltaron.  Estaban de nuevo en el aire cuando Happosai, sin inmutarse por los desesperados ataques de Ryoga, lanzó todo el poder de su aura sobre la pareja de prometidos.  Siendo imposible que escaparan, y decidido a que nada malo le pasase a Akane, Ranma endureció la mirada.

- Sujétate fuerte, Akane - dijo haciéndola pasar a su espalda, dejándola agarrada a su cuello.

Ranma cerró los ojos concentrándose, sus brazos cruzados delante suya mostrando sus antebrazos, su intensa aura de batalla comenzando a arder, como hiciese una y otra vez en sus entrenamientos de los últimos días contra el ShiShi Hokodan (rugido del león) de Ryoga, creando un escudo protector para ambos.  La intensa aura los envolvió sin piedad, saliendo disparados por la potencia del impacto, cayendo hacia el suelo, lejos, entre la espesura de los árboles.

 

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Ranma comenzó a entreabrir sus ojos sintiendo su cuerpo magullado, mas, aún así, seguro y arropado.   Lo primero que vio fue el césped a escasos centímetros de su nariz y entendió que aquello era cierto; habían rodado por el suelo, abrazados, lejos de todos, hasta quedar él tumbado sobre ella.  Le pareció que su mejilla ardía al sentirla pegada a la de Akane; su brazo derecho aún tomándola por la cintura, pegado al suelo, cargando el peso de ambos, pero, en un momento como aquel, ni siquiera podía notarlo; su mano izquierda tomaba el hombro derecho de ella, apretándolo suavemente; su corazón latiendo a mil por hora, notando de forma delirante la presión del cuerpo de Akane bajo el suyo, sus piernas rozando las suyas, sus pechos oprimiendo el suyo, sus latidos y su respiración tan agitados como los suyos.  Ranma levantó su cabeza despacio, con pesar por perder el contacto de su mejilla, pero aún más atraído de mirar su bello rostro, y su nombre se escapó de entre sus labios – Akane – entre un susurro y un gemido de placer contenido.  Akane temió enloquecer ante tal cercanía, ante aquellos ojos tan profundos como el océano ¿Cómo no dejarse naufragar en ellos, en sus aguas nocturnas, en calma y embravecidas al mismo tiempo? ¿Cómo resistirse a esa mirada de amor y deseo, llena de anhelos y suplicas?  Las respiraciones de ambos se agitaron aún más ante la expectación de lo que en secreto desearían que ocurriese.  ¿Tan malo sería dejarse llevar?  Akane deslizó sus manos por los hombros de su prometido, hasta su rostro, retirando delicadamente su negro flequillo, permitiéndose observar cada detalle de sus ojos, sus cejas pobladas y oscuras, sus facciones firmes pero suaves por su juventud, sus labios, sus perfectos labios… ¡Oh! ¿Por qué siempre terminaba mirando sus labios?  ¿Por qué aun en el peor de los momentos sólo podía pensar en hacerlos suyos una y otra vez?  Akane cerró los ojos huyendo desesperada del deseo, mas instintivamente atrajo hasta ella aún más el rostro de Ranma, haciendo rozar sus frentes, pudiendo ya sentir las respiraciones de ambos mezclándose excitadas por la total cercanía.  Ranma cerró los ojos, suspirando profundamente, sintiéndose más cerca de la mujer que amaba que nunca antes, atreviéndose, como sólo lo haría en sus sueños, a sentir el amor hervir en sus venas, deseando cada centímetro de sus ser. ¿Era ella, era aquella mujer a la que abrazaba la Akane a la que amaba?  Ella había discutido con él como antaño, lo había salvado, pero sin embargo había seguido demostrando el poder de la amazona al luchar. ¿Qué significado tenía eso?  Ranma volvió a susurrar su nombre, confuso, embriagado por el aroma cálido de su piel. – Akane, Akane, Akane… -  Ranma se aventuró aún más, alcanzando cotas a las que jamás pensó atreverse a llegar.  Movió su cara un poco más abajo.  Recordó la sensación de cuando la noche anterior besó la mejilla de Akane mientras dormía, y de nuevo posó sus labios sobre su piel, pero esta vez sin besarla, sólo disfrutando el roce.  Ranma se dio cuenta en ese instante que su propia confusión, sobre si aquella mujer era en ese instante Akane o la amazona, no le importaba.  La amaba a ella, la amaba entera, la amaba siempre.  Él permitió a sus labios viajar por la mejilla de Akane regándola con caricias más allá de la atracción.  Akane soltó un suspiro incontrolado en reacción, sintiendo estremecer todo su cuerpo, apretando más su abrazo, deseando que la cubriera de besos, que aquel instante no terminase nunca, y sin darse cuenta comenzó a deslizar su pierna derecha, acariciando levemente la izquierda de él.  Ranma hizo resbalar su mano izquierda fuera del hombro de ella, recorriendo suavemente, sólo con la yema de los dedos, su brazo y luego hasta un poco por encima de su cintura desnuda.  “Tanto tiempo”  Sus labios comenzaron a acercar sus caricias tímidamente hacia los de Akane.  “Negándome siempre que te deseo”  Bajó aún más su mano, a su cadera y su muslo, deleitándose con suaves caricias, caricias prohibidas siempre para ellos, pero no por más tiempo.  Los labios de Ranma llegaron hasta los de Akane, aún sin tocarlos.  Separó un poco su rostro, lo justo para poder ver sus ojos, buscado en ellos la aprobación para al fin poder besarla.  Los ojos de Akane brillaron emocionados y le regaló una pequeña sonrisa.  Ranma se dedicó a la tarea de mirar sus labios, decidido a hacerlos suyos, se acercó a ellos, deteniéndose a un milímetro de ellos y sonrió, sonrió como no recordaba haberlo hecho antes, sintiéndose plenamente feliz.  Y entonces rodó. 

