REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD YACAMBU

PROGRAMA DOCTORADO EN GERENCIA

ASIGNATURA: SAPGE

PARTICIPANTE: Oricela Ojeda

TRABAJO Nº4

MODELO DE COMPETENCIAS PARA LA FORMACIÓN DE FORMADORES EN EL MARCO DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR

 

RESUMEN

En este mundo cambiante, dinámico y sinérgico la profesión de enseñar reclama la capacidad suficiente para convivir con las contradicciones, presiones, e incertidumbres que son características propias de nuestros días. El presente artículo invita a prestar atención a la formación del docente; esto consiste realmente en adquirir y desarrollar competencias, crear nuevas maneras de construir y progresar para poder enfrentarse a los nuevo paradigmas educativos que implica trabajar en ambientes organizacionales perneados por conflictos y la permanente generación de conocimientos.

PALABRAS CLAVES: Formación, Formación de Formadores, Competencias.

INTRODUCCIÓN

La educación es quizás uno de los campos de desarrollo que tiene mayor potencialidad para promover cambios sistemáticos a nivel societal  en el Siglo XXI, y su evolución depende en gran medida de la formación profesional y competencias de los docentes. Ello es una verdad que se cumple en cualquier nivel educativo; pero se nota con mayor exigencia en el sector universitario toda vez que este profesor tiene la responsabilidad de formar un egresado para la labor en un mundo globalizado donde lo único permanente es el cambio.

En este sentido, se plantean unas interrogantes primigenias:

¿Está formado el docente universitario para gerenciar los procesos de cambio organizacional que profundicen la competencias de los egresados para el mundo del Siglo XXI, la sociedad planetaria?

¿Cuáles deben ser las competencias del docente universitario para sistematizar los procesos de aprendizaje organizacional en función de los modelos gerenciales que representan el conocimiento de punta?

Estas y otras interrogantes se pueden responder determinando la multifuncionalidad de actividades que debe cumplir el docente para poder enfrentarse a los nuevos paradigmas educativos que implica trabajar en ambientes organizacionales perneados por la incertidumbre y la permanente generación de conocimiento. Se trata más bien, como lo afirma Florez (1996) de desplazar el paradigma determinista que moldea y controla, en el cual se ha enseñado al aprendiente a repetir y memorizar conceptos, negándole espacios a las discusiones, al análisis  crítico y al emprendimiento mutuo.

Este cambio en el rol clásico de la función docente hace que éste deba formarse con “una nueva visión de si mismo, un manejo de modelos mentales flexibles, una visión compartida y capacidad para trabajar en equipo” (Senge, 1990), todo ello para convertirse en líder, maestro, gerente, facilitador, andragógo; en fin, convertirse en un “gestor del conocimiento”.

En palabras de Fuguet (2001), los docentes universitarios son “…gestores del conocimiento y lo que eso envuelve en sus implicaciones sociales y morales. Especialmente se abre una poderosa discusión sobre como formar a estos gestores de calidad”.

Es decir, el docente del Siglo XXI debe favorecer la independencia del aprendiente en su proceso de enseñanza – aprendizaje, incorporando e implementando nuevas tecnologías, desarrollándolas paralelamente a los cambios que implica la innovación de este proceso cuando se utiliza como elemento mediador a la computadora que genera la interconectividad, para lo cual debe producir estrategias didácticas de permanente actualización.

En este orden de ideas, el desafío actual es el mejoramiento de la formación del docente a través de la transformación cualitativa de estos procesos, para generar un nuevo modelo que de respuesta  a estas exigencias de una manera holística, que abarque aspectos de ética y de educación valorativa que le comprometa con el pleno ejercicio de sus competencias  profesionales y de praxis andragógica.

 

DORMACIÓN DE FORMADORES

 

Una de las preocupaciones didácticas, ha sido desde tiempos atrás el estudio de la Formación del docente, la cual se hace más evidente en las últimas décadas donde se ha cuestionado el modelo tradicional en la concepción de los docentes para dar paso y considerarlo  como un profesional reflexivo y critico de su propio quehacer didáctico. De manera que, el docente como controlador del saber y transmisor de conocimientos da paso a un docente con competencias que deben ir más allá de actuación en el aula.

