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El Arte de la Comunicación

Yo soy de donde hay un río (III)
Silvio Rodríguez Domínguez: Ética y Filosofía de vida

No tengo ninguna duda de que la voz que escuchó el protagonista de la historia que nos cuenta el libro "Nuestros abuelos canarios" pertenecía al más alto representante del pueblo cubano cuando afirmaba: "de los canarios heredó nuestro campesinado, principalmente, su seriedad, su honradez, su sentido del honor y también su rebeldía. Todavía hoy, en nuestras tareas actuales, esos valores nos ayudan a librar y a ganar batallas de importancia"...

Tampoco tengo dudas de que Silvio Rodríguez Domínguez como ser humano, lleva en sus genes la herencia canaria transmitida durante generaciones y lo demuestra en su forma de ver la vida, en su eticidad, en su desprendimiento personal, en su sencillez, su seriedad y como no podía ser de otra manera, su sentido del honor.

Pero realmente como no gusto de lisonjas superfluas ni de de tratar de atribuir a las personas mis propias ideas y conceptos convirtiéndome en su "traductor" prefiero, siempre que sea posible, brindar las propias ideas y "visiones" de las personas que son objeto de mis entrevistas o trabajos periodísticos. 

Tomando en consideración que Silvio ha sido entrevistado1 por una infinidad y diversidad de medios de comunicación podemos concluir que no es nada difícil conocer sus conceptos, su filosofía de la vida, las percepciones del mundo que lo rodea así como de su código ético.

Por lo tanto, a continuación brindo a los lectores un conjunto de respuestas dadas por el popular cantautor a las correspondientes preguntas formuladas por sus admiradores y entrevistadores, en relación con estos temas:

P: Necesito tener algunas respuestas al terrible interrogante que me ha llevado el escuchar sus canciones y como médico general rural, donde comparto nacimientos y muertes, angustias, miserias, etcétera. ¿Por qué me tocó ser lo que soy y estar donde estoy?

R: La medicina y el magisterio son profesiones fundacionales y, sin embargo, suelen estar muy mal pagadas. Ambas requieren de una gran capacidad de sacrificio y todos tenemos razones para vivir agradecidos de ese alto sentido de la solidaridad. Mucho más las personas de pocos recursos que viven en lugares apartados, de difícil acceso, como zonas del campo. En esas condiciones los doctores llegan a transformarse en deidades, cuando no en verdaderos dioses. Así que ese ser lo que soy y estar donde estoy lo escucho como la voz de un ser piadoso y necesario, al que muchas personas necesitan y aman. Es la interrogante de quien vive en estado de gracia.

P: ¿Cual es el libro que más te ha gustado, tu reliquia literaria?

R: Mi reliquia literaria no puede ser sino La Edad de Oro, de José Martí porque, además de sus muchos valores, fue el primer libro que leí en mi vida.

P: La pregunta para Silvio, bueno no es una pregunta, solo un agradecimiento: Por hacernos sentir libres en nuestra tierra, por hacernos entender de una y mil maneras "que un mundo mejor es posible".

R: Pues, qué bueno que tú también sientes que un mundo mejor es posible, porque mientras más personas creamos en eso, seguro lo estaremos acercando.
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P: Es una pregunta múltiple al niño Silvio (de unos ocho años): ¿qué te gustaría ser de grande?, ¿qué opinas del Silvio adulto (del Silvio en que te convertiste)?, ¿qué le quitarías, qué le agregarías y qué le cambiarías? ¿Te imaginaste algún día que harías todo lo que has hecho o, incluso, te has quedado corto y te faltan muchas más aventuras por realizar? Gracias por tus respuestas, mi pequeño Silvio. Dales de mi parte un beso a tu mamá y a tu papá.

R: De grande me gustaría ser astrónomo, o puede que mejor astronauta. El Silvio ese que veo me parece muy viejo. Yo le agregaría pelos y le quitaría estómago. Le cambiaría lo que fuera que lo apartó del baile (yo bailo muy bien a mis ocho años). Por ahora no me interesa imaginar lo que haré, porque casi todo lo que hago me interesa muchísimo.

P: Fíjate, solo puedo hacerte una pregunta y mi pregunta para ti es sobre la libertad, la libertad de pensar, de creer, la libertad de escoger, la libertad de irse o regresar, la libertad del simple decirlo: "Soy libre".

R: Carlos Javier, el poema que has escrito dice verdades estremecedoras. Es cierto que hasta ahora ninguna sociedad ha estado a la altura de todas las aspiraciones humanas. Yo creo que la historia es como un largo y necesario aprendizaje que estamos recorriendo. En ese camino ha habido muchas frustraciones y posiblemente aún queden amarguras por vivir. Pero yo tengo fe en que los que vengan aprenderán de nuestros errores y sin renunciar a las más profundas reivindicaciones lo intentarán una y otra vez, consiguiendo una sociedad siempre un poco más cercana a la soñada. Cuba es un paso (creo yo) considerable de esa escalera al cielo.

Por otra parte, creo detectar una especie de inquietud filosófica en tu cuestionamiento sobre la libertad, muy semejante a la que trasmite Michael Ende en su cuento “Las Catacumbas de Misraim”. Esta historia la puedes encontrar en un libro llamado La Prisión de la Libertad (Alfaguara Literaturas, 1993). Es uno de los planteos más honestos que he leído sobre el tema, por lo que prepárate para un altísimo nivel de desgarramiento.