Sin tiempo para reaccionar Ranma se vio con la espalada pegada al suelo.  Akane les había hecho girar y ahora era ella la que estaba encima de él, sus cuerpos igual de pegados que hacía un segundo, sus labios igual de cerca.  Ranma se quedó estático por la sorpresa, sintiéndose algo intimidado de que ahora fuera ella la que llevara las riendas de la situación, aunque tuvo que reconocerse que aquella determinación de la joven le gustaba. 

Akane se incorporó lentamente, sin perder de vista los labios temblorosos de Ranma, hasta quedar sentada sobre el estómago del muchacho, con sus piernas a cada lado de él.  Akane posó una de sus manos sobre el pecho del muchacho, justo encima de su corazón, gozando al notar sus demasiado apresurados latidos.  ¿Así de nervioso conseguía ponerle?  Un cierto orgullo y coquetería crecieron en ella.  Akane llevó su otra mano hasta el rostro de su prometido y con ternura posó su dedo índice acariciando su boca, mientras le sonreía dulcemente, con una mirada rebosante del amor más incondicional.

- Ranma… - le susurró más sensual de lo que hubiese querido.

Y Ranma ya estaba perdido para siempre.  Si lo había estado hacía un segundo, ahora, ante aquella sonrisa y el tener que ver de nuevo aquel traje que ella llevaba puesto, podría enloquecer.  Ranma sólo podía esperar a que ella dijera su sentencia, que le condenara a una esclavitud eterna, que le ordenada como su dueña todos sus deseos, siendo la única aspiración de él complacerla en cada forma en que ella quisiera.   Pero aún fue peor para él.  Con atracción y cierto temor, vio, atónito, como Akane, mirándole fijamente, llevaba sus manos hasta los botones de su camisa china roja.  Desabrochó el primero, luego el siguiente y otro…  El joven intentó incorporarse, algo aterrado, ya con su camisa abierta hasta la altura de su estómago, dejando ver sus musculosos pectorales.  Las manos de Akane le frenaron, acercando su cara más a la de él, volviendo a reposar, lentamente, la espalda del muchacho en el suelo, intentando darle confianza con su tierna mirada.

- Tranquilo… - le susurró con delicadeza.

Definitivamente Akane estaba al mando ahora.  Ella deslizó entonces sus manos, aun notándolas completamente temblorosas por la excitación, intentando contener su total sonrojo, por la abertura de la camisa de Ranma, acariciando su piel, viajando más abajo, hacia su estómago y más abajo y más…  Ranma tornó del mismo color de su camisa, intentando reclamar algo, pero sin ser capaz de articular una sílaba, y casi se desmayó cuando escuchó a Akane decir:

- Aquí está…  Por fin lo encontré.

La joven sonrió con algo de picardía y le frunció el ceño como reprendiéndole, al tiempo que sacaba las manos de entre su camisa, cargando algo en ella.

- Pervertido – dijo divertida ante el total sonrojo de Ranma - ¿Qué habías creído?  Sólo estaba buscando esto – dijo mostrándole el sostén rosa de encaje que ahora tenía en sus manos – Sabía que llevarías uno de estos por si acaso.  Siempre lo haces.

Akane le guiñó un ojo, aún sonrojada, sonriéndole con devoción, y haciendo un gran esfuerzo en su interior, se levantó rápidamente y se perdió entre los matorrales.