Las investigaciones que se han realizado en el campo de la función docente son muy abundantes, pero no así los estudios sobre los modelos teóricos sobre la función gerencial de los docentes encargados de la administración de instituciones de educación superior.

Se debe reconocer que han existido y existen en la actualidad diferentes teorías educativas que muestran  la importancia de la enseñanza en el proceso del conocimiento humano y su conexión con el aprendizaje de los estudiantes, todas ellas de manera consciente o inconsciente influyen en las concepciones educativas, por ello se hacen necesarias revisarlas señalando las características más significativas y luego conceptualizar: formación, formación de formadores y competencias.

Conductismo: Para los seguidores del conductismo entre ellos Skinner (1953) asevera que en un estudio de la conducta humana lo importante no es lo que ocurre dentro del organismo (motivación, procesos mentales y fisiológicos ) sino el resultado del proceso, si se quiere controlar la conducta debemos estar interesados solo en la conducta.

Un proceso de enseñanza-aprendizaje concebido por la orientación conductista insiste  en la repetición y memorización de acciones por parte del alumno para que llegue a fijar una conducta, sin que éste participe y razone con respecto a las vías para llegar al conocimiento. Aquí el formador es una persona superior con autoridad, el aprendiente se considera como una persona pasiva y receptora del saber del docente. Se parte del supuesto de que éste sólo escucha, repite y obedece los conocimientos sin ser analizados.

El enfoque  anterior contrasta con esta investigación, por cuanto el formador de este siglo debe ser más gestor del conocimiento y un mediador de conflictos que un instructor y transmisor de conocimientos. Su labor debe caracterizarse por incorporar una serie de cambios que le hacen distinto de lo realizado en el siglo pasado.

 

Cognotivistas Bruner (1972 ) y Piaget (1981 ) consideran la interacción sujeto-medio como un elemento esencial en el proceso del conocimiento. Aquí se plantea que se debe enseñar a partir de la propia actividad del alumno, teniendo en cuenta lo que ocurre en su mundo interno.

 

El Cognotivismo representa un cambio con respecto a paradigmas anteriores, al darle valor a lo que ocurre “dentro del sujeto”.

 

Las Teorías constructivistas del aprendizaje se basan en aportes teóricos hechos por (Bartlet (1932 ), Ausbel (1968-1978 ), Vigotsky (1978, Piaget (1979, Brunner (1979), Jenkins (1980), Hoffman y Nead (1983) citados por Duran (1996) ; ellos parten del principio de que el conocimiento es un principio activo de construcción que vincula cada pieza nueva con los conocimientos previos sin dejar de lado el mundo exterior como factor esencial en el proceso de aprendizaje

A partir de las explicaciones anteriores, la autora se permite afirmar que para el desarrollo de las competencias que requiere el docente del siglo XXI se debe seguir un enfoque constructivista, puesto que el adulto sometido bajo este proceso debe partir de sus conocimientos previos. .

 

Bajo este enfoque las teorías constructivistas asumen que los conocimientos, los proyectos y productos intelectuales se edifican a partir de la función que cumple el sujeto, esto se concibe como un proceso en construcción y reconstrucción de la realidad que tiene su base en la interacción con otros individuos y el medio exterior.

 

En consecuencia “El aprendizaje humano es concebido como una construcción de cada alumno que logra modificar su estructura mental y alcanzar un mayor nivel de diversidad, de complejidad y de integración (Florez, 1994, p.235).

 

De acuerdo a este planteamiento el verdadero conocimiento y aprendizaje es el que se construye y es producto de una elaboración personal, de reflexión y pensamiento lógico a través del cual incorpora a su estructura cognitiva conocimientos nuevos que son organizados y relacionados con informaciones anteriores para poder generar las competencias.

 

La concepción constructivista del aprendizaje y la enseñanza parten del hecho obvio que la institución educativa hace accesible a sus alumnos aspectos de la cultura que son fundamentales para su desarrollo personal y no solo en el ámbito cognitivo; la educación es motor para el desarrollo globalmente entendido, lo que supone incluir también las capacidades de equilibrio personal de inserción social de relación interpersonal y motrices.(Coll Martín, Mauri, Miras, Onrubia,Sole y Zabala 1999 p.15)

 

Lo anterior explica que este aprendizaje contribuye al desarrollo personal, en la que interviene no solo el estudiante que aprende, sino el docente y los agentes culturales, piezas fundamentales en el proceso de construcción del aprendizaje.

