El 20 de septiembre, Estados
Unidos publicó la nueva "Estrategia de Seguridad Nacional" (un
documento de 33 páginas escrito por la doctora Condoleezza Rice,
tutora personal y alta asesora del presidente Bush) en el cual
manifiesta con descaro su pretensión de regir como el poder supremo
del mundo.
El documento anuncia cambios
radicales de doctrina internacional y militar. Primero, por primera
vez afirma por escrito que Estados Unidos no tolerará que ningún
gobierno o coalición desafíe su supremacía militar: "Estados Unidos
mantendrá la capacidad de derrotar a cualquier enemigo --sea estado
u otra fuerza-- que quiera imponernos su voluntad a nosotros,
nuestros aliados o nuestros amigos... Contamos con la fuerza
necesaria para disuadir a potenciales adversarios que intenten
igualar o superar nuestro poderío bélico".
Con un plumazo se entierra la
política de disuasión y contención de los últimos 50 años, y con
ella la premisa de prevenir la guerra a través del "equilibrio
mundial" creado por la amenaza mutua que ejercen unas potencias
contra otras. La reemplaza una carrera armamentista unilateral
permanente que amenaza aplastar a cualquiera que intente igualar el
poderío militar yanqui.
Segundo, el documento descarta
toda noción de soberanía nacional y adopta el concepto orwelliano de
"responsabilidades soberanas", según el cual Estados Unidos
"convencerá u obligará a los estados a aceptar sus responsabilidades
soberanas". Es decir, Estados Unidos las determinará y si los otros
países no están de acuerdo, los obligará a cumplirlas mediante
amenazas, bombardeo, "cambio de gobierno" y ocupación
militar.
Tercero, Estados Unidos se otorga
el derecho de lanzar ataques sin advertencia, sin provocación y sin
aprobación internacional: "No dudaremos en actuar solos, de ser
necesario, para ejercitar nuestro derecho a la autodefensa
preventivamente...".
De acuerdo a la doctrina de guerra
preventiva, Estados Unidos atacará a otros países simplemente porque
ellos (o un puñado de fuerzas "terroristas" en su territorio
) desean amenazar sus intereses en el futuro. No necesita
evidencia de actos hostiles, ni siquiera comprobar que existe
la capacidad. Y definirá quiénes son "terroristas", sin ninguna
obligación de probar tales acusaciones.
La nueva doctrina defiende la
agresión unilateral sin provocación y desafía descaradamente el
derecho internacional y la carta de las Naciones
Unidas.
Proclaman la dominación
mundial
Según el nuevo documento, Estados
Unidos tiene el derecho de amenazar a todo el mundo, pero no
tolerará que ninguno (¡jamás!) tenga los medios de amenazarlo. La
soberanía nacional de los demás se esfuma mientras la suya es
absoluta, por encima de todo tratado, alianza o legalidad. Se
entierra toda noción del derecho de los pueblos a la libre
determinación y el autogobierno en su propio territorio.
El documento continúa la política
de pasar por alto los tratados que frenen el poderío militar yanqui,
y da al traste con las estructuras de consulta y acción conjunta que
han gobernado las relaciones con los "aliados de Occidente" durante
medio siglo. El imperialismo yanqui anuncia que impondrá su
hegemonía a sangre y fuego. Proclama descarada, arrogante y
salvajemente sus grandes ambiciones.
El documento habla de "un
internacionalismo netamente americano" pero, ¿acaso no es simple y
llanamente el imperialismo yanqui?
La nueva doctrina no se sometió a
referendo ni a voto del Congreso. No se debatió en la prensa ni se
negoció con los aliados. No la aprobaron las Naciones Unidas. Este
plan de dominación mundial se proclamó (y se ejecutará) por decreto
del presidente (de parte de la clase dominante
capitalista/corporativa a la que él responde).
*****
Consideremos esto: El
New York Times del 21 de septiembre informó: "Según un alto
funcionario del gobierno, el señor Bush hizo grandes cambios
editoriales porque le parecía que varias secciones del documento
tenían un tono prepotente o arrogante". ¡Imagínense el
original!
*****
El traje del emperador se
deshilacha
"Nuestra responsabilidad a la
historia es clara: responder a estos ataques y barrer el mal de la
faz de la Tierra. Nos han atacado furtivamente, con engaño y
asesinato. Somos una nación pacífica, pero feroz cuando provocan
nuestra ira".
George Bush, 14 de septiembre de 2001,
citado en
"Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos"
"De acuerdo a nuestras
tradiciones y principios, no empleamos la fuerza para lograr la
ventaja unilateral".
"Estrategia de Seguridad Nacional
de Estados Unidos", 20 de septiembre, 2002
"Siempre hemos tenido la opción
preventiva. No es nada nuevo o revolucionario, pero creo que ha
cobrado importancia respecto a otras opciones en estos días porque
el mundo ha cambiado mucho tras el 11 de septiembre".
Secretario de Estado, Colin
Powell, en una entrevista del noticiero Fox
"No hacen todo esto
principalmente ni fundamentalmente en respuesta a los ataques del 11
de septiembre, sino como parte de planes más grandes (lo que
llamamos sus grandes ambiciones de reconfigurar el mundo entero), y
tumbar al gobierno de Irak es parte de esos
planes".
