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Subtema 1:

Planificación y Desarrollo Regional Sostenible

Subtema 2:

Planificación y Descentralización

Subtema 3:

Planificación y Desconcentración

Subtema 4:

Planificación Estratégica y Núcleo de Desarrollo Endógeno

Subtema 5:

Planificación de Regiones Innovadoras de Desarrollo

Subtema 6:

Integración Regional en América Latina

Subtema 7:

Experiencia de Regionalización y Desarrollo en Venezuela

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Resp. Dinamicas
     
Minnelia Moreno Carmen García
Raicelys Gómez Miguel Grarcía
Sabrina Díaz Yngris Zapata
Nileima Tillero  
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FORO 2:
Elementos de la Regionalización y la influencia de la Planificación

Subtema 4: Planificación Estratégica y Núcleo de Desarrollo Endógeno

Una de las características distintivas de nuestro tiempo es la representada por los cambios producidos en el ámbito económico, social y cultural. Caen los muros entre los países, al mismo tiempo que se amplía la brecha en el grado de desarrollo humano al que acceden los distintos pueblos.

La magnitud de esa brecha se pone de manifiesto a partir de las siguientes cifras:
· Más de dos mil millones de personas del Tercer Mundo (incluyendo a cuatro de cada cinco que viven en las zonas rurales), no tienen acceso al agua limpia. Según la UNESCO, mil millones están crónicamente mal alimentados.
· A pesar de los avances efectuados en la alfabetización, en las zonas rurales aún siguen siendo elevados los porcentajes de analfabetismo.
· En el año 2000, sólo en el Tercer Mundo había más de mil millones de personas buscando empleo.
· Unos ochocientos millones de personas del Tercer Mundo viven en la más absoluta pobreza, con ingresos inferiores a los doscientos dólares al año.
· Actualmente cerca del ochenta por ciento de la población mundial vive en el Tercer Mundo.
· Se dispone de una superficie del suelo menor para la producción de alimentos, debido a distintos usos irracionales.

Se avanza hacia un proceso de globalización económica y cultural y como corolario de ello, se hace necesario afianzar las individualidades y potencialidades locales, regionales y nacionales. En este marco se crearon condiciones que beneficiaron los aspectos financieros sobre los netamente productivos, que son, en definitiva, los generadores del desarrollo de las zonas postergadas.

Este fenómeno transnacional exige un abordaje interdisciplinario para analizarlo, según nuestro enfoque, desde tres aproximaciones fundamentales:

1- HUMANISMO GLOBAL.
2- ECONOMIA POLITICA.
3- GEOGRAFIA DE LA PERCEPCION Y EL COMPORTAMIENTO.

El Humanismo Global abarca una serie de valores y normas humanas, que permite examinar las políticas nacionales, las ideologías, las fuerzas sociales y las instituciones
desde el punto de vista de las necesidades e intereses del planeta, considerado como una comunidad humana y como un sistema ecológico, que intenta ofrecer pautas políticas y éticas que se puedan aplicar de modo consistente para evaluar la política en todos los
sistemas sociales.

Para la región objeto de estudio, aparece como una perspectiva alternativa que pretende contemplar las necesidades humanas globales. A menos que pronto se transforme la crisis de necesidades humanas insatisfechas, se puede esperar que la política mundial se caracterice por levantamientos violentos y catástrofes ambientales.

Se requiere desarrollar un sentido de “responsabilidad global” en los líderes estatales. La crisis global terminará, desde la posición humanista, cuando la conciencia de la condición humana, la voluntad política de los líderes nacionales, la apertura a un aumento de la confianza y nuevas estructuras globales configuren un conjunto de programas político-económicos con apoyo popular.

La Economía Polìtica centra su atención en las formas en que ciertos sistemas (capitalismo e imperialismo mundiales), y estructuras (corporaciones Transnacionales) influyen decisivamente en la distribución de la riqueza y el poder, tanto dentro de las naciones como entre ellas; permitiendo identificar y explicar la característica distintiva de nuestro tiempo: la desigualdad.

El creciente peso de la doctrina neoliberal y las prescripciones para el equilibrio macroeconómico son comprensibles en un mundo donde los países necesitan atraer capitales para crecer, pero son paradojalmente vulnerables si no hay una imagen de solvencia provista por la estabilidad monetaria.
Históricamente se puede comprobar que un crecimiento sostenido exige estabilidad y que el recurso a la devaluación sólo provee ventajas transitorias y fácilmente se “dispara” a la inflación.