Ranma incorporó su torso de inmediato, como acto reflejo por perder su cercanía, con la mirada fija rumbo a donde Akane se fue, quedando sentado sobre la hierva, demasiado confundido como para reaccionar.   ¿Qué había pasado?  ¿Qué había hecho? O peor ¿qué habían estado apunto de hacer?  Con desesperación y culpabilidad Ranma se llevó las manos a la cabeza.  ¿Por qué había actuado de esa forma con ella?  ¡Era una locura!  Estaban peleando contra Happosai, eso era lo único que debería haberle importado, eso, y vencer a la amazona.  Y en cambio se había olvidado de todo.  Simplemente con su sola cercanía ella había conseguido desarmarlo por completo, con una cercanía que él apenas se había atrevido a soñar; seduciéndole… excitándole… enamorándole…  Ranma abrió los ojos espantado de su propia conclusión.  ¿Esa amazona había conseguido enamorarle?  “No, no, no. ¿Qué me ha pasado?  Esa no era Akane, no lo era. Ella nunca hubiera actuado así, tan… sensual y… receptiva… a mí… a mis caricias…”  Ranma sintió estremecerse de nuevo al recordar.  “¡No!” se reprendió a sí mismo dándose palmadas en las mejillas.  “Reacciona, reacciona... ¡No puede gustarme esa amazona!”  Bajó la cabeza y cerró los ojos, suspirando profundamente, intentando no sentir.  “Pero es tan bonita…”  Alzó la vista hasta donde hacía unos instantes Akane se había ido, seguramente rumbo al campo de batalla en que se había convertido aquella zona del parque.

- Akane… - se escapó de su corazón.

Ranma se levantó rápidamente del suelo, alejando todos aquellos pensamientos de su cabeza.  Ahora en todo lo que debía centrarse era en recuperarla.

 

* * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Akane se posó en el tronco de un árbol, a pocos metros de donde había dejado a Ranma.  Cerró los ojos, echó la cabeza hacía atrás y se llevó una mano al pecho, respirando profundamente.  Ella había tenido que huir de aquella romántica escena, demasiado romántica, demasiado prefecta.  Happosai estaba descontrolado, y todo por culpa suya, de aquel vestido; no podía permitir que hiciese daño a nadie, debía detenerle de inmediato.  Sabía todo eso, y sin embargo la tentación de estar en los brazos de Ranma había sido demasiado grande, demasiado intensa.  Para Akane ya era un hecho, a cada segundo que pasaban separados, obligándose a no sentir ese amor sin medida, más grande se hacía la atracción y más difícil se le haría evitarla.  ¿De dónde le había salido el valor para comportarse de esa forma?

El ruido de pasos detrás suya le hizo salir de sus pensamientos, volviendo a alterarse su corazón sólo con volver a ver la figura de Ranma, quien salía de entre la maleza a toda velocidad.  Ranma se detuvo de golpe al encontrarse de frente a Akane y una sonrisa tonta se le escapó como una mueca sin darse cuenta.  Akane también sonreía nerviosa de vuelta, cuando una explosión lejana se escuchó.  Ambos se dirigieron sin dilación hacia fuera de entre los árboles y vieron que la lucha se desarrollaba a escasos metros. ¿La explosión?  Consecuencia de un Shi Shi Hokodan de Ryoga.  

Ranma apretó los puños “Maldito viejo.  ¿Cómo se le ocurre ponerse así por Akane?”  Giró la cabeza y la miró, allí parada a su lado, mirando con dureza y determinación hacia la batalla, y se giró impetuosamente hacia él.

- ¡Hay que pararle! – sentenció.

Ranma asintió, tan decidido como ella a acabar con el viejo maestro, por eso quizás, por la determinación de ambos, a Ranma le cogió más de sorpresa cuando notó como Akane tomaba gentilmente su mano en la suya.  Confuso buscó en sus luminosos ojos un porqué de su actitud, de sus acciones, las de ahora y las de antes.  ¿Acaso no era una despiadada amazona? ¿O tal vez…?  Entre la felicidad y la duda Ranma llevó impetuosamente su mano libre a la de Akane, rodeándola así con ambas, subiéndolas hasta la altura de su corazón.

- ¿Akane? ¿Ere tú? – le preguntó ansioso, necesitando saber, porque si era ella, él… él...

¿Podía ser? ¿Realmente volvía a ser su Akane?  Quiso preguntarle, volver a hablar, pero ella, llevando un dedo a sus labios, le indicó que guardara silencio; y él obedeció.

- No digas nada… – le habló mirándole casi en un susurro – Debemos detener a Happosai - apretó un poco más la manos del muchacho, bajando la mirada por un segundo, avergonzada – Por favor… ten mucho cuidado. – y diciendo esto, escapó de las manos del muchacho y se alejó de un salto directa hacia Happosai.

 

* * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Happosai permanecía como en un extraño trance.   Por todos era sabido que era un viejo libidinoso que le gustaba perseguir a las jovencitas y robar ropa íntima, pero pocos podrían imaginar en lo que se podía transformar cuando aquella inhumana lujuria se apoderaba de él, aumentando todo lo anterior hasta límites más allá de la razón.  Esto no había ocurrido muchas veces, 3 ó 4 en toda una vida de más de 100 años, y él mismo se asombraba de la fuerza devastadora que se escapaba por cada poro de su ser.  Una vez entrado en este trance nada podía hacer él por salir, y no pararía hasta conseguir lo que había alterado hasta el límite su enfermizo deseo.  Por eso, cuando vio a Akane junto a Ranma en el tejado, ni siquiera pudo reconocerla.  Ella sólo era un cuerpo del que quería disfrutar, fuese como fuese.