 

Los alumnos aprenden cuando se enseñan a pensar y son capaces de elaborar una representación personal sobre un objeto de la realidad o contenido que aspiran aprender.

 

En este sentido los autores constructivistas coinciden que la práctica docente debe estar orientada a lograr una participación dinámica del estudiante a través del conocimiento de las percepciones pensamientos y emociones de éste que surgen en los intercambios que se producen durante el proceso de aprendizaje( Klingler C. Y Vadillo G.1997)

 

De allí que el formador de formadores debe lograr que el estudiante construya el conocimiento por si mismo, potenciando al máximo ese procesamiento interior con miras a su desarrollo.

 

Lo anterior explica que el docente debe estar formado y capacitado para hacer frente a las exigencias de este siglo, el es uno de los pilares en los que descansa los resultados de la educación para que esta responda a las necesidades actuales de producción del conocimiento . De ahí que un nuevo tipo de universidad requiere un nuevo tipo de docente. Es por ello que tan solo las instituciones educativas, dotadas de un personal capacitado y dispuesto a un aprendizaje continuo podrán sobrevivir a un entorno global

 

Barrios (1998) afirma, que el desafío actual es el mejoramiento de la formación docente a través de la transformación cualitativa del proceso de formación, siendo necesario generar un nuevo modelo que de respuesta en forma diferente a la realidad educativa, una formación ética y valórica comprometida y una actividad frente al saber, como el pleno ejercicio de su creatividad, autonomía pedagógica, capacidad de autoperfeccionamiento y de generar pedagógicamente con nuevas tecnologías. (citado por Rodríguez 2000 p.3)

La experiencia del formador requiere ser redefinida y revitalizada en su cotidianidad y continuidad mediante las innovaciones provenientes de los diferentes sectores del conocimiento; cuando esto no sucede se tiende al riesgo de caer en la inercia, en la rutina pedagógica: característica común de las instituciones tradicionales; es por ello que se debe evaluar y reorientar permanentemente el rol del docente debido al mundo tan complejo y cambiante en el que vivimos, esto demanda obviamente una educación para el cambio, una institución promotora de la transformación y en una formación de formadores para la modernidad .

 

Entendemos por formación el proceso permanente de adquisición, estructuración y reestructuración de conductas conocimientos, habilidades, valores) para el desempeño de una determinada función; en este caso el docente. (Lella, 1999)

 

De lo anterior se puede enfatizar que la labor docente depende de su formación: el conocimiento pedagógico adquirido, el dominio de las materias que va a impartir, las destrezas de comunicación y relación que desarrolle, el dominio de los aspecto técnicos en relación con la enseñanza y el aprendizaje. Es por ello que en los actuales momentos se requiere formar un docente más protagónico, que pueda ejercer un rol realmente profesional, autónomo que en lugar de tener siempre que acatar y ejecutar órdenes, tenga un espacio para tomar decisiones con base en las características del proceso de enseñanza.

 

En tal sentido las instituciones educativas mismas donde el docente labora se constituyen también en formadoras, modelando su forma de pensar, percibir y actuar , garantizando la regularidad de las prácticas y su continuidad a través del tiempo. Por ello hay que hacer referencia a la práctica docente, concibiéndose esta como la acción que se desarrolla en el aula y, dentro de ella con especial énfasis en el proceso de enseñar.

 

Formación de Formadores, entendida ésta como la oportunidad que tienen los lideres por naturaleza de los procesos de aprendizaje para conocer, descubrir, aplicar y valorar métodos y técnicas para optimizar su crecimiento personal y profesional(Herraiz, 1999) citado por Rojas, C. ( 2004 )

 

El proceso formador de competencias se realiza mediante la práctica docente en sus aciertos y desaciertos en el seno del grupo de formación cuando se percibe la necesidad de planificar y actuar dinámicamente en las instituciones educativas y su entorno. Esto presupone abrir la mente a la imaginación, prestar suma atención a la disciplina y de esta manera alcanzar la capacidad de generar formulas exitosas para alcanzar y lograr el desarrollo integral.