P: ¿Cómo ve un poeta la combinación entre el respeto a la diversidad cultural y la conservación de la unidad en una nación, como México por ejemplo?

R: ... supongo que para que haya unidad es necesario que primero exista la diversidad. ¿Cómo podríamos unirnos si no diferimos? Lo mismo si se trata de un equipo deportivo que de un país. Tengo entendido que México está formado por diferentes pueblos, aunque casi todos son de la misma raíz náhuatl. Porque la verdad es que los desteñidos vienen a ser los menos, ¿no? En cierto momento de la historia ellos fueron la cultura vencedora y por un tiempo impusieron sus reglas, pero la formación de la nación mexicana fue regada con la múltiple sangre de todos sus hijos y eso es lo que empareja, al menos teóricamente, los derechos de sus ciudadanos. Entonces se podría agregar que todas las etnias que conforman a una nación tienen que quererse, que es la mejor manera de respetarse. Eso implica, por supuesto, igualdad de posibilidades, o sea, los mismos derechos a la salud, a la educación y al trabajo, para que todos lleven el nombre de su nación con el mismo gusto. (Y gracias por el piropo de “poeta”).

P: ¿Si hoy te dijeran “pide un deseo” qué preferirías?

R: El mismo rabo de nube, que no ha bajado todavía.

P: ¿Cómo ves actualmente, Silvio, el avance hacia un establecimiento de mayor carga de humanidad sensible y de actitud inteligente en nuestra forma de comportarnos y, por supuesto, cómo era esa misma visión tuya hace tiempo, digamos hace 30 ó 20 años?. Por favor, si eres tan amable y si es posible, contesta esta pregunta desde varias perspectivas: tu entorno inmediato (digamos, el mundo artístico, por ejemplo), Cuba, Latinoamérica y el mundo en general.

R: Creo que las respuestas que solicitas en cierta medida son las que todos necesitamos. Y coincido contigo en que hay mucho por superar, incluso de esa parte de lo instintivo animal que sobrevive a través de los siglos y nos hace cometer una y otra vez los mismos errores, como si no aprendiéramos de nuestra propia historia.

¿Pero la historia es realmente nuestra propia historia? Probablemente esta parte de la respuesta esté en aquélla máxima popular de que nadie escarmienta en cabeza ajena. Según eso cada generación estaría condenada a darle vueltas a la misma noria per secula seculorum. La única forma de cambiar ese destino maldito es que alguna vez el mundo alcance a ser más justo y con ello también más pleno y sensato.

En mi modesta opinión, mientras haya desigualdades tan escalofriantes tanto entre personas como entre países será imposible una verdadera paz. Yo creo que el mundo seguirá luchando porque haya más justicia hasta que la consiga.

Los que más tienen posiblemente consideran lo mismo, pero desde la perspectiva de sus privilegios. Ellos creen que lo justo es que las cosas sigan como la historia las ha dispuesto. Por eso se dedican a consolidar su poder cada vez más, aún cuando saben que costará más sangre y dolor. Así se sienten cada vez más inaccesibles y al mismo tiempo cada vez más amenazados.

La única manera de solucionar el dilema es que ambas partes cedan en algo. A los que nada tienen no les costará ceder lo que no tienen. Así que de alguna forma habrá que convencer a los que atesoran riquezas, entre quienes también, no lo dudo, hay personas piadosas.

P: Supongo que en muchas ocasiones has sentido la necesidad de alejarte por un instante de los seres que amas y de la guitarra, por la simple necesidad de leer.
¿Qué motivos, hechos, razones o circunstancias te llevan a tomar un libro en tus manos y devorarlo?

R: Sobre todo la curiosidad. Un libro es una caja de conocimientos, un continente de experiencias que una persona curiosa como yo necesita explorar y no se quiere perder. Aunque te aclaro que casi siempre lo hago entre los seres que amo y además cerca de la guitarra.

P: El viernes pasado, comentaba en mi grupo de terapia acerca de mi próxima operación y de mis temores acerca del cáncer... Casualmente, otro compañero sacó a relucir el mismo tema y entonces surgió la pregunta que deseo transmitir a Silvio, si es que no la han hecho ya: Silvio, si en este momento te dijeran que solamente te quedan dos meses de vida (ya no hay remedio posible), ¿qué cosas harías en ese tiempo?

R: Espero que no sea tu caso. Si fuera el mío, creo que trataría de poner en orden mis cosas, para dejar las menores molestias posibles, me rodearía de mis seres más amados y trataría de respirar lo maravilloso que me deparó la vida.

P: ¿La edad le ha enseñado a administrar emociones como la rabia y cualidades como la paciencia o aún le desbordan?

R: Siempre fui un tipo más bien reflexivo y observador, sin excluir, por supuesto, algún exabrupto. Las cosas que más me han molestado son los prejuicios, las injusticias, las ofensas a la condición humana.

P: ¿Cómo hace un hombre de su edad para mantener tan alta la esperanza? 

R: Debo aclarar que los hay más viejos que yo y aún más esperanzados. Puede que haya otra forma de vivir, pero es más triste, tanto para los demás como para uno mismo. El optimismo me parece un principio útil para la supervivencia colectiva y personal.

1 Cuba -La Jiribilla; Juventud Rebelde, Granma, Bohemia, EFE, PL, entre otros