La multitud miraba desde lejos la escena.  Hacía tan sólo un momento que habían conseguido encontrarlos desde que desapareciesen a toda velocidad de la casa de los Tendo.  Entre los espectadores se encontraban las hermanas Tendo, el dr. Tofu y Nodoka Saotome, que atendían como podían a unos maltrechos Genma y Soun, mientras miraban más lívidos que expectantes o entretenidos hacia el lugar donde los pobres Ryoga y Mousse, sudorosos y cansados, controlaban a duras penas al desbocado maestro.  La preocupación creció en ellos cuando con asombro vieron a Akane aparecer y plantarse detrás de Happosai, gritando su nombre sin miedo para llamar su atención, y la gigantesca aura de batalla se volvió hacia ella, quedándose quieta, mirándola de arriba abajo.

Akane sudó frió, alejando el miedo de tener a esa bestia frente a sí.  Debía afrontar su responsabilidad en esta lucha y ella era una guerrera.  Lo había pensado bien, bueno, quizás no demasiado, pero era su deber.   Tal vez ella fuese capaz de vencer al viejo maestro, tal vez no, pero lo mínimo que podía hacer era utilizarse a si misma como cebo.  Si no podía vencerle, por lo menos ayudaría a los chicos distrayendo a Happy para que ellos le pudiesen atacar.  Akane se concentró en el papel que había aprendido a interpretar de la amazona, en aquella falsa personalidad en la que a parte de esa fingida dureza y frialdad, había aprendido a sacar una parte de ella que jamás, por vergüenza, se hubiese atrevido a mostrar; había aprendido, tal y como le había aconsejado Cologne durante su entrenamiento, que podía estar orgullosa de lo que era, por dentro y también por fuera, que era hermosa, lo suficiente como para desconcertar hasta al hombre más imperturbable, que podía utilizar eso a su favor, que era una arma tan poderosa como cualquier otra, un poder, que desde el principio de los tiempo, la mujer ha poseído y utilizado en su beneficio.  Tal vez ella no se atreviese a tanto, como Akane ni siquiera se atrevería a utilizar sus encantos para seducir a un hombre, aún tendría que aprender eso, pero ahora, como la amazona, ante la total necesidad, utilizaría la perfección de sus curvas para desarmar a Happosai lo suficiente como para que Ranma pudiese vencerle, porque si alguien podía hacerlo, ese era Ranma Saotome.  Akane le miró con una mirada seductora, adoptando una postura sexy y sensualmente sacó por el escote de su vestido el sujetador que antes le tomara a Ranma.

- ¿Lo quieres? – dijo agitando en el aire la prenda íntima – Es para ti…

Ranma llegó justo por detrás de Akane y vio sólo con cierta sorpresa la acción de ella. Después de todo él mismo, con su cuerpo femenino, había realizado es truco en medio centenar de ocasiones.  Entendiendo la estrategia se preparó.

A Ryoga se le subieron los colores al contemplar a Akane así, los que perdió de inmediato al ver como Happosai de lanzaba sobre ella.  Akane no se movió, vio al maestro echársele encima y no se movió, endureciendo la mirada, tirando lejos el sostén y apretando sus puños, esperando hasta el último segundo para huir.  Ryoga y Ranma atacaron al monstruo sin piedad; no dejarían que Happy tocara a Akane, antes matarlo, y a menos de un metro de que la alcanzara Ryoga utilizó el Bakusai Tenketsu (golpe de la explosión) a su espalda, estrellado contra el maestro todas las esquirlas estalladas del suelo a modo de metralla; mientras, al mismo tiempo, Ranma lanzó un Moko Takabisa (huracán del tigre), hacia arriba, justo desde detrás de Akane, dando de lleno en el centro del aura.  Akane se alejó hacia atrás huyendo de las explosiones, mientras Happosai se retorcía dañado por los poderosos ataques.  Sin perder un instante Mousse lanzó sus cadenas, agarrando con ellas el cuello del monstruoso Happosai; todos los músculos del muchacho se tensaron al límite, utilizando todas sus fuerzas en intentar contenerle.

- Adelante. ¡Atacad ahora! – gritó Mousse.

Ranma se preparó de nuevo para lanzar su Moko Takabisa, cansado y jadeante aún por el fuerte ataque que acababa de lanzar, no todo lo concentrado que él soliese estar en una lucha, sí más alerta, más preocupado porque Akane estuviese tan cerca del peligro, aún confuso, mirando de reojo constantemente a su prometida.