Para Huerta (1993) citado por Rojas (2004) afirma que el propósito abierto de atender la expectativa permanente de la formación de formadores, reivindica un replanteamiento del proceso en los diversos elementos curriculares y extra curriculares que lo configuran, lo cual jamás tendrá el éxito esperado si no se reformula estructuralmente la praxis pedagógica actual con sólidas bases epistemológicas, con la finalidad de que a través de las bases conceptuales y el deslinde de los marcos contextuales, los eventos de formación puedan alcanzar las metas esperadas.

 

Lo anterior explica que la formación docente es un problema que preocupa, no sólo a las instituciones educativas para alcanzar el nivel de calificación deseado para dar respuesta a las necesidades tanto institucionales como sociales responsables de la preparación profesional, para que intervengan de manera decidida en la economía de las naciones.

 

Para el desarrollo de este proceso es imprescindible preparar integralmente a los docentes que la sociedad en su conjunto dispone, debido a que muchas veces tienen dominio de su disciplina, pero no siempre están formados desde una perspectiva filosófica, didáctica y holistica.

 

En este sentido el docente debe tener claridad respecto hacia donde ir , por eso es imprescindible promover una sólida reflexión acerca de qué competencias básicas tiene que tener un profesor para conducir los procesos de enseñanza.-aprendizaje en este siglo. El término competencias se define como las características subyacentes de las personas que están relacionadas con una correcta actuación en su puesto de trabajo y que pueden basarse en la motivación, en los rasgos de carácter, en el concepto de si mismo, en actitudes o, en una variedad de conocimientos o capacidades cognoscitivas o de conducta como lo afirma Young ( 2004, p. 5).

 

Para Ropé y Tanguy, 1994) citado por Braslavski(1999) Competencias se utiliza en el contexto educativo, en el sentido de la capacidad de hacer con saber y con conciencia sobre las consecuencias de ese hacer. Toda competencia involucra al mismo tiempo, conocimientos, modos de hacer, valores y responsabilidades por los resultados de lo hecho.

Es por ello que las competencias del formador de formadores debe ser el reto que cada uno de ellos debe cuestionar, descubrir y redescribir en todo momento, a fin de que el binomio docente-estudiante se convierta en el elemento constructor de la sociedad.

CONCLUSIONES

En base a lo anterior la formación del docente actual se coloca en una perspectiva de crisis por el agotamiento de modelos tradicionales con los que se ha venido y se continúa formando. No es suficiente dar conocimientos que quedan obsoletos en forma acelerada ante un mundo dinámico tecnológico que nos arropa, sino que hay que añadirle un conjunto de capacidades, competencias, destrezas, habilidades y actitudes que le permitan liderar el proceso interactivo actual de enseñanza aprendizaje. De allí que se debe enfatizar que este formador de formadores debe adquirir un nuevo rol en una sociedad que cambia día a día.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Referencias Bibliográficas

 

 

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  • Brunner (1972) Hacia una teoría de la instrucción. Editorial Hispanoamericana.
  • Coll C .Martín E. Mauri T. Miras M. Onrubia J. Sole I. Y Zabala A.(1998) El Constructivismo en el Aula. Editorial Grao, Barcena-España.
  • Duran J. (1996) El proyecto Educativo Institucional. Editorial Magisterio. Colombia
  • Florez, O. (1996) Hacia una Pedagogía del Conocimiento. Mac Graw Hill . Colombia
  • http://www.oei.org.co/de/ac.htm
  • Klinger C y Vadillo G. (1997) Psicología Cognitiva: Estrategias en la práctica docente. Mac Graw Hill. México
  • Martínez M . (1999) La Nueva Ciencia . Editorial Trillas . México
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  • Rojas C.(2004) La Formación de Formadores ante la realidad Socio Ambiental de nuestro tiempo. Candidus. Editores Educativos. Venezuela.
  • Skinner (1953) Ciencia y Comportamiento Humano. Editorial Hispanoamericana.
  • Torres J. (2003) Propuesta de Factibilidad para Implantar un Programa de Formación de Emprendedores de Micro Empresas. Universidad Gran Mariscal de Ayacucho .
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  • Senge, Peter. 1990,1992. La Quinta disciplina: el arte y práctica de la organización inteligente. Buenos Aires: Granica. Edición original : 1990. The fifth discipline: The Art & Practice of Learning Organization. EEUU: Doubleday. .

 

 

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