La Geografía de la Percepción y del Comportamiento es un sistema que parte del paisaje mismo, captando imágenes y traduciéndolas en acciones diversas. Este proceso está condicionado por las características culturales, demográficas, económicas y psicológicas de las personas; todo ello se manifiesta en distintos comportamientos. Por lo que puede afirmarse que la percepción que cada individuo o grupo tiene del paisaje del cual forma parte, incluye elementos del marco físico, social y cultural.
Cada persona percibe, a través de los caracteres de su sicología individual, de la cultura aprendida, de rasgos sociales, culturales y económicos, sumado a la experiencia vivida y a códigos de comunicación, un medio que le es propio. Esta imagen, a partir de la cual se expresa el comportamiento espacial de los habitantes, es una mezcla de elementos reales y de ideas falsas, pues ellas expresan contenidos subjetivos y afectivos.

El individuo, luego de haber transformado la información con arreglo a su personalidad y a las tensiones y motivaciones a las que está sujeto, toma decisiones que llevan al comportamiento; de este modo los mensajes se transforman en acciones.
Al planificador no le basta únicamente con la contemplación de las realidades visibles, aunque ésta sea indispensable, porque por sí sola permite organizar los elementos constitutivos del paisaje, por ello recurre a otro tipo de acciones.
Mediante la puesta en práctica del diálogo fluido con los vecinos del lugar, a través de encuestas directas hacia la obtención de datos específicos abarcativos de todo tipo de temáticas, de frecuentes reuniones con entidades representativas de la zona y del riguroso seguimiento de la evolución de las tendencias a través del tiempo y la simulación de modelos de desarrollo posibles, se obtiene una valiosa información que permite ir transformando las necesidades locales en propuestas de acción.
Esta metodología se constituyó en elemento esencial de la propuesta que hoy nos ocupa.

Al profundizarse hoy la crisis de los postulados del neoliberalismo, el desarrollo local está siendo considerado una vía posible de salida a las crisis regionales, y de aquellos territorios y sociedades urbanas más castigados o “rezagados” en la lógica de la globalización económica. Con mayor o menor claridad, la cuestión se halla instalada, significando una oportunidad para trabajar en una redefinición del desarrollo. Las propuestas que parten de una concepción del desarrollo “de abajo hacia arriba”, incorporan visiones más integrales de desarrollo endógeno, que tienen como características comunes, que parten de las identificaciones socioculturales de cada sociedad con su territorio, se apoyan en las asociaciones comunitarias e institucionales, promueven el desarrollo de sus esferas productivas, y tienen como fin, alcanzar una mejora constante de las condiciones de vida en forma equilibrada en el ambiente (natural y construido).

La conceptualización del desarrollo local ha ido evolucionando desde un enfoque fundamentalmente económico hacia una perspectiva territorial del desarrollo. Inicialmente el desarrollo local se concebía como la dimensión local del desarrollo endógeno, siendo los objetivos y los instrumentos equivalentes a los que configuraban los modelos de desarrollo regional en un contexto dominado por reajuste del sistema productivo. Se definía así como la respuesta local al proceso de reestructuración productiva que caracterizó la década de los ochenta (Stöhr, 1990). De ahí que muchas veces el desarrollo local fuera identificado como una política orientada a la dinamización de las áreas en crisis o incluso de las áreas marginales (espacios rurales, pequeñas ciudades en declive, etc.). En este contexto el desarrollo local adquirió un contenido primordialmente económico, centrado en la puesta en marcha de políticas locales de empleo, mediante la formación de los recursos humanos locales y la difusión de la cultura emprendedora y la innovación en espacios locales, llegando a un momento en que ya no era fácil diferenciar los objetivos estratégicos y los instrumentos propios del desarrollo local de los del desarrollo regional. Simultáneamente algunos autores fueron introduciendo la territorialidad como factor de desarrollo e innovación (Garofoli, 1987, Aydalot, 1986), e incluso la identidad cultural de un territorio como base del desarrollo local (Guajardo, 1988). Al mismo tiempo, algunos autores consideraron el desarrollo local como un proceso social solidario basado en la iniciativa individual como factor de dinamización de la fuerza o potencial endógeno de un territorio (Vachon, 1993). En esta trayectoria, el concepto inicial de desarrollo local, enfocado hacia los sistemas productivos locales como una dimensión microeconómica de la política regional (Alburquerque, 1999), ha ido evolucionando hacia un papel creciente del territorio como factor activo del desarrollo.
Los planificadores regionales establecen que los objetivos fundamentales que debían perseguir los programas territoriales de desarrollo local eran, en orden de importancia: el desarrollo del potencial endógeno, la reducción de los desequilibrios entre las diferentes zonas y la mejora de la calidad de vida en las áreas deprimidas.