Akane, parada detrás de Ranma, se sentía impotente.  Nada podía hacer en esta pelea, aquí la lucha cuerpo a cuerpo no valía de nada, las armas que llevaba en su traje no servían, sólo los ataques como los de Ranma y Ryoga podría dañarle realmente, ataques como esos… y como el suyo, el Fujimi Ryu no Ken (golpe inmortal del dragón).  Akane borró ese pensamiento de su mente “No puedo utilizar ese ataque…  El calor del aura de batalla de Happosai es demasiado intenso y el dragón inmortal es un golpe muy peligroso…  Ni siquiera sé lo que podría hacer ante un enemigo tan poderoso, porque eso significaría que mi ataque inevitablemente terminaría llevando un poder proporcional.  No, ha de haber algo más…”

Ranma lanzó su ataque y de nuevo Happosai no pudo esquivarlo, retorciéndose de dolor.

Abundantes gotas de sudor corrían por todo el cuerpo de Mousse.  Happosai luchaba por soltarse y el muchacho ya casi no podía contenerlo.  Happosai aulló con un monstruoso alarido que hizo eco con un trueno en el cielo cubierto de nubes negras.  El anciano estaba acorralado.

 

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Un rayo iluminó el cielo en la lejanía.  En poco tiempo la tormenta llegaría hasta ellos.

Nabiki agarraba con firmeza su cámara de video, no queriendo perderse ni una escena más de las que desgraciadamente se había perdido durante el tiempo que tardaron en llegar al parque.  Esto era emocionante, mejor de lo que había pensado, una gran batalla que incrementaría sus ingresos abundantemente.  “Habría tenido que cobrar más caras las entradas”  Suspiró y enfocó con la cámara a la supuesta amazona, allí parada, expectante, lista para atacar en cuanto fuese preciso.  “Al menos ella está a salvo, eso es lo importante”  Y de nuevo giró la cámara hacia Happosai.

Kasumi miraba preocupada la batalla.  Ella, hija de un artista marcial, se había criado rodeada de las enseñanzas de su padre en la materia, luego de la afición de su hermana pequeña.  Siempre respetó los gustos de sus hermanas, una adorando el dinero y otra las artes marciales, pero sin gustarle ninguna de esas dos aficiones demasiado, siempre le resultó mucho más difícil entender la de Akane.  Así se lo había hecho ver en muchas ocasiones en el paso de los años, muchas habían sido las veces que le había dicho que no era correcto que una chica fuera peleándose con los chicos, le había pedido que dejara de hacerlo, pero Akane, tan testaruda como siempre, nunca le hizo caso.  Kasumi sólo había querido siempre lo mejor para su hermana y el cariño tan grande que le tenía quizás la hubiese hecho ser un tanto egoísta en ese sentido; después de todo, la decisión de pelear o no, era de Akane y de nadie más.  Ahora lo veía, ante esa locura de pelea Kasumi se alegró de que su hermana se hubiese ilustrado en las artes marciales y para así hoy poder defenderse.  Algo de tristeza cubrió a la dulce Kasumi ante la posibilidad de que Akane se convirtiese en una amazona para siempre, sin comprender como las cosas siempre tenían que ser así de difíciles para su hermana pequeña.  Kasumi movió su vista de la pelea, buscando un poco de sosiego para centrarse y convencerse a sí misma de que todo saldría bien, que su madre desde el cielo cuidaría de su hermana para que nada malo le ocurriese, como siempre.  Miró hacia un lado, a una de las tapias de la desierta cafetería que había cerca y algo en ella tomó toda su atención.

 

* * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Ryoga cerró los ojos concentrándose.  Se obligó a pensar en cosas dolorosas, como por ejemplo perder a Akane para siempre.  Pronto la depresión le envolvió y se dispuso a lanzar su ataque.

Akane rogaba por que el ataque de Ryoga consiguiese acabar con el maestro de una vez por todas; ya no debería aguantar mucho más.  Ranma jadeaba cansado, pero en constante alerta, delante de Akane, lanzando de vez en cuando miradas hacia atrás, sólo para comprobar que se encontraba bien.

Happosai comenzaba a avanzar una vez más, lentamente.  Los pies de Mousse de deslizaban dejando un surco en la tierra, arrastrado por el su presa.  Ranma volvió a lanzar su ataque de ki, mucho menos potente que los dos anteriores, pero lo suficiente para parar su marcha.

- Si quieres llegar hasta ella tendrás que hacerlo por encima de mi cadáver. – masculló el chico de la trenza.

Ryoga ya estaba listo, ya no podía soportar más esa agonía sin soltarla.

Mousse puso una mueca de dolor ante otro intento de Happosai por avanzar, ya no podría sujetarle por mucho más tiempo.

- ¡¡SHISHI HOKODAN!!!