Bob Avakian, presidente del PCR, "La nueva
situación: La guerra contra el terrorismo", OR No.
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Si bien la nueva doctrina de
seguridad nacional maneja las frases de fórmula sobre "libertad y
democracia", detalla el empleo de la supremacía militar, y ofrece
una justificación y una promesa acerca del nuevo orden que creará a
punta de fusil.
Como justificación afirma que el
11 de septiembre obliga a proteger a la ciudadanía y promete que la
dominación yanqui beneficiará al mundo ya que no busca "la ventaja
unilateral". La justificación y la promesa son igualmente patéticas
y falsas.
La estrategia actual no arrancó de
los acontecimientos del 11 de septiembre pasado; se ideó mucho antes
de que Bush (hijo) y su equipo subieran al poder. En 1992, el
desconocido estratega Paul Wolfowitz escribió una "Orientación para
la planificación de la defensa" para el secretario de Defensa, Dick
Cheney. El documento, que se consideró muy extremo en aquel momento,
se filtró al New York Times . Recomendaba que Estados Unidos
buscara la dominación global y empleara su poderío militar contra
cualquier rival que intentara desafiarlo. Hoy Paul Wolfowitz es
miembro de la cúpula de poder del Pentágono y la Casa Blanca, y
trabaja con su antiguo jefe Dick Cheney (actualmente vicepresidente)
como arquitecto de la guerra contra Irak.
En fin, aprovecharon el 11 de
septiembre para barrer la oposición y consolidar apoyo para los
planes que tenían preparados desde hace mucho tiempo.
Hace poco Condoleezza Rice dijo:
"Con el derrumbe del poder soviético el sistema internacional entró
en un período inestable. En este momento es muy posible, más bien es
probable, que esa transición se acabe. De ser así... nos aguardan
grandes peligros, pero también enormes oportunidades".
Añadió que los acontecimientos
mundiales están moviendo "las placas tectónicas de la política
internacional" y que a través de esa clase de transiciones se
produce una "nueva correlación de fuerzas". Como se ve en el nuevo
documento de seguridad nacional que escribió, ante esta situación
Estados Unidos busca imponer un dominio supremo y sin peros. Dado
que ahora (supuestamente) cualquier grupo pequeño puede adquirir
"armas de destrucción masiva", no permitirá que grupos hostiles a
sus intereses operen en ninguna parte . El espectro del
"terrorismo" (según lo definen ellos) justifica la intervención en
todo el globo.
¿Y la promesa de no buscar la
ventaja unilateral? Desde todos los rincones del planeta se oyen
gritos y reclamos de ira e incredulidad.
Incluso los imperialistas alemanes
(que por medio siglo han secundado toda propuesta yanqui) se
muestran reacios a una guerra contra Irak, porque apretaría el
control estadounidense de su principal fuente de energía.
Hace doscientos años, la naciente
clase dominante yanqui divulgó la "Doctrina Monroe", según la cual
le correspondía dominar el hemisferio occidental. Con docenas de
invasiones construyó un miniimperio de colonias y "repúblicas
bananeras" salvajemente explotadas. ¿Acaso el mundo espera otra cosa
de la nueva "Doctrina Bush"?
De hecho, la doctrina ha ganado el
odio de los pueblos del mundo a tal punto que ciertas fuerzas de la
clase dominante temen que prenda una gran oposición en todo el
globo. Hace poco la revista de la clase dominante Foreign Affairs
advirtió en un ensayo (titulado "Ambiciones imperiales
americanas"): "La historia demuestra que por sobreestimar su propio
poderío grandes estados han hecho que los rechacen". Citó como
ejemplo la Alemania nazi, cuyo "reino de mil años" duró muy poco
tiempo.
Se necesita un movimiento de
resistencia pujante e intrépido
Estados Unidos ha manifestado sus
intenciones de forjar un nuevo orden mundial por medio de la guerra
unilateral sin fin.
¿Qué vas a hacer? ¿Qué vamos a
hacer?
La doctrina ya está en marcha. El
presidente exige que el mundo apoye su ataque contra Irak y a la vez
afirma que no necesita permiso. Ofrece pruebas raquíticas contra
Irak y a la vez afirma que no necesita pruebas.
Con el pretexto de "luchar contra
el terrorismo" amenazarán a todo el mundo y con el pretexto de
prohibir potenciales "armas de destrucción masiva" las
emplearán.Como grandes capos de la mafia se proponen imponer una
pesadilla al mundo, un futuro en que dominen gracias precisamente
a "la ventaja unilateral". Y lo hacen en nombre del pueblo
estadounidense.
Es preciso poner sus planes al
descubierto, lanzarnos a la resistencia y derrotarlos. Y para eso se
necesita la solidaridad de todos los pueblos del mundo, y es
especialmente importante forjar un pujante movimiento aquí en
Estados Unidos.
Hay momentos en que se mueven "las
placas tectónicas", cuando los acontecimientos sacuden y
reconfiguran las estructuras del mundo, y cuando las acciones
valientes y decididas afectan el curso de la historia.
No debemos subestimar la gravedad
del momento. Es la hora de la
resistencia.
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