El chico perdido soltó su ataque y una enorme bola de energía se dirigió hacía su objetivo.  Un destello brilló en los ojos de Happosai, una oleada de nuevas fuerzas le sacudió ante el peligro, se revolvió, consiguiendo derribar a un ya debilitado Mousse y con un ataque propio de ki golpeó la bola de energía de Ryoga, desviándola en su trayectoria.

Todos los luchadores vieron con miedo como el ataque se dirigía cerca de donde se encontraba la gente mirando, hacia unos de los locales del parque, pero aún más angustia sintieron al ver que una persona se encontraba justo en la zona de alcance del desviado ataque de Ryoga.  Ranma no logró distinguir de quien se trataba esa persona, sólo notó con asombro como Akane comenzaba a corre a toda velocidad en la misma dirección que tomaba el ataque y entonces la escucho gritar:

- ¡Kasumi!

Ranma vio horrorizado como Akane llegaba cerca del local… y seguidamente la explosión… y el ruido y la nube de polvo que se levantó provocados por los escombros de la tapia del pequeño edificio al derrumbarse.

- ¡¡Akane!! – gritó desesperado Ranma, queriendo ir a ayudarle, pero siéndole imposible…

Happosai no dejaría escapar a ninguno de esos tres muchachos insolentes.

- ¡Maldita sea, déjame ir! – maldecía demasiado preocupado Ranma - ¡¡AKANE!!

 

* * * * * * * * * * * * * * * * * * *

La nube de polvo se desvaneció y todos pudieron ver un amasijo de bloques de cemento y vigas de acero; pero ni rastro de Kasumi o Akane.  Lentamente uno de los bloques de la derrumbada tapia comenzó a moverse.  Todos respiraron de nuevo.  El Dr. Tofu corrió hasta el lugar.  El trozo de pared se levantó y calló estrepitosamente a un lado.

Kasumi permanecía sentada en el suelo, acurrucada y llena de polvo, pero sin un rasguño.  De pie, sobre ella, se encontraba Akane, con un extremo de su bo clavado profundamente en el suelo, como causa de haber parado con el otro extremo el choque de los escombros contra ellas.

- Akane… - susurró Kasumi levantando el rostro hacia su hermana.

- ¿Estás bien? – preguntó Akane con ternura.

Kasumi asintió sonriendo, aún algo sorprendida de lo ocurrido.  Ella había visto allí tirado, al lado de aquella tapia, el bo que la amazona había estado utilizando al principio de la pelea y sin dudarlo corrió hasta el lugar.

- Yo… - comenzó a decirle la mayor de las Tendo algo avergonzada - …pensé que podrías necesitarlo y…

Kasumi bajó la cabeza apenada.  Había conseguido ponerlas a ambas en peligro.  Con asombro y miedo miró entonces hacia una de las piernas de su hermana pequeña, concretamente la derecha, que ahora tenía completamente cubierta de sangre.  Akane al ver los ojos espantados de su hermana miró su propia pierna.  Al parecer un hierro, de los que componían la estructura de la pared por dentro, le había cortado profundamente en el muslo, que ahora sangraba sin parar.  El golpe había sido tan limpio que Akane ni siquiera se había dado cuenta.

- ¡Estás herida! – dijo con total preocupación Kasumi, mirando con turbación la carne abierta.

- ¡Akane! - gritó el Dr. detrás de ellas, viendo el charco de sangre que comenzaba a formarse bajo la joven.

Akane se volvió a mirarle con una determinación total en sus ojos.

- ¡Quédese con Kasumi! – le pidió al doctor.

La joven guerrera hizo ademán de comenzar a correr, pero el dolor de la pierna le hizo parase y doblarse luchando por evitar un desvanecimiento.  El Dr. Tofu la tomó por un brazo, ayudándola a permanecer en pie.  Luego, una vez que pareció que Akane podría sostenerse sola se agachó y observó la dañada pierna.

- Esta herida tiene mal aspecto, Akane.  He de llevarte al hospital.

Akane miró profundamente los ojos del doctor y supo que no mentía.  Levantó el rostro y contemplo el campo de batalla. Ranma, Mousse y Ryoga, demasiado cansados ya, eran derrumbados por los golpes de Happosai.  Vio como Ukyo y Shampoo se plantaban frente a Happosai, intentando defender a un agotado Ranma, sin mejores resultados que los demás.  Por un segundo Akane se preguntó de dónde habrían salido esas dos; cuando volvió ambas habían desaparecido y de repente de nuevo estaban allí.  Y entonces buscó a Ranma.  Él se veía agitado, furioso; conociéndole, seguramente sería porque ella hubiese resultado herida.  Akane comprendió ese sentimiento de impotencia y rabia que posiblemente Ranma estuviera sintiendo en aquel instante.  Kasumi había estado a punto de resultar gravemente herida y eso jamás se lo perdonaría a Happosai.  Apretó los dientes y miró con dureza.  Tomó la falda de su vestido y rasgó un trozo de la granate tela, para acto seguido atarla en su pierna, parando así en algo la hemorragia.

El doctor Tofu, viéndola, intentó reclamar algo, pero el ver los ojos de Akane le hizo callar.

- Se acabó Dr. Tofu.  Voy a parar esta locura… – sentenció Akane - …como sea.

 

* * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Akane llegó, cojeando y algo mareada, hasta algunos metros cerca de donde estaban las seis personas peleando.  Debía contener su rabia, centrarse y contemplar todas las opciones en la batalla con la mente clara.  Observó no sólo a los guerreros, también el ambiente: el cielo gris, cubierto por relámpagos que cada vez se acercaban más a ellos, y el calor…  Sí, calor.  A pesar de estar a mediados de Diciembre, a diferencia del resto de lugares a la intemperie, en aquel lugar podía notarse cierto calor, una pesadez suave y cálida regando todo el aire.  Era el calor de las auras de combate.  Akane había sabido siempre la forma de acabar con este combate; segundos antes había rechazado esa idea, pero después de lo de Kasumi todo le daba igual.  Utilizaría su ataque especial, la técnica ancestral de la tribu de las amazonas, el Fujimi Ryu no Ken, una técnica que, con un ataque de ki neutro, era capaz de aprovechar la energía caliente del adversario para darse a sí misma la fuerza para vencerle.  Akane tragó con pesadez, recordando lo que había sufrido par aprender aquella técnica, como las yagas habían cubierto las palmas de sus manos al intentar dominar su energía, el frío carcomiendo su ser al ser presa de ese mismo ataque.  “Si nos hacía eso a Mousse y a mí, casi congelándonos, sin ni siquiera tener nuestras auras encendidas… ¿cómo actuará ante el gigantesco poder de Happosai? ¿y como podré controlarlo?” pensó preocupada.  ¿Pero qué más opciones había?  Era esto o nada.

- ¡¡¡EHH!!! – gritó Akane llamando la atención de los guerreros - ¡¡SALID DE AHÍ, RÁPIDO!! ¡¡ALEJAOS!!

Todos quedaron sorprendidos, sin entender que pretendía.  Mousse la miró con detenimiento.  Esa postura, esa mirada…; él la había visto una y otra vez durante diez largos días.  Huyendo de los ataques de Happosai, Mousse tomó a Ryoga por el brazo y tiró de él.

- ¡¡Tenemos que salir de aquí!! – demandó el muchacho chino.

- ¿¿Qué?? – preguntó confuso Ryoga, deteniéndose sin dejarse arrastrar por su compañero de lucha.

- ¡Hazme caso, sé lo que digo! Si nos quedamos aquí corremos grave peligro.

Ryoga miró con ojos dudosos.  Todo esto era demasiado extraño, en realidad todo lo que había pasado en este día era extraño.  No muy convencido decidió hacerle caso al muchacho cegato; lo alterado que se había puesto de repente había resultado lo suficiente convincente.  Decididos a alejarse del lugar corrieron, esquivando los golpes del maestro, se dirigieron hacia Ukyo y Shampoo.

Akane vio con alivio como los cuatro muchacho intentaban escapar.  Le había hecho caso y para cuando ella estuviese lista para actuar ya estaría lo suficientemente lejos.  Miró a los ojos de Ranma y él a los de ella en la lejanía.  Él continuaba peleando contra el viejo, no pensaba irse a ninguna parte hasta terminar con él, era algo personal,  fuera lo que fuese que Akane pensase hacer.  Si ella se había utilizado a sí misma como cebo hacía un par de minutos, para que ellos atacasen sin problemas al maestro, él haría lo mismo.  Akane entendió esto y, aun molesta, no intentó hacerle cambiar de parecer, no podía perder el tiempo en eso, ella ya comenzaba a notar como la perdida de sangre podía con ella.  Pero debía ponerle a salvo de alguna manera, y entonces se le ocurrió.

- ¡¡Ranma!! ¡¡Corazón de hielo!! – le gritó deseando que entendiese, sabiendo que sólo así, si él permanecía con un total ‘corazón de hielo’, podría permanecer completamente seguro del ataque que iba a lanzar, por muy cerca que estuviese de Happosai en el momento que lo recibiese.

Ranma permaneció un instante expectante ante aquellas palabras, luego, comprendiendo, asintió con la cabeza y sonrió con confianza.

Akane cerró los ojos y colocó las manos juntas a la altura de su pecho.  Este ataque necesitaba de una gran concentración para conseguir una energía completamente neutra a la que poder darle forma y un rumbo, pero esta vez necesitaba concentrarse mucho más, el objetivo era mucho mayor y también su agotamiento.  Separó las manos, dejando unos diez centímetros entre cada palma y una pequeña luz celeste comenzó a crearse entre ellas.  “Por Kasumi… por Ryoga, Mousse… por mi padre y Genma…  por Ranma… Ranma…”  La energía chisporroteó un poco en sus manos al pensar en su prometido.

Ranma se concentró en contener hasta el último ápice de energía en su interior tal y como había dicho.  ‘Corazón de hielo’, eso para Ranma sólo podía tener un significado, uno muy claro.  Ella había hecho que todos se alejasen y le había dicho que actuase con corazón de hielo, o en otras palabras, que utilizase el  Hiryu Shoten Ha (el dragón volador).  Ranma sabía que era la técnica perfecta para vencer al maestro en aquel estado, ya lo había hecho antes, pero había estado rehusado a la idea; después de lo de Zaffron, de haber estado a punto de matarle con un golpe variado del dragón volador, había comenzado a tener dudas sobre volver a utilizar aquella técnica.  Pero se trataba de Akane, de su seguridad, y por ella no le importaba nada, tampoco que podría ocurrirle a Happosai. Sin perder un instante Ranma comenzó a huir de los ataques de Happosai formando con sus pasos una espiral.

La concentración de Akane crecía a cada instante y con ella el tamaño de la esfera celeste que había creado entre ellas, ya de unos treinta centímetros de diámetro.  Alzó pausadamente sus manos sobre la cabeza y las justo para aplanar la forma esférica de su ki y darle así forma de disco.

Ranma llegó al centro de la espiral, mientras el maestro se lanzaba un vez más contra él.  Este sería su último ataque.

- ¡¡FUJIMI RYU NO KEN!!

Y Akane lanzó el disco de energía hacia el maestro Happosai.  El disco salió disparado a toda velocidad, dejando un surco frío en el aire caliente a su paso.

- ¡¡HIRYU SHOTEN HA!!

Ranma ejecutó su último movimiento, un gancho, y un golpe de aire helado se estrelló contra Happosai… justo al mismo tiempo que el Fujimi Ryu no Ken le impactó, atacándole en el centro de su energía.

Akane cayó de rodillas al suelo, agotada por el esfuerzo.  La inconsciencia luchaba por apoderarse de ella y la vista comenzó a nublársele; de repente parecía que todo fuese a cámara lenta.  Con estupor Akane vio como Ranma creaba su dragón volador.  “Oh, no” ¿Pero porqué lo había hecho?  ¡Eso no era lo que ella había querido decirle con las palabras ‘corazón de hielo’! ¿Cómo actuaría ahora su propio ataque en conjunto con el de Ranma?  Todo se volvió una incógnita pesada para Akane. “¿Cómo hemos llegado a esto?”  Akane tuvo que apoyar una de sus manos en el suelo para no caer derrumbada, respirando con dificultad.  Y todo fue tan lento…  Akane vio como el tornado se formaba desde la raiz, justo después de golpear de lleno a Happosai, alumbrado por la luz de su energía azul brillante, y como poco a poco iba creciendo, ganando envergadura a cada vuelta que daba, cada vez más cerca, y más cerca, con un sonido que le llenaba los oídos, pareciéndole similar al de las aspas de un avion, pero lentas y mil veces más vigorosas.  Vio como el aire arrancaba algunos árboles de raíz, luego como arrastraba a Ukyo, Shampoo, Ryoga y Mousse, a los que no les había dado tiempo de alejarse lo suficiente como para escapar del ataque de Ranma, y, después, a sí misma cubierta por la violencia del viento, mientras sólo podía pensar:

“Ranma… por tu amor…”

 

Nabiki sintió como el aire se le cortaba al ver aquella fatal escena, pero aún sin dejar de filmar.  Un enorme tornado, cubierto por destellos de luz celeste, se había formado, dejando un gran cráter en el suelo del parque.  Nabiki utilizó el zoom de su cámara de video al máximo, buscando algún rastro de su hermana, pero nada, tampoco había rastro del resto de muchachos, ni de ellos,… ni de Ranma.  Era un hecho, todos ellos habían sido atrapados por el tornado.

 

 FIN DEL CAPÍTULO 5


Nota de la autora:

Bien, terminamos con el capítulo 5.  Me ha quedado horrible, pero que le vamos a hacer, yo odio las peleas y se me ha reflejado al escribirlo.  Pero había que escribirlo, se me den o no escribir combates.  Pero nada, que te adelanto que por lo poquisimo que me ha gustado escribir este capítulo, en el 6 me voy a recrear y darme el gusto en muchas cosas, así que… ¡¡Escenas romanticotas!!  ¡SÍ!   Jejejejej  ^-^

Para tus comentarios sobre el fic  o cualquier cosa escríbeme a:

nemfics@yahoo.es

Nos vemos en el Capítulo 6: Entre el odio y el amor (II)

Un abrazo muy fuerte.

Némesis